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PLUTARCO

OBRAS MORALES

Y DE COSTUMBRES(MORALIA)

VII

SI LA VIRTUD PUEDE ENSEÑARSE • SOBRE LA VIRTUD MORAL •SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA • SOBRE LA PAZ DEL ALMA * SOBRE EL AMOR FRATERNO • SOBRE EL AMOR A LA PROLE •SI EL VICIO PUEDE CAUSAR INFELICIDAD • SI LAS PASIONES DELALMA SON PEORES QUE LAS DEL CUERPO • SORE LA CHARLATA

NERÍA • SOBRE EL ENTROMETIMIENTO

INTRODUCCIONES, TRADUCCIONES Y NOTAS POR

ROSA MARÍA AGUILAR

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BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 214

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Asesor para la sección griega: C a r l o s G a r c í a G u a l

Según las normas de la B. C. G., las traducciones de este volumen han

sido revisadas por Jo r g e B e r g u a C a v e r o .

© EDITORIAL GREDOS, S. A.

Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1995.

Depósito Legal: M. 37658-1995.

ISBN 84-249-1601-8. Obra completa.ISBN 84-249-1789-8. Tomo VIL

Impreso en España. Printed in Spain.

Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1995. — 6705.

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INTRODUCCIÓN

Las obras que contiene este volumen están casi en sutotalidad representadas en el apartado que Ziegler1calificócomo escritos ético-filosóficos populares. No diríamos tanto nosotros de todas, pues, si el calificativo de popular puede convenir a la mayoría de ellas, creemos que un tratado de

una envergadura como la de Sobre la virtud moral (De virtu-te morali) se escapa a tal encasillamiento por su propiocontenido y por la índole de su exposición, de un carácterdoctrinal, escueto y seco, como pocas veces ofrece el deQueronea.

Semejanzas mayores son las que se hallan en el grupoque, a nuestro ver, constituyen Sobre el refrenamiento de laira (De cohibenda ira), Sobre la paz del alma (De tranquilli-tate animi), Sobre el amor fraterno (De fraterno amore),Sobre la charlatanería (De garrulitate)y Sobre el entreme

timiento (De curiositate).En estos tratados se expone la naturaleza de algunos grandes o pequeños vicios y se dan consejos para su curación o bien se desarrollan doctrinas para

vivir en paz con uno mismo o con la familia. La exposiciónen ellos es bastante sistemática, pero la posible aridez de ladoctrina se ve aliviada por la riqueza del anecdotario inser-

! K. Z i e g l e r , Plutarchos von Chaironeia, Realencyclopadie XXI l,1951, col. 768 sigs.

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8 MORALIA

tado a todo lo largo de cada obra, lo que hace a muchas deestas obras de las más amenas de nuestro autor. Casos leve-

mente diferentes son dentro de este apartado el del Sobre elrefrenamiento de la iray el del Sobre el amor fraterno. Enel primero nos encontramos con el género diálogo, pero so-lamente en apariencia. Tras un primer intercambio de im-

presiones entre Sila y Fundano, el diálogo se decanta en unalarga exposición de Fundano que sólo se interrumpe con el

fin de su teorización sobre los medios para dominar el viciode la ira. En este tratado no hay una exposición previa sobrela índole de este vicio — que se hallaría, en cambio, en el

perdido Perl orgés— sino solamente el tratamiento para lo-grar su dominio. El segundo de ellos es uno de los opúscu-los morales más gratos, a nuestro ver, del filósofo de Queronea. En él se encuentran una espontaneidad, una frescura

y veracidad que serían comparables a los rasgos que halla-mos en los consuelos que prodiga a su mujer en su Conso-latio ad uxorem, debidos en uno y otro caso al amor que

prodigaba a su familia y que vemos reflejados en el primeroen sus alusiones a su hermano Timón.

Un caso distinto es, aun cuando pueda confundir su títu-lo, el tratadito Sobre el amor a la prole . Sin duda el no estar

completo es la causa de que nos cuente poco más que esmayor el amor a su progenie en el hombre que entre losanimales, aunque se expongan hermosos ejemplos del amorde las bestias por sus crías. La obra parece inacabada y sutexto se presenta muy corrompido. Por otra parte su estilocuadra más que nada con el de los ejercicios retóricos, y las

dificultades en su datación no aclaran tampoco el problema.Las tres restantes obras que constituyen este volumenson todas ellas igualmente breves e incompletas. Sobre dosde ellas, Si el vicio puede causar infelicidad (An vitiositasad infelicitatem sufficiat) y Si las pasiones del alma son

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INTRODUCCIÓN 9

peores que las del cuerpo (Animine an corporis qffectionessint peiores),ya Wilamowitz2 formuló la teoría de que am-bas formarían parte de una sola obra mayor, siendo la pri-mera de las dos continuación de la segunda. Esta hipótesis,que no halló fortuna, ha sido retomada en cierta manera ycon mayores vuelos por Adelmo Barigazzi3. Este autor su-

pone que no sólo estos opúsculos sino también los tratadosSobre la fortuna (De fortuna), Si la virtud puede enseñarse

(An virtus doceri possit)4 y Sobre la virtud y el vicio (Devirtute et vitio)— de los cuales sólo el segundo forma partede este volumen— provendrían de una misma obra frag-mentada. Eí orden en que habría que leer estos fragmentosseríaDe fo rt, An virtus, Animine an corporis, An vitíositasy por último De virt. et vit.A su juicio, todos ellos revelanel ejercicio de la retórica como otros productos de la etapade juventud de Plutarco y podría convenirles un título como

De virtute, an docenda sit (Perl aretes, ei didaktéon).Subtí-tulos en la obra la habrían llevado a la fragmentación en

piezas independientes en una época situable entre la publi-cación del catálogo de Lamprías (s. ni/iv d. C.) y la ediciónde Máximo Planudes (s. xm de nuestra era). El contenido

sobre la virtud habría favorecido su difusión en el cristia-nismo. Incluso, recuerda, el número 180 del catálogo deLamprías es Perl aretes, ei didaktéon he arete.En suma, nose trataría aquí de un tratado moral, sino de una declama-

2 U. v o n W i l a m o w i t z , Hermes XI (1905), 161-176 (= Kteine

SchriftenIV, págs. 208-212).3 A. B a r i g a z z i , «Per ií ricupero di una declamazione di Plutarco sulla virtíi»,Prometheus13 (1987), 47-71.

4 También G. S i e f e r t , Commentationes lenenses 1896, págs. 102-105 (apud Helmbold, op. cit. infra, pág. 2), ha sostenido que Plutarcoescribió el An virtus... en relación con De fortuna y que aquél no está

mutilado sino inacabado.

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10 MORALIA

ción sobre la virtud. La exposición de esta teoría aparecebien fundada y resulta atractiva, ya que sirve también para

eludir el cómodo recurso de calificar todos estos textosfragmentarios de apuntes sin desarrollar o de obras incom-

pletas publicadas postumamente por herederos. Sin embar-go, por más atractiva que resulte tal teoría, no puede dejarde ser más que una suposición plausible, pero no fácilmentedemostrable.

Los diez tratados que figuran en este volumen se en-cuentran en el Corpus Planudeum, conservado en el códi-ce Parisino E, y son respectivamente los números 55, 52,9, 11» 13, 46, 45, 19, 14 y 10. El orden de los tratados ennuestra traducción responde al de la edición estefaniana.La tradición manuscrita es muy amplia y solamente pre-tendemos mostrar un esbozo de ella. En su conjunto es

una colección de casi cincuenta códices, repartidos en tresfamilias. De la primera, que representa la tradición másantigua, el manuscrito principal es un palimpsesto, elLau-rentianus 69 (L) del s. x, muy mutilado, del cual es copiael Parisinus gr. 1955 (C) (s. x i - x i i ) . La segunda familia,muy compleja, tiene varios grupos entre los que se en-cuentran el Marcianus gr. 249 (Y) (s. x i - x i i ) y los Mos-

quenses SS. Synodi gr. 501 y 502 (M y N) del s. xn en elprimero de éstos, manuscritos de los que, con diversasalteraciones, derivan los demás. La tercera representa latradición de Planudes y en ella se encuentran elAmbrosia-ñus gr.859 (a) poco anterior a 1296, el Parisinus gr. 1671(A) del s. xn y el Parisinus gr. 1672 (E) del xrv, poco an-

terior al 1302. El propio Mosquensis gr. 501, de la familiasegunda, parece haber sido corregido por el propio Planu-des. Con esta familia y, en concreto, con el Ambrosianusgr.859 parece relacionarse e (el Matritensis4690, antiguoN 60) de la Biblioteca Nacional, fechado por Gregorio de

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INTRODUCCIÓN 11

Andrés5 en el s. x i i i . En él se hallan algunos de los tratados

que se traducen en este volumen, a saber, por este orden: Decur., Anim. an corp. ajfect., De gar,, De coh. ira, De tranq.an., De frat. am., De virt. mor.También en la Biblioteca deEl Escorial se hallan elAnim. an corp. affect. (5, antes R. I.5) así como un excerptumdelDe frat. am.en el 339. Amboscódices son tardíos.

En cuanto a las traducciones de estas obras puede decir-

se con certeza que no se ha conocido ningún esfuerzo parasu versión directa del griego al castellano desde el s. xvihasta nuestros días6. Fue Diego Gracián de Aiderete, secre-tario del emperador Carlos Y, quien en 1533 publicó los

Apothegmas del excelentísimo Philosopho y Orador Plutarco Cheroneoen Alcalá de Henares, traducción de la que da

cuenta M. Menéndez y Pelayo, advirtiendo que no había lle-gado a sus manos7. Sí conocía, en cambio, la de 1548 comoasimismo la reedición de 1571 con adición de ocho obrasmás, a las que dedica grandes elogios. En estas versiones de

5 Catálogo de los Códices Griegos de la Biblioteca Nacional, Madrid,1987, págs. 249-251.

Véase C. G a r c í a Gu a l , « D o s poemas de encomio a la primeraversión castellana de las Obras morales de Plutarco», en A. Pé r e z Ji m é

n e z , G. d e l Ce r r o Ca l d e r ó n (eds.), Estudios sobre Plutarco. Obra y tradición. (Actas del I Symposion español sobre Plutarco), Málaga, 1990,pág. 280 y n. 5.

7 M . M e n é n d e z y Pe l a y o , Biblioteca de Traductores Españoles, II,Santander, 1952, págs. 179-180. Ficha completa de la obra de A. Pa l a u y

D u l c e t en elManual del librero hispano-americano,ofreciendo a conti

nuación el contenido, en el que figuran, tras los Apotegmas, las demásobras de losMoraliaque aparecen en la edición de 1548. Se trata de unaconfusión del viejo librero catalán de esta primera traducción de sólo los

Apotegmas,de 1533, con la de 1548, también impresa en Alcalá, en la quefiguran las otras obras mencionadas, cosa que hemos podido verificar en la Biblioteca Nacional, donde se halla esta preciosa edición de 1533 que

Menéndez y Pelayo no llegó a conocer.

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12 MORA LIA

los Morales de Plutarco. Traduzidos de lengua Griega enCastellanase hallan parcialmente los tratados que se publi-can en este volumen. No sabemos bien cuál fue el criterioque llevó a Gracián a hacer esta selección, pues si hubierasido el de no considerar algunas de ellas, como apunta Menéndez y Pelayo8, verdaderamente apropiadas a este título,sí habría tenido en cuenta tratados como Sobre el amor fraterno o Sobre la charlatanería que no aparecen en su tra-

ducción. Los que corresponden con este volumen son por elorden en que en él aparecen los siguientes: Que la virtud sepuede enseñar (fol. 180); Cómo se ha de refrenar la yra(fol. 149 v.); De la tranquilidad y sossiego del ánimo (fol.156 v.); Que son mayores las dolencias y passiones del ánimo que las del cuerpo (fol. 164); Contra los que son curiosos por saber vidas agenas (fol. 174).

A partir del excelente estudio de J. S. Lasso de la Vega9sobre las traducciones de las Vidasparece haberse puesto demoda el vapulear la traducción de Diego Graciání0. Aun sinnegar todos los defectos que estas versiones presentan, pen-samos que las traducciones de los Morales deberían estu-diarse más a fondo para emitir un juicio. No debemos olvi-dar que Gracián es un hijo de su época y que el gusto por la

paráfrasis también se halla en la traducción latina de Erasmo que él tuvo a la vista. Por otra parte, que también tuviera

8 Op. cit,pág. 180: «... todos los cuales omitió Gracián o por creerlosde interés menos general que los que tradujo, o por juzgar, y con razón,que se les había aplicado con harta impropiedad el titulo de Morales, ver

sando los más sobre cuestiones eruditas, ajenas a la Ética práctica, argumento de los demás libros».9 «Traducciones españolas de las Vidasde Plutarco»,Estudios Clási

cosVI, 35 (1962), 451-514, especialmente en págs. 482 y 496-497.10 J. Ló p e z R u e d a , Helenistas españoles del s. XVI, Madrid, 1973,

págs. 389 y 391-392.

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INTRODUCCIÓN 13

presentes otras traducciones de los Moralia en lengua ver-

nácula no parece extraño. El que pueda haber semejanzasentre traducciones en lenguas vernáculas puede deberse, aveces, a coincidencias estructurales entre ellas. En fin, el

propio secretario reconocía las muchas dificultades que ha-bía encontrado en traducir a Plutarco11, y su opinión sobrela oscuridad de pasajes y abundancia de citas podría subs-cribirse igualmente ahora, cuando se cuenta con mucho me-

jores medios.Una traducción interesante, aunque del latín, como ad-

vierte el autor, es la que hizo Diego de Astudillo12 del Decohibenda ira y que aparece a continuación de su traduc-ción de laIntroducción a la sabiduríade Juan Luis Vives, locual lleva a pensar que la traducción latina procedería de

este último. Esto confirma el interés que por Plutarco sintióeí círculo de erasmistas. Por último, y sólo a título de curio-sidad, mencionaremos una traducción de comienzos del s.xix de los Morales, cuyo autor advierte paladinamente ha-

berla hecho del francés. Se trata de una adaptación de partede las Obras morales de la que no sabemos si el traductor,Enrique Ataide, es responsable o si realmente ya tradujo tal

adaptación13. Quizá se trate más bien de lo primero, por lo

11 «... y el sentido escuro que tiene sacado de los escondrijos y retray-mientos de todos los autores: de suerte que se podría estimar una obra deataracea compuesta de varia entretalladura». Del prólogo a la edición de1548 en Alcalá de Henares por Juan de Brocar, fol. 9.

12Introducción a la sabiduría compuesta en latín por el Doctor Juan

Luys Vives. Diálogo de Plutarcho, en el qual se tracta, como se ha derefrenar la ira. Una carta de Plutarcho que enseña a los casados como sehan de auer en su bivir. Todo nuevamente traduzido en castellano p or—.En Amberes, en casa de Juan Steelsio, 1551.

13Primera parte de los pensamientos morales de Plutarco, traducidosdel francés al castellano por D. Enrique de Ataide y Portugal. Tomo dé

cimo.En Madrid, en la oficina de Aznar, año 1803. Hay luego una Según-

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14 MORALIA

que dice en la n. 1 a la pág. 5: «En la traducción de los Pen-samientos escogidos de Plutarco, no me he sujetado a todala precisión que hubiera guardado si hubiera emprendido latraducción de sus obras, ó de alguno de sus tratados. Eramenester dar sus ideas, más bien que sus expresiones; perosi me he tomado alguna libertad, ha sido con mucho cuida-do».

Para terminar, hemos de referimos a las ediciones grie-

gas manejadas. El texto griego seguido es el de W C. Helmbold en el t. VI de la colección The Loeb Classical Library.Asimismo hemos tenido a la vista el texto griego de la edi-ción de M. Pohlenz y W. Sieveking en la colección Teubner,cuyas lecturas se han adoptado en algún caso. También hansido de gran ayuda la edición de J, Dumortier y J. DefradasenLes Belles Leííresy la deMornlia 1de G. Pisani, tanto en

algunas adopciones de lectura como en su interpretación enlas traducciones. Hemos tenido en cuenta igualmente edi-ciones monográficas de todas las cuales se da cuenta en laBibliografía, salvo de alguna edición reciente que no ha lle-gado a nuestras manos y que por ello se ha omitido.

da parte y, por último, una Colección de Filósofos moralistas antiguosque está sacada de losApotegmascomo luego se advierte en portada.

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1913.

* La Bibliografía que consta aquí es la que fundamentalmente serelaciona con estos tratados. Aun así también son citadas algunas obrasgenerales que han sido empleadas. Para una Bibliografía general seremitea los otros volúmenes sobre Plutarco de esta misma Colección, donde sehalla amplia información.

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16 MORALIA

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SI LA VIRTUD PUEDE ENSEÑARSE

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INTRODUCCIÓN

Esta pequeña obra de Plutarco, quizás mutilada, quizásinacabada, trata de una forma sencilla el tema de la posibi-lidad del aprendizaje de la virtud, considerada como utl artey que, como tal, puede enseñarse y aprenderse. En su argu-mentación se aparta por esta vez de la doctrina platónica talcomo se muestra en elMenón,donde la virtud no es objetode ciencia sino de un don divino (100b), y en el Protágoras,

donde Sócrates se muestra opuesto a la tesis del sofista(319ac) que afirma poder enseñarla, si bien al final pareceninvertirse los papeles y es Sócrates quien apoya tal doctrina.

Como apuntábamos al principio, la brevedad de la obrapodría deberse a la transmisión, pero queda también abiertala posibilidad de que se trate solamente de una obra inaca-

bada, de ejercicios sobre el tema, de carácter retórico, que

nuestro autor no pensó publicar y que resultaron finalmentepublicados tras su muerte. En cambio la suposición de Xylander, repetida por Hartman!, de que la obra no es auténti-ca, parece insostenible como afirma K. Ziegler, ya que alargumento de falta de calidad para ser obra plutarquea, delsegundo, se oponen los rasgos propios de nuestro autor, au

1 J. J. H a r t m a n n , De Plutarcho scriptore et philosopho, Leiden,1916, pág. 202.

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2 2 SI LA VIRTUD PUEDE ENSEÑARSE

sencia de hiato, ritmización y riqueza de figuras retóricas2.Sin duda puede ser considerada, con el juicio de W. C.

Helmbold3«... a graceful exercise in popular philosophy».Este tratado tiene el número 180 en el «Catálogo de

Lamprías».

NOTA TEXTUAL

E d . L o e b N u e s t r o t e x t o

( D i t t e n b e r g e r )

440BHp6c,KctWiav t ó v Kapíou t ó v Xcfipíou KaMiav

2 K. Z i e g l e r , Plutarchos von Chaironeia, Realencyclopedie XXI 1,

1951, col. 728.3 W. C . H e l m b o l d , Plutarch ’s Moratía, VI (The Loeb Classical Li-

brary),pág. 2.

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SI LA VIRTUD PUEDE ENSEÑARSE

1. En lo que toca a la virtud discutimos y estamos en la 439bduda de si puede enseñarse la prudencia, la justicia y el vi-vir honestamente. Después nos asombramos de que lasobras de oradores, timoneles, músicos, arquitectos y labra-dores sean innumerables, mientras que los hombres hones ctos se nombran y se mencionan sólo como centauros, gi-gantes y cíclopes. En cambio no es posible hallar una obrairreprochable, un carácter puro de pasión ni una vida intocada por el mal respecto a la virtud. Pero aunque la natura-leza produce espontáneamente algún bien, éste se oscurececon lo que le es ajeno, como el grano cuando se mezcla conuna planta silvestre e impura Los hombres aprenden a ta-

ñer, a bailar, y a leer, a cultivar los campos y a montar a ca-ballo. Aprenden a calzarse y a vestirse. Les enseñan a servirel vino y a guisar. Todas estas cosas no pueden hacerse pro-vechosamente sin un aprendizaje, sin embargo lo que locausa, el vivir honestamente, ¿va a carecer de enseñanza, vaa ser irracional, sin ingenio y espontáneo?

2. ¡Hombres! ¿Por qué al decir que la virtud es inenseñable la hacemos también inexistente? Pues si el aprendiza-

je es origen de la virtud, el impedimento para aprender es su

1 La cizaña, como en la parábola evangélica, cf.Adulat. 51 A.

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24 MORALIA

destrucción. Y, sin embargo, como dice Platón2, no luchahermano con hermano por la falta de un pie en la medida

del verso respecto a la lira y por su desarmonía, ni ciudadesd llenándose de odio contra ciudades hacen y sufren los males

más extremos las unas de las otras. Tampoco puede decirnadie que haya habido una revolución en una ciudad por laacentuación, por si se debe leer «telquines» o «télquines»3,ni que en una casa haya habido discusiones entre marido y

mujer por la trama y la urdimbre. Con todo, quien no haaprendido no manejaría un telar, ni un libro o una lira, aunno yéndose a procurar un gran daño con ello, porque seavergüenza de hacer el ridículo, pues «es mejor ocultar laignorancia», como dice Herácl*to4. En cambio piensa quemanejará bien su casa, el matrimonio, la política o la magis-tratura, sin haber aprendido a comportarse con mujer, o coíi

esclavo, ni con el conciudadano, ni con el gobernado o conel gobernante.Diógenes dio una bofetada al pedagogo de un niño gu

e lusmero, atribuyendo correctamente la culpa no al que noaprendió sino al que no enseñó. Entonces, ¿es imposibleusar diestramente un plato o una copa si no se ha aprendidodesde la infancia, como dice Aristófanes5, a no reír a lo

2Adaptación de cl*tofón4Ó7c. Una cita más exacta del pasaje la ofrece Plutarco en Viiios. pud. 534E.

3 Los griegos vacilaban sobre el acento de este nombre y tambiénsobre la cantidad de la iota, como muestra el texto griego con acento circunflejo en el primer caso. Los telquines fueron los primitivos habitantesde Rodas. Técnicamente dotados, fueron los primeros en erigir estatuas alos dioses.

4 D l e l s -K r á n z , Die Fragmente der Vorsob'atiker, 22B95. Este fragmento se encuentra citado también en Quaest. conv. 644F, y en el frag.129 Sa n d b a c h de Si se debe educar a la mujer (vol. VII, Teubner, pág.79).

5 Adaptación de A r i s t ó f a n e s ,Nubes983.

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SI LA VIRTUD PUEDE ENSEÑARSE 25

tonto, ni ser un gulusmero, ni cruzar las piernas; y, en cam-

bio, se puede tener una participación irreprochable en lacasa, la ciudad, el matrimonio o en una magistratura, sinhaber aprendido cómo deben comportarse los unos con losotros? Cuando le preguntaron a Aristipo «¿tú, entonces,estás en todos sitios?», respondió riendo: «Malgasto mi pa-saje6 si, desde luego, estoy en todos los sitios». ¿Por qué,

pues, no podrías decir tú mismo también «si los hombres no f

se hacen mejores por la educación, se malgasta el sueldo delos pedagogos»? Pues éstos son los primeros que, recibién-dolos desde la lactancia, como las nodrizas moldean suscuerpos7 con las manos, así ellos regulan su carácter con lascostumbres, poniéndolos por vez primera en un trazo devirtud. También el laconio, cuando le preguntaron qué pro-

porcionaba en su enseñanza, dijo: «Hago lo honesto agra-dable a los muchachos»8. Sin embargo ¿qué enseñan lospedagogos? A caminar por las calles con la cabeza baja, atocar los salazones con un solo dedo, con dos el pescadofresco, el pan y la carne, a sentarse de determinada manera 440

y a ponerse el manto de una manera determinada9.

6 E11el texto griego naülon, esto es, el precio de un pasaje en barco.La expresión debió de hacerse proverbial, como anotan Helmbold y De-fradas a sus respectivas ediciones. Ambos citan asimismo como prueba deello a Ju v e n a l , Sát. VIII97:

Furor est post omnia perdere naulum.

7 P l a t ó n , República 377c, Leyes 789e; parece inferirse que se trata

del fajado de los niños con pañales que recomienda hasta los dos años.También alude P l u t a r c o al primer pasaje enLib. educ. 3E.8 La misma anécdota aparece al final del Virt. mor. 452D.9 Cf.Lib. educ. 5 A y Fort.99D, aunque en ambos casos se alude a la

incorrección de usar la mano izquierda. Sobre la forma de sentarse y caminar véase lo que dice el Razonamiento Justo de A r i s t ó f a n e s , Nubes973 ss., y para cómo ponerse el manto,Aves 1568.

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2 6 MORALIA

3. ¿Pues qué? Quien dice que la medicina se ocupa de lalepra y de un panadizo, pero que no lo hace de la pleuresía,

de la fiebre y de la inflamación cerebral, ¿en qué difiere dequien dice que la escuela, las lecturas y los consejos son úti-les para los deberes insignificantes e infantiles, pero que

para los grandes e importantes existe la práctica irracional yel azar? Pues del mismo modo que es ridículo quien diceque se debe remar tras aprender, pero que se puede pilotar

incluso sin aprender, así quien admite el aprendizaje de lasdemás artes pero suprime el de la virtud, parece actuar con-trariamente a los escitas. Éstos, en efecto, según dice Heródoto10, ciegan a sus esclavos para que no les quiten la nata

b de la leche n. Aquél, en cambio, concede la razón, como unojo, a las artes serviles y ancilares y se la quita a la virtud.

Sin embargo, el general Ifícrates, cuando Calías, el hijo

de Cabrias12, le preguntaba diciéndole: «¿Qué eres?¿Arquero? ¿Peltasta? ¿Jinete? ¿Hoplita?», le contestó: «Nin-guno de ésos, sino quien les da órdenes». Pues bien, es ridí-culo quien dice que el arte de disparar el arco, el de la infan

10 H e r ó d o t o , IV 2.

11 El término püar tras hópós fue añadido por Capps en un pasajeobjeto de numerosas correcciones. Pohlenz ha dejado el pasaje simplemente con la crux. Traspüar Helmbold leeparadidósin, Defradas lee íaconjetura de Stephanusgala donosintrashópós.

12 Los manuscritos ofrecenpros tón Chabrios Kallíanque, como señala Pohlenz, ofrece una extraña colocación. Helmbold ha corregido enpros

Kallían tón Charíouel orden de palabras y el nombre de Cabrias por Carias, ya que el primero no tuvo un hijo de tal nombre. Defradas consideraCalías «une glose d’un lecteur érudit». Hemos preferido no seguir en estecaso a Helmbold, ya que parece por el contexto más significativo el nombre de Cabrias frente al de ifícrates. No obstante esta misma anécdota larelata también P l u t a r c o enFort.99E y enReg. et imp.apophth. 187B, y

en ambos casos no hay nombre para quien hace la pregunta; en el primercaso es «alguien» y en el segundo «cierto orador».

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SI LA. VIRTUD PUEDE ENSEÑARSE 27

tería, el de los honderos o el de la caballería pueda enseñar-

se, pero que el de la estrategia y el de dirigir un ejército ocu-rre por el azar y a cualquiera, incluso sin haber aprendido.Es más ridiculo aún, sin duda, quien pretende que solamenteno puede enseñarse la prudencia, sin la cual no hay utilidadni provecho en las demás artes. Pero si ésa es guía y ornatode todas y en ordenación de cuanto es provechoso se haconstituido13, ¿qué alegría, por ejemplo, puede haber en un c

banquete, aunque los esclavos estén ejercitados y hayanaprendido

a trinchar la carne, asarla y escanciar el vino14,

si no existiera disposición ni orden en los servidores?15.

13 Hay posiblemente una laguna tras kathísiesin que Pohlenz lia completado: <pós ou taútes éti mállon epimeleisthai dei állón;>que podríamostraducir: «¿Cómo no debe ocuparse aún más de ésta que de las demás?».

14 OdiseaXV 323.15 Falta posiblemente el final del tratado en opinión tanto de Pohlenz

como de Helmbold. En cambio, los editores de Bel les Letíres,Defradas yDumortier, no creen que exista en ningún caso laguna. Piensan que bastacon leerdioikoüntasen lugar del diakonoüntas— ^servidores» en nuestratraducción — de los textos. Así, dicen, los niños (paídón) representan lasartes menores y serviles, los que los dirigen (dioikoüntasj representan laprudencia, la práctica de la justicia y el vivir honestamente. A nuestro

juicio interpretar elpaídóncomo niños y no esclavos es una distorsión deltexto, pues ¿por qué habrían los niños de aprender a trinchar la carne y aún más, a asarla o a servir el vino? No parecen en ningún caso funciones

de un hombre libre. Creemos que es preferible aceptar el texto con susfaltas y dejarlo como inconcluso.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL

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INTRODUCCIÓN

Este tratado plutarqueo sobre la virtud moral no ha sidode los más favorecidos por los comentaristas en cuanto anúmero de obras dedicadas a él y, sobre todo, en lo que res-

pecta a los juicios emitidos. Algunos autores como J. J.Hartman1 lo han considerado indigno de la producción dePlutarco por el aburrimiento que resulta de su lectura. Aun-que el juicio de W.C. Helmbold2 en el prólogo a su edición

del tratado es menos severo y juzga excesivamente dura lafrase de Hartman, tampoco son demasiado amables las pa-labras que le dedica.

Hay que esperar algún tiempo después para encontraropiniones más favorables, así la de M. Hadas3 que considera

1J. J. H a r t m a n n , De Plutarcho scriptore et philosopho, Leiden,

1916, págs. 203 y 206: «Multo etiam philosopho Chaeronensi indigniorhic libellus, quem, ut ad finem perlegas, quantum tibí est taedii devoran-dum!» y «Denique et HbellumAn virtus doceri poss itet hunc De virtute

morali insignia equidem duco exempla ineptissimae imitationis, qua ítaPlutarchi personam sumit impostor ut ultro se indicet».

2 W. C. H e l m b o l d , Plutarch ’s Moralia, VI (The Loeb Classical Li-brary), Londres, 1939, págs. 16-17: «But Hartman’s words are no doubttoo harsh» pero luego: «On the whole, whether írom the standpoint of

popular or írom that of serious philosophy, this is one of the least success-fiil ofPlutarch’s works».

3 M. H a d a s , «The Religión of Plutarch», The Review of Religión 6(1941-1942), 280.

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32 SOBRE LA VIRTUD MORAL

este tratado como el más sistemático entre los que Plutarcodedicó a la ética y como la exposición más sucinta de lasopiniones de nuestro autor sobre el alma. Asimismo K.Ziegler4 lo juzga desapasionadamente como un escrito cuyafinalidad primordial es la refutación de la doctrina estoicade las pasiones y la defensa de la teoría platónica y aristoté-lica sobre el alma y la virtud. Es D. Babut quien en tiemposmás cercanos se ha ocupado del tema, primero en su Plutar-

que et le Stoicismey después con la edición de la obra5, a laque precede una larga introducción. En ésta hace notar unaparticularidad de la obra, no señalada anteriormente a suparecer, y es el desarrollo en ella de dos temas. Así, el títulodel tratado corresponde estrictamente a la primera partemientras que a partir del cap. 6 se abandona este esquema ynuestro autor se dedica a demostrar la doble naturaleza del

alma y a refutar la teoría intelectualista de las pasiones. Ba-but no piensa que haya incongruencia entre ambos temas,sino que los dos se relacionan íntimamente, siendo el se-gundo de ellos consecuencia del primero y justificándoseambos en la orientación de polémica antiestoica del trata-do6.

Respecto a su cronología, no se encuentran datos objeti-

vos para dar una fecha y, así, C. P. Jones7 ni siquiera lomenciona en su ensayo de cronología plutarquea. Los co-

4 K . ¿ i e g l e r , Plutarchos von Chaironeia, Stuttgart, 1949, cois. 133-134, donde su postura frente a la autenticidad del escrito es positiva y valora el juicio de Hartman como «ohne stichhaltige Gründe, mit kleinernórgelder Kritik».

5D. B a b u t , Plutarque, De la veríu éthique, París, 1969, donde laintroducción se extiende a lo largo de 85 páginas.

6 B a b u t , op. ciL,pág. 53.7 C. P. Jo n e s , «Towards a chronology of Plutarch’s Works»,Journal

o f Román Studies56 (1966), 61-74.

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INTRODUCCIÓN 33

mentaristas más antiguos lo han considerado generalmente

como obra de juventud; así T. Sinko, por considerarlo comoobra menos ponderada en el tratamiento de las pasiones queDe cohibenda iraoDe tranquillitate animi.Lo mismo opinaM. Pinnoy8, que lo considera obra de juventud junto a Deaudiendis poetisyDe adulatore et amico. K. Ziegler9 no sedecide por una fecha y cita a G. Hein10, quien considera estetratado posterior aDe adulatore et amico, De tranquillitate

animi, De profectibus in virtute, De laude ipsius, De amico-rum multitudine, De fraterno amore y De vitioso pudore;

pero para que esta ordenación tuviera algún valor deberíaexistir certeza de las fechas respectivas de composición deestas obras. D. Babut, en el prólogo a la edición del De virtute morali (De la vertu éthique),expone una teoría diferen-

te y que es sucintamente como sigue. Plutarco ha hecho enesta obra una crítica de la virtud concebida como juicio porlos estoicos. En ella hay alusiones a opiniones propias sobretemas del estoicismo que no han tomado mayor extensión

por hallarse ya formuladas anteriormente en sus tratados depolémica antiestoica. Esta teoría supone queDe virtute morali y De profectibus in virtute, íntimamente relacionado

con el precedente, hacen referencias implícitas a tales trata-dos. Por consiguiente,De virtute moralisería posterior aDestoicorum repugnantiis, que es la obra que él considera co-mo probable antecedente. Ahora bien, tampoco hay seguri-dad sobre la datación de este último tratado y, así como re-conoce el mismo autor11, no se llega a ninguna conclusión

8T. S i n k o y M. P i n n o y apudB a b u t ,op. ti t. ,pág. 80, n. 3.9 K. Z i e g l e r ,op. cit., col. 81.

10 G. H e i n , Quaestiones Plutarcheae, tesis doc., Berlín, 1916, especialmente en conclusiones, págs. 42 y 43.

11 B a b u t , op. cit., pág. 83: «Nous n’en sommes pas beaucoup plusavancés, il est vrai, pour fíxer une date, méme approximative, au second

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34 SOBRE LA VIRTUD MORAL

definitiva. Piensa, no obstante, que sería un progreso nota-ble poder afirmar que elDe virt. morpertenece a la mismaetapa en la vida de Plutarco que el De prof. in virt, que nofue escrito desde luego antes del 85.

Por tanto, tras este repaso a las distintas y dispares opi-niones sobre su cronología, no podemos emitir conclusiónalguna. No obstante, nos parece bastante plausible esta úl-tima opinión, pues este opúsculo sobre la virtud ética no

parece obra inmadura, sino más bien un tratado teórico yescueto, donde el tema impone un estilo más seco y sinadornos de lo que es habitual en nuestro autor.

En cuanto a las fuentes, se ha hecho notar ya desde anti-guo la fuerte influencia aristotélica que domina en la prime-ra parte del tratado — la que se ocupa de la virtud ética— ,influencia que se percibe tanto en el lenguaje como en la

división del alma (44IB). Pero junto a este reconocimientose ha postulado también que tal influencia no sería directa yque el de Queronea habría conocido los textos de Aristóte-les a través de intermediarios, en concreto Andrónico deRodas, a juicio de Ringeltaube12 y Pohlenzl3. En cambioErbse14 ha hecho notar la profunda relación de este tratadocon la Ética Nicomáquea, no considerando tampoco vero-símil la teoría de que Plutarco no fuera un conocedor direc-to de los escritos de la escuela peripatética, opinión que un

de ces traites, en l’absence d’ índices précises pour dater le premier. Le seul résultat que Pon puisse teñir pour acquis est que le De virt. mor. nesaurait étre une oeuvre de jeunesse, s’il est vrai qu'il se référe á des écritspolémiques plus anciens, dont le De Stoic. rep.,qui n’est pas lui-méme le

premier de la série».12 H. R i n g e l t a u b e , Quaestiones ad vetemm philosophomm de affec-tibus doctrinam pertinentes, Gotinga, 1893, págs. 14-29.

13 M. Po h l e n z ,DieStoa,Gotinga, 1947, pág. 255.14 H. E r b s e , «Die Bedeutung der Synkrisis in den Parallelbiographien

Plutarchs»,Hermes84 (1956), 400, n. 1.

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INTRODUCCIÓN 35

detenido examen de estos seis primeros capítulos hace plau-

sible15.Respecto a la crítica de la teoría estoica de las pasionesque ocupa la segunda parte del tratado se ha propuesto co-mo fuente a Posidonio, en tanto que se opuso a la teoría intelectualista sobre las pasiones de Crisipo. Los paralelosentre nuestro opúsculo y. textos de Galeno16 han llevado atal planteamiento. Que seguramente no llegó a conocer di-

rectamente la amplísima obra de Crisipo es probable, peroque su crítica a la teoría de las pasiones como juicios esté

basada en la crítica de esta doctrina por Posidonio es algoinseguro. Más probable pudiera ser que nuestro autor hayautilizado argumentos tradicionales de la polémica posidoniana convertidos en acervo comúnI7.

Queda por tratar la relación del De virtute morali conotros diálogos plutarqueos. Ya hemos hecho mención de su

posible dependencia de los tratados de polémica antiestoica,de modo que podríamos considerarlo más como una conse-cuencia que como un precedente en su exposición de ladoctrina del alma. Esta doctrina aparece expuesta con gransimplicidad, sin recurso a mitos como en elDe sera numinis

vindicta, De genio Socratis o De facie quae in orbe lunaeapparet. Pero si por lenguaje y pensamiento está cerca del

De facie, quizás presenta mayor afinidad con De defectuoraculorum. En efecto, entre el De virtute morali y el De

faciehay conexión doctrinal y de léxico pero sólo en cuantoa la teoría platónica del alma. En cambio elDe defectupre-

15 El problema de la influencia aristotélica ha sido expuesto con gran

detalle por B a b u t , op. cit., págs. 56-79; especialmente, en cuanto a la

lectura directa de laEtica Nicomáquea, en pág. 68.

16 G a le n o , De placitis Hippocratis et Platonis IV 7, pág. 400; V 5,pág. 437; V 6, pág. 457.

17 Cf. B a b u t ,op. cit.,págs. 6 5 -6 6 .

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36 SOBRE LA VIRTUD MORAL

senta la teoría platónica del alma, pero también la aristotéli-ca como consecuencia natural de la primera. Otros muchos

rasgos propios del aristotelismo podrían subrayarse en estetratado en paralelo con el De virt.,pero hay otra coinciden-cia más, y es la arremetida contra el estoicismo por parte deCleómbroto a propósito de la doctrina de los démones, quevendría a coincidir con la parte segunda de nuestro opúsculoen cuanto a polémica antiestoica. Por consiguiente, si estos

rasgos comunes pudieran ser indicios de relación cronológi-ca, ambos tratados serían obras de la madurez de Plutarco ypodrían haber sido compuestos entre el 90 y 100 de nuestraera.

En suma, elDe virtute moralipresenta una teoría psico-lógica coincidente con la de los otros tratados, pero expues-ta en una manera más sobria y sin recursos literarios o esti-

lísticos. Es, pues, la consecuencia de su pensamiento sobreel alma.

Este tratado es el número 72 del «Catálogo de Lam-prías».

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SOBRE LA VIRTUD MORAL

1. Me propongo hablar sobre la virtud llamada y consi-derada moral, en lo que difiere principalmente de la virtudcontemplativa por tener la pasión como materia y la razóncomo forma, y qué substancia tiene y cómo subsiste por na-turaleza. También si la parte del alma que la recibe está do-

tada de razón propia o si participa de otra ajena. Y si parti-cipa, si lo hace como los elementos mezclados con lo que esmejor, o más bien si, como la parte del alma utiliza una cier-ta dirección y gobierno, se dice que participa del poder de la

parte rectora. Pues que puede llegar a existir virtud y per-manecer absolutamente inmaterial y sin mezcla, creo que esevidente. Pero también pienso que es mejor recorrer breve-

mente las opiniones de otros, no por hacer una investigaciónsino porque lleguen a ser mis propias opiniones más segurasy firmes, al ser expuestas aquéllas previamente.

2. Menedemo de Eretria1suprimía la pluralidad y las di-ferencias de las virtudes, en la idea de que era una sola y

1 Menedemo fue fundador de la llamada escuela de Eretria. Vivió

aproximadamente entre el 350 y el 278 a. C. Sobre su posición respecto ala erística nos informa D i ó g e n e s La e r c i o (II 134 ss.) así como sobre su

relación con la filosofía platónica. Parece que tanto él como su amigo Asclepiades tuvieron posiciones cercanas a la Academia pero luego seinclinaron hacia Estilpón, sucesor de Euclides al frente de la escuela de

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38 MORALIA

con muchos nombres. Pues que se llamen templanza, fortaf leza y justicia sería lo mismo que decir mortal y hombre. Y

el propio Aristón de Quíos2 hacía una sola virtud en suesencia y la llamaba salud. Pero en cuanto a la relación lashacía diferentes y múltiples, como si alguien quisiera llamara nuestra visión «visión blanca» cuando percibe objetos

blancos, y «visión negra» cuando negros o alguna otra cosasemejante. Pues también la virtud es llamada prudencia

cuando inspecciona lo que se debe o no se debe hacer3,44i cuando conforma el deseo y define la moderación y la

oportunidad en los placeres se llama templanza, y justiciacuando trata de las asociaciones y contratos de unos hom-

bres con otros, así como el cuchillo es una sola cosa perocorta unas veces unos objetos, otras otros y el fuego ejercesu actividad en materias diferentes, con una sola naturaleza.

Y parece que también Zenón de Citio4 tendía a esta opinión

Mégara, que había adoptado el eleatismo. También C i c e r ó n (Acad. II129) nos informa sobre el pensamiento ético de Menedemo.

2 Aristón de Quíos, filósofo estoico, discípulo de Zenón, vivió suflorecimiento hacia el 250 a. C. Según D i ó g e n e s La e r c i o (VII 160) seapartó de la física y la lógica por creer que «la una está sobre nosotros, la

otra no es nada para nosotros». Sólo creía importante la ética para el hombre. Igual que para los estoicos, para Aristón la virtud consistía en unaactitud correcta respecto a lo indiferente (adiáphovon). Pero mientras losestoicos dividían losadiáphoraen preferibles y no preferibles (proégménayapoproégména),Aristón no admitía esta división. Cf. Cíe.,Acad. II 130,y también Sé n e c a ,Epíst.XCIV 1-18.

3 Cf. A r i s t ó t e l e s , Ética Nicomáquea VI 6, 1 (1140b 30): «la pru

denc ia versa sobre lo que puede ser de otra manera».

4 Zenón de Citio, en Chipre, fundador de la escuela estoica, nació probablemente hacia el 333 ó el 332 a. C. Llegó el 312/311 a Atenas, donde seunió a Crates, filósofo cínico, pero oyó también al académico Polemón y aEsfilpón, segundo escolarca de la escuela megárica. Su labor de enseñanzacomenzó poco antes del 300 y se realizaba en el ágora, en la Stoá Poikílé, dedonde el nombre de «estoica» dado a su escuela. Murió el 262 a. C. Cf. Dió-

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 39

en alguna manera, al definir la prudencia como justicia enlo debido a otros, como templanza en lo que se puede elegiro rechazar y como fortaleza en lo que se debe soportar. Yquienes lo defienden consideran que en estas definiciones b

Zenón llama ai conocimiento prudencia. En cambio, Crisipo5, pensando que conforme a la cualidad una virtud consis-te en su propia cualidad, no se dio cuenta de que suscitaba,en frase de Platón6, un «enjambre de virtudes» desacostum-

bradas y desconocidas. Pues como del adjetivo valiente de-rivaba valentía, y de suave suavidad y justicia de justo, asíde encantador encanto, de noble nobleza, de grande grande-za, y de bello belleza y proponiendo otras de la misma índo-le: sutileza, afabilidad, jovialidad como virtudes, ha llenadola filosofía, que en nada lo necesitaba, de muchos y extra-ños nombres.

3. Pero todos esos filósofos7coinciden al suponer que lavirtud es una disposición de la parte rectora del alma y una cfacultad engendrada por la razón, y más bien que ella mis-ma es una razón concordante, segura e inamovible. Y pien-san que la parte pasional e irracional del alma no está dis-

criminada de la parte racional, sino que esta misma parte

g e n e s L a e r c i o , VIí 1-7. Véase tambiénpara su doctrina sobre lo adiá-phoron, V o n A r n im , Stoicorum veterum fragmenta, I, págs. 47-48. Sobrelas virtudes véase también P l u t a r c o , Fort.98E, y Stoic. rep. 1034C.

5 Crisipo de Solos, en Cilicia, nació entre el 288 y el 277 y murió el 208/204 a. C. Llegó a Atenas hacia el 260 y oyó a Oleantes y también aArcesilao. Según una anécdota (D i ó g . L a e r c ., VII 182) había sido discípulo de Aristón de Quíos, de quien luego se distanciaría. A la muerte deCleantes en el 232, fue elegido escolarca de la Estoa. Cf. V o n A r n i m ,

SVF,III, pág. 58 ss.6 P l a t ó n ,Menón72a; P l u t a r c o ,Amic. mult. 93B.7 Cf. V o n A r n i m , SVF,I, págs. 49-50, y III, págs. 110-111, sobre las

virtudes y las pasiones respectivamente.

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40 MORALIA

del alma que llaman inteligencia y rectora se transforma ycambia enteramente en las pasiones y, en los cambios, con-

forme a su hábito o disposición, se hace vicio y virtud, yque no tiene nada irracional en sí misma, sino que es llama-da irracional cuando por su exceso de los impulsos, que se

d hace fuerte y poderoso, se ve llevada a algo anormal contrala elección de la razón. Pues la pasión, según ellos, es unarazón perversa e intemperante procedente de un juicio vil y

erróneo que ha tomado además violencia y fuerza. Peroparece que a todos esos filósofos ha pasado inadvertidode qué manera cada uno de nosotros es, realmente, un serdoble y compuesto8. Pues no observaron la otra duplicidaddel alma sino la mezcla de alma y cuerpo que aparecía másevidente. Pero que existe un compuesto de doble naturalezay disímil de la propia alma en sí misma, al mezclarse y

e adaptarse lo irracional, como si fuera otro cuerpo, con larazón por una cierta necesidad de la naturaleza, es evidenteque ni siquiera Pitágoras9 lo desconocía a juzgar por el inte-rés de este hombre en la música como medio de encantar yconsolar el alma, en la idea de que ésta no era totalmente

8 Hay gran coincidencia entre este pasaje yFac. lun.943A, no sólo devocabulario sino también en la concepción general del tema. Cf. tambiénComm. not. 1083C.

9 Pitágoras nació en Samos, en el s. vi a. C. Abandonó su patria, bajola tiranía de Polícrates, en el 532, según C i c e r ó n (Rep.II 28). Entonces se

estableció en Crotona y fundó alíi una comunidad religiosa cuyas actividades éticas y políticas chocaron con las dominantes en esta ciudad, por loque a su vejez tuvo que emigrar a Metaponto, donde murió hacia el 496 a.

C. En sus investigaciones musicales encontró que la longitud de la cuerdaestaba en relación numérica de octava, quinta y tercia con la altura deltono. De estas observaciones, en las que habían entrado especulacionessobre la regularidad de los movimientos de los planetas, concluyó que enel Universo domina una ley, designada comoharmonía,que se expresa ensimples relaciones numéricas.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 41

obediente a la instrucción y las enseñanzas ni transformabledesde el vicio por la razón, sino que una parte necesitabaotro género de persuasión que colaborara en moldearla y

domeñarla si no iba a ser absolutamente intratable y deso-bediente a la filosofía. Platón10, sin embargo, comprendiócon claridad y seguridad y sin lugar a dudas que el alma deeste mundo no es simple ni carente de composición ni tam f

poco uniforme sino que, al ser una mezcla de la facultad de

identidad y de alteridad, de una parte se dispone siempre y

gira en un solo orden dominante, de otra, dividida en mo-vimientos y ciclos contrarios, y errantes, da origen a la dife-rencia, cambio y disimilitud en lo que concierne a la gene-ración y la corrupción sobre la tierra. También el alma delhombre31, que es parte e imitación del alma del mundo y

que está unida en su conjunto según razones y números se-mejantes a los de aquélla, no es simple ni de naturaleza se-mejante, sino que una parte posee lo inteligente y razonable, 442

a lo que concierne gobernar y regir al hombre conforme anaturaleza, mientras que la otra posee lo pasional e irracio-nal que es errático y desordenado y necesita un vigilante. Yal estar dividida de nuevo esta segunda parte en dos elemen-

tos, uno, que quiere por naturaleza estar siempre con elcuerpo y servirlo, se llama concupiscible; el otro, que unasveces se une a ése y otras proporciona fuerza y poder a larazón, se llama irascible. Y Platón12 muestra especialmentela diferencia en la oposición del elemento razonable e inte-ligente al concupiscente e irascible en que al ser distintos b

desobedecen y combaten muchas veces al elemento mejor.

10 Timeo35a ss.; P l u t a r c o ,^/?.procr. 1012B ss.11 Timeo69c ss.;An. procr. 1025D.12República435a ss.

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42 MORALIA

Estos principios ios empleó muchísimo Aristóteles13,como es evidente por lo que escribió. Pero después atribuyóel elemento irascible al concupiscente, en la idea de que laira es una cierta clase de deseo y tendencia a la venganza!4.Sin embargo continuó empleando siempre el elemento pa-sional e irracional como diferente del racional, no porquesea absolutamente irracional como la parte sensitiva o la

parte nutritiva y vegetativa del alma (pues éstas, completa-

mente indóciles y sordas a la razón, han brotado en ciertamanera de la carne y se han producido totalmente en tomo

c al cuerpo) sino porque el elemento pasional, aun estandoprivado de razón propia y no participando en ella, sin em-bargo, por naturaleza escucha al elemento racional e inteli-gente, se vuelve a él y cede y se conforma a él, si no estátotalmente corrompido por un placer grosero y un género de

vida licencioso.

13Acerca del alma III 9 (432a 25); Magna Moralia I 1 (1182a 24);Ética Eudemia II I, 5 (1219b 28); Ética Nicomáquea I 13, 9 (1102a 29).H. E r b s e , art. cit.,Mermes84 (1956), pág. 400, n. 1, hace notar 3a profun

da relación de esta obra con la Ética Nicomáquea y piensa que el conocimiento de ella por Plutarco fue directo y no mediante un intermediario,Andrónico de Rodas, como piensan Rigeltaube y Pohlenz.

14 A i u s t .,Acerca del alma1 1 (403a 30). Esta misma definición aristotélica está recogida también en el opúsculoDe libídine et aegiitudine, cap.I, pág. 52 (Z i e g l e r -Po h l e n z ), cuya autoría por parte de Plutarco ha sidonegada por estudiosos como Volkmann, Wilamowitz y después porPohlenz y Ziegler. En cambio M. F. H. Sa n d b a c h opina en «Plutarque

était-il Pauteur du ‘De libídine’?», Actes du VII Congrés Guillaume Budé,París, 1969, págs. 550-551, que esta cita, junto con coincidencias diversascon otras obras abonaría su autenticidad. Así piensa también D. B a b u t enel comentario que hace en pág. 551 a esta comunicación, así como en

Plutarque et le Stoícisme, págs. 134-136 y n. 1 de pág. 134, y también en

la Introducción aDe la vertu éthique,pág. 59, n. 2.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 43

4. Y quienes se asombran de que este elemento es irra-

cional pero obediente a la razón me parece que no han con-siderado suficientemente la fuerza de ia razón

cuán grande es y a cuánto llega15

con su poder y conducción, no mediante métodos duros nirepelentes, sino suaves que tienen la sumisión y obedienciacomo más eficaz que cualquier coacción y violencia. Porquesin duda la respiración, nervios, huesos y las demás partesde nuestro cuerpo son irracionales, pero cuando surge elimpulso y la razón sacude, por decirlo de algún modo, susriendas, todo se tensa, se deja conducir y obedece. Y, al

pensar correr, los pies están bien dispuestos y las manos seponen a la obra al darse el impulso de arrojar o coger. Y el

poeta hace ver excelsamente la simpatía y la conformidadde lo irracional con la razón mediante los siguientes versos:

Así se fundían en lágrimas sus hermosas mejillas,llorando por su esposo, aunque estaba sentado a su lado.Y Ulises compadeció en su ánimo a su afligida esposa,

pero sus ojos se mantuvieron firmes en sus párpados,

como el cuerno o el hierro, y con engañoocultó sus lágrimas16.

Tan obediente mantenía su respiración, su sangre y sus lá-grimas al propio juicio. Ante las jóvenes y muchachos be-llos, a quienes ni la razón ni la ley permite tocar, lo demues-tra la retirada y contención de las partes pudendas, que

permanecen tranquilas e inmóviles. Esto ocurre sobre todo a

15 N a u c k 2, Tragicomm Graecorum Fragmenta, E u r í p i d e s , frag. 898.

16 H o m e r o , OdiseaXIX 208-212, también en Tranq. an. 475A, Garr.506A-B y Sobre la vida y poesía de Homero 135 (VI, pág. 409 B e r n a r

d a k i s ).

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44 MORALIA

los enamorados cuando después escuchan que se han pren-dado, sin saberlo, de una hermana o de una hija, porque, almismo tiempo, se contiene el deseo al contacto de la razón

f y el cuerpo hace acomodarse decentemente sus partes aljuicio. Frecuentemente, sin duda, al entregarse con granplacer a la comida y a las carnes, si luego uno se entera y

sabe que ha comido alimentos impuros e ilegales, no sólosigue al juicio la pena y el remordimiento, sino también

vómitos, y una disposición nauseosa se apodera deí cuerpo,que y a está revuelto y colmado de este pensamiento.

Pero temo que vaya a parecer que me excedo en mi dis443 curso con ejemplos demasiado atractivos y nuevos, al expo-

ner cuántos salterios, liras, arpas y flautas y cuántos ins-trumentos acompañantes y acordes del arte musical, aunsiendo inanimados, con las pasiones humanas gozan y selamentan, las cantan y las acompañan en su disolución, re-

pitiendo los juicios, las pasiones y las costumbres de quie-nes los utilizan. Sin embargo se dice que ZenónI7, yendo alteatro cuando Amebeo cantaba acompañado de la lira*8,comentó a sus discípulos: «Vayamos para aprender qué ar-monía y voz emiten tripas y nervios, madera y huesos cuan-

do participan de razón, ritmo y orden».Pero dejando esto, con gusto me informaría de mis opob nentes si, al ver perros, caballos y pájaros domésticos que

por hábito, alimentación y enseñanza emiten sonidos inteli-gibles y adoptan movimientos y posturas obedientes a la ra

17 Cf. V o n A r n i m , SVF, I 299, pág. 67, y P l u t a r c o ., An. procr.1029F.

¡s Amebeo foe un citaredo afamado hacia mediados del siglo ni a. C.Véase la Vida de Aralo XVII (I034E), A t e n e o , XIV 623d, y E l i a n o ,

Varia HistoriaIII30, donde se hallan diversas anécdotas sobre el persona

je-

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 45

zón y actúan con moderación y para utilidad nuestra, y aloír a Homero, cuando dice

excitar a caballos y a hombres19

a la batalla, aún se asombran y dudan de que el elementoque hay en nosotros irascible y concupiscible, que goza ysufre, obedece al elemento inteligente y está afectado por ély dispuesto con él de un modo natural y no habita separa-damente, ni está apartado ni formado fuera, ni configurado c

por ningún género de coacción o por golpes, sino que p*rnaturaleza se adapta y siempre se relaciona con él, así comose nutre y se colma por una común relación.

Por eso también se llama con razón moral20, porque lamoral es, por decirlo sucintamente, una cualidad de lo irra-

cional. Y es llamada así porque esa cualidad y diferencia larecibe por costumbre el elemento irracional al ser moldeadopor la razón, que no desea suprimir en absoluto la pasión(pues ni es posible ni es lo mejor), sino ponerle un ciertolímite y orden, y hacer nacer las virtudes éticas que no soncarencia de pasión, sino proporción y término medio de las

pasiones. Pero las hace nacer con ayuda de la prudencia al d

desarrollar la fuerza de la pasión en un hábito bien cultiva-do. Afirman que estas tres cosas existen en el alma: facul-tad, pasión, hábito21. Pues bien, la facultad es origen y ma-teria de la pasión, como irritabilidad, modestia, temeridad22.La pasión, en cambio, es un movimiento de la facultad, co

19Adaptado de litadaXVi 167.20 A r i s t ., Ét. Nic. I I 1, 1 (1103a 17) y P l u t ., Lib. educ. 3A , Ser. num.

vind. 551E. Hay un juego etimológico entreethos «carácter» y éthos«costumbre», que se repite en estos pasajes plutarqueos.

21Ét. Nic. II 5 (1105b 19).22Ét.Nic. II 5 (1105b 19).

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46 MORALIA

mo ira, vergüenza, valor. Y el hábito, en último lugar, es unatuerza y constitución de la facultad de lo irracional, produ-cida por la costumbre, y es vicio si la pasión ha sido malconducida por la razón, virtud si ha sido bien conducida23.

5. Pero ya que no se hace a cualquier virtud términoe medio ni se la llama moral, deberíamos discutir sobre su di-

ferencia comenzando por sus principios. Hay, en efecto, dos

clases de cosas, unas que existen de un modo absoluto yotras que están en una cierta relación con nosotros. Existende un modo absoluto la tierra, el cielo, las estrellas, el mar.Existen en relación con nosotros el bien y el mal, lo que po-demos elegir y lo que debemos evitar, lo agradable y lo do-loroso. Aunque la razón contempla ambas, lo que se refieresolamente a las cosas que existen de un modo absoluto escientífico y contemplativo, lo que se refiere a las cosas queestán en una cierta relación con nosotros deliberativo y

práctico24. La virtud de esto último es la prudencia, la de loprimero la sabiduría. Y difiere la prudencia de la sabiduríaen que, cuando se produce una cierta inclinación y disposi

f ción de la facultad contemplativa a lo práctico y pasional, la

prudencia se mantiene conforme a la razón. Porque la pm .dencia necesita la suerte, mientras que la sabiduría no ne-cesita siquiera deliberación para su fin propio, pues se refie-re a las cosas que siempre son las mismas y del mismo

444 modo. Y como el geómetra no delibera si el triángulo tienelos ángulos interiores igual a dos ángulos rectos sino que losabe (pues las deliberaciones no se hacen respecto a lo se-

guro e inamovible), así la mente contemplativa que se ocu-pa de los primeros principios, de lo permanente y de lo que

23ÉL Nic.II 5 (1105b 26-28).24 Ét.Nic.VI 1,5 (1139a 6-13).

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 47

tiene siempre una sola naturaleza no susceptible de cambio,se abstiene de deliberar. Pero la prudencia, que desciende acosas llenas de error y confusión, es forzoso que se mezclefrecuentemente con lo azaroso, que delibere en las cosas

pocos claras y que ejerza su actividad admitiendo lo delibe-rativo junto a lo práctico cuando se presenta lo irracional yla arrastra en sus juicios, ya que necesita su impulso. La b

virtud moral hace surgir el impulso con la pasión, limitando

la razón la proporción necesaria para que haya moderacióny no se exceda ni quede falto. Porque el elemento pasional eirracional se sirve de movimientos demasiado violentos yagudos en unos casos, más débiles y lentos de lo que con-viene en otros. Por eso cada cosa que hacemos siempre tie-ne éxito en una sola manera, pero falla en muchísimas25.Pues dar en el blanco es una sola cosa y sencilla, pero no se

alcanza unas veces de un modo, otras de otro, por pasarsede la medida o no llegar.

Por consiguiente, es tarea de la razón práctica, de con-formidad con la naturaleza, el quitar la falta de moderación cy los excesos de las pasiones. Pues donde por enfermedad ydebilidad o miedo y vacilación cede el impulso y falta pre-

viamente el bien, puede aparecer entonces suscitándolo yanimándolo. Y donde, en cambio, se desborda al fluir el im-pulso en cantidad y en desorden, allí la razón práctica su-prime su violencia y lo detiene. Así, delimitando el movi-miento de las pasiones, hace nacer en lo irracional lasvirtudes morales, que son el término medio entre la falta yel exceso. Porque no debemos decir que toda virtud moral

existe de acuerdo con un término medio, sino que, por unaparte, la sabiduría, sin necesitar lo irracional y consistiendoen la inteligencia pura y libre de pasiones, es culminación

25ÉL Nic.n 6, 14 (1106b 28 ss).

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d autosuficiente y facultad de la razón en la que surge lo másdivino y bienaventurado del conocimiento. Por otra parte, lavirtud que es necesaria para nuestro cuerpo y requiere, porZeus, el servicio de las pasiones como instrumento para susfines prácticos, al no ser destrucción ni supresión de loirracional en el alma sino orden y arreglo, es extremo encuanto a facultad y cualidad, pero en cuanto a cantidad estérmino medio de suprimir el exceso y el defecto26.

6. Pero aun cuando el término medio27 se puede decir enmuchos sentidos (pues lo mezclado es un término medio delas cosas sin mezcla, como lo gris de blanco y negro; lo quecontiene y es contenido de lo contenido y el continente,

e como ocho de doce y cuatro; y lo que no participa de nadade los extremos es un término medio, como del bien y el

mal lo indiferente), sin embargo de ninguna de esas maneraspuede llamarse la virtud un término medio. Pues no es unamezcla de vicios, ni comprendiendo la medida menor escomprendida por el exceso de la medida conveniente, niestá totalmente alejada de los impulsos de la pasión en losque está lo más y lo menos. Pero llega a ser término medio

y se llama así sobre todo en lo que se refiere al sonido y laarmonía de igual modo. Pues es allí una nota justa, como lanetey la hypáté,que evita el exceso del agudo de la una y

f del grave de la otra28. De este modo ia virtud, que es noción

25Plat, quaest. 1109B.27 A r i s t ., Ét. Nic.II6 (1106a 28).28 El mism o s ími l se halla enPlat. quaest. 1107E-F y 1108D ss., y en

definitiva depende de P l a t ó n ,Rep.443d. En él se alude a la nomenclatura de las notas que recibían su nombre de las ocho cuerdas de la lira antigua. La nota justa (emmeles phóné)que dice Plutarco sería lamése, término medio entre la más aguda neté y la más grave hypáté. Cf. F. A.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 49

y facultad referida a lo irracional, suprime el relajamiento yla tensión y, en una palabra, el exceso y el defecto del im - 445

pulso y restablece cada una de las pasiones en lo que esmoderado e irreprochable. De forma parecida llaman valoral término medio de cobardía y temeridad, de los cualesuno es la falta, el otro el exceso del elemento irascible delalma29. A la liberalidad, término medio entre avaricia y

prodigalidad30, a la mansedumbre, entre insensibilidad y

crueldad. La propia templanza y la justicia son términosmedios, la primera porque en los contratos no se atribuyea sí misma ni más ni menos de lo conveniente, la última

porque reduce los deseos al término medio entre insensi-bilidad y licencia.

En esto, sobre todo, parece que lo irracional nos permitever la diferencia entre él mismo y lo racional y muestra que

la pasión es una cosa totalmente distinta de la razón. Pues el bautodominio no se diferenciaría de la templanza y la incon-tinencia de la licencia respecto a placeres y deseos si fuerala misma parte del alma la que por naturaleza tuviese eloficio de desear y de juzgar. Pero en realidad existe tem-

planza donde la razón guía y maneja el elemento pasional

como una criatura obediente a las riendas y mansa, lograndoque ceda en los deseos y que reciba voluntariamente mode-ración y decoro. El hombre que se domina a sí mismo guíasu deseo mediante la fuerza y el poder de la razón, pero nolo guía sin dolor ni por convencimiento, sino que lo obliga ylo detiene como con golpes y bocado31 cuando se tuerce y

Ge v a e r t , Histoire et théorie de la musique de Vantiquité, Hildesheiin,1965 (repr. de la ed. de Ginebra, 1875).

29 A r i s t ., ÉL Nic.II 7 (1107a 33); P l a t ó n ,Rep.IX 590b.30ÉLNic.II 7 (1107b 9-10).31 Alusión al mito del carro en el Fedroplatónico 246a ss. Este símil

recurre a continuación en la alusión a «golpes» y «bocado» y el propio

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50 MORALIA

c se resiste, al estar él mismo lleno de lucha y perturbación.Así lo representa Platón32 con la imagen de los caballos delalma, en la que el peor de ellos lucha contra el yugo y per-turba al cochero que se ve obligado continuamente a retenerlas riendas hacia sí y tirar de ellas con fuerza y cuidado,

no vaya a dejar caer de sus manos las purpúreas correas,

como dice Simónides33. Por eso no tienen el autodominiopor una virtud perfecta, sino inferior a una virtud34. Pues nollega a ser término medio procedente del acuerdo de lo peorcon lo mejor ni ha suprimido en él el exceso de pasión, nitiene el elemento concupiscible del alma obediente y con

d cordante con el elemento inteligente sino que molesta y esmolestado y habita con él obligado por necesidad, como en

rebelión, desagradable y enemigo:La ciudad a la vez está llena de inciensoy a la vez de peanes y de lamentos35,

y el alma del que se domina a sí mismo es así también porsu inconstancia y desigualdad. Por los mismos motivos se

piensa que la incontinencia es algo peor que un vicio36 peroque la licencia es un vicio total. Pues ésta posee al mismo

P l u t a r c o hace mención de él en 445C. Como hace notar B a b u t respectoa este pasaje en su edición de la obra (Plutarque, De la vertu éthique,pág.155, n. 109), la imagen del carro es una de las más utilizadas por Plutarcoy especialmente en este tratado. Cf. P. Fu h r m a n n ,Les images de Plutarque, pág. 141.

32Fedro253c ss.33 Frag. 27 B e r g k y D i e h l y 12 Pa g e (Poetae melici gvaeci517).34Ét. Nic. IV 9 (1128b 33), donde Aristóteles la califica de «mezcla».35 Sóf.,Edipo Rey4-5. Esta cita aparece también enAmic. mult. 95C,

Superst.169D y Quaest. conv.623C.36Ét. Nic. Vil 8 (115 la 5): «La incontinencia no es un vicio».

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 51

tiempo pasión perversa y razón. Por la una es excitada conel deseo al comportamiento vergonzoso, por la otra, que sesuma a los deseos con el juicio equivocado, pierde incluso e

el sentido de sus faltas. En cambio la incontinencia, median-te la razón, guarda su juicio recto, pero se ve arrastradacontra su juicio37 por la pasión, que es más fuerte que la ra-zón. Por esto es distinta la licencia de la incontinencia, puesaquí el razonamiento resulta vencido por la pasión, allí ni

siquiera combate; aquí, aunque oponiéndose, sigue a los de-seos, allí los guía convertida en su defensor; aquí compartesus errores con placer, allí a disgusto; aquí es llevada volun-tariamente al mal, allí traiciona contra su voluntad el bien.

Como en las acciones cometidas por ellas, no es menosevidente la diferencia también en las palabras; pues esto es f

lo que dicen los licenciosos:

¿Quéplacer existe, qué gozo sin la áurea Afrodita?}Ojalá muera yo cuando ya no me importe138

y otro dice:

Comer, beber, lograr el amor;

a lo demás yo lo llamo añadidos39,

44

como si con toda su alma se abandonara a los placeres yestuviera minado por ellos. No menos que esos el que dice:

Déjeme morir porque eso es lo que me conviene40

37 Cf. Quaest. conv.

705C,Ét. Nic. V II1 (1145b 12).38 M i m n e r m o , frag. 1 B e r g k y D i e h l (vv. 1-2).39 K o ck , Comicorum Atticorum Fragmenta, frag. 271 A l e x i s . P l u

t a r c o cita el fragmento completo enAud. poet. 21D-E.40 Ko c k , CAF,III, frag. 217a d e s p pertenece a un autor desconocido.

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52 MORALIA

tiene su juicio enfermo por la pasión.Pero las palabras de la incontinencia son otras y diferen-

tes:

La naturaleza me obliga, aun teniendo yo juicio41,

¡Ay! Este mal llega a los hombres de la divinidad,

cuando conoce el bien, pero no lo realiza4Z,

y-

Pues ya cede el ánimo y no se oponecomo gancho de ancla en la arena en medio del oleaje43,

no llamando erróneamente «gancho en la arena» a lo que nose subordina ni adapta a la razón, sino que emite su juiciob con la parte más leve y blanda del alma. No muy lejos de

esa imagen se han dicho estos versos:

Como una nave estoy sujeto con cabos desde tierra,sopla el viento, y las amarras no nos sujetan44.

Porque llama amarras a los juicios que se oponen aí mal yque son rotos después como por un huracán de la pasión.Pues realmente, el hombre licencioso es llevado hacia los

41 N a u c k 2, TGF, frag. 840 Eu r í p i d e s .

42 N a u c k 2, TGF, frag. 841 E u r í p i d e s , citado también enAnd. poet.33E. Cf. también S. Pa b l o , Epístola a los Romanos VII 19, y O v i d i o ,

MetamorfosisVII21: video meliora proboque, deteriora sequor.43 N a u c k 2, TGF, frag. 379 adesp., citado también en Ad princ. ind.

782D.44 N a u c k 2, TGF, frag. 380 adesp. Tanto este fragmento como el pre

cedente han sido atribuidos por algunos a Eurípides.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 53

placeres a toda vela por los deseos y se entrega a ellos y endere-za su rumbo directamente. Pero el incontinente marcha de tra-vés45 y como deseando apartarse y rechazar la pasión, se hundey choca contra el mal. Como Timón se burlaba de Anaxarco:

La fuerza cínica de Anaxarco se mostraba atrevida y firmepara lanzarse donde fuera. El también conocía,según se decía, que era débil, pero al contrario cle llevaba la naturaleza, aturdida de placeres,ante la cual tiembla la mayoría de los sabios46.

Pues ni el sabio es dueño de sí sino prudente, ni el ignorante esincontinente sino licencioso. Porque el primero goza con el

bien, pero el otro no se duele del mal. La incontinencia es, portanto, propia de un alma sofística que posee razón, pero una

razón que no puede permanecer fírme en lo que conoce recta-mente.

7. Tales son las diferencias entre incontinencia y desen-freno; a su vez existen entre continencia y templanza las queson su contrapartida en la misma relación. Pues la inconti-nencia no está exenta aún de remordimiento, de tristeza y de

irritación. En cambio la uniformidad en toda circunstancia, la d

calma y salud del alma prudente, por la que se adapta y mez-cla lo irracional con lo racional, está dotada de admirable per-suasión y mansedumbre47. Y podrías decir al mirarle:

45 Este símil y el del precedente párrafo son un ejemplo más del gustode Plutarco por el lenguaje del mar. Cf. Fu h r m a n n , op. cit.,págs. 98 (1),

110 y 268.46Anaxarco de Abdera, filósofo de la escuela de Demócrito, acompa

ñó a Alejandro en sus campañas de Asia. Este fragmento aparece citadoparcialmente en Quaest. conv. 705D. Cf. D i e l s , Die Frag. der Vors. II,pág. 238.

47 Cf.Prof. virt. 83B.

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54 MORA LIA.

Entonces, a continuación cesó el viento, se hizo

una calma tranquila, algún dios adormeció las olas48,

cuando la razón extinguió los movimientos violentos, enlo-quecidos y furiosos de los deseos e hizo a aquellos que lanaturaleza forzosamente necesita compasivos, obedientes,

e amigos y colaboradores de las decisiones prácticas, de talmodo que no marchan fuera de la razón, ni ceden ni incu-

rren en indisciplina o desobediencia, sino que cada impulsoes fácil de conducir

como corre un potrillo destetado junto a la yegua49,

confirmando la frase de Jenócrates50 que aquél dijo respectoa quienes filosofan verdaderamente, esto es, que son los

únicos en hacer voluntariamente lo que hacen los demáscontra su voluntad a causa de la ley, que como perros por ungolpe o comadrejas51 por un ruido, se apartan de sus place-res y miran con desconfianza el peligro.

Es evidente que existe, sin duda, en el alma una ciertapercepción de tal desigualdad y diferencia respecto a los de-seos, como si alguien combatiera con ellos y les contradije

447 ra. Pero algunos52 afirman que la pasión no es otra cosa que

48 OdiseaXII 168-169 con algunas variantes.49 S e m ó n i d e s , frag. 5 D i e h l . También enProf. virt. 84D, Tuetid. san.

I36A,An seni resp.790F yEs. carn. 997D.50 Frag. 3 H e i n z e , aparece también en Col. 1 124E.51 En Grecia la comadreja era un animal doméstico que cumplía las

funciones del gato. Véase O. K e l l e r , Die antike Tierweh, I, págs. 164-171. Sobre esta comparación véase F u h r m a n n , op. cit., pág. 149, n. 1.

52 V o n A r n i m , SVF, IH, pág. 111. Clara alusión a los estoicos cuyos

postulados pasa a continuación a criticar. Cita similar enAn. procr. 1025Dy en Solí. anim. 96ID. Cf. asimismo B a b u t , Plutarque et le Sto'icisme,pág. 232, n. 6.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 55

la razón y que no existe diferencia u oposición entre ambas,sino que es conversión de una sola razón sobre dos aspee 447

tos, que nos pasa inadvertida por la agudeza y rapidez delcambio, al no percibir que es la misma parte del alma conla que por naturaleza deseamos y nos arrepentimos, nos en-colerizamos y tememos, somos arrastrados al vicio por el

placer y, mientras es arrastrada de nuevo el alma, nos reco-bramos. Pues deseo, cólera, temor y todas las pasiones se-

mejantes son opiniones y juicios perversos que no sucedenen una sola parte del alma, sino que son inclinaciones, ce-siones, asentimientos e impulsos de toda la parte rectora y,en suma, que son actividades que pueden cambiar en pocotiempo, como las carreras de los niños53 tienen su ímpetu yviolencia inseguros e inconstantes por su propia debilidad.

Esta teoría va, en primer lugar, contra la evidencia de la

percepción, pues nadie percibe en sí mismo un cambio de bdeseo a juicio, ni a su vez del juicio de nuevo al deseo, nicesa de amar cuando reflexiona que debe sujetar su amor yluchar contra él y luego nuevamente deja de reflexionary juzgar, cuando cede ablandado por el deseo. Por el con-trario oponiéndose también con la razón a la pasión perma-

nece en ésta todavía, y de nuevo dominado por la pasióncontempla con la razón su yerro. Y no ha perdido la razónpor la pasión ni se ha apartado de la pasión con la reflexión,sino que llevado a una y otra parte está en medio de ambasy participa de ellas. Otros, al suponer a la parte rectora aho-ra convertida en deseo, ahora en cambio a la razón oponién-dose al deseo, no difieren en nada de quienes suponen que c

cazador y fiera no son dos cosas sino una que con un mismo

53 Coh. ira.458D.

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56 MORALIA

cuerpo ahora es fiera, ahora cazador54. Porque aquéllos me-nosprecian la evidencia, éstos testimonian contra la percep-

ción, que no percibe el cambio de una sola cosa sino de dosque luchan y difieren entre sí. «¿Y qué?» — dicen— «¿Noes la facultad deliberativa del hombre la que muchas vecesestá dividida y se ve arrastrada a opiniones opuestas sobre

d lo que es conveniente, siendo una sola?». «Muy cierto», di-remos, «pero lo que sucede no es semejante». Porque la

parte inteligente del alma no lucha contra sí misma, sinoque usando una sola facultad se ocupa de razonamientos di-versos. O más aún, existe una sola razón que actúa en cosasdistintas como si fueran materias diferentes. Por eso no haydolor en los razonamientos sin pasión, ni están como forza-dos a elegir una u otra cosa contrariamente a la razón, a noser que, por Zeus, alguna pasión inadvertidamente se añada,

como sobre una balanza. Pues esto ocurre incluso frecuen-temente y, al oponerse no un razonamiento a otro, sino am

e bición, afán de rencillas, persecución de favores, celos, te-mor, pensamos que hay una diferencia entre dos razones,como en estos versos:

Se avergonzaron de rechazar,pero temieron recibir55,

y:

Morir degollado es terrible, pero comporta buena fama .No morir es cobarde, pero hay en ello placer56.

54 Sobre el posible origen de esta imagen en Posidonio véase la introducción de B a b u t aPlutavque, De la vertu éthique,págs. 60-61.

55 i i vn 93.56 N a u c k 2, TGF, frag. 854 E u r í p i d e s .

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 57

Las pasiones que corren en los juicios sobre contratosproducen la mayor pérdida de tiempo. Y los que intrigan enlos consejos de los reyes no aconsejan una u otra de dosdecisiones, sino que se adhieren por una cierta pasión contrael razonamiento de lo que es conveniente. Por eso en los go-

biernos aristocráticos los magistrados no permiten a los ora-dores hacer discursos apasionados, porque el razonamientodesapasionado inclina directamente a la justicia; pero si se

produce apasionamiento, la parte del alma que siente placery dolor combate y se opone a la parte que juzga y delibera, f

Pues de otro modo, ¿por qué en las especulaciones filosófi-cas no se añade un sentimiento de pena, al ser llevadas acambiar de opinión con frecuencia por influencia de otros,sino que el propio Aristóteles, Demócrito y Crisipo abando 448naron sin alboroto ni remordimiento algunas de sus prime-

ras opiniones57? Porque ninguna pasión se opone a la partecontemplativa y científica58 del alma, por el contrario la

parte irracional permanece tranquila y no se ocupa de estascosas. Por eso la razón, cuando aparece, se inclina a la ver-dad dejando de lado con gusto la falsedad. Pues en la razón,y no en otra cosa, reside la facultad de persuadir y de cam-

biar de opinión. Pero las deliberaciones, juicios y decisionesde índole práctica, al estar mezclados de pasión en la mayorparte de las personas, se hacen inviables y difíciles para larazón que se obstruye y perturba por lo irracional que, a su

57 Sobre la credibilidad que se puede dar a Plutarco en cuanto a la

evolución del pensamiento de Aristótelesy también de Demócrito y Crisipo puede consultarse la obra de B a b u t antes citada en n. 54, en sus págs.160-161. Alusión similar al joven Aristóteles se encuentra en 442B.

58 W. Ja e g e r , enHermes 64 (1929), 22-23, propuso la corrección demathématikóien mathétikói, lo que parece plausible. En ese caso deberíamos traducir ‘apta para aprender’.

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58 MORALIA

b vez, se opone a ella con placer o temor, dolor o deseo59. Yla percepción es quien toma la decisión de estos casos

puesto que tiene contacto con ambas. En efecto, si una ven-ce no destruye a la otra, sino que la arrastra aun forzada yen oposición. Porque el enamorado que se da a sí mismoconsejos60, usa la razón contra la pasión en la idea de queambas están en el alma, como si apretara con su mano una

parte inflamada y se diera cuenta de que son dos partes ydiferentes. En cambio, en las deliberaciones y especulacio-nes carentes de pasión, como son las propias de la partecontemplativa del alma, si permanecen en equilibrio no sur-ge un juicio, sino una duda, que es una parada y pausa del

c pensamiento por efecto de probabilidades opuestas. Y si seproduce una inclinación a uno u otro lado, la que dominaanula la otra, de suerte que ni sufre dolor ni se opone contra

la opinión. En general, cuando parece que un razonamientose opone a otro, no hay percepción de dos cosas diferentessino de una sola que sucede en diferentes imaginaciones.Sin embargo, cuando combate contra la razón lo irracional,que, por naturaleza, ni domina ni es dominado sin dolor,seguidamente divide en dos el alma en su combate y hacemanifiesta la diferencia61.

8. Pues bien, no sólo por eí combate sino también, y nod menos, por elacuerdo se podría ver que eí origen de la pa-

sión es diferente del de la razón. Porque, en efecto, es posi

59 Son las cuatro pasiones principales establecidas por los estoicos,aunque Plutarco ha substituidophóbospordéos. Cf. V o n A r n i m , SVF, III378, pág. 92.

60 Cf.Adulat. 71A donde Plutarco cita un fragmento de la Estenebeade E u r í p i d e s (frag. 6 6 5 en TGFde N a u c k ).

61 Cf. 447C yAn. procr. 1026D respecto a cómo la dualidad del almase manifiesta en la lucha de sus dos elementos constitutivos.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 59

ble enamorarse de un muchacho noble y de naturaleza apta

para la virtud y es posible también enamorarse de uno vil ydesenfrenado; ocurre también el encolerizarse irracional-mente contra los propios hijos y contra los padres y el ha-cerlo con justicia en favor de padres e hijos contra enemigosy tiranos; como allí hay percepción de combate y diferenciade la pasión contra la razón, así aquí también existe, pero de

persuasión y acuerdo de la pasión que se inclina y acrecien-

ta la razón con su apoyo. Otro ejemplo, un hombre bueno se e

casa conforme a las leyes con una mujer y tiene intenciónde rodearla de cuidados y vivir con ella con honestidad y

prudencia, pero con el tiempo la vida en común engendrapasión y se da cuenta de que su amor y efecto se intensificagracias a la razón. O como con otro, los jóvenes que en-

cuentran maestros cultivados los siguen al principio y losadmiran por su utilidad, pero después los aman y en vez dediscípulos y alumnos se llaman enamorados y lo son real-mente. Esto mismo sucede con los buenos magistrados enlas ciudades, con los vecinos y con la familia política, por-que comienzan a tratarse como conviene y por cierta utili-dad, después se ven llevados al afecto sin darse cuenta,

cuando la razón arrastra y persuade al elemento pasional. Y f

quien dijo:

y respeto; de éste hay dos clases, uno no es malo,el otro es la carga de nuestras casas62,

¿no es evidente que advirtió en sí mismo que esta pasión

frecuentemente seguía a la razón y se ordenaba por ella,

pero que frecuentemente con vacilaciones y demoras en 449

62 Es Fedra quien habla, la cita pertenece a los vv. 385-386 delHipólitode E u r í p i d e s .

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6 0 MORALIA

contra de la razón destruye ocasiones favorables para ac-tuar?

9. Ellos mismos, aun cediendo en cierto modo ante estosargumentos por su evidencia, llaman respeto a la vergüenza,alegría al placer y precaución al miedo63. Ciertamente nadiecensuraría este eufemismo si llamasen con estos nombres alos propios placeres cuando están unidos a la razón y con

aquéllos cuando la combaten y violentan. Pero, cuando con-vencidos de error por lágrimas, temblores y cambios de co-lor en lugar de pena y miedo los califican de ciertas punza-das y confusiones y a los deseos los atenúan con el nombre

b de buena voluntad, parece que están imaginando evasionespropias de sofistas, no de filósofos, y escapatorias de la rea-lidad por medio de las palabras. Sin embargo, llaman de

nuevo a aquellas alegrías, voliciones y precauciones pasio-nes buenas, no carencia de pasiones, usando aquí correcta-mente los términos. Porque una pasión buena sucede cuan-do la razón no suprime la pasión sino que la adorna yordena en las personas temperantes. Pero ¿qué les pasa a las

personas viles e incontinentes cuando al juzgar que debenamar a su padre y a su madre en lugar de al amante o laamada, no pueden, y, en cambio, si juzgan que deben amar ala querida o al adulador, lo hacen enseguida? Pues si la pa

c sión fuera un juicio, sería preciso que amor y odio siguieranal juicio de amar y odiar, pero, en realidad, ocurre lo con-trario; la pasión se suma a unos juicios, desobedece a otros.Por eso también dicen ellos64, al verse forzados por los he-

chos, que no todo juicio es una pasión sino el que promueve63Esta sustitución eufemística de nombres propia de los estoicos apa

rece también criticada en Vitios. pud. 529D. Véase sobre e l tema B a b u t ,

Plutarque et le Stoi'cisme, págs. 119-120.64Cf. Von Arním, SVF,III 384, pág. 93.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 61

un impulso violento y excesivo, reconociendo que lo quejuzga y lo que padece en nosotros son cosas diferentes, co-mo lo que mueve y lo que es movido. El propio Crisipo,definiendo en muchos lugares la fortaleza y la continenciacomo hábitos que siguen a la elección de la razón, recono-cía, evidentemente forzado por los hechos, que lo que obe-dece en nosotros es diferente de aquello a lo que obedececuando es persuadido o, por el contrario, combate cuando

no está persuadido.

10. Pues bien, cuando establecen que todos los errores ytodas las faltas son iguales65, si en algún otro modo despre-cian la verdad, no hay ocasión de refutarlo en este momento.Pero en cuanto a las pasiones parece que, enfrentados a larazón, están totalmente en contra de la evidencia. Pues toda

pasión es una falta según ellos, y todo el que sufre o teme odesea yerra66. Sin embargo, se ven grandes diferencias entrelas pasiones respecto a su mayor o menor grado porque¿quién podría decir que el miedo de Dolón es igual al deÁyax «que lo afrontaba volviendo atrás el rostro» y que seiba paso a paso desde los enemigos «moviendo apenas una

rodilla tras otra»?67; ¿o que la pena de Platón por la muertede Sócrates es comparable a la de Alejandro, que quiso él

65Cf. Von Arnim, SVF,III468, pág. 119.

66Cf. Von Arním, SVF,III501, pág. 136.67Dolón es el personaje central de laDoloníaen el canto X de la /Hada, vv. 374 ss. El fragmento aquí citado, referente a Áyax, pertenece a //.XI 547. Ambos aparecen opuestos del mismo modo en el Ps e u d o -

P l u t a r c o , Sobre la vida y poesía de Homero 135 (VII, pág. 409 B e r -

n a r d a k i s ). En cambio Dolón es enfrentado a Brásidas enProf. virt. 76A,y Méleto a Platón en 76B.

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62 MORALIA

mismo matarse, por la de cl*to?68. Pues las penas se inten-sifican inmoderada e irrazonablemente y lo que ocurre con-

tra lo esperado69 es más doloroso que lo que es conforme alo previsto, si al esperar ver que alguien tenga prosperidad yfama se entera de que ha sido torturado, como le sucedió aParmenión con Filotas70. ¿Quién podría afirmar que la cóle-ra que usó Nicocreonte contra Anaxarco71 era igual que lade Magas contra Filemón72, aunque ambos habían sido in-

sultados por ellos? Pues el primero hizo machacar y despe-dazar a Anaxarco con manos de mortero de hierro, mientrasque el otro ordenó que el verdugo público pusiera la espada

f desnuda sobre el cuello de Filemón y después la soltara. Poreso Platón73 calificó a la cólera de «nervios del alma» en laidea de que se intensifica con amargura y cede con manse-dumbre.

68 En la Vida de Alejandro (693C-694C) P l u t a r c o narra en el cap. Lel asesinato de cl*to por Alejandro, en el cap. LII la pena de éste por su acción. También alude a ello P l u t a r c o en Coh. ira458B.

69 Cf. Coh ira463D y Tranq. an.474E-F.70 En la Vida de AlejandroXLVM y XLIX (692A-693C) P l u t a r c o

relata cómo Filotas, que era hijo de Parmenión, general de Alejandro, fuearrestado y ejecutado por sospecha de conspiración.

71 Sobre Anaxarco cf. n. 46. Por haberse burlado de Nicocreonte,tirano de Chipre, éste tomó venganza sobre él tras la muerte de Alejandro.Véase Dióg. La e r c ., IX 58-59.

72 La anécdota de Magas y Filemón es expuesta con mayor amplitud

en De coh. ira458A. Magas era rey de Chipre y había sufrido las burlasde Filemón en una comedia de éste. El Rey logró capturar al poeta cuandoregresaba a Atenas desde Egipto, pero tras la ficción de ejecución le dejóproseguir su viaje. Sobre Filemón, como representante de la Comedia

Nueva, puede verse A. L e s k y , Historia de la Literatura Griega, Madrid,Gredos, 1976, pág. 693.

73 P l a t ó n , Rep.41 Ib. En contraposición a este pasaje, la misma cita,pero no atribuida a Platón, aparece discutida en Coh. ira457B-C, dondeP l u t a r c o da más peso a la influencia del alma en el origen de la cólera.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 63

Pues bien, queriendo evitar estas dificultades y otras

semejantes afirman74 que la intensificación y la violenciade las pasiones no suceden conforme al juicio, en el cualestá la posibilidad de errar, sino que las heridas, las con 450

tracciones y expansiones son las que reciben aumento odisminución por obra del elemento irracional. Sin embargo,

parece que también existen diferencias en torno a los jui-cios. Pues unos juzgan que la pobreza no es un mal, otros

que un mal incluso grande, otros todavía que es el mayor, detal modo que se arrojarían desde lo alto de las rocas o en elmar75. En cuanto a la muerte, unos piensan que es un malsólo por la privación de bienes, otros por las penas eternas ylos castigos estremecedores bajo tierra. La salud del cuerpoes estimada por algunos como algo conforme a la naturaleza

y útil, mientras para otros parece el mayor bien de los exis-tentes. Pues ni existe

alegría por la riqueza o los hijos b

ni

por el poder real que hace a los hombres iguales a dioses16,

y finalmente consideran que la virtud es inútil y carece deprovecho si no va acompañada de la salud. De esta suerteparece que unos yerran más, otros menos, respecto a losjuicios en sí mismos incluso.

74 Sigue aludiendo a los estoicos. Cf. V o n Arnim, SVF, III 468 , pág.119.75 Alusión a los versos 173-178 de T e o g n i s sobre la pobreza; igual

mente Superst. 165A, Stoic. rep. 1039F y Comm. not. 1G69D citan losversos 175-176.

76 A r i f r ó n , Peán a la salud3- 4 , frag . 1 B e r g k y D i e h l , frag. 1 P a g e

(Poetae Melici Graeci,813). También enFrat. am. 479A.

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64 MORALIA

Pero no vamos ahora a refutar eso sino que a partir deahí debemos aceptar esto otro, que incluso ellos conceden,

que es diferente del juicio el elemento irracional, por el cualafirman que la pasión se vuelve mayor y más violenta, puessi bien discuten por el nombre y el término, ceden en reali-dad ante los que demuestran que el elemento pasional eirracional es diferente del que razona y juzga. En su libroSobre el desacuerdoCrisipo dice77: «Cosa ciega es la cóle-

ra; unas veces no permite ver lo evidente, otras obscurece loque comprendemos», y dice un poco después: «Pues laspasiones que sobrevienen apartan los razonamientos y todolo que les parece de otra manera, empujando violentamentehacia las acciones contrarias a la razón». A continuación sesirve del testimonio de Menandro, cuando dice:

¡Ay de mí, infeliz! ¿Dónde estaba mi mente,en mi cuerpo aquel día,cuando no prefería esto sino aquello?1*.

Y de nuevo Crisipo dice más adelante: «Aunque el animalracional se sirve naturalmente en cada caso de la razón y esgobernado por ella, sin embargo con frecuencia nosotros la

rechazamos llevados por otro impulso más violento», reco-nociendo lo que resulta de la diferencia entre pasión y ra-zón.

Porque es además ridículo, como dice Platón79, el afir-mar uno mismo que es mejor que sí mismo y de nuevo quees peor, y que es dueño de sí y que no lo es.

77 V o n A r n i m , SVF,III 390, págs. 94-95.78 K o c k , CAF, M e n a n d r o , frag. 567.79 P l a t ó n , Rep.430e.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 65

11. Pues, ¿cómo es posible que la misma persona seasuperior e inferior a sí misma o que se domine y sea almismo tiempo dominada, si en cierto modo cada persona noes de naturaleza doble y tiene en sí misma eí elemento peor

y el mejor? Porque, de ese modo, quien se sirve del elemen e

to peor como obediente al mejor, es dueño de sí mismo y esmejor; quien, en cambio, deja que la parte mejor siga alelemento licencioso e irracional del alma y le sirva, es infe-

rior a sí mismo, es llamado incontinente y está en contra dela naturaleza. Pues por naturaleza conviene que la razón,que es divina, guíe y rija el elemento irracional, que tiene suorigen allí mismo desde el cuerpo, al que es natural que seasemeje, con el que es natural que participe y se llene de las

pasiones, hundido en el cuerpo y mezclado con él, comomuestran los impulsos que se mueven o detienen frente a losobjetos corporales y que reciben violencia en los cambios y

relajamientos del cuerpo. Por eso los jóvenes son rápidos e f

impetuosos, ardientes en sus aspiraciones, aguijoneados porla cantidad y el calor de la sangre80, mientras que en losancianos el origen del elemento concupiscente, situado en elhígado81, se extingue y hace pequeño y débil, mientras que

la razón se fortalece al debilitarse el elemento pasional altiempo que el cuerpo. Esto, con seguridad, configura el ca-rácter de la naturaleza de los animales frente a las pasiones.Porque, sin duda, no es por la rectitud o debilidad de sus 451

opiniones por lo que unos se presentan con fuerza e impulsoante lo que parece terrible, otros con miedos imposibles y

temores del alma82. Al contrario, son las facultades que go-biernan en la sangre, la respiración y el cuerpo las que causan

80De lib. et aegi\ 9, pág. 59 (vol . VII, fase. 3 Z i e g le r - P o h l e n z ) .

81 P l a t ó n , Timeo71a.

82 Cf.De lib. et aegr. 9, pág. 58 (vol. VII, fase. 3 Z i e g l e r -Po h l e n z )

y e l m is m o s ím i l e n Ser. num. vind. 560C, pero con diferente sentido.

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66 MORALIA

las diferencias entre las pasiones, como si el elemento pa-sional germinara de la carne como de una raíz y aportara

con él su cualidad y su composición. Pero en los impulsospasionales del hombre traicionan al cuerpo que sufre y seconmueve en él la palidez83, el rubor, los temblores y latidosdel corazón y a su vez de nuevo efusiones en la esperanza yespera de los placeres. En cambio, cuando el intelecto actúano con pasión sino él consigo mismo, el cuerpo está tranqui-

lo y descansa sin compartir ni participar en la actividad dela inteligencia, a no ser que tome contacto con el elementopasional e intervenga lo irracional. Por esto se hace patenteque son dos las partes del alma y que difieren en sus facul-tades respectivas.

12. Y en general, de entre los seres, ellos84 lo afirman y

es evidente, unos se gobiernan por un hábito, otros por na-turaleza, por un alma irracional unos, otros por un alma ra-cional e inteligente. De todas esas cosas en su conjunto par-ticipa el hombre y se halla en medio de esas diferenciasmencionadas. Pues se contiene con el hábito, se alimenta

por la naturaleza y se sirve de la razón y de la inteligencia.También tiene parte, en efecto, en lo irracional y posee, in-

nato, el principio de la pasión que no es accesorio sino ne-cesario85 y que no debe ser en absoluto suprimido, sino quenecesita cuidado y educación. Por esto el trabajo de la razónno es como el del tracio ni como el de Licurgo86, cortar de

83De lib. et aegr. 6, pág. 55 (vol. VII, fase. 3. Z i e g l e r -P o h l e n z ).

Recuérdese el frag. 31 L o b e l -P a g e de Sa f o .

84 Los estoicos. Cf. Von Arnim, SVF,H 460, pág. 150.ss An. procr. I015A.86 Con el trabajo del tracio, Plutarco debe aludir a un ejemplo que

aparece en A u lo Gelio, XIX 12, donde un campesino tracio podaba deraíz sus viñas, creyendo que así aportarían mayores frutos (véase B a b u t ,

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 67

raíz y destruir lo provechoso con lo dañino de la pasión87,sino como el del dios de la vegetación88 y el del dios delos viñedos89, aminorar lo silvestre y suprimir lo inmode-rado, después cultivar y preparar lo que es útil. Pues nilos que temen emborracharse vierten el vino en el suelo90ni los que temen el elemento conturbador de la pasión laeliminan, sino que unos y otros lo atemperan con lamezcla. Porque en los bueyes y en los caballos se intenta d

suprimir las coces y los intentos de librarse de las rien-das, no sus movimientos y actividad. También la razón sesirve de pasiones domeñadas y dóciles, sin cortar losnervios91 ni escindir en absoluto la parte del alma que lasirve. Pues como dice Píndaro92:

Bajo el carro el caballo.

En el arado el buey.Quien delibera dar muerte a un jabalídebe encontrar un perro animoso.

De la vertu éthique,pág. 169, n. 227). La alusión a Licurgo, rey de Tracia,que cortó las viñas por odio a Dioniso, es bien conocida en cambio, cf. II.VI 130, citada por P l u t a r c o enAud. poet. 15D-E donde no da, sin embargo, la versión habitual del hecho.

87 Vitios. pud. 529B.88 Es Posidón quien recibe el apelativo de Phytálmios. También en

Sept. sap. conv. 158E y Quaest. conv.675F, 73 0D.89 Dioniso, así en De esu carn. 994A. Pero en el pasaje 675F, citado

en nota precedente, arabos aparecen emparejados como «dioses del principio de la humedad y de la fecundidad».

90 P l a t ó n ,Leyes773 d, citado tam bién enAud. poet. 15E.9! Véase antes 449F y n. 73.92 Frag. 234 Sn e l l . En Tranq. an.472C aparece una cita más amplia.

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68 MORALIA

Mucho más útiles que éstos son las pasiones como criaturasque asisten a la razón y la intensifican en las virtudes: la

e cólera puede ayudar al valor si es moderada, el odio del mala la justicia y la indignación contra los que gozan inmereci-damente de la suerte93, cuando inflamando al alma de in-sensatez e insolencia94 necesitan contención. Pues, aun que-riendo, ¿podría separar alguien de la amistad el amor, delamor a la humanidad la compasión o el alegrarse y el penar

con otro de la verdadera benevolencia? Y si yerran quienesrechazan totalmente el amor por la locura que produce, tam-poco tienen razón los que censuran el comercio por engen-drar avaricia. Algo semejante hacen los que suprimen el co-rrer por el peligro de caerse y disparar por la posibilidad de

pasarse del blanco95, y se disgustan con el canto porque al-gunos cantan completamente desafinados. Pues como en los

sonidos la música no produce la armonía por la supresión def graves y agudos96, ni en los cuerpos la medicina produce la

salud por la destrucción del calor y el frío sino por la pro-porción y cuantificación en la mezcla de ambos97, del mis-mo modo en el alma nace la virtud ética al engendrarse porobra de la razón equidad y moderación en las facultades yemociones pasionales. Porque es eí exceso de dolor, de ale-gría o de temor en eí alma lo que se parece a un cuerpo hin

452 chado e inflamado, no la alegría, la pena o el temor. Y Ho-mero, al decir admirablemente

93 Cf. V on A r nim, SVF, m , pág. 100; Arist. ,ÉL Nic. II 1108b 1 ss.94 P l a t ó n ,Leyes716a.

95 Coh. ira459D.

96 Véase antes 444E-F y n. 28.

97 Es doctrina de muchos tratados hipocráticos. Véase W. Jaeger ,

Paideia, M éjico, 1957, pág. 809 ss.

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SOBRE LA VIRTUD MORAL 69

no cambia el color del valiente ni teme

en demasía98,no suprimió el miedo sino el miedo excesivo, para que surjavalor, no temeridad, audacia, no osadía. Por eso en los píaceres se debe eliminar el deseo en exceso y en la defen-sa propia el excesivo odio al mal. Pues así el uno no seráinsensible, sino temperante, el otro será justo, no duro ni

cruel. Pero si se suprimieran del todo las pasiones, si estofuera posible", en muchos la razón sería más perezosa ydébil, como un timonel cuando cae el viento 10°. Con seguri-dad, por advertir esto, los legisladores incluyeron en susconstituciones la ambición y la emulación de unos ciudada-nos hacia otros, pero contra los enemigos intentaron suscitary acrecentar el ardor combativo mediante trompetas y flau-tas101. Pues no sólo en la poesía, como dice Platón102, elhombre inspirado y poseído por las Musas vuelve ridículo alartista con una técnica cumplida, sino que también en las

batallas el elemento pasional y entusiástico resulta irresisti-ble e invencible. Esto es lo que Homero afirma que los dio-ses infundieron en los hombres:

Habiendo hablado así inspiró gran fuerza en el pastor de[hombres103

y:

98II. XIII 284, y Sobre la vidaypoesía de Homero 135 (ed. Bernar-

d a k is 7, 408), con igual cita.

99Vcasc antes 443C.100 Las metáforas del mar son especialmente frecuentes en Plutarco.

Pasajes comparables a Quaest. conv. 663D-E y Tuend. San. 128F. Véase

F u h r m an n , op. cit.,págs. 49-50 y 70 (n. 3 de pág. 69).

101 En sentido opuesto, véase Coh. ira 458E.

102 Fedro245a, Ion533a ss.

103 Apo lo a Héctor en II. XV 262 .

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70 MORA LÍA

No sin la ayuda de un dios éste actúa con tal fu ria 104,

al añadir la pasión a la razón como incitación y vehículo.Verdaderamente es posible ver que éstos mismos con fre-cuencia incitan a los jóvenes con elogios y con frecuencia,

por otra parte, los castigan con sus amonestaciones. Y deesto, a lo uno sigue el placer, a lo otro la pena; porque laamonestación y el reproche producen arrepentimiento yvergüenza, de los cuales el uno es una cierta clase de pena,la otra de temor105. Y de ésos fundamentalmente usan ensus correcciones. Como también dijo Diógenes, cuando era

d elogiado Platón: «¿Qué tiene de venerable ese que, siendofilósofo tanto tiempo, no ha molestado a nadie?»106. Puesno se podría llamar tanto a estos estudios «asideros de la

filosofía», en frase de Jenócrates107, como a las pasiones delos jóvenes, vergüenza, deseo, arrepentimiento, placer, pe-na, ambición. Cuando la razón y la ley toman en éstas unasidero armonioso y saludable, ponen convenientemente al

joven en buen camino. De este modo tenía razón el pedago-go Iaconio108 al decir que haría al muchacho gozar con los

bienes y afligirle con los males. Pues no se puede mostrarmayor ni más hermoso fin que éste en la educación debida aun hombre libre109.

104 Se refiere a Diomedes, //. V 185.105 Cf. V o n A r n im , SVF,III 409, pág. 98 ss.

106 Semejante es el comentario sobre Carilo enAdulat. 55E,Apophth.Lac. 218B y Inv, et od. 537D, hecho por un espartano en el primero y tercero, por Arquidámidas en el segundo.

107 Cf. Dióg. L a e r c ., IV 10.108 Cf. Virt. doc. 439F.109 Véase P l a t ó n , Rep. 401e-402a, Leyes636d, 653a-c y A r i s t ., Ét.

Me. II 3 (1104b 8-12).

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SOBRE EL REFRENAMIENTODE LA IRA

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INTRODUCCIÓN

A diferencia de alguna obra de Plutarco, como es el casode Sobre el amor a la riqueza, en la que se estudia una pa-sión pero no su tratamiento, nos encontramos aquí con unadetallada exposición y metodología para la cura de la ira,

sin que, en cambio, se haga un estudio de esta enfermedaddel alma. El título de la obra es, por eso, más coincidentecon su contenido en la traducción latina, De cohibenda ira,que con el del griego Ilept áopynaíou;. Sobre la propia pa-sión trataría sin duda un Ilepi ópyfjg que figura como nú-mero 93 en el «Catálogo de Lamprías» y del que no puede

pensarse que hay identidad con el que ahora nos ocupa— que en cambio no figura en aquél— , ya que Estobeo haconservado un fragmento de él que en nada coincide connuestra obra1.

En cuanto a la forma es, en teoría, un diálogo que sos-tienen Sila y Fundano, ambos amigos de Plutarco. El prime-ro de ellos lo comienza admirándose del cambio de carácter

tan radical que se ha dado en su amigo tras un año en suausencia de Roma. Sólo hay una réplica de Sila a lo queFundano le contesta en primer lugar, el resto de la obra estáocupado por el fluir del verbo de este último, que trata pri

1 E s t o b e o , III, pág . 555 He n s e (= frag. 148 Sa n d b a c h ).

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74 SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA

mero el tema de un modo más general para terminar refi-riéndose a sí mismo y a su propia cura. Es, por consiguien-te, de hecho, una exposición sin ningún carácter dramático2.

Las fuentes de Plutarco para la composición de esta obrahan sido objeto de numerosas discusiones desde finales del

pasado siglo, cuando Pohlenz vio en el peripatético Jeróni-mo de Rodas, quien por dos veces (454F y 460C) aparececitado en esta obra, su fuente de inspiración3. Asimismo, las

citas que de aquél hace Séneca en su De ira y las coinci-dencias de Plutarco con éste harían pensar que ambos lo tu-vieron como una fuente común. El que primero Wilamowitzy luego Schlemm4 creyeran en la utilización del estoicismo

por parte de Plutarco no es un obstáculo. Ya estamos acos-tumbrados a esta utilización silenciosa de nuestro autor. Porotra parte, Jerónimo de Rodas, que primero perteneció a laescuela peripatética, fue luego el fundador de una escuelaecléctica. Tiene razón Babut cuando establece que hay unautilización de materiales estoicos, pero que ésta no es talcomo para considerar a los filósofos del Pórtico como unasola fuente5.

En último lugar hay que tener en cuenta que éste era un

tema tópico que había sido tratado por incontables autores6,

2 Véase W. C. H e l m b o l d , Plutarch ’s Moralia, Vil, Londres, 1962,pág. 91: «... it is an undramatic as the laíer works of Plato».

3 «Ueber Plutarchs Schrift IlepL áopyT}aíap>, Hermes XXXI (1896),335 ss.

4 «Der Tragiker Melanthios von Rhodos», Hermes XXIX (1894),152, y «Ueber die Quellen der plutarchischen Schrift Ilepi áopyr]aía<;»,

HermesXXXVIII (1903), 587.5 D. B a b u t ,Plutarque et le Stoiclsme,París, 1969, pág. 94.fi Véase J. D e f r a d a s y J. D u m o r t i e r , Oeuvres Morales, VII, 1.a

parte, «Notice», pág. 55: «Cent ans plus tót, en 59 avant Jésus-Christ, dansune lettre á son frére Quintus, Cicéron témoigne du grand nombre d’au-teurs qui avaient traité cette question». Asimismo H e l m b o l d , op. cit., pág.

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INTRODUCCION 75

lo que hace imposible determinar cuáles fueron las influen-

cias prioritarias en nuestro autor.Respecto a la datación de la obra es éste uno de los ca-sos donde parece poder establecerse de una forma bastantesegura. Precisamente Jones7comienza su estudio de la cro-nología plutarquea con el de este tratado. Resumiendo susargumentos brevemente, el eje de la cuestión radica en la

personalidad de Fundano, identificado generalmente como

C. Minucio Fundano, cónsul suffectusen el 107 y procónsulde Asia en el 122/3. Éste se refiere a los efectos de su irasobre su mujer y sus hijitas (455F) y ello le sirve a Jones

para fechar el diálogo, ya que Plinio {Ep.V 16) habla de lamuerte de la hija más pequeña que aún no había cumplidocatorce años. Con otra serie de argumentos más, que nos-otros, por la brevedad requerida, ahorramos, Jones establececomo terminus post quem el nacimiento de esta niña, treceaños antes, lo que da la fecha del 9293. Para el terminusante quem distingue la datación dramática de la fecha decomposición. La fecha dramática podría definirse más fá-cilmente, pues Plutarco presenta a la esposa de Fundanocomo viva todavía y a las hijas, por el uso del diminutivo

(toís thygatríois),muy pequeñas. En cambio considera másdifícil asegurar la fecha real de composición del diálogo. Nopuede invocarse, dice, la analogía de otros diálogos plutarqueos, ya que elDe cohibenda iraes casi único en no pre-sentar el diálogo con una primera persona narrativa(República) o con un diálogo secundario (Banquete) sino,como el Gorgias, con un simple diálogo. Por otra parte,

considerando que Plutarco no presentaría como viva a la

91, nota a, se refiere igualmente a la carta de C i c e r ó n (Ep. al hermano

Quinto1 1, 37).7 C. P. Jo n e s , «Towards a chronology of Plutarch’s Works», Journal

o f Román Studies56 (1966), 61-62.

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esposa ya fallecida de Fundano, la fecha dramática y la decomposición coincidirían y no habrían de ser posteriores alaño 100. De no ser así, concluye, esta obra tendría que fe-charse entre el 93 y la muerte de Plutarco.

Esta obra, como ya se ha señalado, no consta en el «Ca-tálogo de Lamprías».

7 6 SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA

NOTA TEXTUAL

Ed . L o e b N u e s t r a t r a d u c c i ó n

4 5 8C h u c ü t c c ó8 e <; j íuc o Sec;

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA

1. Sil a .— Me parece que hacen bien los pintores,Fundano, cuando examinan sus obras al cabo de un tiempoantes de acabarlas. Al apartar la vista de ellas, con unaestimación repetida, la hacen nueva y más sensible a la

más pequeña diferencia que su contemplación continuaday familiar oculta. Porque, desde luego, no es posible que elhombre se acerque a sí mismo situándose fuera y divida lacontinuidad de su propia conciencia, antes bien, por esocada uno se hace peor juez de sí mismo que de los otros.Lo segundo podría ser el observar a los amigos a travésdel tiempo y del mismo modo ofrecerse uno mismo aaquéllos, no para saber si uno se ha hecho viejo pronto osi tiene el cuerpo mejor o peor sino para examinar su mo-do de ser y su carácter, por si el tiempo le ha añadido algode nobleza o le ha quitado algún vicio. En cuanto a mí,tras haber llegado a Roma después de un año y convivircontigo ya cinco meses, no juzgo nada asombroso el que

se haya producido, por tu buen natural, tan gran progresoy acrecentamiento a partir de lo noble que ya existía en ti.Pero cuando veo que aquella violencia y fogosidad para lacólera se ha vuelto tan mansa y dócil a la razón me vieneal ánimo decir:

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7 8 MORALIA

Oh dioses, de cierto es ahora mucho más blando

Pero esa blandura no tiene pereza ni abandono, sino que,como la tierra labrada, posee levedad y profundidad produc-tiva para la acción en lugar de aquel empuje y aquella vive-za. Por eso se hace asimismo evidente que la irascibilidadno se extingue por una cierta debilidad a causa de los añosni espontáneamente, sino por la terapéutica de unos buenos

consejos. Con todo (pues te diré la verdad), cuando nuestroamigo Eros2 me anticipaba esto, se me hacía sospechoso deatestiguar por buena voluntad lo que no existía, pero eraadecuado que existiera en los hombres de bien, aunque, co-mo sabes, no es de ningún modo persona susceptible de ce-der en su opinión por hacer un favor. Pero en realidad él estálibre de la acusación de falso testimonio, y tú, al darte este

viaje un tiempo libre, cuéntanos, como si fuera un trata-miento médico propio, de qué medios te valiste para hacertú ánimo tan embridado y suave, benigno y obediente a larazón.

F u n d a n o . — ¿Entonces no ves, mi benevolente Sila,que tú mismo por tu buena voluntad y amistad hacia mí

descuidas alguna faceta de mi carácter? Pues a Eros mismo,quien muchas veces no mantiene su cólera en su lugar, peivmaneciendo en la homérica obediencia3, sino que se levuelve más áspera por su odio al mal, es natural que le pa-rezcamos benignos nosotros, como en los cambios de las

1IlíadaXXII 373.

2 Eros aparece nuevamente en relación con Fundano al comienzo delTranq. an.464 E. D e f r a d a s (Oeuvres Morales, VII, 1.a parte, pág. 59, n.1) supone que por el nombre, característico de esclavos, Eros debía de ser

un liberto y secretario de Fundano.3 Odisea XX 23. Citado también en Garr. 506B, pero con el verso

completo.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 79

escalas ciertas notas altas toman la posición de notas bajasrespecto a otras notas altas.

S i l a .— Ninguna de estas dos cosas es cierta, Fundano.Haz como digo, por favor.

2. F u n d .— Y, por cierto, Sila, que uno de los buenosconsejos de Musonio4 que recordamos es el de que debenvivir cuidándose continuamente quienes quieren estar sanos.

Pues, a diferencia de lo que sucede con el eléboro, es me-nester que, una vez curado, la razón no desaparezca juntocon la enfermedad, sino que permanezca en el alma y con-tenga y vigile sus juicios. El poder de la razón no se aseme-

ja a los medicamentos sino a las comidas sanas, y procuraun excelente estado, acompañado de vigor, en quienes sehalla habitualmente. Las exhortaciones y consejos que se

dirigen a las pasiones cuando están en toda su pujanza einflamación se cumplen con dificultad y apenas, y en nadadifieren de los aromas que despiertan a los epilépticos de suataque pero no los liberan de su enfermedad. Sin embargo,las demás pasiones en el momento de su apogeo ceden dealgún modo y aceptan un razonamiento que recorre desdeafuera el alma; en cambio la ira, no como dice Melancio5:

actúa de manera terrible al hacer emigrar la mente,

sino que, por el contrario, la expulsa finalmente y la encie-rra, como los que se queman a sí mismos con sus casas, lle-nando todo su interior de tumulto, humo y sofocación, desuerte que ni ve ni oye a quienes van en su ayuda. Por eso

4 Frag. 36 H e n s e .

5 Melancio de Rodas, académico, discípulo de Caméades, quien almenos en una ocasión compitió en los concursos trágicos. Este verso aparece citado por P l u t a r c o también en Ser. num. vind.551 A. Cf. N a u c k 2,

TGF,pág. 760.

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80 MORALIA

más una nave desierta en medio del mar tempestuoso recibi454 rá de fuera un timonel6 que un hombre agitado entre ira y

cólera aceptará una razón ajena, a menos que tenga prepara-do su razonamiento propio. Pero del mismo modo que quie-nes esperan un asedio recolectan y preparan lo que va aserles útil cuando han perdido las esperanzas de una ayudaexterior, así sobre todo se debe aportar al alma los socorrosante la ira tomándolos desde ante de la filosofía, en la idea

de que, cuando llegue el tiempo de la necesidad, no podránintroducirlos fácilmente. Pues el alma no oye siquiera loexterior por causa del tumulto si no tiene dentro, como a un

b cómitre, a su propia razón recibiendo vivamente y com-prendiendo cada una de las órdenes. Por otra parte, al oír laspalabras tranquilas y suaves siente desprecio, pero se excitaante quienes se oponen con aspereza. Pues la ira, al ser des-

deñosa, arrogante y en suma inflexible para otro, como unatiranía firme, debe tener al autor de su destrucción insepa-rable y congénere suyo propio.

3. En verdad, la continuidad de la ira y sus frecuentesestallidos crean un hábito pernicioso en el alma que llamanirascibilidad y que concluye en irritación, amargura y mal

carácter7 cuando el ánimo se vuelve ulcerado y amigo dec nimiedades y querellas por cualquier motivo, como un hie-

rro débil y ligero que siempre resulta rayado. Pero el juicio,que ataca al instante los ataques de ira y los reprime, no sólocura el momento presente sino que también para el futurohace al alma fuerte e impasible. A mí al menos, tras resistir

dos o tres veces la ira, me ocurrió lo que le pasó a los tebanos, quienes, después de rechazar por vez primera a los la

6 Símil parecido en Suav. viy. Epic. 1103C.7 El contenido y vocabulario responde a P l a t ó n , República41 lb-c.

Cf. también A r i s t ó t e l e s ,Ética Nicomáquea 1126a.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 81

cedemonios, que parecían invencibles8, no sufrieron ya nin-guna derrota en la batalla a manos de aquéllos. En efecto,adquirí la convicción de que es posible vencer mediante elrazonamiento. Y veía que no sólo cesa la ira al echar aguafría, como cuenta Aristóteles9, sino que también se extinguecuando se agrega un cierto temor. Y, por Zeus, si se presentade pronto la alegría, la ira se «curó», en palabras de Home-ro 10, y se disolvió en muchos. De tal suerte que se me ocu-

rría que esta pasión no es absolutamente sin remedio, al me-nos para quienes lo desean.

Tampoco tiene siempre comienzos grandes y violentos,por el contrario incluso una broma, un juego, el reír y hacerseñas y otras cosas de ese jaez induce a muchos a sentir có-lera, como cuando Helena se dirige a su sobrina

Medra, virgen por tan largo tiempo,

y la exacerbó hasta decir:

Demasiado tarde te has vuelto sensata, tú que entoncesabandonaste tu casa vergonzosamente11.

También provocó Calístenes a Alejandro cuando dando lavuelta a la gran copa le dijo: «No quiero beber de Alejandroy necesitar a Asclepio»12.

8 En la batalla de Leuctra el 371 a. C.9Según H e l m b o l d (Plutarch's Moralia, VIÍ, Londres, 1962, pág.

100, nota tí) la alusión debe de ser a alguna obra perdida. Alusiones a larelación entre miedo y frío aparecen en Problemata X 60 (898a 4-5) y

Partes de los animalesII (650b 25 y 651a 8 ss.).10 II.XXIII 598 y 600.11 Extrípidhs, Orestes72 y 99.

12 El ejemplo se entiende mejor con la ayuda de la cuestión 6 deQuaest. conv. I, que trata sobre el exceso de la bebida en Alejandro. En623F-624A se repite la anécdota pero dando el nombre de Alejandro a la

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82 MORALIA

4. Pues bien, así como es fácil contener la llama prendi-da en pelos de liebre, en mechas o en basura, y en cambio sialcanza cosas sólidas que tienen profundidad destruye ygasta rápidamente

con fuerza juvenil la elevada obra de los carpinterosB,

como dice Esquilo; del mismo modo el que pone atenciónen su cólera al principio y ve que humea y se prende de una

pequeña charla y de burlas inmundas, no necesita gran preo-cupación sino que con frecuencia la hace cesar con su pro-

pio silencio y menosprecio.Pues el que no arrima leña extingue el fuego, y el que ni

alimenta en un principio la ira ni la sopla se guarda a símismo y la destruye. No me era grato Jerónimo14, aun di-ciendo y aconsejando otras cosas de provecho, en lo quedice de que no existe percepción de cuándo se presenta laira, sino de cuándo se ha presentado y de su existencia, de-

bido a su rapidez. En efecto, ninguna de las pasiones al for-marse y excitarse tiene su origen y acrecentamiento tan evi-dente. Como también lo enseña expertamente Homero, aihacer a Aquiles súbitamente entristecido en cuanto se entera

de la noticiaJ5, donde nos dice:Así dijo; a él le cubrió una negra nube de tristeza.

En cambio lo presenta irritándose lentamente contra Aga-menón 16 e inflamado por un intercambio de muchas pala-

gran copa. No obstante la broma molesta podría estar en el juego en el que

se substituiría a Dioniso, dios del vino, por Alejandro también elevado a lacategoría de un dios.

13 N a u c k 2, TGF, Esq., frag. 357.

14 Je r ó n i m o d e R o d a s , filósofo peripatético del s. iii a. C.15 La muerte de Patroclo que le comunica Antíloco;II.XVIII22.16II. 1 101.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 83

bras. Si alguno hubiera cortado éstas en un principio y lashubiera impedido, no hubiera tomado la disputa tal aumentoy magnitud. Por eso Sócrates17, cuantas veces advertía quese dirigía con excesiva aspereza a algunos de sus amigos,dirigiéndose

antes de la tempestad a un promontorio marinoI8,

bajaba la voz, ponía su rostro sonriente y más benigna su

mirada, guardándose de la caída y la derrota al inclinarse alotro lado y contrarrestar la pasión.

5. Pues existe, amigo mío, una primera forma de su-primir la cólera, como si de un tirano se tratase, al no obe-decer ni atender cuando ordena gritar y lanzar miradas terri-

bles y darse de golpes, sino guardar calma y no intensificarla pasión, como una enfermedad, con su agitación y griterío.Desde luego que los actos amorosos, como dar serenatas,cantar y coronar la puerta, poseen en cierto modo una leve-dad que no es sin gracia ni arte:

Al llegar no grité quién o de quién; solamente beséla puerta. Si esto es una falta, he fa ltado19.

Las efusiones de llantos y lamentos en los que están de due-lo expulsan gran parte de la pena junto con las lágrimas. Encambio la cólera se excita más con lo que hacen y dicen losque la padecen.

Así pues, lo mejor es resistir impasibles o, mejor aún,huir, ocultarse y fondear en la calma, como cuando adverti-

17 S é n e c a , Sobre la ira III 13,3.18 Verso de autor desconocido. Cf. Pa g e , Poetae Melici Graeci,

adesp.82. Aparece citado asimismo en Tuend. san. I29A y Garr. 503 A.19 C a l i m a c o ,Epigr.XLII (43), vv. 5-6 P f e i f e e r .

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8 4 MORA LIA

mos que está comenzando un ataque de epilepsia, para nocaer nosotros o, más bien, no caer sobre otros; y caemossobre todo las más de las veces encima de nuestros amigos.Porque no amamos a todos, ni odiamos a todos ni a todostememos y, sin embargo, nada es intocable ni inatacable

para la cólera: nos irritamos con enemigos y amigos, conhijos y padres, con los dioses, por Zeus, y con los animalessalvajes y los objetos inanimados, como Tamiris:

Rompieron el cuerno de áurea atadura,

rompieron la armonía de la lira de tensadas cuerdas20,

y Pándaro cuando pedía para sí la maldición si no quemabasu arco «tras destrozarlo con sus manos»21. Jerjes, por su

parte, infligía heridas y golpes al mar y además envió una

carta al Monte: «Divino Atos, que alcanzas el cielo con tualtura, no pongas en medio de mis obras grandes rocas di-fíciles de trabajar. De lo contrario, te cortaré y te arrojaré almar»22. Pues mucho es en la cólera temible pero muchorisible también. Por eso es la más odiada y despreciada delas pasiones. Es útil examinar ambos aspectos.

6. En cuanto a m í — no sé si correctamente— , al hacereste comienzo de curación busqué conocer la ira en otros, aligual que los lacedemonios cómo es la embriaguez en losilotas23. En primer lugar, como dice Hipócrates24 que esmuy grave una enfermedad en la que el rostro del enfermo

20N a u c k 2, TGF,Sóf., frag. 223.

25II.V 216.22 H e r ó d o t o , VII 35 y VII 24,pero en el segundo pasaje se habla de

la perforación del canal y no de la carta.23 Plut., Ins. lac. 239A.24 El pronóstico2 (I, pág. 7 9 K ü h l e v e i n ). Sobre el cambio del rastro

a efectos de la ira también se expresa O v i d i o ,Arte de amar4 9 9 ss.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 85

se le vuelve muy diferente, así al ver que por obra de la ira f

se alteraban y transformaban mirada, color, paso, voz25,modelaba para mí como una imagen de esa pasión y meinquietaba muchísimo ser visto tan terrible y agitado en al-guna ocasión por mis amigos, mi mujer y mis hijitas, nosólo salvaje y desacostumbrado a la vista sino también conuna voz ruda y áspera, como había encontrado yo a otros demis allegados que, por causa de la ira, no podían conservar

carácter, aspecto, agrado de conversación ni la persuasión yafabilidad del trato. Eí orador Cayo Graco26, que era difícil 456de carácter y hablaba con demasiada pasión, tenía una pe-queña flauta de las que usan los músicos para dirigir la vozlentamente a través de los tonos más altos o más bajos. Éstala tenía un sirviente que estaba en pie detrás de él mientrashablaba y le daba el tono adecuado y suave con el cual le

invitaba a bajar su grito y le suprimía la aspereza y el apa-sionamiento de su voz, como de los boyeros

la caña unida con cera resuena

vibrante en tono somnoliento21,

suavizando y asentando la cólera del orador. En cuanto a mí,

si tuviera un servidor mesurado y con ingenio, no me dis b

gustaría si me trajera un espejo en mis momentos de ira, a lamanera que se suele presentar a algunas personas, sin pro-vecho alguno, después de bañarse. Pues el verse a sí mismoen un estado contrario al natural y completamente alteradono es cosa pequeña para desacreditar esta pasión. Pues tam

25 Sén., Sobre la iraII 35.26 Vida de GracoH 6, (825B).27 E s q u i l o ,Prometeo5 7 4 - 5 7 5 .

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8 6 MORALIA

bién cuentan ios aficionados a contar bromas que Atenea28,cuando tocaba la flauta, recibió una reprimenda del sátiro yno prestó atención:

No te va bien ese porte; deja las flautasy coge tus armas, pon bien tus mejillas29',

pero cuando vio el aspecto de su cara en un río se irritó y

dejó las flautas. Sin embargo el arte tiene a la melodía comoc un consuelo de la fealdad. Y Marsias, al parecer, con la

ayuda de una especie de bozal y unas embocaduras contuvoel exceso de su soplo y a un tiempo arregló su rostro y ocul-tó su irregularidad30:

Ajustó sus pobladas sienes con resplandeciente oro,

y su boca impetuosa con correas atadas por detrás3I,

pero la ira, cuando infla y distiende sin decoro el rostro,emite una voz aún más desvergonzada y desagradable

conmoviendo las cuerdas inamovibles del alma32.

28 P l u t a r c o alude a este relato en la Vida de Alcibíades II6 (192E).Véase también O v i d i o , Arte de amar III 505-506; Fastos VI 699 ss.;A t e n e o , XIV (616e).

29 N a u c k 2, TGF, adesp.3 8 1 .

30 Esta industria de Marsias se cuenta, con casi los mismos términos,

en Quaest. conv.713D.31 Tanto W. C. Helmbold como J. Dumortier señalan que según T z e t -

z e s , Chiliades I 371, este verso pertenecería a S i m ó n i d e s ; no obstante

desde Schneidewin se atribuye a S i m i a s d e Ro d a s (frag. 3 en Po w e l l ,

Collectanea Alexandrina, pág. 111).32 N a u c k 2, TGF, adesp. 361. Citado también por P l u t a r c o enAud.

43 E,An. corp. ajffect.501 A, Garr. 502D, Quaest. conv. 657F.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 87

Pues se dice que el mar se purifica cuando, revuelto por losvientos, arroja el plancton y las algas; en cambio, lo que lacólera saca afuera del alma perturbada son palabras intem-

perantes, amargas y triviales que mancillan a quienes laspronuncian los primeros y los llenan de mala fama, como si d

siempre las tuvieran en sí y estuvieran llenos de ellas peroahora las descubriesen por obra de su ira. Por esto, por una

palabra, «la más leve cosa» como dice Platón33, pagan «el

más severo castigo», al aparentar que son hostiles, maldi-cientes y de mal carácter.

7. Pues bien, cuando miro y observo estas cosas, meocurre poner y recordar para mí que es bueno en la fiebre,

pero aún mejor en los accesos de ira, tener la lengua blanday suave. Porque, si la lengua de los que padecen fiebre no

está en su estado natural, es una mala señal pero no la cau-sa. Por el contrario, cuando la de los airados se vuelve áspe-ra y vulgar y fluye con palabras fuera de lugar, produce in e

solencia que crea odios incurables y acusa una malevolenciaoculta. Pues ni el vino puro ocasiona algo tan intemperantey odioso como la cólera. Aquello, además, va acorde con la

risa y la broma, esto se mezcla con la hiel. En la bebida elhombre silencioso resulta insoportable y pesado a sus com-pañeros, pero en la ira nada es más digno que la calma, co-mo aconseja Safo:

Cuando la ira se extiende en el pecho

debe vigilarse la lengua ladradora34.

33 P l u t a r c o combina con leves alteracionesLeyes935a con 717d. Lomismo ha hecho en Cap. ex inim. ut. 90C, Garr. 505C, Quaest. conv.634F.

34 Frag. 158 Lo b e l -P a g e .

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8 8 MORA LIA

8. Pero no sólo nos da a reflexionar en esto la atenciónconstante en los que son presa de la ira, sino también la

p comprensión de la restante naturaleza de la cólera, comoque no es noble, viril, ni tampoco posee inteligencia nigrandeza* Sin embargo a la mayoría de la gente le parecesu turbulencia actividad, su amenaza confianza y su rigi-dez fortaleza. Algunos incluso suponen sin razón que sucrueldad es magnificencia, su inexorabilidad firmeza, su de-

sagrado odio del mal. Sus acciones, emociones y actitud acu-san una gran pequenez y debilidad, no sólo cuando maltratan457 a niñitos, se comportan con dureza con mujeres y creen que

deben castigar a perros, caballos y muías, como Ctesifonteel pancratista justificando el pegar a su muía, sino quetambién respecto a las mancillas asesinas de los tiranos su

pequeñez de ánimo se hace visible en la crueldad y su per-

versidad en la acción, a semejanza de las mordeduras de lasserpientes que depositan su ardor en los que las han herido,cuando están inflamadas y llenas de dolor. Pues como unainflamación de una herida grande es un padecimiento en la

b carne, así en las almas excesivamente débiles la tendencia ahacer daño produce una mayor cólera desde una mayor de-

bilidad. Por eso también las mujeres son más irritables quelos hombres, los enfermos más que los sanos, los ancianosmás que los hombres vigorosos y los desafortunados másque los dichosos. Pues es irritable el avaro ante su adminis-trador, el glotón ante su cocinero, el celoso ante su mujercita, el que se vanagloria cuando tiene mala fama; pero losmás difíciles son

los hombres que en las ciudadescortejan en exceso la ambición;instalan un dolor manifiesto,

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 8 9

conforme dice Píndaro35. Así, de la tristeza y el padecimien-

to del alma, sobre todo por debilidad, surge la cólera, que no cse asemeja, como alguien dijo36 «a los nervios del alma»,sino a sus tensiones y espasmos cuando se subleva con de-masiada fuerza en sus impulsos de defensa.

9. Estos ejemplos viles no ofrecían, ciertamente, unavisión grata sino sólo necesaria, pero proponiendo como re-

latos y aspectos más bellos a quienes conversan suave y le-vemente entre accesos de ira voy a comenzar por el despre-cio de los que dicen:

Injuriaste a un hombre; ¿tiene éste que soportarlo? 37,

y:

Písale con el pie, písale en el cuello y acércale al suelo38,

y otras formas de instigación por las que algunos transfierenequivocadamente la cólera desde el gineceo a las habitacio-nes de los hombres. Pues el valor, que conviene en los de d

más con la justicia, me parece que compite solamente con

ella por la dulzura, como más adecuada para él. Pues aun-que ha sucedido que hombres inferiores han dominado aotros mejores, el erigir en el alma un monumento contra la

35 Frag. 210 S n e l l -M a e h l e r .

3á P l a t ó n , República 411b. En Virt. mor. 449F da esta misma referencia citándole por su nombre. Se deberá quizá, como dice Helmbold, a

que Plutarco no gusta de nombrarlo cuando está forzado a contradecirle.37 N a u c k 2, TGF, adesp. 382.38Frag. iamb. adesp.26 D e h l ; E d m o n d s ,Elegy and lambus,II, pág.

304. Atribuido a A r q u í l o c o por Meineke según H e l m b o l d , op. cit., pág.119, notac.

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cólera (a quien es difícil combatir, dice Herácl*to39, «porquelo que quiere lo compra con su alma») es propio de unafortaleza grande y victoriosa, que tiene contra las pasionessus juicios como si fueran nervios y tendones40.

Por esto intento siempre reunir y releer no ya solamenteestos dichos de los filósofos, de quienes los necios afirmanque no tienen hiel, sino más bien los de los reyes y tiranos.Así, por ejemplo, el de Antígono41 a sus soldados, que le es-

taban censurando junto a su tienda creyendo que no Ies oía;sacando por fuera el bastón dijo: «¡Dioses! ¿No podríais ha-

blar mal de mí yéndoos un poco más lejos?». Y el de Arcadi ón42, el aqueo, que siempre hablaba mal de Filipo y acon-sejaba huir

hasta que se llegue ante quienes no conocen a Filipo.

Después, cuando apareció en cierta ocasión en Macedonia,pensaban los amigos del rey que no debía dejarle sin casti-go. Filipo, en cambio, cuando se encontró con él lo tratóamablemente, le envió presentes de hospitalidad y regalos y,después, ordenó que le informaran de en qué términos se

refería a él ante los griegos. Cuando todos le testimoniaron39 D i e l s -K r a n z , Die Fragmente der Vorsokratiker, I 85. Véase tam

bién Vida de Coriolano2 2 y Amat.755D. Pero parece que H e r á c l i t o se

refiere al amor y no a la ira, como contra quien es difícil luchar.40 Parece una nueva alusión a P l a t ó n , como en 457C, corrigiendo el

mismo pasaje,Rep.41 Ib.41 Esta misma anécdota aparece en Reg. et imp. apophth. 182C. El

Antígono citado parece ser el general de Alejandro, llamado el Cíclope. Gobernó Asia entre 323 y 301, año en que murió en Ipsos en lucha con losotros diádocos. Cf. Sé n ., Sobre la iraIII 22, 2.

42A t e n e o , VI (249c-d). El verso es una parodia de Od. XI 122,substituyendo mar (thálassan) por Filipo (Phílippon), que da la mismamedida al hexámetro. La siguiente anécdota referida a Filipo aparecetambién enReg. et imp. apophth. 179A y en Coniug. praec. 143F.

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que aquel hombre se había convertido en un admirable pa-negirista suyo, dijo: «Soy mejor médico que vosotros». Y en

Olimpia, cuando se extendió una difamación sobre Filipo yalgunos decían que los griegos deberían lamentarlo porquerecibiendo el bien de él le injuriaban, dijo: «¿Qué harán en-tonces si les tratamos mal?».

Son también hermosas las anécdotas de Pisístrato conTrasibulo43, de Porsena con Mucio44 y de Magas con File

món45. Pues, después que le hubo ridiculizado éste públi-camente en el teatro:

Te han llegado unas letras del rey, Magas.

¡Desdichado Magas, que no sabe de letras!46,

Magas le capturó cuando Filemón había sido arrojado por

una tormenta en Paretonio y ordenó que un soldado le toca-ra solamente con la espada desnuda en el cuello y que des-

pués marchara comedidamente. Pero le despidió tras haberleenviado unas tabas y una pelota, como a un niño que aún noha alcanzado la razón. Ptolomeo, burlándose de un gramáti-co por su ignorancia le preguntó quién era el padre de Peleoy aquél !e respondió: «Te lo diré si antes me dices tú quién

era el de Lago»47. La broma afectaba al bajo nacimiento delrey y todos se irritaron pensando que era inapropiada e ino-

43 También enReg. el imp. apophth. 189C.44 EnPar. min. 305F-306A y en la Vida de PublicólaXVII (106A-D).45 Asimismo en Virt. mor. 449E-F. Hemos intentado reproducir el

juego de palabras entre «carta» y «letra» que en griego se expresan con el

mismo término,gi'ámmaía.46 K o c k , Comicorum Atticorum fragmenta, frag. 144.47 Según la leyenda Filipo II de Macedonia hizo casar a su general

Lago con Arsínoe, que estaba embarazada del Rey. Por eso Ptolomeo seríamedio hermano de Alejandro y de ahí la alusión a su dudoso origen.

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portuna. Ptolomeo dijo en cambio: «Si soportar una broma

no es propio de un rey, ni siquiera lo es el darla». Más agriode lo que era habitualmente ha sido Alejandro en su com-portamiento con Calístenes y cl*to48. Así Poro49, cuandofue hecho prisionero le pidió que le tratara como a un rey.Cuando Alejandro le preguntó «¿nada más?», Poro le dijo:«En el ‘como a un rey’ consiste todo». Por eso también Ila

c man al rey de los dioses ‘Meiliquio’, pero los atenienses, se-

gún creo, ‘Maimactes’50. Pero el castigo es propio de lasErinias y de los démones, no de los dioses y de los Olímpi-cos.

10. Pues bien, como alguien dijo cuando Filipo arrasóOlinto: «Pero él no podría repoblar una ciudad de tai enver-

gadura», así se puede decir en relación a la cólera: «Puedesarrasar, destruir y devastar, pero levantar, salvar, preservar yfortalecer es propio de la benignidad, del perdón y de lamoderación en la pasión, es propio de un Camilo51, de unMeteio52, de un Aristides53 o de un Sócrates. El clavar los

48 En Virt. mor.449E se alude a la pena de Alejandro por la muerte de

cl*to que es narrada en Vida de Alejandro LI (694D). De Calístenes setrata a partir del cap. LII. Sobre su muerte, en el LV (696D-E).

49 Esta anécdota de Poro aparece también en Reg. ei imp. apophíh.181E,Alex. fort. virt.332E y en la Vida de AlejandroLX (699C).

50 Dos epítetos de Zeus; ‘El que dulcifica’ — el adjetivo procede detnéli (miel) — y ‘el violento*. Véase R o s c h e r , Lexikon der griechischenund rómischen Mythologie, s.v. Meilichios ys,v. Maimaktes.

51 M. Furio Camilo, noble romano que vivió entre 445 y 365 según los

datos tradicionales. Se distinguió por la toma de Veyes y sus victoriassobre los celtas. En su haber se cuenta asimismo el desempeño de cinco dictaduras. Plutarco le dedicó una Vidaemparejado con Temístocles.

52 Si es el mismo que aparece enApophth. rom.201F-202A se trataríade Q. Cecilio Metelo Macedónico, cónsul en el 143 a. C.

53 Aristides, adversario político de Temístocles en su estrategia frente ala guerra con ios persas, vivió en Atenas en la primera mitad del s .va ,C .

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 93

dientes y morder es de hormigas o de ratas»54. Sin embargo,considerando también el modo de defensa de la ira lo en-

cuentro ineficaz en su mayor parte, al gastarse en mordedu-ras de los labios55, rechinar de dientes, ataques vanos y di-famaciones con amenazas insensatas; después es como enlas carreras de los niños56, que al no poder dominarse secaen ridiculamente antes de la meta a la que se precipitan.Por eso no está mal lo que dijo el rodio al servidor del gene-

ral romano que vociferaba y se insolentaba: «No me preo-cupa qué dices tú, sino qué se calla tu amo». Y Sófocles,después de haber armado a Neoptólemo y a Eurípilo

sin jactancia, sin injuria

dice,

irrumpieron en el círculo de las broncíneas armas57.

Pues aunque algunos bárbaros emponzoñan sus espadas, elvalor no necesita hiel porque está bañado por la razón. Locolérico y maníaco es fácilmente rompible y débil. Al me-nos los lacedemonios apartan de sus combatientes la ira conflautas y antes del combate hacen sacrificios a las Musas

para que la razón se mantenga firme58. Después de haberpuesto en fuga a los enemigos no los persiguen, sino que in-vocan a su cólera que, como los puñales de un tamaño me-

54 Sén., Sobre la ira II 34, 1. Seguimos aquí e! texto de Teubner quelee muódes, no muópddes como Helmbold. Esta última lectura, que nosdaría un ‘de tábanos’ en un paralelo a ‘hormigas’ no está explicada por el

editor ni justificada en el aparato crítico.55 Sén., Sobre la iraI 19,2-3.

56 Virt. mor. 447A.57 N a u c k 2, TGF,Sóf., frag. 768.

58 P lu t. , Ins. lac. 238B.

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9 4 MORALÍA

diano, se puede retirar fácilmente59. En cambio la ira ha ma-tado a infinitas personas antes de su venganza, como a Ci-ro60 y a Pelópidas el Tebano61. En cambio Agatocles sopor-taba benignamente ser insultado por los sitiados. Cuandouno le dijo: «Alfarero, ¿de dónde sacarás la paga para tusmercenarios?», contestó riendo: «De esta ciudad si la to-mo»62. Y de Antígono63 se burlaban algunos desde las mu-rallas por su fealdad, pero él les dijo: «¡Y yo que me creía

guapo!». Pero tras tomar la ciudad vendió como esclavos alos burladores, testimoniando que hablaría con sus amos side nuevo se burlaban.

Veo también que han errado grandemente abogados yoradores a causa de la ira. Aristóteles cuenta que los amigosde Sátiro, el samio, le taponaron los oídos con cera cuandomantenía un proceso privado para que no expusiera confu-

samente su caso al ser insultado por sus adversarios64. Anosotros mismos ¿no se nos escapa algunas veces el castigara un esclavo que ha faltado?, pues huyen ante el temor denuestras palabras de amenaza. Del mismo modo que lasnodrizas dicen a losniños: «No llores y te cogeré», hay quedecir esto a la cólera inútil: «No te apresures, ni grites ni te

lances, así ocurrirá lo que quieres y aún mejor». Pues tam-bién un padre, cuando ve que su hijo intenta atravesar o

59 Sén., Sobre la iraII 35,1.60 Probablemente se refiere Plutarco a Ciro el Joven, quien se acarreó

la muerte atacando furiosamente a su hermano Artajerjes en la batalla de

Cunaxa. Véase Je n o f o n t e ,Anábasis1 8 , 2 6 - 2 7 .

61 Véase Vida de PelópidasXXXII (296A) donde P l u t a r c o cuenta

cómo encontró la muerte al atacar a Alejandro de Feras en Cinoscéfalas.62 Agatocles era hijo de un alfarero. Véase Reg. et imp. apophth.

176E.63 Antígono el Cíclope. Pero esta anécdota se cuenta de Agatocles en

Reg. et imp. apophth. 176E-F.64Problemata III 27 (875a 34 ss).

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 95

cortar algo con un cuchillo, tomándolo, él mismo lo hace.De igual modo la razón misma, al tomar de su cuenta elcastigo propio de la cólera, castiga con seguridad, sin daño y

provechosamente a quien se lo merece, y no como la cóleraque, en su lugar, se castiga a sí misma frecuentemente.

11. Aunque todas las pasiones requieren una habitua-ción que domeñe y adiestre con el ejercicio lo irracional y

desobediente, no es posible ejercitarse con los criados enotra cosa mejor que en el dominio de la ira. Pues en relacióna ellos no surge envidia ni temor ni rivalidad, pero ataquescontinuados de ira producen muchos obstáculos y, por nues-tro absoluto poder, causan deslices, como si fuera un terrenoresbaladizo, sin que nadie se oponga ni lo impida. Pues noes posible contener en medio de la pasión el poder irrespon-

sable sin cometer errores, a menos que se rodee el poderabsoluto de mucha benignidad y que se soporten las vocesde mujer y de amigos acusándolos de flojera y blandura.Sobre todo con éstos me he irritado también yo mismocon respecto a la supuesta perversión de los servidores

por falta de castigos. Más tarde, sin embargo, com-

prendí que, en prim er lugar, es mejor hacerlos peorespor perm isividad que torcerse uno a sí mismo con dure-za y cólera en la corrección de otros. Después, al verque con la propia ausencia de castigos se avergonzabanmuchas veces de comportarse mal y que recibían el per-dón, más que la pena, como un comienzo de cambio, y

por Zeus, que servían a unos con una señal de silencio

con más ánimo que a otros con golpes y heridas, mepersuadí de que el razonamiento era más adecuado quela cólera para gobernar. Pues no como dijo el poeta:

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96 MORALIA

Donde está el miedo, allí también está el respeto65;

sino que, por el contrario, el temor que enseña a ser sensatosurge en los que respetan, en cambio el golpe continuo e in-flexible no engendra arrepentimiento de la mala acción sinomás bien previsión para pasar inadvertido. En tercer lugar,mientras constantemente pensaba y reflexionaba conmigomismo que ni el que nos enseñó a tirar al arco nos impidió

disparar sino errar el tiro, ni para castigar será un obstáculoe enseñar a hacerlo en el momento oportuno, con moderación

y provecho, intento suprimir la ira principalmente no impi-diendo la justificación de los castigados, sino escuchándo-les. Pues el tiempo produce en la pasión un desgaste y de-mora que la disuelve y el juicio encuentra también lamanera conveniente y la medida que se adecúa al castigo.

Además no queda pretexto para quien paga una pena a opo-nerse a su corrección, si no se le castiga encolerizado sinodespués de convicto. Y por último, no se añade lo más ver-gonzoso, el que parezca el criado hablar con más razón quesu amo.

Así pues, como Foción impidió tras la muerte de Alef j andró que se sublevasen los atenienses y no permitió que se

confiaran enseguida sino que dijo: «Si hoy, amigos atenien-ses, está muerto, también estará muerto mañana y tres díasmás tarde», del mismo modo creo que debe sugerirse a símismo quien se apresura al castigo en un ataque de ira: «Siése ha faltado hoy, también será culpable mañana y dentrode tres días. Nada de terrible hay en que pague su culpa más

tarde, pero si la sufre enseguida siempre le parecerá que lapagó sin haber faltado, y esto ha ocurrido ya en muchas

460 ocasiones». Pues ¿quién de nosotros es tan estricto que

65 Cantos Ciprios, frag. 23 A ll e n , atribuidos a Homero.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 97

azote o castigue a un esclavo porque hace cinco o diez días

quemó el asado, o tiró la mesa u obedeció con lentitud? Ysin embargo, por estas cosas, en cuanto han sucedido y es-tán recientes nos perturbamos y estamos en una disposiciónáspera e implacable. Pues como los cuerpos a través de laniebla así también las acciones a través de la ira aparentansermayores.

Por eso debemos acordamos enseguida de cosas seme-

jantes y, cuando estemos libres y sin sospecha de pasión, sicon el razonamiento puro y firme parece malo, volver nues-tra atención a ello, no dejarlo entonces ni ceder en el casti-go, como si de personas que han perdido el apetito de lacomida se tratara. Pues nada es tanta causa para castigarmientras está viva la cólera, como de no castigar una vez b

que ha cesado, sino abandonarlo y hacer lo mismo que los

remeros perezosos quienes están fondeados durante el tiem-po en calma y se arriesgan a correr peligro después nave-gando con viento. Pues también nosotros condenamos la

pereza y blandura de la razón en el castigo y nos apresura-mos a obrar temerariamente en medio de la cólera como enmedio de una borrasca. Pues el hambriento utiliza el alimen-

to conforme a su natural, en cambio de la venganza se sirvequien no tiene hambre ni sed de ella, ni está necesitado decólera para castigar como quien lo está de una comida sino,al contrario, cuando está más lejos de desearlo, haciendoviolencia a su razón. En efecto, como cuenta Aristóteles66 cque en sus tiempos se azotaba en Tirrenia a los esclavos alson de la flauta, no se debe así, por placer, dejarse llevar por

el deseo del castigo como por eí goce y alegrarse castigan

66 A r i s t ., frag. 608 Ro s e .

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9 8 MORALIA

do, pero arrepentirse después de haber castigado67. De estas

dos cosas lo uno es brutal, lo otro afeminado. Antes bien,lejos de pena y placer debemos cuidarnos del castigo en eltiempo de la razón, sin dejar pretexto a la cólera.

12. Quizás, sin embargo, parecerá esto no una cura de laira sino un rechazo y una prevención de los errores que secometen en ella. Desde luego también una inflamación del

bazo es un síntoma de fiebre, pero si se modera se alivia lafiebre, como dice Jerónimo68. Pero cuando contemplaba elorigen de la ira misma veía qué en ella caen unos y otros

por diferentes causas, aunque para todos en cierta medida sehallaba una creencia de ser menospreciados y descuida-dos 69. Por eso debemos socorrer a quienes quieren evitar laira apartando lo más lejos posible el acto de menosprecio ode arrogancia, atribuyéndolo a ignorancia, a necesidad, a pa-decimiento o infortunio. Como Sófocles70:

Es que, oh rey, ni la razón que nace con unopermanece con los desdichados, sino que escapa.

Y Agamenón, al atribuir a la Ofuscación la captura de Bri

seida, dice sin embargo:

De nuevo quiero agradar, dar innumerables rescates71.

67 Véase Sén., Sobre la ira I 17-18 y Ser. num, vind 550E que conparecidas palabras se ocupa de los mismos tópicos.

68 Cf. n. 14.69 Arist.,RetóricaII 3 (1380a 8 ss.).70Antigona 653-564, versos con los que Ismene se dirige a Creonte.

Estos dos versos aparecen también en la Vida de FociónI (742A), con lasmismas variantes textuales.

71II. XIX 138.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 9 9

Pues pedir es propio del que no desprecia, y al mostrarsehumilde quien agravia deshace la opinión de menosprecio.Pero el que está encolerizado no debe aguardar esto sinotomar para sí la respuesta de Diógenes: «Ésos se burlan deti, Diógenes», y él respondió: «Pero yo no me siento objetode burla»72. El hombre encolerizado no debe pensar que esdespreciado sino más bien despreciar a aquel que ofende enla idea de que lo hace por debilidad o ligereza, por indife-

rencia o por bajeza, por vejez o por juventud. En cambio,hay que dejar tal pensamiento con los criados y los amigos.Pues no nos desprecian como a incapaces ni a ineficaces, f

sino que por nuestra mansedumbre o por nuestra benevo-lencia los unos nos desprecian por blandura, los otros por laamistad. Y en realidad no sólo nos comportamos áspera-mente con mujer, esclavos y amigos en la idea de que nos

menosprecian, sino que también con frecuencia caemosbajo la cólera con taberneros, marineros, muleros borrachos,pensando que nos desprecian, e incluso nos enfadamos conperros que ladran y asnos que cocean. Es como aquel que 461

quería golpear al que llevaba al asno, pero cuando éste legritó: «Soy ateniense», diciéndole al burro: «Tú al menosno eres ateniense», se puso a pegarle y le molía a golpes.

13. Realmente los ataques continuos y frecuentes de ira quese acumulan poco a poco en el alma los produce en nosotrossobre todo el egoísmo y el mal carácter unido a la molicie y

blandura como un enjambre de abejas o un avispero. Por eso nohay mejor viático que el buen carácter y la sencillez en el trato

amable con servidores, mujer y amigos para quien puede con-formarse con lo que tiene y no pide muchas cosas superfluas:

72 Vida de Fabio MáximoX (179F); D i ó g e n e s L a e r c i o , VI 54; S é n .,

Sobre la iraII 32 ,2.

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100 MORA LIA

b Pero éste ni se complacía con las comidas demasiado asa

das

ni demasiado cocidas, ni sazonadas más ni menosni moderadamente, tal que debiera ponderarlas73,

quien deja de beber si no hay nieve para el vino, ni come elpan del mercado ni tampoco gusta un alimento en serviciode piedra o de barro, ni duerme sobre un colchón que no

esté tan hinchado como el mar movido desde sus profundi-dades, que acelera con varitas y golpes a los que sirven lamesa en medio de carreras, gritos y sudor como si trajerancataplasmas para una inflamación, éste es esclavo de un

c género de vida débil, querellante y quejumbroso y, comobajo una tos crónica por sus innumerables ataques, se hacreado sin darse cuenta una condición ulcerosa y supurante

en su irascibilidad. Así pues hay que acostumbrar al cuerpocon frugalidad a.hacerse autosuficiente y a tener buena con-dición, porque quienes necesitan poco no están faltos demucho.

Y, al comenzar por la alimentación, no es nada terribleusar en silencio lo que se nos ofrezca, sin encolerizarnosmucho ni, disgustándonos, ofrecernos a nosotros mismos ya nuestros amigos el condimento más desagradable, la ira:

No podría haber otra cosa más sin gracia que una cena74

cuando los criados son golpeados y la mujer recibe censurasporque algo está quemado o ahumado o le falta sal o porqueel pan está frío.

d Cuando Arcesilao había invitado a sus amigos en uniónde unos huéspedes, se le presentó la cena pero no había pan

73K o c k , CAF, III,adesp. 343.74 Od.XX 392.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 101

porque se habían descuidado en comprarlo los esclavos.

Ante esto ¿quién de nosotros no habría roto las paredes agritos? Pero él sonriente dijo: «¡Qué suerte hay en que elsabio sea un buen bebedor!»75.

Y una vez que Sócrates llevó consigo a Eutidemo a sucasa al salir de la palestra, Jantipa, plantándose ante él llenade ira e injuriándole, al final le tiró la mesa. Cuando Euti-demo se levantó entristecido e iba a salir, Sócrates le dijo:

«¿En tu casa no hizo esto mismo anteayer una gallina vo-lando y nosotros no nos enfadamos?»76.

Pues bien, debemos recibir a nuestros amigos con buenhumor, entre sonrisas y afabilidad, no frunciendo las cejasni infundiendo estremecimientos y temblores en los criados.Además tenemos que acostumbrarnos a utilizar con agradocualquier servicio de mesa y no usar más éste que aquél,como algunos que eligen un solo vaso o cuerno de los mu-chos que tienen y no podrían beber de otro, como se cuentade Mario. Y son así también con los frascos del aceite o conlos rascadores, prefiriendo uno solo de entre todos. Des-

pués, cuando se rompe o se pierde uno de éstos lo soportancon dificultad y reparten castigos. Ha de guardarse, pues, el

que es inclinado a la ira de objetos raros y singulares, comocopas, anillos de sello y piedras preciosas, pues su pérdidale saca de sí más que la de los objetos fáciles de comprar ycorrientes. Por eso también cuando Nerón se procuró unatienda octogonal, cosa sobresaliente por su belleza y dignade ver por su riqueza, le dijo Séneca: «Has quedado convic

75 Arcesilao de Pitane vivió aproximadamente entre el 316 y el 241 a.C. y fue introducido en la Academia por Crántor después de haber seguidoestudios con Teofrasto. Es el fundador de la Academia Media a la que

convirtió en centro del escepticismo cuando fue escolarca a la muerte deCrates.

76 En Tranq. an.47IB cuenta esta misma anécdota de Pitaco.

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102 MORALIA

to de ser tú mismo un pobre, porque si la pierdes no podrás462 comprar otra igual». Y ocurrió ciertamente que se hundió el

barco y perdió la tienda. Nerón acordándose de Séneca losoportó con bastante moderación.

El buen carácter con las cosas previene al hombre afabley suave también con los servidores. Pero si lo es con losservidores, está claro que también lo será con amigos ysúbditos. Vemos que los esclavos recién comprados se in-

forman sobre su comprador no de si es supersticioso o en-vidioso, sino de si es colérico. Y, en general, cuando hay ira,ni los maridos soportan la castidad de sus mujeres, ni lasmujeres pueden soportar el amor de sus maridos ni los ami-gos el trato mutuo. Así ni el matrimonio ni la amistad

b acompañados de ira son tolerables. Pero sin ira incluso laembriaguez es cosa ligera. Pero la vara del dios es castigosuficiente del borracho, a no ser que, añadiéndose la cólera,haga el vino puro salvaje y enloquecido, en lugar de libera-dor e inspirador de la danza77. La locura misma la cura Anticira78, pero si se mezcla con ira engendra tragedias y mi-tos.

14. No debemos dar lugar a la ira ni bromeando, pueslleva odio a la afabilidad; ni en las conversaciones, puesc conduce del amor por la palabra a la rivalidad; ni en los

juicios, porque añade insolencia al poder; ni enseñando,pues engendra desánimo y odio al aprender; ni en la felici-dad, porque aumenta la envidia, ni en la desdicha, porque

77Lyaíosy Choretosson epítetos de Dioniso, dios al que, obviamente,se está refiriendo Plutarco.

78 Ciudad de la Fócide a orillas de la costa norte del golfo de Corinto, famosa por su producción de eléboro, planta a la que se le atribuían tales

virtudes curativas.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 103

suprime la compasión, cuando se enfadan y discuten conquienes los compadecen, como Priamo:

Idos, miserables, viles; ¿no tenéis de qué llorar

en vuestras casas y vinisteis por eso a molestarme?19.

El buen carácter ayuda a unas cosas, adorna otras y a otrassuaviza, supera con su dulzura toda cólera y mala condi-ción. Como Euclides, cuando su hermano le dijo tras una

pelea: «¡Ojalá me muera, si no me vengo de ti!», le respon-dió: «jY yo ojalá muera, si no te puedo persuadir!»80. Inme-diatamente le disuadió y le transformó. Y Polemón, cuandoun hombre amante de las piedras preciosas y enfermo porlos sellos de gran precio le injuriaba, no le respondió nada,

pero puso su atención en uno de los sellos y lo examinaba

con cuidado. Entonces ese hombre se alegró y le dijo: «Nolo mires así, sino bajo la luz del sol y te parecerá muchomejor»81. Aristipo, al producirse un enfado entre él y Esqui-nes y decirle uno: «¿Dónde está, Aristipo, vuestra amis-tad?», le contestó: «Duerme, pero yo la despertaré». Y acer-cándose a Esquines le dijo: «¿Tan completamente desafortu-nado e incurable te parezco que soy, como para no obtener de

ti una amonestación?». Pero Esquines le dijo: «No es nadaextraño que, siendo superior a mí én todo por naturaleza, hayasvisto también aquí antes lo debido»82.

79II.XXIV 239-240.80 Euclides de Mégara, discípulo de Sócrates y fundador de la escuela

megárica. Cf. más adelanteFrat. am. 489D.

81 Polemón de Atenas fue discípulo de Jenócrates ante cuyas leccionesquedó impresionado. Le sucedió como escolarca de la Academia el 314 a.C. Era famoso por su firmeza de carácter.

82 Se trata de Aristipo de Cirene y Esquines de Esfeto, ambos discípulos de Sócrates. Al primero se le considera fundador de la escuela cirenai-ca, en cierto modo predecesora del epicureismo.

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104 MORALIA

Pues también al jabalí de cuello erizado,no sólo una mujer, sino un niño recién nacido

frotándose con su tierna mano le doblegaríamás fácilmente que cualquier adversario83.

Pero nosotros domesticamos animales salvajes y los hace-mos mansos, llevando en brazos a lobeznos y cachorros deleón84, en cambio arrojamos por nuestra ira a hijos, amigos

y allegados y soltamos nuestra cólera, como una fiera, sobref servidores y conciudadanos. Y no hacemos bien con llamar-

la atenuadamente ‘odio del mal’, sino que, a mi parecer,como con las demás pasiones y enfermedades del alma, aillamar a una ‘previsión’, a otra ‘liberalidad’, a otra, en fin,‘piedad’, no nos podemos librar de ninguna85.

15. Y ciertamente, como Zenón86 decía que el espermaes una mezcla y fusión arrancada de las facultades del alma,así parece que la cólera es un semillero de las pasiones.

463 Pues arranca de la tristeza, del placer y de la insolencia y,aunque posee la alegría por el mal ajeno propia de la envi-dia, es incluso peor que la envidia. Pues combate no para

evitar ella misma el mal, sino para sufrirlo con tal de infli-girlo a otros. Es innato a ella lo más desagradable del deseo,si es la aspiración de afligir a otro. Por eso si nos acercamosde mañana a las casas de los libertinos, oiremos a una flau-tista y, como alguien dijo, veremos «lodo de vino y jironesde coronas» 87 y a los acompañantes borrachos a las puertas.

83 N a u c k 2, TGF, adesp. 383.

84 Cf.Frat. am.482C.85 Véase antes 456F y también Virt. mor.449A donde achaca también

a los estoicos el velar las pasiones con nombres más gratos.85 V o n A rnim , SVF, I, pág. 36, frag. 128.

87 N a u c k 2, TGF, Sóf., frag. 715.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 105

Pero podrás ver los indicios de hombres crueles y desagra-dables en los rostros de los servidores, en sus heridas y en b

sus grilletes:

El único canto constante en la casa

de un hombre irritado

resulta un gemido88

cuando se azota dentro a los intendentes y se atormenta alas criaditas, de tal manera que al ver las penas de la cóleraen los deseos y placeres se siente compasión.

16. Sin embargo, a quienes ocurre ser presa frecuente dela ira por un verdadero odio del mal, hay que evitarles el

exceso y violencia que ella produce, junto con la extremadaconfianza respecto a lo que la rodea89. Pues ésa mucho másque otras causas acrecentará la cólera, cuando alguien teni-do por bueno se revela malvado o pareciendo ^migo difiere cde nosotros y hace reproches. En cuanto a mi carácter sabes,sin duda, con qué gran inclinación es llevado a la benevo-lencia y confianza en los hombres. Pues bien, como los queandan sobre el vacío, cuanto más me apoyo en el amor deotros, más yerro y me disgusta equivocarme. Apartar de esteamor el exceso de pasión y ánimo yo no podría aún, encambio para no confiar demasiado debería usar quizás co-mo freno la precaución de Platón90. Pues dice que alaba almatemático Helicón en tanto que un animal mudable por

naturaleza y que los que han sido educados en la ciudad, d

88 N a u c k 2, TGF, adesp. 387; citado también más adelante en Curios.518B-C.

89 P la tó n , Fedón89d.

90P l a t ó n , CartaXIII 360c-d.

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1 0 6 MORALIA

teme mucho que, al hacerse hombres y semillas de hom-bres91, manifiesten de algún modo la debilidad de su natura-

leza. Pero Sófocles cuando dice que:

cuanto más indagues, más bajezas de los mortales habrásindagado92,

parece atacarnos y rebajarnos en demasía. Sin embargo estedesagrado y afán de censura en su juicio puede hacernosmás templados en los ataques de ira. Pues es lo repentino einesperado lo que saca de sí93. Es necesario, como decíaPanecio en alguna parte, usar la frase de Anaxágoras94 y talcomo aquél dijo a la muerte de su hijo: «sabía que lo en

e gendré mortal», pronunciar esta frase a cada ocasión en losfallos que nos excitan: «sabía que no había comprado un es-

clavo sabio» o «sabía que no había adquirido un amigo in-falible» o «sabía que tenía como mujer a una mujer». Y sise repite constantemente la pregunta de Platón: «¿Es que yono soy así?»95y de afuera se vuelve adentro el razonamien-to y se coloca en lugar de los reproches la precaución, nohabrá necesidad de un gran odio al mal tocante a los otroscuando se vea uno a sí mismo necesitado de mayor perdón.

Pero, en realidad, cada uno de nosotros al castigar irritadoatrae sobre sí las voces de Aristides y de Catón: «No robes;no mientas; ¿por qué holgazaneas?» y lo que es más ver-gonzoso de todo, censuramos con ira a los ya irritados y

91 P la tó n , Leyes853c.

92 N a u c k 2, TGF,frag. 769; citado también enFrat. am.481F.93 Véase antes en Viví. mor. 449E.94 También en Tranq. an.474D y Cons. adApoll. 118D.95Aud.40D; Cap. ex inim. ut. 88E; Tuend. san. 129D; H o r a c i o , Sáti

ra 14, 136.

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SOBRE EL REFRENAMIENTO DE LA IRA 107

castigamos coléricos a los que han errado por cólera, no f

como médicos quienescon remedios amargos purgan la bilis96,

sino haciendo más intenso el mal y más perturbador.Por tanto, cuando estoy sumido en reflexiones tales,

pruebo al mismo tiempo a quitar también algo de mi curio-

sidad. Pues el examinar todo exactamente, indagar y arras 464trar al medio el trabajo deí criado, la acción del amigo, laocupación del hijo y el susurro de la mujer produce iras fre-cuentes, continuas y diarias de las que lo principal son susmaneras desagradables y difíciles. Pues el dios, ciertamente,como dice Eurípides:

se ocupa de lo importante, lo pequeñopermite que se conceda a la fortuna91;

yo, en cambio, creo que nada debe dejar a la fortuna ni des-cuidar quien es inteligente, pero debe confiar y servirse en b

unas cosas de su mujer, en otras de los servidores, en otrasde los amigos, como hace un gobernador con sus intenden-

tes, contables y administradores, estando él con su reflexióna cargo de lo principal y mayor. Pues como molesta y per-turba la vista la letra pequeña, así también las cosas insig-nificantes intensifican la ira98, que toma un mal hábito res-

pecto a las más importantes.

96N a u c k 2, TGF, S ó f . , frag. 770. Citado asimismo en Tranq. att.468B y enFac. ¡un. 923F.

97N a u c k 2, TGF, E u r . , frag. $74, citado también enPraec. ger. reip.81 ID.

98 S e n ., Sobre la iraII 26, 2; III l'l, 1.

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108 MORALIA

Pues bien, además de esto miraba yo aquella frase de

Empédocles", la de «Ayunar de la maldad», como grande ydivina. Alababa también como no carentes de gracia ni im-propios de un filósofo aquellos votos hechos en las oracio-nes, como purificarse durante un año de los placeres amoro-sos y del vino, honrando al dios con continencia, o de nuevoevitar la mentira durante un tiempo determinado, poniendoatención en nosotros mismos respecto a cómo diremos la

c verdad en bromas o con completa seriedad. Entonces com-paraba con ésos mi propia súplica, en la idea de que no eramenos sagrada ni grata al dios. Primero era pasar unos po-cos días sin ira, como sin embriaguez o sin vino, como sifueran sacrificios sobrios y libaciones de miel 10°. Despuésde un mes y dos probándome a mí mismo, poco a poco

avanzaba con el tiempo en mi resignación, poniendo aten-ción en mí mismo con continencia y guardándome en si

d lencio, plácido y libre de ira, purificándome de palabrasmalas y de acciones fuera de lugar y de la pasión que, porun placer pequeño e ingrato, procura grandes turbaciones yel más vergonzoso arrepentimiento. De ahí, según creo, y

con alguna ayuda del dios, mi prueba aseguró aquel juicio,que esa placidez, dulzura y humanidad no es tan grata, que-rida y libre de pena para ninguno de los que conviven como

para los mismos que la poseen.

95 D iels-K ra n z, Die Frag. der Vors., I, pág. 369, frag. 144.

100 Estas ofrendas se hacían a las Euménides. Cf. Esq., Eutnénides

107; Sóf., Edipo en Colono 100, 481. En Tuend. san. 132E P l u t a r c o refiere que en alguna ocasión son ofrecidas a Dioniso.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA

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INTRODUCCIÓN

El título original de este tratado esPerl euthymias, nombre que remonta a la obra moral que se ha atribuido tradicionalmente a Demócrito1 y de la que tenemos testimonioen Diógenes Laercio, IX 46. También el estoico Panecio,según noticias asimismo de Diógenes Laercio (IX 20), escribió una obra con este mismo nombre. El sentido de estetérmino nos viene dado, como señala Broecker2, por lasversiones latinas de Cicerón y de Séneca. El primero indicaen De Jinibus (V 87) que euthymiaes animum terrore libe-

rumy antes (V 23) interpreta este concepto como securitas,lo que es, añade, animi tranquilinas.De igual modo se manifiesta enDe officiis I 69 y 72. Séneca, que escribe un tratado con este título,De tranquillitate animi,dice en él (II3):«hanc stabilem animi sedem Graeci euthymian vocant, dequa Democriti volumen egregium est; ego tranquillitatemvoco». Nosotros hemos preferido traducirlo mejor porpaz

del alma,porque parece acomodarse más al concepto griego

1Véase W. K. C. Guthrie, A History o f Greek Philosophy. Volumen

11= Historia de la filosofía griega II. [trad. Alberto Medina González],Madrid, Gredos, 1986, págs. 495 ss.2 H. B r o e c k e r , Animadversiones ad Plutarchi libellum I lEpi

eúBunlac;, Bonn, 1954, p á g . 21.

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112 SOBRE LA PAZ DEL ALMA

que nuestro término tranquilidad, que, aunque calco dellatín, parece traslucir un cierto regusto de pasividad o de

indiferencia. En época moderna ha sido traducido por MaxPohlenz como ‘Lebensfreude’ y más recientemente por Giu-liano Pisani como ‘selenita interiore’3.

En cuanto a las fuentes de la obra, Plutarco conoció seguramente, aunque no lo cite de manera explícita, el Perleuthymíésde Demócrito y la obra de igual título de Panecio.

Probablemente conocería también el De tranquillitate animide Séneca. Debemos pensar que los apuntes (hypomnema-ta),a los que alude al comienzo de esta carta-tratado dirigida a Pació, habrían de tener recogidos pensamientos, frases,noticias y anécdotas de autores varios. El pasado siglo dioluz a una controversia que no ha terminado aún. La comenzó Hirzel4, quien pensaba que Demócrito fue fuente para

Plutarco en parte directamente, en parte a través de Panecio.Pensaba asimismo que Séneca habría utilizado también eltratado ético democríteo. Siefert5, discípulo del anterior,amplió esta teoría rastreando en el ciceroniano De officiis

para encontrar allí la doctrina perdida de Panecio, que comparaba con los pasajes similares de Séneca y Plutarco, para

concluir que aquél habría seguido más a Demócrito que lasteorías del Pórtico. Entre ambos Heinze6, comparando De

3 M. P o h l e n z , Die Stoa, Gotinga, 1948,1, pág. 206; G. P i s a n i , Plu

tarco, Moralia i. «La serenitá interiore» ed altri testi sulla terapiadelVanima» (Biblioteca detl’Immagine), 1989.

4 R. H i rz e l , «Demokrits Schrift ÜE p i EÜ8u(iia<;», Hennes XIV

(1879), 353 ss.5 G. S i e f e r t , Plutarchs SchriftITepi EÜ0UUÍa<;. Progr. Pforta. Naum-

burg, 1908, págs. 15 ss.6R . H e i n z e , «Aristón von Chios bei Plutarch und Horaz», Rheini-

sches MuseumXLV (1890), 497 ss. Véase el prólogo de J. García López aSobre la virtud y el vicio, en el t. II de esta misma colección, pág. 35,

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INTRODUCCIÓN 113

tranquillitate animi y De virtute et vitio entre sí y con los

fragmentos supervivientes de Teles, que contendrían muchode Bión y de Aristón de Quíos, llegaba a la conclusión de

que en ellos había mucho del género de la diatriba cínica yestoica e intentaba demostrar que procedían de las diatribasde Aristón. Pohlenz7 encontró primeramente una gran influencia epicúrea para volver luego a una postura moderada,siguiendo a Siefert. Broecker ha intentado reconstruir en su

obra ya citada el tratado de Panecio mientras que anteriormente M. van Straaten8 afirmaba que no se podía reconocerclaramente a Panecio en Plutarco, por lo cual no incluyópasajes del Perí euthymías en su edición de los fragmentosde aquél.

Recientemente un artículo de Karlhans Abel9 ha vueltoa poner el problema de Panecio como fuente de Plutarco en

el tapete. El juicio de Abel es concluyente: la influencia dePanecio se limitaría a la anécdota de Anaxágoras (474D).Mucho mayor es, a su juicio, la impronta del platonismodesde la primera línea y, en puntos decisivos, como la doctrina de las pasiones, estaría el de Queronea más en la líneade Aristóteles que en la de Platón. No afirmaríamos tantonosotros respecto a lo último, por su adhesión en dos pasa

jes (465B y 475C comentados en nota) a la doctrina triparti

donde se señala que Siefert había visto en esta obrita uno de los hypom-némataa los que Plutarco alude al comienzo del tratado que nos ocupa.

1 M . P o h l e n z , «Plutarchs Schriftltepi eüGufiia^»,//e/mes XL (1905),275-300 para lo primero, su prólogo a la edición Teubneriana de 1925

para lo segundo, asi como su ya citado Dio Stoa, I, págs. 206-207 y II,

pág. 102; I, pág. 307, y II, págs. 153 y 157.8 M. v a n S t r a a t e n , Panétius, sa vie, ses écríts et sa doctrine, avec

une édition des fragmente, Amsterdam, 1946, apud B r o e c k e r , op. cit.,

pág. 16.9 K . A b e l , «Panaitios bei Plutarch De tranquillitate animi?», Rheini-

sches Museum130, 2 (1987), 128-152.

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114 SOBRE LA PAZ DEL ALMA

ta del alma, pero en lo demás sí nos parece acertado su juicio. No obstante, no debemos perder de vista la afirmación

que hace Plutarco al empezar su carta: por lo apretado deltiempo va a emplear sus notas para poder cumplir con el encargo del amigo. Por tanto no ha de extrañarnos la inspiración en varios autores que no cita particularmente por loespecial de las circunstancias de composición de este escrito10.

En cuanto a su fecha hemos de tener en cuenta la rela

ción de esta obra con el tratado precedente, elDe cohibendaira o Sobre el refrenamiento de la ira. Como hizo notar C.P. Jones11 ambos escritos están relacionados por su afinidadtemática y porque en ambos Plutarco menciona a C. Minu-cio Fundano y a su amigo griego Eros (De coh. ira 543C,

De tranq. an. 464F). Si, como este autor ha establecido, elprimero de ellos debió de componerse después del 92-93,

debemos suponer igual datación para el segundo. Los doshabrían sido compuestos en la época de mayor actividadliteraria de Plutarco.

Esta obra es el número 95 del «Catálogo de Lamprías».

10 Véase la «Introduction» de H e l m b o l d , Moralia VI, pág. 164:«Siefert’s discussion, in particular, is impressive as well as learned; but 1would remark that all these authorities may well be right— and wrong.Some of them admit that portions, at least, of the essay were written, oradapted, specially to suit the particular occasion for which the essay wascomposed. Plutarch himself is not averse to naming authorities here andelsewhere; that he followed exclusively one, or even two, is made veiy

unlikely by own opening statement and by the very mixed nature of hisphilosophical terminology». De forma parecida se manifiestan D u m o r -

t i e r - D e f r a d a s , Oeuvres Morales, VII, 1.a parte, p á g . 9 3 , remitiendo ennota a Helmbold.

11 C. P. J o n e s , «Towards a chronology of Plutarch’s Works»,Journalo fRomán StudiesLVI (1966), 61-63.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA

Plutarco a Pació salud.

1. Demasiado tarde recibí tu carta en la que me solicitabas te escribiera algo sobre la paz y sobre los pasajes delTimeo2 que requieren una explicación más cuidadosa. Al

mismo tiempo casi, nuestro amigo Eros3 se vio obligado anavegar en seguida rumbo a Roma, después de haber recibido del ilustrísimo Fundano4 una carta que, tal cual él es, le

1Sólo sabemos de Pació lo que nos dice este tratado. C. P. J o n e s , op.cit., pág. 63, partiendo de la datación de ia obra afirma que este Pacióemerge como un personaje de época de Trajano o de la época temprana de

Adriano. Sería un nombre para añadir a la lista de oradores contemporáneos de Plinio o de Tácito. En cambio K . Z i e g l e r , Plutarchos von Chai-roneia, REXXI 1, col. 693, opina que faltan puntos de contacto para suidentificación con los varios Pacios de esta época. J. D e f r a d a s - J . D u -

m o r t ie r , Oeuvres Morales,París, 1975, pág. 98, n. 1, piensan que quizáspudiera identificárselo con un rico Pació, citado por J u v e n a l (Sát. XII99).

2 No dedicó Plutarco ningún comentario del Timeoa este personaje. El

tratado Sobre la procreación del alma en el Timeo fue dedicado a sushijos Autobulo y Plutarco. Las Quaestiones Platonicae dedicadas a estetema en varios puntos no llevan dedicatoria.

3 Para Eros véase Sobre e l refrenamiento de la ira,nota 2.'' Sobre Fundano y su identificación con C. Minucio Fundano, véase la

Introducción a Coh. ira.Traducimos por «ilustrísimo» el ténnino krátistos

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 117

rapidez la parte pasional e irracional del alma8 cuando

muchas veces intenta salir de sí, y no mirar con indiferencia sus escapadas y arrebatos por causa de lo que le falta?Por tanto, como Jenofonte9 aconsejaba recordar y honrar alos dioses sobre todo mientras somos afortunados, paraque, cuando estemos en aprietos, Ies invoquemos confiados en que están ya amistosamente dispuestos, así tambiénquienes tienen juicio deben ocuparse de los razonamien

tos, cuantos nos ayudan contra las pasiones, antes de sufrirsus ataques, para que, preparados con mucho tiempo, nos

sirvan de mayor ayuda. Pues como los perros feroces re- cvueltos ante cualquier voz se amansan solamente conaquella que les es familiar, así también no es posible apaciguar fácilmente las pasiones del alma cuando estánexasperadas si al momento razonamientos acostumbrados

y familiares no las detienen en su perturbación.

2. Ahora bien, quien dijo: «Quien quiera gozar de la pazdel alma no debe ocuparse en muchos asuntos privados opúblicos»10, nos ha puesto, en primer lugar, una paz del al-

8 En Plutarco aparece más frecuentemente una división bipartita delalma, coincidiendo con Aristóteles y los Peripatéticos, que la tripartita

platónica. Esta misma designación para la parte inferior del alma puedeencontrarse además enDef. orac.417B; Virt. mor. 442D, 444B; Ser. num.vind.567A. Asimismo en Fac. lun.943D, aunque en este tratado (943A-D) sea quizás donde se presente la doctrina tripartita del alma, cual en elFedro (246a ss.) o República (434c-441c y, sobre todo, 440e-441a). AsíG. S o u r y (La démonologie de Plutarque, París, 1943, pág. 177) afirma

aquí esta división tripartita. No obstante ese pasaje del De fa cie está muycorrompido y presenta grandes dificultades de interpretación.

9 J e n o f o n t e , Ciropedia16, 3.10 Se refiere a D e m ó c r it o ; véase D i e l s - K r a n z , Die Fragmente der

Vorsoh'atiker, II, pág. 12, frag. 3. Esta sentencia había sido apropiadapor los epicúreos, pero P l u t a r c o en Suav. v/v. Epic. I100A-B y en

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118 MORALIA

ma muy cara, comprada al precio de la inactividad. Es comosi aconsejase a cada enfermo:

Mantente, desdichado, tranquilo en tu lechou.

d Sin embargo, la insensibilidad del cuerpo es mal remediopara la locura, ni es mejor médico del alma el que suprime deella lo perturbado y doloroso mediante la ociosidad, la blandura y la traición a los amigos, los allegados y la patria12.

Además es falso que quienes no tienen muchas ocupaciones gocen de paz en su espíritu. En ese caso deberíangozar de una mayor paz las mujeres que los hombres, ai permanecer en sus cuidados domésticos la mayor parte deltiempo. Pero realmente el Bóreas

no sopla a través de una doncella de pálidas mejillas,

como dice Hesíodo13, sino que penas, turbaciones y malevolencias, cuantas no se podrían enumerar, afluyen en las salasde las mujeres por celos, superstición, ambición y vanas glo-

e rías. Laertes, que vivió en el campo solo durante veinte años

con una sirvienta vieja, que le procurabacomida y bebida H,

huyó de su patria, de su casa y del reino, pero tenía conviviendo con él siempre la tristeza acompañada de ociosidad y

Col. 1126A muestra que Demócrito estimaba la actividad pública comopositiva.

11 E u r íp id e s , Orestes2 5 8 .

12 Cf. Tuend. san. 135B.13 H es ío d o , Trabajos y días 519, citado incompletamente en Curios.

516F.14 Od. 1191. Laertes había abandonado la ciudad de ítaca para refu

giarse en el campo.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 119

abatimiento. A algunos incluso la misma inactividad les lleva al desánimo, como a ése:

Pero él permanecía sentado lleno de cólerajunto a las veloces naves, el divino hijo de Peleo,Aquiles, el de los pies ligeros;ni frecuentaba el consejo que da gloria a los varones,ni tampoco el combate, sino extinguía su corazón

manteniéndose allí, pero añoraba la pelea y la guerra15,

y él mismo doliéndose mucho por esto y entristecido dice:

Pero estoy sentado junto a las naves

carga inútil para la tierrat6.

Por esto ni aun Epicuro17 cree que los hombres ambiciososde honores y gloria deban permanecer en calma, sino servirse de su naturaleza en la política y en la actividad pública, en el pensamiento de que están más naturalmentepredispuestos a trastornarse y dañarse por la inactividad sino alcanzan aquello a lo que aspiran. Pero aquél exhorta absurdamente a ocuparse de la cosa pública no a quienespueden hacerlo sino a quienes no pueden permanecertranquilos: la tranquilidad y el desánimo no deben definirse por el número ni por la escasez de actividades, sino por

su bondad o su vileza, pues la omisión del bien no es me

15II. 1488-492.16 //. XVIII 104.17 E s to b e o , III, p ág . 652 H e n se ; U s e n e r , Epicúrea,p ág . 328, frag.

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120 MORALIA

nos maligna ni perturbadora que la realización del mal,como se ha dicho!8.

3. Para aquellos que creen como en un aforismo en unasola clase de vida exenta de penas, como algunos suponen lade los campesinos, o la de los solteros o la de los reyes, es suficiente recordarles a Menandro19cuando dice:

Pensaba yo, Fanias, que los ricos,

a quienes no es preciso tomar préstamos,no gemían por la noche ni daban vueltasarriba y abajo diciendo «¡Ay de mí!»y dormían un sueño dulce y suave.

Después sigue exponiendo cómo ve que los ricos sufren lo mismo que los pobres:

¿Acaso hay un parentesco entre pena y vida?Coexiste con la vida muelle, está presenteen una vida gloriosa, envejece con una indigente.

Pero como los cobardes que se marean en los barcos piensan que pasarán más fácilmente la travesía si se cambian de

c una chalupa a un carguero, y de nuevo a una trirreme, peronada logran al transferir consigo su bilis y su cobardía, asílos cambios en el género de vida no suprimen la pena y la turbación del alma20; eso es inexperiencia en los asuntos,irreflexión, no poder ni saber usar correctamente de lo quetenemos a nuestra disposición. Esto atormenta a ricos y po-

18 Quien lo ha dicho es probablemente D e m ó c r i t o , cf. frag. 2 5 6 .

Según H. B r o b c k e r , Animadversiones ad Plutarchi libellum riepíEÚSujiícti;, Bonn, 1 9 5 4 , pág. 6 1 , por el intermedio de Panecio.

I!l M e n a n d r o , Citarista, frag. 1 K ó r t e .

20 L u c r e c i o , 111 1057; S é n e c a , Sobre la pa z del almaI I 13.

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SOBRE LA. PAZ DEL ALMA 121

bres, esto aflige a casados y a solteros. Por esto huyen la

plaza pública y después no obtienen tranquilidad, por esto

persiguen ascensos en la corte y, cuando los han conseguido, se apesadumbran inmediatamente.

Difíciles de agradar son los enfermos por su carencia21

y su esposa está apenada, acusan al médico y están disgustados en el lecho.

De sus amigos el que llega es molesto, el que se va es pesa- d

do,

como dice Ión21bls. Después, cuando ha pasado la enfermedad y ha sobrevenido otras mezcla de humores, llega la salud que hace todo amable y conveniente. El que ayer escu

pía huevos, pasteles y pan reciente, hoy come con gusto ydeseo pan integral con aceitunas y berros22.

4. Tal cambio a un buen humor en la vida de cada cualproduce el razonamiento que surge dentro de nosotros.Alejandro lloraba al oír a Anaxarco23 hablar sobre la infinitud de mundos y, cuando sus amigos le preguntaban qué lesucedía, dijo: «¿No es digno de llanto el que siendo infini-

21 N auck2, TGF,frag. 67.2ibia j¿n q u{os (c 4g2-c. 422 a. C.) fue poeta y prosista. Gran parte

de su vida la pasó en Atenas. Su obra en verso más notable estaba constituida por tragedias por las que fue admitido en el canon de los grandestrágicos con Esquilo, Sófocles y Eurípides.

72 Virt. et vit. 10IC-D.23 D i e l s - K r a n z , Die Frag. der Vors.,II, pág. 238, A 11. Anaxarco de

Abdera tuvo su apogeo hacia el 340-337 a. C. Poco se sabe de su filosofía.Sabemos que admiraba a Demócrito y que file maestro del escéptico Pi-rTón, con quien acompañó a Alejandro Magno en sus campañas. Cf. Dió-g e n e s L a e r c i o , IX 58-60.

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122 MORALIA

e tos los mundos aún no hayamos llegado a ser los amos de

uno solo?». Pero Grates, aunque poseía una alfoija y un

manto, pasó su vida solamente bromeando y riéndose comoen una fiesta24.

Y ciertamente que a Agamenón le molestaba reinar sobre muchos:

Conocerás al Atrida Agamenón, a quien sobre todosZeus colmó de males sin interrupción25;

pero Diógenes26, mientras era vendido, tirado en el suelo se

burlaba del subastador. No quería levantarse cuando se loordenó, sino que bromeando y burlándose decía: «¿Y si estuvieras vendiendo un pez?».

Y Sócrates en la cárcel conversaba y filosofaba con sus

f compañeros. En cambio Faetón lloraba mientras subía al cielo

porque nadie le entregaría el carro y los caballos de su padre27.Pues bien, como el calzado debe adaptarse al pie y no lo

contrario, así las disposiciones humanas hacen asemejarsesus vidas a sí mismas. Pues no es la costumbre quien hace

mejor la vida dulce a los que la eligen, como alguien dijo28,

24 Se trata del cínico Crates de Tebas (s. iv a. C.) que fue llevado a la

filosofía por Diógenes de Sínope. La alfoija y el manto (íribón)eran atributos de esta secta filosófica.

25II.X 88-89.26 Cf. Dióg. L a e r c . , VI 29. Las anécdotas sobre Diógenes de Sinope

son innumerables y P l u t a r c o lo usa de ejemplo en otros muchos pasajes.Así en Alex. fort. virt. 331F; Exil. 605E; Ad princ. ind. 782A; Vida de

AlejandroXIV 2-5 (671D-E).27 Según el mito, hijo de Helios (el dios Sol) y de la oceánide Clímene.

Cuando su madre, casada después con el rey etíope Mérope, le reveló suverdadera identidad, quiso probar a su padre y le pidió que le dejase conducir un día su carro. Véase O v i d i o , Met.I 748 ss. y I I 19 ss.

28 Precepto pitagórico que aparece también, pero en valoración positiva, en Tuend. san. 123C y Exil.602B.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 123

sino que la sensatez hace a la propia vida a un tiempo la

mejor y la más dulce. Por eso, purifiquemos la fuente de lapaz del alma que existe en nosotros mismos, para que también las cosas externas concuerden como familiares y amigas, si no las usamos difícilmente:

No debemos irritarnos contra las cosas;a ellas nada les importa. Pero quien encuentracómo situarlas correctamente, vivirá fe liz29.

5. Platón30 comparó la vida a un juego de dados, en elque debemos lanzar jugadas favorables y, una vez que sehan lanzado, usar bien lo que ha caído. Pero en estas dosacciones el lanzar no depende de nosotros, sí, en cambio, elaceptar convenientemente lo que nos viene de la fortuna, y

atribuir a cada uno un lugar en lo que lo conveniente nosbeneficiará más al recibirlo y lo no deseado nos dañará menos, es obra nuestra, si somos sensatos. Pues a quienes sonsimples y sin peso para la vida el éxito les exalta y el infortunio les deprime, como a enfermos que no pueden soportaren sus cuerpos ni calor ni frío. Ambas cosas Ies trastornan,o más bien se trastornan por sí mismos en ambas, y no menos en lo que llamamos bienes. Teodoro31, llamado el ateo,decía que sus oyentes recibían sus discursos con la manoizquierda cuando él los presentaba con la derecha. Así lasgentes sin educación reciben frecuentemente con su izquierda la fortuna que se les presenta por la derecha y po

29 Fragmento del Belerofontede E u r í p i d e s . Cf, N a u c k 2, TGF, pág.446, frag. 287.

30Rep.604c; citado también en Cons. adApoll. 112E-F, pero el pasajecompleto.

31 Teodoro de Cirene (s. iv a. C.), llamado «el ateo», filósofo de laescuela cirenaica y discípulo de Aristipo el Joven, Cf. Is. et Os. 378B y

Vitíos, ad inf. suff. 499D.

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124 MORALIA

nen mala cara. Los sensatos, como las abejas obtienen la miel de la planta más punzante y seca, el tomillo, así de lascircunstancias más penosas toman muchas veces para síalgo conveniente y útil32.

6. Por tanto, es esto lo que en primer lugar debemosejercitar y practicar, como el que falló a su perra con unapedrada pero hirió a su suegra y decía: «¡No estuvo tan

mal!»33. Pues es posible transformar la fortuna desde lo nodeseado. Diógenes34 fue desterrado: «¡No estuvo tanmal!», porque comenzó a filosofar después del destierro.

d Zenón de Citio poseía una sola nave de carga; al enterarse de que se había perdido hundida en el mar con su carga,dijo: «Haces bien, Fortuna, al encaminarme hacia el mantoy el Pórtico»35.

¿Qué nos impide, pues, imitar a ésos? ¿Fallaste en la obtención de una magistratura? Pasarás tu vida en el campoocupándote de tus propiedades. Pero ¿fuiste rechazadocuando buscabas la amistad de un poderoso? Podrás vivir

32 Cf.And. poet. 32E; Aud. 41F-42A. De ahí depende, según B r o e c -

k e r , op. cit., pág. 79, P o r f i r i o , Sobre la abstinencia IV 20. Tambiénsostiene en pág. 80 que el pensamiento proviene de Panecio, como puedededucirse de su utilización por C i c e r ó n en Sobre los deberes (III 3) precediendo a la afirmación en III 7 de haber usado el Perí toü kathékontosde aquél.

33 Cf. Sept. sap. conv. 147C.34 Véase D i ó g . L a e r c . , V I 21 .

35 Zenón de Citio (s. iv-m a. C.), fiindador del estoicismo. Esta anécdota se encuentra con más detalle en D ió g . L a e r c . , VII 2-5. Según esteúltimo fue entonces cuando se hizo discípulo de Crates de Tebas. Sobre elmanto véase lo dicho en n. 24. Respecto a «el Pórtico» seguimos aquí lalectura de todos los manuscritos que, en cambio, ha modificado Helmboldsuprimiendo ten Stoán,en lo que ha seguido a Sandbach. Véase Mor. VI,

pág. 183 L o e b .

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 125

sin riesgos y sin preocupaciones. ¿Te encuentras nuevamente en negocios que conllevan trabajo y cuidados?

Ni tanta agua caliente ablandará sus piernas,

conforme a Píndaro36, como hace la fama y el honor unido aun cierto poder,

trabajo suave y esfuerzo que es un dulce esfuerzo11.

Pero ¿por una calumnia o por envidia te salió al encuentro e

un mal día o te enviaron al cuerno? El viento es favorablepara las Musas y la Academia, como lo fue para Platón cuando sufrió la borrasca en la amistad de Dionisio38.

Por eso es también importante para la paz del alma observar si los famosos no han sufrido nada por las mismas

causas. Como, por ejemplo: ¿La carencia de hijos es motivode tristeza para ti? Mira a los reyes de Roma, ninguno de loscuales dejó el reino a su hijo. ¿Soportas con dificultad tupobreza actual? ¿Y quién preferirías ser de entre los beocios

sino Epaminondas? ¿Quién de entre los romanos sino Fa-bricio? «Pero mi mujer ha sido seducida». ¿No has leído, if

entonces, la inscripción de Delfos,«Me consagró Agis, rey del mar y de la tierra firm e39»,

36 P í n d a r o , ÑemeosIV 4 .

37 Eur.,Bacantes 66.VéaseAmat.758C yAn seni resp. 794B.38 En la Carta VIIP l a t ó n cuenta sus vicisitudes con Dionisio. Puede

haber una alusión a lo que cuenta Dióg, L a e r c . , I I I 19-21: que Platón fuevendido como esclavo a la vuelta de Sicilia y tras irritarse contra él Dionisio el Viejo. Con el dinero de su rescate habría comprado el recinto quefue luego la Academia.

39 P r e g e r , Inscrip. Graec. Metricae,p á g . 7 6 , n ú m . 8 7 , apudH e l m -

b o l d , op. cit.,p á g . 185.

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126 MORALIA

ni has oído que Alcibíades sedujo a su mujer, Timea, y queésta, en susurros con sus servidoras, llamaba al nacido Al

cibíades? 't(l. Esto, sin embargo, no impidió a Agis ser el más468 famoso e importante entre los griegos, como tampoco a Es

tilpón41 llevar la vida más placentera de los filósofos desu tiempo el tener una hija licenciosa. Muy al contrario,cuando Metrocles le censuraba, le dijo: «¿Es mi falta o lade ella?». Y al replicarle Metrocles: «Es su falta, pero tu

desgracia», le contestó: «¿Cómo dices? ¿No son las faltastambién deslices?». «Muy por cierto», dijo aquél. «¿Perolos deslices no son también fracasos de quienes sufrieronaquéllos?». Estuvo de acuerdo Metrocles. «Y los fracasos¿no son también desgracias de quienes sufrieron esos fracasos?». Con un razonamiento manso y filosófico demostró que la maledicencia del cínico era sólo un vano ladri

do.b 7. Pero a la mayoría de la gente le molestan y le exacer

ban no sólo las faltas de sus amigos y familiares sino también las de sus enemigos. Pues la maledicencia, los accesosde cólera, la envidia, la malignidad y los celos mezcladoscon animosidad son el destino de los propios que los poseen, pero irritan también a los insensatos. Así, por ejemplo,

los malos humores de los vecinos, los enfados de los allega-

‘,0 Vida de AlcibíadesXXIII 7 (143D). Este niño fue luego el rey Leo-tíquides depuesto por Lisandro.

Estilpón de Mégara (c. 380-300 a. C.) fue un filósofo de la escuelasocrática bajo cuya dirección alcanzó su máximo esplendor la escuela me-gárica. Su mayor interés estaba en la lógica pero en la moral fue influido

por Crates de Tebas, cf. Dtóo.L a e r c . ,

II 114. Metrocles de Maronea fueun filósofo cínico. Era hermano de Hiparquia y, por tanto, cuñado deCrates. Se le considera inventor de las Chreíai,colecciones de sentenciasmoralizantes con las que condujo el cinismo hacia lo literario. Precisamente en el «ladrido» con el que termina la anécdota hay una alusión a la etimología de cínico.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 127

dos y ciertas miserias de los servidores de nuestros negocios. Por estas cosas me parece que estás tú mismo no menos trastornado y, como los médicos de los que habla Sófocles

lavan una amarga bilis con un remedio amargo42,

así te irritas y te amargas en exceso con sus pasiones y enfermedades, pero no de un modo razonable. Pues incluso los

negocios que realizas con cuidado no están servidos las másde las veces por personas sencillas y buenas, como instrumentos de noble naturaleza, sino por afiladas y retorcidas.No pienses, entonces, que es menester tuyo ni que es fácilenderezar eso. Pero si tratando con ellos tal como son p*rnaturaleza, como un médico usa las tenazas para los dientes

o grapas para las heridas, te muestras suave y moderado,tanto como te sea posible, te alegrarás con tu disposiciónmás que te entristecerás con el desagrado y las miserias deotros, pensando que cumplen lo adecuado a ellos, como losperros si ladran, y ya no reunirás sin darte cuenta muchas cosas molestas, como si afluyeran a un lugar cóncavo y estrecho, esa pequeñez de alma y esa debilidad, llenándote de

males ajenos. Pues bien, por esto algunos filósofos43 censuran incluso la compasión que surge hacia personas infortunadas, en la idea de que está bien ayudar pero no compadecer ni ceder a nuestros próximos. Y lo que es más aún, nisiquiera permiten, cuando nosotros mismos erramos y tenemos una mala disposición de ánimo, que nos desanimemos y lo soportemos mal, sino que nos invitan a curarnossin tristeza el vicio, como es debido. Mira pues ¿cómo no va

42Cf. n. 96 a Coh. ira.4}Alude a los estoicos. La misma idea se expone en Exil. 599B, pero

sin referencia a sus autores.

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128 MORALIA

a ser irracional considerarnos a nosotros mismos ofendidos ye desdichados porque no todos los que nos tratan y se acercan a

nosotros son educados y amables? Considera, querido Pació,si no es que rechazamos y tememos por nuestra parte, sinadvertirlo, no la maldad en general de los que tratamos sino laque atañe a nosotros, por egoísmo y no por aborrecimientodel mal. Pues los entusiasmos excesivos en los negocios, sudeseo y persecución más allá de la dignidad o, por el contra

rio, la aversión y disgusto engendran sospechas y desagradorespecto a los hombres por quienes creemos en un caso ser

f despojados, en otro fracasar. En cambio el hombre acostumbrado a acomodarse a los asuntos sutil y moderadamente llegaa ser el más afable y benigno en su trato con la gente.

8. Retomemos desde entonces nuevamente aquella ar

gumentación sobre los negocios. Pues como en la fiebretodo parece amargo y desagradable al gusto, pero cuandovemos a otros tomando lo mismo sin hacer remilgos ya no

469 culpamos a la comida y la bebida sino a nosotros mismos ya la enfermedad, así también dejaremos de hacer reproches

y remilgos a las cosas si vemos que otros aceptan lo mismo

sin penas y alegremente. Asimismo es bueno para la paz delalma en los sucesos contrarios a nuestra voluntad no mirarcon indiferencia cuanto poseemos de grato y amable sino

oscurecer lo peor mezclándolo con las cosas mejores. Enrealidad calmamos nuestra vista cuando está herida por unaluz demasiado brillante volviéndola hacía los colores de las

flores y de la hierba; en cambio, tensamos nuestro pensa-

b miento en dirección a cosas tristes y lo forzamos a ocuparseen la reflexión de asuntos penosos, arrancándolo casi con

violencia de los que son mejores. Y sin embargo es posible

adaptar aquí sin mucha distorsión lo que se ha dicho de unintrigante:

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s o b r e l a p a z d e l a l m a 129

¿Por qué observas con fijeza, hombre perverso,el mal ajeno, y miras de reojo el tuyo prop io?44

¿Por qué examinas tu propio mal, hombre bendito, y lo haces de continuo claro y evidente, y no pones tu pensamiento

en los bienes actuales? Como las ventosas45 arrancan de lacarne lo peor, así concentras sobre tí mismo los peores de

tus males propios, no haciéndote en absoluto mejor que el

hombre de Quíos, quien, vendiendo a otros vino añejo y generoso, buscaba para sí gustar en el almuerzo un vinilloagrio. Cuando le preguntó alguien a un criado suyo qué había dejado haciendo a su amo, dijo: «Teniendo bienes a su

alcance busca lo malo». Pues también las más de las gentes,pasando por encima de lo excelente y potable que les espropio, corren tras lo desagradable y pernicioso. No era así

Aristipo46, sino capaz de alzarse como sobre una balanzapara lo mejor de sus circunstancias y sentirse a sí mismo aliviado. Pues cuando perdió un buen terreno le preguntó a

uno de los que pretendían condolerse e irritarse con él:«¿No es cierto que tú sólo tienes un terreno y que a mí mequedan tres campos?». Al responderle afirmativamente le

dijo: «¿Por qué no nos condolemos más bien contigo nosotros?». Porque es propio de locos dolerse por lo perdido pero no alegrarse con lo salvado, sino como los niñitos pequeños a los que, si se les quita uno solo de sus muchos

44Sobre el remedio de la vista mirando a cosas tranquilizantes véasetambién más adelante en Frat. am. 490C-D; asimismo en Ser. num. vin.

543E-F; Comp. Arist. Men. 854B-C y Vida de Denióslenes XXII (856B).Sobre los versos cf. K o c k , CAF, adesp.359. Se encuentran también citados en Curios. 515D.

45 Esta misma comparación en Curios. 518B y Exil. 600C.46 Aristipo de Cirene, discípulo de Sócrates y fundador de una escuela

filosófica precursora, en cierto modo, de Epícuro en la ética.

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130 MORALIA

juguetes, lloran y gritan tirando los demás, del mismo modonosotros, fastidiados en mía sola cosa por la fortuna, lamentándonos y sin poderlo soportar consideramos sin provecho

para nosotros mismos todo lo demás.

9. «¿Y qué poseemos realmente?», podría decir alguien.«¿Y qué no poseemos?». Uno tiene fama, otro una casa,otro esposa, otro un amigo querido. Antípatro de Tarso47,

reflexionando ante su muerte sobre los bienes que obtuvopor fortuna, ni siquiera omitió la travesía que realizó de Ci-

e licia a Atenas. Es menester no mirar con desprecio incluso los bienes comunes y poner en una cuenta y estar agradecidos porque vivimos, tenemos salud, vemos el sol; no hayguerra ni revolución, la tierra además nos ofrece su cultivo y el mar que lo naveguen sin temor quienes quieran; es posi

ble hablar, trabajar, estar en silencio, tener ocio. Tendremosuna gran paz de espíritu disfrutando más de estos bienespresentes si nos imaginamos que no los tenemos, al recordarcon frecuencia qué deseable es la salud para los enfermos y

f la paz para quienes están en guerra y, para quien es extranjero y desconocido, adquirir fama y amigos en una ciudad tangrande48, qué penoso es también verse privado de elloscuando se han tenido. Pues cada uno de ellos no se vuelvegrande y honroso cuando se pierde si no era nada mientrasse tenía. El no tener no añade ningún valor a nadie ni tampoco deben adquirirse estas cosas como si fueran grandesy temblar temiendo constantemente quedar privado deellas como si de cosas nobles se tratara, y descuidarlas y

470 despreciarlas como indignas mientras se tienen, sino

47 Antípatro de Tarso, filósofo estoico, director de la Estoa (hacia el140 a. C.) a la que tuvo que defender de los ataques de Carnéades. Fuemaestro de Panecio.

48 Alusión a Roma, donde vive Pació.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 131

usarlas sobre todo para nuestra alegría y gozar de ellas, para que también soportemos más suavemente su pérdida, si llega a ocurrir. La mayoría de la gente, como decía Arcesilao49, piensa que los poemas ajenos, las pinturas, las estatuas deben contemplarse con la inteligencia y la vista, recorriéndolos con exactitud y en cada detalle, pero deja su propia vida, que posee no pocos motivos agradables de contemplar, mirando afuera siempre y

admirando famas y fortunas ajenas como adúlteros a lasmujeres de otros, pero despreciándose a sí mismos y asus propios bienes.

10. Y con todo es esto importante para la paz del alma,el examinarse sobre todo a uno mismo y lo que le concierne, pero si no es posible, mirar a los más necesitados y no,como hace la mayoría, comparararse con quienes les superan. Precisamente, por ejemplo, los encarcelados consideranfelices a los que han sido liberados50, aquéllos a los libres, loslibres a los ciudadanos, ésos a su vez a los ricos, los ricos a

los sátrapas, los sátrapas a los reyes, los reyes a los dioses, ysólo les falta que quieran tronar y relampaguear. Además, al

sentirse siempre carentes de lo que está por encima de susposibilidades nunca están agradecidos por lo que poseen.

No me preocupan los bienes de Giges, rico en oro,ni me tomó la envidia, ni siento celos

de las obras de los dioses, ni deseo un gran reino;pues está muy lejos de mis o jos51.

49 Arcesilao de Pitane, fundador de la Academia Media (316/315-241/240). En Atenas visitó primero el Perípato y siguió a Tcofrasto. Fue ganado para la Academia por Crántor. No dejó escrito alguno, como Sócrates.

50 Esta enumeración en escala se encuentra en T e l e s , pág. 43 H e n s e .

31 A r q u í l o c o , frag. 22 D i e h l y 19 W e s t.

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132 MORALIA

«Aquél era de Tasos» 52.Pero otro es de Quíos, otro gálata o

bitinio y no está contento con la porción de fama o de poder

que le ha tocado en suerte entre sus propios conciudadanos,sino que llora porque no lleva calzado de patricio; pero si localza, porque aún no es pretor de Roma; y si es pretor, porque todavía no es cónsul; y si es cónsul, porque no fue

nombrado primero, sino después53. Y esto, ¿qué otra cosaes que reunir pretextos de desagradecimiento a la fortuna

d para castigarse a sí mismo y pagar condena? Por el contrario, quien tiene una inteligencia que razona sanamente, sabiendoque el sol contempla innumerables miríadas de hombres,

cuantos gozamos de los frutos de la ancha tierra54,

no se sienta gimiendo humillado porque es menos famoso y

rico que algún otro, sino porque vive innumerables vecesmás decorosamente y mejor que millares de hombres, sigueadelante en su camino cantando himnos a su buen genio y a

su vida.En Olimpia no es posible obtener la victoria tras selec

cionar a los competidores, pero en la vida las circunstanciaspermiten ser orgulloso por ser superior a muchos, y ser en

52 En su Retórica (III 17, 1418b 31) A r i s t ó t e l e s cita el primero deestos versos como ejemplo del hacer hablar a otro en lugar de uno mismoy dice que es e! carpintero Caronte quien los pronuncia. Éste serla, pues, eltasio y no Arquíloco que, aun siendo de Paros, también residió mucho

tiempo en Tasos.53 Plutarco alude a la venuntiatio, proclamación de los magistrados

elegidos en los comicios. Para la importancia de ser nombrado en primer

lugar véase C i c e r ó n , En defensa de MurenaVIII 18, en donde el oponente de Murena se jactaba de haber sido nombrado el primero.

s* S i m ó n i d e s , frag. 4 D i b h l ; frag. 542 P a g k , v v . 24-25. Estos versos

son comentados en el Protágoras platónico 349a. Aparecen citados asimismo en P l .u t ., Frat. am. 485C; Quaest. conv. 743F y Comm. not.

1061B.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 133

vidiado más que envidiar a otros, a menos que quieras hacerte antagonista de Briareo o de Heracles55. Pues bien,cuando sientas gran admiración por un hombre llevado enlitera como superior a ti, baja la vista y mira a los portadores; cuando felicites al gran Jerjes por haber atravesado con

el puente de barcas como hizo el hombre del Helesponto56,mira también a los que perforaban el Atos57 bajo el látigo y

a los mutilados en las orejas y la nariz porque se destruyó el

puente por causa de la corriente, y contempla al mismotiempo su pensamiento porque ellos tienen por dichosa tuvida y tus circunstancias.

Sócrates58 al oír a uno de sus amigos que la ciudad eracara, diciendo: «El vino de Quíos cuesta una mina, un traje

de púrpura tres, una cotila de miel cinco dracmas», cogiéndole le llevó al mercado de grano: «Un óbolo el medio sex-tario59. La ciudad es barata». Después, al de las aceitunas:«Un cuarto de óbolo el quénice». Después, a las túnicas sinmangas: «Diez dracmas, la ciudad es barata». Así pues, nosotros también cuando oigamos decir a otro que nuestrosasuntos son de poca monta y terriblemente lamentables,porque no somos cónsules ni gobernadores, podemos decir:

«Nuestros asuntos son brillantes y nuestra vida envidiable;no mendigamos, no llevamos cargas, no adulamos».

55 Briareo, hijo de Urano y Gea, es uno de los gigantes centímanos.Heracles, hijo de Zeus y de la mortal Alcmena, es bien conocido por susdoce trabajos impuestos por Hera.

56 H e r ó d o t o , VII 56 .

57H e r ó d o t o , V II22; P l u t . , co*k. ira.455D.58 T e le s , págs. 1 2-1 3 H e n s e ; D i ó g . L a e r c . , VI 35, cuenta esta anéc

dota con Diógenes. Es, en suma, un rasgo propio de la diatriba.

59 Se trata del hémiekton,medida para áridos que equivale a 16 cotilas.Nuestra traducción intenta dar el significado griego (¡téktos= sexto), ayudándonos de la medida romana, por no haber un equivalente propio.

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134 MORALIA

11. Sin embargo, porque por nuestra necedad acostumbramos a vivir para otros más que para nosotros mismos y,

por tener nuestra naturaleza mucha envidia y malignidad nose alegra tanto con los bienes propios cuanto se disgusta conlos ajenos, mira no sólo el lustre y el renombre de los que envidias y admiras, sino despliega y separa, como una cor-

b tina vistosa, su fama y su apariencia, métete dentro y verásmuchas cosas desagradables y repugnantes que hay en ellos.

Así pues, el famoso Pitaco60, cuya fama de valor, de sabiduría y de justicia era grande, tenía invitados a unos huéspedes, cuando entró su mujer y, llena de ira, derribó la mesa. Los huéspedes quedaron confusos pero él les dijo:«Cada uno de nosotros tiene algún mal. Quien tiene el míoes afortunado».

Ése es tenido p or dichoso en la plaza,pem cuando abre la puerta, tres veces infortunado;su mujer gobierna todo, manda, combate siempre.Por mil cosas se lamenta, yo p or ninguna61.

Muchos males de tal índole están unidos a la riqueza, lafama y la realeza, invisibles para el vulgo, pues los tufos del

orgullo lo enmascaran.c ¡Oh fe liz Atrida, con suerte nacido, venturoso1. 62

60 Pitaco (s. vi a.C.) fue tirano de Mitilene y enemigo político de Al-ceo. En Coh. ira461D cuenta P l u t a r c o la misma anécdota de Sócrates yJantipa.

61 M e n a n d r o , frag. 251 K ó r tb , v v . 4-7. También citado en Virt. et

vit. 100E.62II.I I I 182.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 135

De fuera viene esa felicitación, de armas, de caballos y de

un ejército extendido, pero desde dentro testimonian encontra de su vanagloria las voces de sus sufrimientos:

El hijo de Crono, Zeus, me enredó en una profunda desdi-[chaa

y

te envidio, anciano.Envidio de entre los hombres a quien sin peligro

ha pasado su vida ignorado y sin gloria64.

Por tanto, es posible también con esas reflexiones disminuir

los reproches contra la fortuna así como la humillación y eldesprecio que sentimos por lo propio por admirar lo del vecino.

12. Además, amengua no menos la paz del alma el nousar impulsos moderados, como velas de nave, conforme anuestra capacidad, sino que si, aspirando a cosas mejores,nos vemos después defraudados en nuestras esperanzas,

acusamos a la divinidad y a la fortuna pero no a nuestrapropia necedad. Porque no es desafortunado quien quieredisparar flechas con un arado o cazar la liebre con un buey ni tampoco se opone un genio maligno al que no capturaciervos ni jabalíes con mallas de junco y redes, sino su necedad y tontería a los que intentan lo imposible. Pero la causa es principalmente el amor propio que los hace amigos de

los primeros puestos y de vencer en todo y de perseguir to-

“ // .n 111 y IX 18.6 4 E u r í p i d e s . , ¡figenia en Áulide 16-18. Agamenón se dirige a. su

anciano servidor.

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136 MOR A 1,1 A

e do insaciablemente. Pues no pretenden sólo ser al mismotiempo ricos, entendidos, fuertes, convidados gratos y gente

agradable, amigos de reyes y magistrados en las ciudades,sino que, si no tienen también perros, caballos, codornices65y gallos de pelea que sean primeros en premios, se desaniman.

Dionisio el Viejo66 no se contentaba con ser el más importante de los tiranos de su tiempo, sino que, porque no

cantaba mejor que el poeta Filóxeno67 ni superaba a Platónen la dialéctica, se enojó y se excitó hasta el punto de arrojar al uno a las latomías y de enviar al otro a Egina para servendido como esclavo68. No era así Alejandro; por el contrario, cuando Crisón69 el corredor, que competía con él envelocidad, pareció cederle voluntariamente, se enfadó mu-

f chísimo. Y cuando el Aquiles de los poemas dijo bien:

Yo que soy cual ninguno de los aqueos de broncíneas túni-[cas,

añadió:

65 En la Antigüedad las codornices eran, como los gallos, utilizadas en

competiciones, aunque en exhibiciones sin oponentes. Éstas tuvieron granauge en tiempos de Pericles. Sobre esta moda véase O. K e l l e r , Die anti-ke Tierwelt, II, págs. 163-164.

66 Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa. Véase n. 38. Se cuenta lomismo enAlex.fort. virt.334C.

67 Filóxeno de Citera (435/4-380/79), poeta ditirámbico, se vio arrojado a las latomías(canteras de piedra abandonadas donde ya habían arrojado anteriormente a los atenienses prisioneros, según cuenta T u c í d i d e s ,

VII 86) por haber retocado una tragedia que Dionisio le había enviado.Plutarco lo cuenta en la obra mencionada en nota anterior.

68 Véase nuevamente n. 38.w Esta anécdota de Alejandro y Crisón se narra asimismo enAdulat.

58F. Sin embargo, Alejandro y Crisón de Hímera no fueron contemporáneos.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 137

En la guerra; pero en el ágora hay o tm s mejores70.

Pero cuando el persa Megabizo subió al taller de Apeles e 472

intentó charlar acerca de su arte, Apeles le cerró la boca

diciendo: «Mientras estabas callado me parecías alguienpor tu oro y tu púrpura; ahora en cambio, incluso estos

muchachitos que muelen el ocre se burlan de tus bobadas»71.

Algunos creen que los estoicos bromean cuando oyenque llaman a su sabio no sólo prudente, justo y valerososino también orador, poeta, general, rico y rey. Ellos se pretenden dignos de todos esos títulos y, si no los obtienen, semolestan. Sin embargo, incluso entre los dioses cada uno btiene una facultad: uno es el dios de la guerra, otro de laadivinación, otro de la ganancia72; y Zeus a Afrodita, como

no tiene parte en las obras de la guerra, la ha enviado a ocuparse de los matrimonios y de las cámaras nupciales73.

13. Hay, sin duda, ciertas ocupaciones que no puedencoexistir sino que más bien se oponen por naturaleza. Así,por ejemplo, la práctica de la oratoria y la adquisición de

conocimientos matemáticos requieren ausencia de negociosy tiempo libre, mientras que el poder político y la amistad

70II .xvni 105-106.

71 Igualmente se cuenta en Adulat. 58D. Según E m a n o , Varia Historia II 2, e! pintor habría sido Zeuxis. Ninguno de los dos Megabizos conocidos, uno contemporáneo de Darlo y otro de Jerjes, fue contemporáneo

de Apeles ni de Zeuxis, que vivieron a finales del s. v y comienzos del íva. C. P l in i o e l V ie jo (Ilist. nat. X X X V 36, 12) habla de Apeles y Ale

jandro.72 Cf. V o n A u n im , SVF, III 164, frag. 655, yAdulat. 58E. Los dioses

aludidos son Ares, Apolo y Hermes.73II.V 428-430.

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138 MORALIA

de los reyes no tienen éxito si no es con trabajos y el tiempoocupado, Y por cierto que «el vino y el atiborrarse de carne

hacen al cuerpo tuerte y robusto, pero al alma débil»74,c También el cuidado y la guarda continua del dinero aumen

tará la riqueza; desprecio y desdén hacia él será un gran viáticopara la filosofía. Por ello no todo es adecuado a todos, sino quees menester, siguiendo la inscripción pítica75, conocerse a símismo, después usarlo en aquello solo a lo que uno está adecuado naturalmente sin violentar la naturaleza, arrastrándose al deseo unas veces de una clase de vida, otras de otra76.

En el carro el caballo;en el arado el buey; a lo largo de la nave se adelanta veloz-

[mente el delfín;pero si piensas la muerte de un jabalí es preciso encontrar

[un perro tenaz11.

Pero el hombre que se irrita y se disgusta porque no es unleón

criado en las montañas, confiado en su fuerza7S,

74 Cita del escritor y médico Androcides. Cf. Es. carn. 995E.75 El famoso gnolhi sautónal que ya alude Sócrates en el Fedropla

tónico (229e) y que se encontraba en el frontón del templo de Apolo.También aparece en Adutat. 65F y en Sept. sap. conv. 164B entre otrasmáximas de los Siete Sabios.

76 La traducción de este pasaje presenta alguna dificultad por no estarexplícito el régimen del verbo chrésíhai.Hemos consultado las traducciones de D u m o r t i e r -D e f ra d a s (Belles Lettres), H e l m b o l d (Loeb) y Pi-s a n i (Moralia I, Biblioteca delPImmagine). Por otra parte las coincidencias con Cíe., Sobre los deberesI 113 y Sén., Sobre la iraIII 7, 2 en

el pensamiento hacen pensar a B r o e c k é r , op. cit., págs. 128-129, en unorigen común en Panecio.

77 P í n d a r o , frag. 234 S n e l l ; 220 B o w r a . Citado también en Virt.

mor.45ID.78 Od. V I 130.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 139

y al mismo tiempo un perrito maltes75, mimado en el regazo

de una viuda, ha perdido la cabeza. No es, en absoluto, mejor que éste quien quiere ser a un tiempo un Empédocles, un

Platón o un Demócrito escribiendo sobre el universo y laverdadera naturaleza de la realidad y, en un tiempo, acostarse con una vieja rica, como Euforión80, o como Medio81 serun compañero de juerga de Alejandro y beber con él; seenfada y se disgusta si no es objeto de admiración por su

riqueza como Ismenias82 y por su valor como Epaminondas.Pues los corredores no se desaniman por no llevar coronas deluchadores sino que se ufanan y se alegran con las suyas propias:

Obtuviste Esparta en suerte, órnalaS3,

y también Solón:

Pero nosotros no cambiaremos con ellossu riqueza por la virtud; porque lo uno es firme,las riquezas unas veces las posee un hombre, otras otroM.

79 Los perros de Malta eran muy apreciados en la Antigüedad como animales de compañía. Véase O. K e lle r, op. cit.,I, págs. 92-95. Su posesión essubrayada como un rasgo de la vanidad en Teofrasto , CaracteresXXI9.

80 Euforión de Calcis (en Eubea) se hizo rico por su matrimonio con laviuda de un gobernante local, Alejandro de Corinto (muerto hacia el 245 a.C.), y estudió en Atenas antes de dejar la Grecia continental y ocupar el puestode bibliotecario en Antioquía durante el reinado de Antíoco III el Grande.

81 Cf. Vida de Alejandro LXXV (706C); Adulat. 65C; Tuend. san.I24C; Arriano, Anábasis Vñ 225, 1.

82 Ismenias o Hismenias, político tebano famoso por su riqueza. Estuvo siempre en una posición anti-espartana, así en el desencadenamiento de

la guerra de Corinto, y cuando Fébidas se apoderó de la Cadmea fue ejecutado por medismo (382 a. C.).

83Del Télefo de E u r í p i d e s . Cf. N au ck 2, TGF, frag. 723. Citado

también en Exil.602B.8 4 S o l ó n , frag. 4 D i e h l . Citado a si m i sm o e n Prof. virt. 78C; Cap. ex

inim. ut.92E; Vida de SolónIII 2 (79F).

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140 MORALIA

Estratón, el filósofo de la naturaleza, cuando oyó que Me- nedemo tenía múltiples alumnos dijo: «¿Qué hay de asom

broso en que sean más los que quieren bañarse que los quequieren ungirse en aceite?»85.

Aristóteles, escribiendo a Antípatro, decía: «Le está biena Alejandro sentir orgullo porque gobierna a muchos hombres, pero no menos a aquellos que creen sobre los dioses loque es debido»86. Pues así, a quienes veneran lo propio no

Ies enojarán los bienes de sus vecinos. Y en realidad nopretendemos que la vid produzca higos ni el olivo racimosf de uvas, sin embargo nosotros mismos, si no tenemos al

mismo tiempo las ventajas de los ricos y las de los entendidos, las de los militares y las de los filósofos, las de los aduladores y las de la gente franca, las de los ahorrativos ylas de los gastosos, nos denunciamos, estamos a disgusto

con nosotros mismos y nos despreciamos en la idea de quevivimos de un modo precario y vulgar.

473 Además vemos que incluso nuestra naturaleza nos lorecuerda. En efecto, igual que dispuso para los diferentesanimales diferentes alimentos y no hizo que todos fuerancarnívoros o se nutriesen de semillas o raíces, así dio a loshombres variados recursos para vivir:

85 Estratón de Lámpsaco, filósofo de la escuela peripatética de la quefue escolarca después de Teofrasto (c. 287-269 a. C.), tuvo sus principales

intereses en las ciencias naturales, aunque también escribió sobre otros

muchos asuntos. Menedemo de Eretria (339-265 a. C. aproximadamente)era famoso por su agudeza en la argumentación, aunque nada se sabe conseguridad de su filosofía. Parecidamente se habla de Zenón y Teofrasto enProf. virt.78D-E yLaude, ips. 545F.

86 A ris t. , frag. 664 R o s e . Cf. Prof. virt. 78D, Adulat. 545A y J u l i a

n o , Ep. a Temistio,p ág . 487 P e t .

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 141

Al pastor, al labrador, al pajarero y a aquél a quien el mar[alimenta87.

Por consiguiente, tras escoger lo necesario para nosotros y trabajarlo, debemos dejar lo de los demás, y no probar queHesíodo se quedaba corto cuando dijo:

El alfarero odia al alfarero y el carpintero al carpinteroS8.

Pues no sólo sienten envidia mutua los del mismo oficio y los que comparten iguales modos de vida, sino que tambiénlos ricos envidian a los hombres cultivados, y los famosos alos ricos, los abogados a los sofistas y, por Zeus, hombreslibres y patricios sienten admiración y consideran afortunados a los comediantes con éxito en el teatro, a los bailarines

y a los criados de la corte de los reyes, con lo cual se procuran tristeza y perturbación inmoderadamente.

14. Pero que cada uno tiene en sí mismo la despensa desu tranquilidad o de su intranquilidad, y las tinajas de los bienes y de los males hincadas no «en el suelo de Zeus»89sino apoyadas en el alma, lo demuestran las variedades de

pasiones. Pues los insensatos desprecian incluso los bienespresentes y se descuidan de ellos por estar siempre en tensión ante el futuro en sus preocupaciones. Los prudentes, encambio, hacen suyos los que ya no existen al representarlosvivamente en su recuerdo. Porque el presente, que nos permite tocarlo en una mínima porción de tiempo y que des

87 P í n d a r o , ístmicas 148. Citado también en Pyth. or.406C.88 H es ío d o , Trabajos y Días25 .

89II. XXIV 527-528; Aud. poet. 24B; Cons. ad Apoll. 105C; Exil.60C; Is. et Os. 369C. Con bastantes divergencias lo cita P l a t ó n en Re

pública379d.

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142 MORALIA

pués huye a nuestra percepción, no le parece ya a los insensatos que nos concierna ni que sea nuestro. Al contrario,

como el hombre que, trenzando juncos, está pintado en elHades dejando a un asno que devore hasta consumir lo trenzado90, así el olvido insensible e ingrato que se apodera de

d la mayoría de las personas y las devasta, borrando toda clasede acción y de éxito, cada ocio grato, compañía o goce, nopermite que la vida sea una, trenzándose a la vez pasado

con presente. Dividiéndolo el olvido, como si el ayer fuesedistinto del hoy y parecidamente el mañana no lo mismoque el hoy, sitúa en seguida todo lo sucedido en lo que nuncasucedió por no ser ya recordado. Pues los que en las escuelassuprimen el crecimiento, en la idea de que el ser fluye continuamente, hacen en teoría a cada uno de nosotros otro diferente de sí mismo; pero quienes no apoyan en el recuerdo lo ante-

e rior ni lo aceptan, sino que de hecho lo dejan pasar, se hacen así mismos cada día deficientes, vanos y pendientes del mañana, como si el año pasado, anteayer y ayer no se relacionarancon ellos ni hubieran ocurrido para ellos en absoluto91.

90 Era una escena de los frescos de Polignoto en Ja Leschede Delfos.

Según P a u s a n i a s (X 2 9 , 1) el personaje es Ocnos, cuya esposa, representada en ia pintura corno una burra (théleia ónos),devoraba el patrimoniofamiliar. Trenzar los juncos de Ocnos se había convertido en un proverbioque significaba un trabajo inútil, tal como podía ser un castigo de las Da-naides llenando continuamente los cántaros agujereados. Véase tambiénD i o d o r o , 1 9 7; P l in i o , Hist. nat. X X X V 1 3 7 .

91 En otros pasajes de Moralia se refiere Plutarco más concretamenteal tema del crecimiento como originario de Epicarmo. Así en De sera

numinis vindicta559B alude al razonamiento sofístico del crecimiento quese basaría en bromas de Epicarmo que reproduce a continuación. Másexpresamente lo dice en Comm. not. 1083A, donde cita a Crisipo comofuente de esta atribución. También se habla de ello en ia Vida de Teseo23,1; y, finalmente, en E ap. Delph. 392D sólo se repite el argumento deltiempo con alusiones a Herácl*to.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 143

15. Eso es, pues, lo que perturba la paz del alma, peromás aún esto otro, cuando, como las moscas se resbalan enlas superficies pulidas de los espejos pero se adhieren a laspartes ásperas y rayadas, así los hombres escapando de losasuntos alegres y placenteros se enredan en el recuerdo delos desagradables o, todavía más, como se arrojan los escarabajos en Olinto, según se cuenta, a un lugar que llaman«Mataescarabajos»92, y no pudiendo salir de allí, mueren f

dentro mientras dan vueltas y giran en círculo, afluyendo asíal recuerdo de sus males, no quieren recuperarse ni tomarrespiro. Pero es preciso que en el alma, como los colores enun cuadro93, mientras se destacan los asuntos luminosos ybrillantes se oculten y supriman los oscuros. No es posible, 474

en efecto, borrarlos ni liberarse totalmente de ellos. «Laarmonía del mundo es alternativa como la del arco y la lira»94 y ninguna de las cosas humanas es pura y sin mezcla. Perocomo en la música hay sonidos graves y agudos y en la gramática vocales y consonantes, y además el músico y el gramático noes quien aborrece y evita unas u otras sino que sabe servirse deellas y mezclarlas adecuadamente95, así también, por tener las

cosas sus opuestos, poique según Eurípides96:

92 A r i s t . , De mirabilibus auscultationibus 120 (842a 5f); P l i n i o ,

Hist. nal.X I34, 99.93 Parecidas comparaciones en Is. et Os. 352B; Exil. 599F-60A; He-

rod. mal.863E.94 D e l s - K r a n z , Die Frag. der Vors., I, pág. 162, frag. 51. Cf. Is. etOs. 369B\A n.procr. 1026B.

95 P l a t ó n , Filebo 17ass.; Quaest. conv. 613E.96 N a u c k 2, TGF, E ur., frag. 21, w . 4-5. Este fragmento pertenece al

Eolo. P l u t a r c o lo cita asimismo en Aud. poet. 25C-D y en Is. et Os.369B, donde está asociado con la cita precedente de Herácl*to.

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144 MORALIA

El bien y el mal no podrían estar aparte,sino que existe una mezcla, de suerte que esté bien todo,

b no debemos desanimamos ni ceder ante el mal, sino como

los músicos armonizan siempre los sonidos bajos con losaltos y acompasan los peores con los buenos, asi hacer lamezcla de núes tía vida armoniosa y adecuada para nosotrosmismos.

Pero no es verdad, como dice Menandro, quepara cada hombre está presente un espírituen cuanto nace, para bien iniciarle en la v ida97,

sino más bien, conforme a Empcdoclcs, son dos quienes nostoman a cada uno de nosotros al nacer y nos inician, hados o

espíritus:A llí estaban Ctonia y Helíope de larga vista,la ensangrentada Deris y Harmonía de grave mirada,Calisto, Escra, Toosa y Denea,

c la amable Nemertes y Asafia de negros ojos98.

16. De tal suerte en nuestro nacimiento hemos recibido,mezcladas, semillas de cada una de estas pasiones y por esotenemos muchas irregularidades. El hombre inteligente suplica obtener lo mejor, pero espera también lo contrario y se

sirve de ambos, evitando lo excesivo. Pues no sólo «el quepide menos al mañana», como dice Epicuro, «avanzará con

97 Frag. 714, vv. 1-3 K ó r t e .98 D i e l s - K r a n z , Die Frag. der Vors., I, págs. 3 6 0 - 3 6 1 , frag. 122.

Estas parejas de divinidades menores (daimones)femeninas son personificaciones de abstractos. Traducidos sus nombres podrían ser: Terrenal ySolar; Discordia y Armonía; Belleza y Fealdad; Velocidad y Lentitud;Certeza e Inseguridad.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 145

mayor alegría al encuentro del mañana»99, sino que tambiénriqueza y fama, poder y magistraturas hacen gozar más aquienes menos temen sus contrarios. Así el deseo vehemente por cada una de estas cosas engendra un temor aún másvehemente de que no permanecerán y hace débil e insegura

nuestra alegría, como una llama expuesta al viento. Puesaquel a quien la razón concede decir a la fortuna sin temorni temblor:

Dulce es que me traigas algo,pero poca pena habrá si me dejas10°,

a ése le hace gozar más de lo presente su confianza y faltade temor que su pérdida como la de algo insoportable. Porque es posible no admirar solamente la disposición de Ana-

xágoras por la cual exclamó a la muerte de su hijo: «Sabíaque lo engendré mortal»l01, sino también imitarla añadiendoa cada ocurrencia de la suerte: «Sé que mi riqueza es efímera e insegura; sé que quienes dan el mando pueden quitarlo;sé que mi mujer es buena, pero que es una mujer y que miamigo es un ser humano, criatura mudable por naturaleza»,como dijo Platón102. Tal preparación y disposición, cuando

ocurre algo no querido e inesperado, no aceptan aquello de«no lo hubiera creído», ni «esperaba otra cosa» ni el «niaguardaba eso», y así apartan latidos y palpitaciones delcorazón y restauran nuevamente y sin tardanza lo enloque-

99 U se n e r , Epicúrea,pág. 307, frag. 490. Véase H o r a c io , Ep. 14, 13-14.

109 Este verso, según H e l m b o l d , op. cit., pág. 222, n, a, h a sido atri

buido a C a l í m a c o (c f. frag. anón. 3 7 1 S c h n b i d b r ) . Véase también S é n . ,

Sobre la paz del almaXI 3.101 También en Cons. ad Apoll. 118D; Coh. ira463D; Cíe., Tusctda-

nasIII, 14 y 24.102 P l a t ó n , CartaXIII 360d. También Coh. ira463D.

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146 MORALIA

f cido y trastornado. Caméades, ciertamente, recordaba que enasuntos de importancia lo inesperado es total y absolutamente

lo que produce tristeza y desánimo103. Así, el reino de Mace- donia era una parte infinitamente pequeña frente al poder de

475 los romanos, pero Perseo, después de perder Macedonia, lamentaba su suerte y parecía a todos el hombre más infortunado y de un destino más duro104. En cambio Emilio, su vencedor, tras haber resignado en otro el poder supremo de casi toda

la tierra y el mar, era coronado, hacía sacrificios mientras eratenido por feliz y con razón. Pues éste sabía que había tomadoun mando que habría de devolver, pero aquél lo perdió sin haberlo esperado. Bien ha enseñado el poeta lo que se refiere aun suceso inesperado: Ulises, en efecto, lloró cuando su perrole movió la cola105, pero no experimentó nada similar sentado

junto a su mujer en llanto106, porque aquí había llegado con el

sentimiento dominado y prevenido por la razón, pero cayó enaquello sin haberlo esperado y repentinamente.

b 17. En general, puesto que entre las cosas contrarias anuestra voluntad unas, por naturaleza, nos traen tristeza y agobio, mientras que a otras en su mayor parte nos acostumbramos y aprendemos a no soportarlas por una falsaopinión, no es inútil tener siempre a mano contra esto elverso de Menandro107:

103 Caméades de Cifene (213-129 a. C.), filósofo que fue escolarca dela Academia y desarrolló el escepticismo introducido por Arcesilao. Estemismo pensamiento se expresa en Virt. mor. 449E, pero sin ser atribuido a

este filósofo.

104 Véase la Vida de Paulo EmilioXXXIV 1-2 (273C-E), donde nanaP l u t a r c o la conducta poco digna de Perseo en el cortejo triunfal tras la

derrota de Pidna.105 Od. XVII302-304.106 Od.XIX 208 ss.107 De los Epitrepontes, frag. 9 K ó r t e . Véase también Exil. 599C.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 147

No sufres ningún mal s i no lo aceptas,

(pues ¿en qué te afecta, dice, si no te toca ni a tu carne ni atu alma, como sucede, por ejemplo, con un bajo nacimientode tu padre, o el adulterio de tu mujer, o la pérdida de unacorona o de la preferencia en el asiento, cosas cuya presencia no impiden a un hombre tener su cuerpo y su alma en lamejor disposición?). Y contra las cosas que parecen entris

tecer por naturaleza, como enfermedades, sufrimientos,muertes de amigos o de hijos, está aquel famoso verso deEurípides:

¡Ay de mí! ¿Por qué ay? Estamos sufriendo lo propio de los[mortales108.

Pues ningún razonamiento ayuda tanto a nuestro elementoemocional cuando está deprimido y desfalleciente como elque recuerda nuestra necesidad común y física con la que,estando mezclado el hombre a través del cuerpo, le da esteúnico asidero a la fortuna, mientras permanece seguro ensus elementos dominantes y superiores109.

Demetrio, cuando tomó la ciudad de Mégara, preguntó a

Estilpón si no se le habría arrebatado alguno de sus bienes.Estilpón dijo que no vio a ninguno llevándose «sus propiedades»810. Y así, si la fortuna nos arrebata y nos priva de

todo lo demás, tenemos algo semejante en nosotros mismos:

10g N a u c k 2, TGF,frag. 300, procedente delBelerofonte.Alusión a la división tripartita del alma propia de la doctrina pla

tónica. Este elemento emocional o pasional (lo pathétikón), como unalower soul, se opone a los elementos concupiscente y racional (td epi-thumétikóny td logistikón).Véase también nota 8.

110 Demetrio Poliorcetes (336-283 a. C.), hijo de Antígono, en lasmuchas guerras que llevó a cabo contra los Diádocos a favor de su padreconquistó Mégara el 307. Él mismo fije rey de Macedonia del 294 al 288.

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148 MORALIA

Cual los aqueos no podrían llevarse ni apresar111.

Por ello112, no debemos en ningún caso humillar ni rebajar ala naturaleza en la idea de que no posee nada fuerte, ni firme ni superior a la fortuna, sino, por saber lo contrario, queuna pequeña parte del hombre es lo corruptible y perecedero con lo cual recibe la fortuna, mientras que nosotros mismos dominamos la parte mejor en la que están fundamenta

dos los máximos bienes, opiniones útiles, conocimiento, razonamientos concluyentes en la virtud que poseen su esencia inalienable e incorruptible, ser imperturbables y confiados ante el futuro, diciendo a la fortuna lo que Sócrates113,pareciendo decirlo a sus acusadores, decía a los jueces, queÁnito y Méleto pueden matarle, pero no pueden causarledaño. Porque la fortuna puede rodearse de enfermedad,

quitarnos las riquezas, calumniarnos ante el pueblo o el tirano, pero no puede hacer malo, cobarde, débil, innoble yenvidioso al hombre bueno, varonil y magnánimo ni quitarlesu disposición, cuya constante presencia es de mayor provecho para la vida que la del piloto frente al mar. Pues un piloto ni puede amainar la violencia de la ola y del viento ni

Estilpón de Mégara (380-300 a. C.) fiie el máximo representante de laescuela filosófica de esta ciudad que arranca de Euclides, amigo y discípulo de Sócrates. Esta respuesta de Estilpón se halla también en la Vida de

DemetrioIX (893 A) y enLib. educ. 5F, refiriéndose al conocimiento en el

primer caso y a la virtud en el segundo.111 Adaptado deII.V 484.112 Este pasaje es citado por E s t o b e o , II, pág. 161 W a c h s m u t h , co

mo de un tratado plutarqueo sobre la amistad (Ek toú Ploutárchou periphilías).H e l m b o l d , op. cit.,pág. 229, cita la opinión de P a t z i g , (Quaest.Plut., pág. 34), según el cual se trataría solamente de un error de copista

por euthymías.La existencia de tal tratado Sobre la amistades desconocida.113 P l a t ó n , Apol. 30c-d. E p i c t e t o , Disertaciones I, XXIX 18 y Ma

nual LUI 3-4.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 149

alcanzar puerto donde quiere, cuando lo necesita, ni puede

aguantar confiadamente y sin temor lo que sucede. Mientrasque no ha renunciado a hacer uso de su técnica,

habiendo arriado la vela mayor al p ie del mástil,intenta escapar del mar tenebroso1i4;

pero cuando el mar se eleva por encima suyo, se sienta tem- 476bloroso y agitado. La disposición del hombre prudente procura al máximo la calma a su parte corporal, destruyendo lapreparación de enfermedades con el dominio de sí, una dieta sensata y trabajos moderados. Aunque desde fuera llegue

el comienzo de una afección, como una navegación a travésde escollos115 «los esquiva con un aparejo ligero y sutil»,como dice Asclepíades116. Pero si se presenta y domina algo

grande e inesperado, cerca está el puerto y es posible nadardesde el cuerpo como desde una chalupa que hace agua117.

114 N a u c k 2, TGF, f r ag . 377 adesp. C i t a d o d e o t r a m a n e r a e n Superst.169B.

115 La metáfora marina, tan querida a Plutarco, da lugar en las traducciones de Helmbold y Dumortier-Defradas a una interpretación de spilá-

dos, como storm en el primero y rnfale de vent en el segundo, que nosparece innecesaria. Tanto el Dictionnaire Grec-Frangais de A. B a i l l y

como el Greek-English Lexicónde L i d d e l l - S c o t t - J o n e s traducen spiláscomo roca o escollo en el mar. Pensamos que Plutarco tiene en mente unlugar costero, lleno de rocas, ya que seguidamente se habla de la cercanía

del puerto. Parece, pues, correcto traducir diadromé... spíládos como«navegación a través de escollos».

116 Asclepíades de Sanios, (c. 300 a. C.), poeta alejandrino famoso por

sus epigramas.117 Parece clara la alusión al suicidio, en lo que podríamos observar

cierta influencia estoica. Si bien P l u t a r c o admira el suicidio de Demós-tenes (Comparación de Cicerón y Demóstenes 5, 888C), lo combate enotros pasajes de controversia estoica o epicúrea como Stoic. rep. 1042D,Comm. not. 1063D, Suav. viv. Epic. 1103E.

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150 MORALtA

18. Pues el temor a la muerte, no el deseo de vivir, haceb al insensato dependiente de su cuerpo, abrazado a él como

Ulises"8 al cabrahigo por temor de Caribdis que estaba debajo,

donde el viento no deja permanecer ni navegar’19,

a disgusto con esto y temeroso de aquello. Pero quien comprende de algún modo la naturaleza del alma y reflexiona en

que su cambio en la muerte es para mejor o al menos paranada peor, tiene su ausencia de temor ante la muerte como no pequeño viático de serenidad ante la vida. A quien puedevivir placenteramente mientras domina la parte grata ypropia y despedirse sin temor, cuando predomina lo ajeno y contra naturaleza, diciendo:

la divinidad misma me librará, cuando yo quiera120,

c ¿qué dificultad, qué desagrado o qué perturbación pensaríamos que pueda afectarle? Pues el que dice: «Te he tomado la delantera, Fortuna, y te he privado de cualquier entrada» 121, se ha fortificado no con cerrojos, llaves ni mura

llas, sino con preceptos y razones de los que hay parte paratodos los que lo quieren. Y no debemos rechazar nada nidesconfiar de estos razonamientos, sino con admiración,celo y entusiasmo probarse uno mismo y al tiempo obser-

d varse en las cosas pequeñas con vistas a lo mayor, sin huirni apartar del alma el cuidado de ellas ni escapar hacia el «quizás no habrá nada más desagradable». Pues la condes-

118 Od. XII 4 3 2 . S o b re e l c a mb io d e l a lma t r a s l a mu e r t e c f . e n ig u a l

s e n ti d o e l fr ag . 17 S a n d b a c h d e lDe anima.119 N a u c k 2, TGF, f rag . 250 de l Filoctetesd e E s q u i l o .

120 E u r ., Bacantes4 9 8 ; v é a se H o r . , Ep.1 1 6 , 7 8 -7 9 .

121 M e t r o d o r o d e L á m p s a c o , f ra g . 4 9 K o r t e .

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 151

cendencia del alma, que se ejercita siempre en lo más fácil y

se retira de lo no deseado hacia lo más grato, engendra relajamiento y blandura desentrenada. Pero el alma que seejercita en imaginar enfermedad, sufrimiento y destierro y

se fuerza en su razonamiento ante cada uno de ellos hallarámucha falsedad, vaciedad y corrupción en lo que parecedifícil y temible, como muestra la razón en cada caso 122.

19. Con todo, muchos se estremecen con el verso deMenandro123:

No se puede decir mientras se está vivo «Yo no sufriré eso»,

sin saber cuán gran bien es para prevenir la tristeza el estudiar y poder mirar de frente a la fortuna con los ojos abier

tos y no forjar en uno mismo imaginaciones «delicadas, etiernas»124 como si nos alimentáramos en las sombras defrecuentes esperanzas que ceden siempre y no resisten anada. Podemos, sin embargo, replicar aquello otro frente aMenandro: cierto,

No se puede decir mientras se está vivo «Yo no sufriré eso»,

pero es posible decir mientras se vive «Yo no haré eso: no

mentiré, no obraré sin escrúpulos, no defraudaré, no intrigaré». Esto depende de nosotros y no es pequeño, sino grandepara la paz del alma. Como, a su vez, lo contrario,

la conciencia de haber cometido cosas horriblesl25,

122 Cíe., Tuse. III81 ss.123 M e n ., frag. 2 9 5 K o r t e , v . 1.

124 Alusión a Od. XXI 151.

125 E ur., Orestes396.

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152 MORALIA

f como una llaga en la carne deja en el alma el arrepentimiento que la hiere constantemente y la hace sangrar126. Pues la

razón suprime las demás penas, pero suscita ella misma elarrepentimiento porque el alma siente remordimiento en

477 medio de la vergüenza y se castiga a sí misma. Pues como

quienes sienten escalofríos sofocados con fiebres continuaso con ardores sienten mayores molestias y están peor que

los que sufren los mismos padecimientos provocados exter

namente por el calor o el frío, así los vaivenes de la fortunaproducen penas más livianas, como si fueran traídas desdefuera. Pero este verso:

Nadie fue causante de esto a mi juicio, sino yo mismo n i,

que se lamenta con sus errores desde el interior de sí, hace

con la vergüenza más pesado lo doloroso. Por eso ni unacasa rica, ni abundancia de oro, ni la dignidad de linaje, nigrandeza en el poder, ni tampoco gracia o habilidad en eldecir procura a la vida tanta calma cuanta un alma purifica-

b da de negocios y de malos propósitos que tiene el carácterimperturbable y sin mancilla como fuente de vida. De ella128 brotan las buenas acciones que poseen la actividad

entusiasta y alegre acompañada de orgullo y el recuerdomás grato y seguro que la esperanza de Píndaro129, sustentadora de la vejez. Pues «los incensarios, aunque estén vacíos, guardan por mucho tiempo su aroma», como decía

126 Estep a sa je a p a re c e c ita d o porE sTO BEO , III, p á g . 604 H e n s b .

127 Según H e l m b o l d , op. cit., pág. 237, n. a, este verso fiie asignadopor Schneider a C a l i m a c o , pero él lo ve como una imitación de H o m e r o ,

litada1335.

128Adulat. 56B; Virt. etvit. 100C.129 Píni)., frag. 214 S n e l l - M a e h l e r ; P l a t ó n , Rep. 331a. Quizás

alusión más adelante en Frat. amor.480C.

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SOBRE LA PAZ DEL ALMA 153

Carnéades l3°, y en el alma de quien es sensato las buenasacciones no dejan de poseer siempre una memoria agradable

y fresca con la cual se riega la alegría y florece, despreciando a quienes se lamentan y hacen reproches a la vida, como

una tierra de desgracias o un lugar de exilio designado aquípara las almas.

20. Y admiro a Diógenes, quien, al ver a su huésped de

Lacedemonia preparado con gran liberalidad para una fiesta, le dijo: «¿No considera un hombre noble cualquier díauna fiesta?». Y esplendorosa, por cierto, si somos sensatos.Pues el universo es un templo, el más santo y adecuado a ladivinidad. En éste se introduce el hombre por su nacimientocomo espectador no de estatuas hechas por manos humanase inmóviles, sino de esencias inteligibles cuales, dice Pla

tón131, una mente divina reveló como imitaciones sensiblesque poseen un principio de vida y de movimiento, el sol, laluna, las estrellas, Jos ríos que fluyen constantemente con unagua nueva y la tierra que produce alimento para plantas yanimales. Por ser de ellos la vida, iniciación a los misteriosy rito más perfecto’ debe estar llena de paz y gozo. No es así

como la gente aguarda las fiestas de Crono, de Zeus, las Pa-nateneas132 y otros días semejantes, para divertirse y tomar

130 Para Caméades véase supra n. 103. Comparación similar se hallaen Virt. etvit. 100D.

131 Timeo92c y Epínomis984a.132 Con las fiestas de Crono Plutarco tiene en mente, con toda proba

bilidad, los Saiurnaliaromanos, aunque también se celebraban en Atenas

los Kronia en el mes Hecatombeo (julio-agosto) en su día duodécimo,según testimonio de D e m ó s t e n e s , 24, 26, pero en ellas se festejaba tam

bién a Rea. Cf. L. D e u b n e r , Attische Feste, Hildesheim, 1962 (repr. 1*ed., Berlín, 1932) pág. 152 y sigs. Las fiestas de Zeus o Diasias se cele

braban en Atenas en primavera, en el día vigésimo tercero del mes Antes-terion (aproximadamente nuestro mes de marzo), en honor de Zeus Meili-

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154 MORALIA

un respiro, pagando sueldos a mimos y bailarines por unarisa comprada. En esas ocasiones nos sentamos allí decoro

samente en silencio, porque nadie llora mientras es iniciado,ni se lamenta cuando contempla los juegos Píticos o cuando

e bebe en las fiestas de Crono. En cambio se mancillan estasfiestas que la divinidad nos presenta y en las cuales nosinicia por gastar la mayor parte de nuestro tiempo en lloros,pesadumbres de ánimo y cuidados trabajosos. Los hombres

se complacen con los instrumentos que suenan agradablemente y con los pájaros cantores, ven con gusto los animales que juegan y saltan y, por el contrario, sienten disgusto

f por los que aúllan, rugen y tienen aspecto fiero. Viendo, sinembargo, su propia vida sin una sonrisa, cabizbaja, oprimida y afligida constantemente por los sufrimientos más desagradables, con problemas y preocupaciones sin fin, no sólo

ellos mismos no se procuran algún aliento y comodidad— ¿de dónde lo iban a procurar?— sino que ni siquieraaceptan, si otros les exhortan, un consejo con cuyo uso podrán soportar el presente sin reproches, recordarán el pasadocon gratitud y marcharán al encuentro del futuro con susesperanzas propicias y brillantes sin temor ni sospechas.

chios, el que endulza la temperatura. Cf. D e u b n e r , op. cit., pág. 155. Porúltimo las Panateneas eran ofrecidas por los atenienses a la diosa patronacada cuatro años en el mes Hecatombeo y su origen tenia un carácter mítico. Según las noticias de A r i s t ó t e l e s (frag. 637 R os e ) , las habría esta

blecido Erictonio tras matar al gigante Asterio; según P a u s a n i a s (VIII 2,1) habían sido renombradas así — primeramente su nombre era el de Ate

neas— para adaptarse a su ampliación al Ática conforme al sinecismoconseguido por Teseo. Véase también D e u b n e r , op. cit.,págs. 23-35.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO

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INTRODUCCIÓN

Plutarco ha dedicado esta obra, consagrada a un temadel ámbito de la familia como la Consolado ad uxorem ylos Coniugalia praecepta, a dos hermanos que se incluyen

entre sus amistades romanas: C. Avidio Nigrino y T. AvidioQuieto. Al primero debió de conocerlo cuando éste, comolegatus Augusti pro praetore, dirimió una lucha por fronteras entre Delfos y sus vecinos. A Quieto se le dedica también el diálogo De sera numinis vindicta y aparece asimismo en el libro II de Quaestiones convivales (632A), que esel único pasaje en que aparece bien el nombre y no ha sido

restituido como en los otros casos, si bien en los dos últimoslibros podría tratarse de su hijo, mucho más famoso, quienfiie procónsul de Asia en los años 125/126.

En esta obra nuestro autor ha trabajado su material conmás método de lo que le es usual, señala Helmbold', y también, podríamos añadir, con más espontaneidad y menor

erudición que en otras ocasiones, pues aunque hay citas yanécdotas como es su costumbre, no se presentan en un número tan abrumador. La primera parte, desde los capítulos 1al 7, está consagrada a demostrar que el amor fraterno es

conforme a la naturaleza; los capítulos 9 al 19 tratan de la

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158 SOBRE EL AMOR FRATERNO

conducta que se ha de mantener respecto a los hermanos en

una variada casuística; los tres últimos se ocupan de la relación

con los amigos de los hermanos, la familia del hermano, la

mujer, los parientes políticos y especialmente los sobrinos, conlos que cierra el tratado contando valias anécdotas.

En cuanto a sus fuentes, tenemos que reiterar aquí lo dicho anteriormente sobre la espontaneidad de esta obra. Se

cita dos veces a Teofrasto, pero a propósito de la amistad, no

del amor fraterno. Seguramente Plutarco habría leído laobra de su maestro, laÉtica Nicomáquea, como se desprende de otros tratados, pero Aristóteles en ella no ha tratado

este tema sino brevemente, dentro de los libros VIII y IXdedicados a la amistad, y de una forma clasificadora como

una subdivisión de un tipo de amistad, la syngenike2. Podríamos decir que, a lo sumo, ese capítulo del Estagirita le

hubiera podido servir de esquema. Lo que nos cuenta Plutarco le ha salido del corazón, como nos muestra la propia

dedicatoria a los dos hermanos o una alusión personal, laque hace al afecto de su hermano Timón en 487D.

En cuanto a la datación, C. Brokate3 demostró que este

tratado es posterior a De adulatore et amico, De amicorum

multitudiney a la Vida de Catón el Joven.Tal datación es laque sigue K. Ziegler, aunque cita previamente la semejante

y posterior de G. Hein, si bien en otro apartado, el dedicadoa la obra, la data como posterior al 96 por la cita del tyran-

nos(488A), a quien identifica con Domiciano4. C. P Jones5

2 V III12, 29 (1161b).

3De aliquot Plutarchi libellis, tesis doc., Gotinga, 1913, págs. 17-24 y58.

4 K. Z i e g l e r , Plutarchos von Chaironeia, RE XXI 1, 1951, cois. 718y 800.

5 «Towards a chronology of Plutarch’s Works», Journal o f RománStudiesLVI (1966), 70-71.

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INTRODUCCIÓN 159

llega a un resultado similar, aunque partiendo de datos diferentes, y la sitúa después del 68 y antes del 107. En primerlugar identifica al tyrannoscon Nerón, basándose en que lahistoria narrada en ese pasaje ha de referirse a una disensiónhabida en Esparta entre dos hermanos en la última etapa delreinado de ese emperador. Por tanto, el terminus post quemsería la muerte de Nerón. El terminus ante quemlo ofrece ladedicatoria a Nigrino y Quieto, en la que el último es iden

tificado como el mayor de los dos de ese nombre, que murióentre el 98 y el 107. De cualquier modo la obra habría sido escrita ya en una etapa de madurez de nuestro autor.

Este tratado es el número 98 del «Catálogo de Lamprías».

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SOBRE EL AMOR FRATERNO

1. Los espartiatas llaman dókanaa las antiguas estatuasde los Dioscuros. Están hechas de dos vigas de madera paralelas, unidas por dos atravesadas y lo común e indivisible dela ofrenda parece apropiado al amor fraterno de los dioses.Así también yo os consagro, Nigrino y Quieto, este escritosobre el amor fraterno, como don común a quienes son dignos de él. En cuanto a las exhortaciones que hace, vosotros,que ya las practicáis, pareceréis ser más un testimonio queun objeto de consejos. Además vuestra alegría por aquelloen que obráis bien hará más segura la perseverancia devuestro juicio, como si pasarais días felices entre espectadores honestos y amantes del bien.

Aristarco, el padre de Teodectes\ burlándose del número de los sofistas, decía que en la Antigüedad apenas existieron siete sofistas2 pero que en sus tiempos no podríanhallarse fácilmente otros tantos hombres dedicados a la vida

1 Es inseguro quién pueda ser este Aristarco. H e l m b o l d , op. cit., pág.246, dice que Nauck, comparando la Suda, s.v. Teodectes, con Esteban deBizancio, corregía ‘Aristarco’ en Aristandro, padre del poeta trágico Teo

dectes de Fasélide.2 Plutarco se está refiriendo a los Siete Sabios. El término sophistésnotiene primitivamente una connotación negativa y es sinónimo de sophós.

Así en H e r ó d o t o , I 29, I I 49, IV 95.

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162 MORALIA

privada. Yo, por mi parte, veo que entre nosotros el amor

fraterno es tan escaso como el odio de hermanos en tiempos

antiguos, cuyos ejemplos visibles la vida relegó a tragediasy teatros por su rareza. Todos los hombres de ahora, cuando

se encuentran con buenos hermanos, se admiran no menosque de aquellos famosos hijos de Molione3 que parecían haber nacido en un mismo cuerpo, y juzgan tan increíble y

d monstruoso usar en común de los bienes paternos, de ami

gos y de esclavos, como el que una sola alma use las manos,los pies y los ojos de dos cuerpos.

2. Pues bien, el modelo de la utilidad de los hermanos lanaturaleza no lo puso lejos sino que, ideando en el mismocuerpo la mayoría de lo que es necesario doble, fraterno y

gemelo: manos, pies, ojos, oídos, narices, nos enseñó que

los ha distribuido así para su salvación y colaboración encomún, no para diferencias y lucha. A las propias manos,divididas en muchos dedos desiguales, las hizo el órgano

e más armonioso y hábil de todos, hasta el extremo que Ana-xágoras el Antiguo4 ponía en las manos la causa de la sabiduría e inteligencia humanas. Me parece que la verdad es lo

contrario: el hombre no es el más sabio por tener manossino que, como estaba dotado por naturaleza de razón y

habilidad, obtuvo por naturaleza tales órganos. Es evidente acualquiera esto, que de una sola semilla y de un solo principio la naturaleza hizo dos, tres y más hermanos no para

3 Los dos hijos de Molione y del dios Posidón, Eurito y Ctéato,

tomaron partido por Augias, de quien era cuñada su madre. Por esofueron muertos por Heracles en las cercanías de Cleonas, ciudad situadaentre Nemea y Corinto. De su muerte en esa ciudad habla también P l u -

t a r c o en Pyth. or.400E, y de su condición de gemelos en Comm. not.1083C.

AD i e l s - K r a n z , Die Frag. der Vors., II, p á g . 3 0 , frag . 102.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 163

desavenencia y oposición sino para que, estando separados,colaboren más unos con otros. Pues los seres de tres cuerposy de cien manos5, si es que existieron, estando unidos p*rnaturaleza en todas partes, no podían hacer nada fuera ni f

aparte de sí mismos, lo que es posible a los hermanos, quienes tienen la capacidad de permanecer en su patria o viajaral extranjero, de participar en política o de dedicarse a lalabranza, si mantienen el principio de buena voluntad y

acuerdo que la naturaleza Ies concedió. Pero si no, segúnpienso, no se diferenciarán nada de pies que tropiezan unocon otro o de dedos enlazados y retorcidos contra naturalezaunos con otros. Más aún, como en el mismo cuerpo lo húmedo y lo seco, lo frío y lo caliente, por tener en común 479

naturaleza y alimento, producen en concordia y acuerdo lamejor y más suave mezcla y armonía sin la que, según di

cen, no hay alegría ni provecho «de la riqueza» ni de

la ley de los reyes que hace a los hombres iguales a dioses6,

pero si entre ellos surge exceso y discordia, corrompen y

trastornan malamente al animal, así con la unión de loshermanos la familia y la casa están sanas y florecen, los

amigos también y los parientes como un coro armonioso nohacen ni dicen ni piensan nada opuesto;

5 Plutarco habla, aplicando cierta cautela, de dos seres diferentes. Elprimero es Gerión, que poseía tres cabezas y tres cuerpos, aunque solamente dos piernas. Los hecatonquiros o centímanos, hijos de Urano y Gea,

eran tres, Coto, Briareo y Gíes. Cada uno tenía cincuenta cabezas y cienmanos. H e s í o d o habla del primero en Teogonia 287, 309 y 982, de losotros gigantes en 149, 714 y 817. Briareo es citado también en la llíada I402-403.

6 Del Peán a la saludde A r if r ó n , w . 3-4, citado ya en Vire. mor.450B.

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164 MORALIA

en la división incluso el malvado gana honra1:

un criado calumniador, un adulador que se introduce por lab puerta, o un ciudadano malicioso. Pues como las enfermeda

des en los cuerpos que no aceptan su dieta habitual producenapetencias de muchas comidas extrañas y perjudiciales, así lacalumnia y la suspicacia contra el familiar arrastran compañías viles y malvadas que afluyen desde el exterior al vacío

que queda.

3. En verdad que el adivino arcadio se fabricó por necesidad, según Heródoto, un pie de madera al estar privado delsuyo propio*. Pero un hermano que pelea con su hermano yse hace con un compañero extraño de la plaza o de la palestra no parece que haga otra cosa que cortar voluntariamente

un miembro de carne que le es natural, para adaptar y ajus-c tarse uno ajeno. Pues la propia necesidad que busca amistad

y compañía enseña a honrar, cuidar y conservar a los consanguíneos, en la idea de que no podemos ni somos capacespor naturaleza de vivir sin amigos, sin relaciones y solitarios. Por lo cual Menandro dice con razón:

No entre los compañeros de bebida y de placer de cada día,buscamos en quien confiar los asuntos de nuestra vida,padre. Cualquiera piensa haber encontrado un bien

nada superfluo en la sombra de un amigo9.

7 De un poeta lírico desconocido; véase B e r g k , Poet. Lyr. Graec., III

690. P l u t a r c o lo cita asimismo en la Vida de Alejandro LUI (695E);Vida de NiciasXI (530D); Comparación de Lisandro y SilaI (475F).

8 H e r ó d o t o , IX 37. Hegesístrato de Élide, prisionero de los espartanos, se mutiló un pie para poder escapar.

9 M e n a n d r o , frag. 743 K o e r t e . También citado parcialmente en

Amic. mult. 93C.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 165

Pues sombras son realmente la mayor parte de las amistades, imitaciones e imágenes de aquella amistad primera quela naturaleza ha infundido en los hijos hacia sus padres, enlos hermanos hacia sus hermanos; y quien no venera ni honra a aquélla ¿puede acaso dar alguna prenda de su buenavoluntad a los ajenos? ¿O qué clase de hombre es el que alcompañero en saludos y cartas llama hermano y no cree quedeba caminar con su hermano ni siquiera por el mismo ca

mino? Pues como es de locos adornar la estatua del hermano pero golpear y maltratar su cuerpo, del mismo modo venerar y honrar su nombre en otros pero odiarle y huirle espropio de quien no está en su sano juicio ni ha comprendido

jamás en su mente que la naturaleza es lo más santo y grande de las cosas sagradas.

4. Sé, por ejemplo, que en Roma yo acepté el arbitrajede dos hermanos, de los cuales uno tenía fama de ser filósofo, pero llevaba, según parece, no sólo como hermano sinotambién como filósofo, un falso título y un falso nombre.En efecto, pidiéndole yo que se comportara como hermanocon un hermano y como filósofo con un particular, me dijo:

«Eso de con un particular está bien, en cambio no tengo porvenerable ni importante el haber nacido de las mismas partes». «Es evidente», le repliqué, «que ni siquiera juzgas venerable ni importante el haber nacido de unas partes». Perotodos los demás al menos, aunque no lo piensen así, lo dicen por lo demás y cantan que la naturaleza y la ley que laconserva dio un honor primero y máximo a los padres por

detrás de los dioses. Pues no hay cosa que hagan los hombres más grata a los dioses que pagar con buena voluntad y

deseo, a quienes les dieron la vida y les criaron, las bondades «que les fueron prestadas antiguamente en su juven-

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166 MORALIA

tud»10. Por el contrario, no existe mayor muestra de ateísmoque la indiferencia y el desprecio a los padres. Por esto si

48o está prohibido el hacer mal a los demás, no proporcionar anuestra madre y a nuestro padre de obra y de palabra aquello con lo que se complazcan, aunque no se añada ningúndaño, se considera impío e ilícito. Pues bien, ¿qué acción,qué favor, o qué actitud por parte de los hijos puede complacer más a los padres que la buena voluntad y la amistad

hacia un hermano?

5. Esto también es fácil comprenderlo a partir de locontrario. Porque los hijos molestan a sus padres cuandomaltratan a un servidor estimado por la madre o por el padre, o se despreocupan de plantas o de terrenos con los queaquéllos se complacen; el que un perro o un caballo nacido

en casa sea despreciado afecta a unos ancianos cariñososb que sienten orgullo de ellos, y se molestan porque sus hijos

zahieran y desprecien audiciones, espectáculos y atletas queellos mismos admiraban: ¿cómo van a ser indiferentes conhijos en desacuerdo, que se odian mutuamente, que se insultan, que se oponen constantemente de obra y acciones y quese destruyen el uno al otro? Nadie podría afirmarlo. Por elcontrario, si unos hermanos se aman y sienten amistad mutua, entregándose en afectos y acciones en la misma medidaen que la naturaleza ha separado sus cuerpos, compartiendoestudios, conversaciones y juegos, han preparado un amor

c fraterno, dulce y dichoso, «sustentador de la vejez»11 parasus padres. Pues ningún padre es tan amigo de las letras, ni

tan ambicioso de honra o de fortuna cuanto de sus hijos. Por10 P l a t ó n , Leyes 717c.

!! Alusión al írag. 214 S n e l l - M a e h l e r de P í n d a r o como en Tranq.an. 477B (n. 129). Plutarco tiene en mente el comienzo de la República331a.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 167

eso no ven a sus hijos de oradores, ni enriqueciéndose, ni de

gobernantes con tanto placer como amándose mutuamente.Se dice que Apolónide de Cícico, la madre del rey Éumenesy de otros tres, Átalo, Filatero y Ateneo, se felicitaba a símisma constantemente y daba gracias a los dioses, no por suriqueza ni por su poder, sino porque veía a sus tres hijosescoltando aí mayor, y a aquél que vivía sin temor en mediode ellos, portadores de lanzas y espadas. Por el contrario

,Te:jes12, cuando advirtió que su hijo Oco conspiraba contrasus hermanos, perdió el ánimo y murió.

Duras son las guerras entre hermanos,

como ha dicho Eurípides13, pero son más duras para lospropios padres. Pues quien odia a su hermano no puede de

jar de hacer reproches al que lo engendró y a la que le dio aluz.

6. PisístratoI4, que se volvió a casar siendo sus hijos yamayores, decía que pensando que aquéllos eran excelentesdeseaba ser padre de más aún y parecidos. Hijos honestos y

justos no sólo se amarán mutuamente por causa de sus padres sino que amarán a sus padres por ellos mismos entre sí.Así piensan y dicen constantemente que, aun debiendo a suspadres gratitud por muchas cosas, más deben por causa desus hermanos en la idea de haberlos recibido de ellos como la posesión más preciada y dulce de todas. Con razón Ho

12 Lapsus de P l u t a r c o , que se está refiriendo a Artajerjes. VéaseVida de Artajerjes XXX (1027B). Seguimos aquí el texto de !a Teubner,

en lugar del corregido de la Loeb.13 N a u c k , TGF, E u r . , frag. 975. Citado también por A r i s t ó t e l e s ,

Política 1328a.14 VéaseReg. et imp. apophth. 189D y también en la Vida de Catón el

MayorXXIV (3 5IB).

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168 MORALIA

mero ha representado a Telémaco contando entre sus desgracias no tener hermanos:

Pues así el hijo de Crvno dio un solo hijo a nuestra raza15.

En cambio Hesíodo no hizo bien al alabar al «hijo único» que es el heredero de su padre16, y además siendo discípulode las Musas, a las que se llamaba así, Musas, al estar siempre juntas por su afecto y amor fraterno17. Ahora bien, con

respecto a los padres el amor fraterno es tal que el amar a unhermano es enseguida muestra de amar también a la madre

y al padre, respecto a los hijos es a su vez lección y ejemplode amor fraterno cual ningún otro. Y lo contrario es a su vezun mal, como si recibieran el odio al hermano de una copia paterna. Pues quien ha envejecido en procesos, discusiones

y juicios contra sus hermanos, aconsejando después a sushijos la concordia,

médico de otros, cubierto él mismo de heridas18,

hace débil su razonamiento con sus obras. Pues si, de algúnmodo, el tebano Eteocles tras decir a su hermano:

Iría hasta la salida de las estrellas y del soly adentro de la tierra si fuera capaz de hacerlo,de suerte que obtuviera a la mayor de las diosas,el pode r!9,

15 Od. XVI117.

16 Trabajos y Días3 76.17 Juego etimológico de palabras entre moüsas y hom*oü oüsas: «las

que están juntas».18 N a u c k , TGF, Eur., frag. 1086. Citado también en 71E F, 88D,

1110E. Cf. Esquilo , Prometeo473 y iatré, therápeuson seautón.

19 E u r í p i d e s , Fenicias504-506. El hermano es Polinices.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 169

de otra parte aconsejaba a sus propios hijos

Honrar a la Igualdad, la que siempre liga a amigoscon amigos, ciudades con ciudades, aliados conaliados. Pues Naturaleza hizo lo igual firme

para los hombres20,

¿quién no lo despreciaría? ¿Qué clase de persona hubiera b

sido Atreo si, después de ofrecer tal banquete a su hermano,

hubiera dedicado tal sentencia a sus hijos?:

¿Sin embargo el uso de los amigos que son de nuestra

sangre, es lo único que gusta de ayudar,cuando afluye el mal?21.

7. Por eso conviene purificar la aversión entre hermanos

como una mala nodriza de la vejez22 de los padres y peornodriza de la educación de los hijos. Es además calumniadora y acusadora ante los ciudadanos, porque éstos creenque después de tal crianza en común, familiaridad y parentesco, no se hubieran vueltos enemigos de no ser cómplicesmutuamente de multitud de vilezas, pues razones poderosas c

pueden destruir una gran benevolencia y amistad. De ahíque en modo alguno aceptan de nuevo una reconciliación.Pues como los objetos ensamblados, aunque se arranque lacola, admiten de nuevo soldadura y compostura, pero uncuerpo natural si se rompe o se divide hay trabajo para encontrar pegadura y fusión, así las amistades anudadas por

20E u r . , Fen.536-538, pero es Yocasta quien se dirige a Eteocles. Cf.643F.

21 Plutarco está aludiendo a Tiestes, a quien Atreo sirvió a su propiohijo en un banquete. E l fragmento citado se encuentra en N a u c k , TGF,

adesp.384.22 Cf. n. 11.

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170 MORALIA

necesidad, aunque se separen, de nuevo se admiten sin dificultad, pero los hermanos que se han distanciado contra na

turaleza no se reúnen fácilmente, y si se reúnen, la reconci-d liación lleva consigo una herida sucia de sospecha. Verdade

ramente, cualquier odio de un hombre contra otro hombrerevestido de las pasiones más lamentables, rivalidad, ira, envidia, rencor, es doloroso y perturbador. Pero el odio contraun hermano, con quien es necesidad tomar parte en sacrifi

cios y ritos familiares, compartir la misma tumba y ser dealgún modo vecino de casa o de campos, tiene la tristeza a

la vista, haciendo memoria cada día de la insensatez y lalocura por la que el rostro más dulce y habitual se vuelve el más triste de ver, o la voz más querida y familiar desde la

e juventud la más temible de oír. Al ver incluso que la mayoría de los demás hermanos usan una sola casa y mesa, cam

pos y esclavos sin repartir, ellos, en cambio, mantienen divididos a amigos y huéspedes, considerando odioso todo loque es grato a sus hermanos. Y más aún cuando es posible acualquiera reflexionar que, mientras amigos y convidados

son como «botín de guerra» y parientes y familiares son«adquiridos», cuando se estropean los antiguos como armaso herramientas23, en cambio no es posible la adquisición de

otro hermano como tampoco la de una mano amputada o lade un ojo arrancado. Con razón dijo la mujer persa, prefiriendo salvar a su hermano en lugar de a sus hijos, que podría tener otros hijos, pero no habría para ella otro hermanopuesto que sus padres ya no existían24.

23 Alusión a II.1X406-409.

24 H eró do to , III 119. Es también lo que dice la Antigona de Sófocles, cf. los vv. 905 ss.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 171

8. «¿Qué debe hacer entonces», podria decir alguien,

«quien tiene un mal hermano?». Recordare n

primer lugarf

aquello de que a cualquier género de amistad le alcanza lavileza y, conforme a Sófocles,

investigando los asuntos de los mortaleshallarás viles los más altos de ellos25.

Pues ni el parentesco ni la amistad ni el amor es puro, libre

de pasiones y limpio de maldad. Así dijo el laconio, cuando

desposó a una mujer pequeña, que elegía el menor de losmales. Cualquiera aconsejaría prudentemente a hermanos 482resistir los males familiares antes que probar los ajenos,porque lo primero es irreprochable en cuanto necesario, loúltimo censurable en tanto que voluntario. Pues ni el convi

dado ni el camarada de armas ni el huéspedestá uncido con trabas del honor, no forjadas en bronce26,

sino el consanguíneo y unido por la crianza, del mismo padre y de la misma madre, a quien es natural ante todo conceder algunas cosas y ceder al hermano que yerra diciéndo-

le:Por eso no puedo abandonarte, aún siendo un miserable27

y vil e insensato, no sea que castigue inadvertidamente en ti,por mi odio, dura y acremente algún mal instilado de la bsemilla paterna o materna. Pues, como decía Teofrasto, a los

extraños no se les debe amar y luego juzgarlos sino después

25 N a u c k , TGF, S ó f o c l e s 769. Citado también e n Coh. ira463D.26 N a u c k , TGF, E u r í p i d e s 595, del Piritoo probablemente. También

enAmic. mult. 96C, Vicios, pud. 533A,Amat. 763F.27 Adaptación de Od.XIII 331.

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172 MORALIA

de juzgarlos amarles28. Pero donde la naturaleza no da preferencia al juicio respecto a la benevolencia ni espera laproverbial medida de sal29, sino que ha generado consigo elprincipio de la amistad, ahí no debemos ser censores acres y estrictos de los errores. Realmente, ¿qué podrías decir dequienes soportan fácilmente y se divierten con los errores

c de extranjeros y extraños unidos con ellos para su desgraciapor una juerga, un lugar de juego o una palestra pero que

son duros e implacables con sus hermanos? Porque tambiénmuchos crían y aprecian a perros salvajes y caballos, linces,gatos, monos, leones, pero no soportan las iras, ignoranciaso ambiciones de sus hermanos. Otros, en cambio, ponencasas y campos a nombre de concubinas y prostitutas mientras se baten en duelo con sus hermanos por un solar y poruna esquina. A continuación, dando el nombre de odio del

mal3Da su odio fraterno, deambulan acusando y censurandoel mal en sus hermanos sin disgustarse con los demás sinobuscándolos y frecuentándolos mucho.

9. Que esto sea, pues, el proemio de todo mi discurso.Tomemos como comienzo de mi enseñanza no el repartode los bienes paternos, como otros, sino la equivocada

rivalidad y envidia mientras los padres están vivos aún.Los éforos, cuando Agesilao enviaba un buey como señalde distinción a cada uno de los ancianos designados en el

28 Frag. 74 W i m m e r , parafraseado por E s t o b e o , IV, pág. 659 H e n s e .

29 La ofrenda de la sal a los huéspedes era sólo el primer paso para elnacimiento de la amistad, que se desarrolla tras compartir la comida repetidas veces. P l u t a r c o también cita este proverbio en Ámic. mult. 9 4 A ,

pero también aparece en A r is t ó t e l e s , Ética NicomáqueaVIII 3 (I I56b2 7 - 2 9 ) y en C i c e r ó n , Acerca de la amistad19 (67) .

30 Del «odio al mal» se habla también en co*k ira456F y 462F.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 173

senado31, le multaron alegando como causa que intentabaadquirir como privados suyos, con demagogia y favores, aquienes eran personas públicas. A un hijo se le aconsejaríacuidar a sus padres sin querer adquirir para sí solo ni volver

hacia sí la benevolencia de aquéllos. De este modo es comomuchos hacen demagogia contra sus hermanos, presentando

un pretexto conveniente, pero injusto, para su avaricia. Pues e

les privan de la herencia máxima y más bella de entre los

bienes paternos, la benevolencia, al cortarles el paso de unaforma servil y maliciosa atacándoles oportunamente mientras sus padres están ocupados o en la ignorancia y, encambio, se presentan a sí mismos sobre todo como ordenados, obedientes y sensatos en esas cosas en las que ven faltar a sus hermanos, o al menos lo parecen. Por el contrario,donde hay cólera paterna se debe compartir y aunarse para

colaborar en hacerla más ligera, y con servicios y favoreshacer partícipe de alguna manera al hermano. En todo esto,si ha faltado por descuido, se debe hacer causante a la faltade oportunidad, o a otra empresa o a su naturaleza, en el fpensamiento de que es más provechosa o más inteligentepara otras cosas. Bien están las palabras de Agamenón:

Ni cediendo a la pereza ni a la insensatezsino mirando hacia m í...32,

y a mí me ha confiado este deber. Los padres aceptan con

gusto incluso los cambios de los términos y creen en sus 483

31 Los éforos eran los principales magistrados en la organización política de Esparta. Traducimos por ‘senado’ el término griego gerousia delque resulta un calco, por significar igualmente «asamblea de ancianos».

La anécdota de Agesilao la recoge también P l u t a r c o en Vida de Agesi-laoV (598B).

32 Referido a Menelao, II.X 122-123.

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174 MORALIA

hijos cuando llaman a la desidia de sus hermanos sencillez,a su necedad rectitud y a su gusto por las rencillas incapacidad para soportar el desprecio. De este modo al hermanoconciliador le resulta finalmente haber aminorado a la vez

la ira contra su hermano y aumentar para sí la benevolenciade su padre.

10. Pero después de haberle defendido así es preciso

dirigirse ya a él y reprocharle vivamente mostrándole su falta y desidia con franqueza. Pues ni se debe ser permisi-

b vo con los hermanos ni tampoco atacarles cuando yerran— porque lo último es propio de quien goza en el mal ajenoy lo primero del que colabora en el daño— , sino amonestarle como quien se preocupa y sufre con él. Resulta por tanto

el más firme acusador ante su hermano quien fue su más

animoso defensor ante los padres. Pero si es acusado unhermano sin ser culpable, es conveniente por lo demás ayudar a los padres y soportar toda su cólera y desagrado. Deotra parte, la defensa y justificación ante ellos en favor deun hermano que ha tomado mala fama o sufre injustamenteson hermosas y libres de reproche. Y no hay que temer oír

aquello de Sófocles:Oh hijo perverso, que haces un proceso contra tu padre33

c cuando se habla con franqueza a favor de un hermano que

parece tratado injustamente. Pues incluso para ellos, cuandoreconocen su error, tal proceso hace la derrota más dulce

que la victoria.

11.Después que ha muerto el padre está bien imirse con el hermano aún más que antes en benevolencia, compar-

33 S ó f o c l e s , Antígona742.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 175

tiendo enseguida la piedad filial al llorar y apenarse juntos,rechazando las sospechas de los criados y las calumnias delos amigos que toman partido por el otro bando, confiando

en las demás historias que se relatan sobre el amor fraternode los Dioscuros y, en especial, la de Polideuces, que matóde un puñetazo a uno que le susurraba algo contra su hermano34.

Respecto al reparto del patrimonio, que no se declaren d

uno a otro la guerra como la mayoría,óyenos, Alalá, hija de la Guerra35,

y vayan armados a su encuentro, antes por el contrario deben precaverse de aquel día, como que es para unos el comienzo de odio y diferencias incurables, para otros de

amistad y de concordia. Lo mejor es que se reúnan solos, y si no, en presencia de un amigo común como testigo benevolente para ambos de «la suerte de la Justicia», como dicePlatón36, y que tomando y dando lo que es para ellos grato y conveniente piensen que se reparten el cuidado y la administración, pero que está a disposición de ellos como común e

e indivisible el uso y la propiedad de todo. Pero estos que se

quitan mutuamente a sus nodrizas y se llevan con sus cálculos esclavos que han sido hermanos de leche o compañerosdel otro, se van teniendo más en el valor de un esclavo perohabiendo perdido lo máximo y más honroso de la herencia

paterna, la amistad y la confianza de su hermano.

3 4 F e r e c i d e s , c f . J a c o b y , Frag. der gr. Historiker, I, pág. 101, frag.

164.35 P í n d a r o , frag. 78 S n e l l - M a e h l e r , c i ta do ta m b ié n en Olor. Aíh.

349C.36 P l a t ó n , Critias 109b.

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176 MORALIA

Conocemos también a algunos que sin ganancias, por suamor a la rencilla, no obtuvieron de su herencia nada mejorque despojos. A éstos pertenecen Caricles y Antíoco deOpunte, que se separaron después de haber partido una copade plata y de cortar un manto, como por una maldición detragedia

repartiendo su casa con elfilo de la espada3?.

f Otros cuentan a los ajenos con vanagloria que obtuvieronmás que su hermano en el reparto por su habilidad, agudeza y cálculo, cuando deberían gloriarse y estar orgullosos dehaberle superado en decoro, generosidad y condescenden-

484 cia. Por eso es justo recordar a Atenodoro y entre nosotros por lo menos todos se acuerdan de él. Tenía, en efecto, un

hermano mayor de nombre Jenón que, siendo su tutor, perdió mucha parte de sus bienes. Finalmente raptó a una mujer y, tras su condena, perdió su fortuna que le fue confiscada para el tesoro del emperador. Atenodoro era todavía unmuchacho barbilampiño pero cuando le fue devuelta laparte de sus bienes no desatendió a su hermano, sino quepuso todo en disposición de distribuirlo. Aunque fue tratado

muy injustamente con el reparto, no se enfadó ni se arre-b pintió y soportó con indulgencia y alegría la insensatez de

su hermano, que se hizo famosa en Grecia.

12. Cuando Solón38 manifestó respecto a la Constitución que la igualdad no engendra disensión, pareció introducir en una forma excesivamente populachera la proporción aritmética en la democracia, en lugar de la hermosa

37 Cf. E u r í p i d e s , Fenicias68, de donde está adaptado. Véase E s q u i

l o , Los Siete contra Tebas789.38 Cf. Vida de SolónXIV (85D).

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 177

proporción geométrica39. Pero quien aconseja en casa a sus

hermanos sobre todo en el sentido en que Platón aconsejabaa los ciudadanos suprimir «lo mío y lo no mío»40, pero siesto no es posible, estimar la igualdad y rodearse de ella,colocando un hermoso y estable fundamento de concordia ypaz, que se aplique también a ejemplos ilustres cual es el dePitaco con el rey de Lidia. Cuando éste le preguntó si tenía cdinero, «doble de lo que querría», le contestó, «por haber

muerto mi hermano»41. Pero puesto que no sólo en la posesión y pérdida de riquezas «lo menos es enemigo de lomás»42 sino que sencillamente, como dice Platón43, en la

desigualdad surge el movimiento, en la igualdad la estabilidad y el descanso, así toda diferencia es peligrosa para ladiscordia entre hermanos. Pero aunque es imposible llegar aser iguales y equilibrados en todo (pues por una parte las

naturalezas reparten diferentemente desde el comienzo, porotra, después, las fortunas, engendrando envidias y celos,enfermedades terribles y calamidades destructoras no para d

las casas solamente sino también para las ciudades), es menester también precaverse de estas cosas y curarlas si seproducen. Pues bien, uno aconsejaría al hermano que es

superior, en primer lugar, hacer partícipe a sus hermanos deesas cosas en las que son diferentes, adornándoles con su

39 Sobre estos dos tipos de proporción cf. P l a t ó n , Leyes 757c, enrelación con los regímenes políticos, y Gorgias508a; Arist., Ética Nico-máquea V 3 (1131b 13). También P l u t a r c o habla de ellas en Quaest.conv. 643C y particularmente en 719A-B, donde con casi iguales términos

que aquí dice que Licurgo prefirió para su Constitución la proporción

geométrica.40P l a t ó n , Rep.462c. Igualmente P l u t a r c o en Coniug. pvaec. 140D

yAmat.767D.

41 Creso. Cf. D ió g e n e s L a e r c i o , I 75.

42 E u r . , Fen. 539.

43 P l a t ó n , Rep. 547a y Sof. 249-250.

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fama e introduciéndoles entre sus amistades. Aunque parezca más hábil en la oratoria, que les facilite el uso de su capacidad, en la idea de que la de aquéllos no es inferior. Ensegundo lugar, que no muestre orgullo ni desprecio, sinoque más bien cediendo y condescendiendo en su carácter

haga su superioridad ausente de envidia y equilibre la diferencia de la fortuna, como sea posible, con la moderación de su espíritu. Así Lúculo no estimó justo tomar la magistra-

e tura antes que su hermano, aun siendo mayor sino que cediósu propia oportunidad y esperó la de aquél44. Pero Polideu-ces ni siquiera quiso ser dios él solo sino que prefirió ser unsemidiós con su hermano y participar en su porción mortalcon la condición de que aquél compartiera su inmortalidad45.

«Pero tú, hombre afortunado», podría decir alguien,

«puedes igualar y adornar al otro sin disminución de tusbienes presentes, gozando él como de una irradiación de lafama que te rodea o de la virtud o de la prosperidad». AsíPlatón hizo renombrados a sus hermanos poniéndolos en

f sus más bellas obras, a Glaucón y Adimanto en laRepública, a Antifonte, el más joven, en elParménides.

13. Aún más, así como ocurren en las naturalezas y enlas fortunas de los hermanos desigualdades, así también esimposible que uno de los dos sea superior en todas las cosas

y de todas las maneras. Se dice que los elementos han naci-485 do de una sola materia teniendo las facultades más opuestas.

Sin embargo, de dos hermanos nacidos de una sola madre ydel mismo padre nadie ha visto a uno, como al sabio de la

44 Vida de LúculoI (492B).4 5 E s t o b e o , IV 659, 5 H e n s e .

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 179

Estoa46, en una pieza bello, amable, liberal, honorable, rico,

hábil en la oratoria, instruido, filántropo; y al segundo feo,desagradable, tacaño, deshonrado, pobre, débil en la palabra, ignorante, misántropo. Al contrario, existe de algún

modo incluso en los menos afamados y humildes una ciertaporción de gracia o de capacidad o de disposición naturalpara algún bien,

como entre los cardos y la áspera detienebueynacen flores de suaves y blancos alhelíes*1.

Por consiguiente, quien parece tener más en otros aspectos,si no rebaja ni oculta ni aparta a su hermano de todos los

primeros puestos, como en las competiciones, sino que cedeante él y le señala en muchas ocasiones como mejor y más

útil, quitándole siempre el pretexto de la envidia como materia para el fuego, lo extinguirá y, más bien, no permitiráque tome nacimiento ni consciencia. Éste, también, al hacer

colaborador y consejero siempre a su hermano en lo que él mismo parece mejor, como, por ejemplo, en los procesossiendo abogado, en las magistraturas como político, en las

empresas como una persona activa, en suma, no permitiendo dejarle excluido de ninguna acción valiosa o que produzca honor, sino mostrándole partícipe de todos los bienes,empleándole si está presente y aguardándole cuando está

4,1 Cf. Tranq. an.472A.

47 Citado también en Aud. 44E y Quaest. conv. 621E y en A t e n e o ,

97D. Hemos traducido con el nombre de ‘detienebuey’ el término griegode ónónis siguiendo el Dioscórídes de A n d r é s L a g u n a , de 1555, pág.

277 (ed. facsímil del Instituto de España, Madrid, 1968). El doctor Lagunadice que el nombre de ononideviene de ortos «que quiere dezir asno engriego», porque los asnos se revuelcan en ella para rascarse, en cambio«Llámase ordinariamente entre los herbolarios Resta bouis y Remora

aratri, que quiere dezir detenedora de los bueyes y del arado».

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180 MQRALIA

ausente, y, en suma, al mostrar que su hermano no es menos eficaz que él sino menos propenso a fama y poder, le añadirá grandes bienes sin privarse a sí mismo de nada.

14. Tal es lo que uno aconsejaría al hermano que es superior. Al inferior hay que mimarle por otra parte, diciéndo-le que su hermano no es el único y solo más rico, más cultoo más brillante que él por su fama, sino que en muchas

ocasiones es inferior a otros muchos, incluso a diez mil veces diez mil,

cuantos gozamos el fruto de la ancha tierra49.

d Ya vaya errante envidiando a todos ya sea que, entre tantosdichosos, le moleste solamente el más querido y consanguí

neo, no ha dejado para otro el exceso de su infelicidad. Puesbien, como Meteío pensaba que los romanos debían estaragradecidos a los dioses porque un hombre tan ilustre comoEscipión no nació en otra ciudad49, así que cada uno se gloríe sobre todo de ser diferente por sus éxitos, y si no, de que su hermano posee la superioridad y facultades envidiadas.Pero algunos han nacido tan desafortunados para lo bello,

que se alegran por sus amigos ilustres y sienten orgullo dehuéspedes consulares y ricos, pero consideran el brillo de

e sus hermanos como propio oscurecimiento. Ensalzan labuena fortuna de sus padres y los mandos militares de susbisabuelos, de los que ni gozaron ni participaron, pero se desaniman y se sienten humillados por las herencias, lasmagistraturas y las bodas ilustres de sus hermanos. Con to

48 S im ó n ide s , frag. 4 D i e h l , 542 P a o e w . 24-25, citado asimismo en

Tranq. an.470D y Quaest. conv. 743F.49Reg. et imp. apophth. 202A. En la anécdota Metelo se refiere a

Escipión, el segundo Africano, que arrasó Cartago y tomó Numancia.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 181

do no deberían sentir envidia ni siquiera de nadie, pero si noes posible, tendrían que dirigirse afuera y verter su malignidad en otros, como quienes arrastran lejos de su tierra mediante guerras sus disensiones:

Pues tengo otros muchos troyanos y famosos aliados,y tú muchos aqueos...50

que por naturaleza son objeto de envidia y celos.

15. Un hermano no tiene que inclinarse como el plato dela balanza al lado contrario, humillándose cuando su hermano se eleva, sino, como los números menores multiplicando a los mayores también resultan multiplicados, acrecentar y ser acrecentados en bienes. Pues ni siquiera de

entre los dedos de las manos tiene menos que el que escribeo tañe el que no puede hacerlo ni ha nacido para ello, sinoque se mueven juntos y colaboran todos en algún modomutuamente, precisamente como si fueran adrede desiguales y tomaran su fuerza por oposición al mayor y más fuerte.

Así también Crátera, que era hermano del rey Antígono,y Perilao de Casandro se ocupaban en el servicio militar y

doméstico de aquéllos. En cambio, quienes como Antíoco ySeleuco, Gripo y Ciciceno no han aprendido a representarsegundos papeles con sus hermanos sino a aspirar a la púrpura y la corona, se colmaron mutuamente y a sí mismos deinnumerables males, colmaron de innumerables males aAsia51.

50II. VI 221y pero Diomedes piensa en matar troyanos él o aqueosGlauco.

51 Crátera era hermanastro de Antígono Gonatas. Gripo llegó a serAntíoco VIII y Ciciceno Antíoco IX.

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182 MORALÍA

Pero ya que sobre todo en los ambiciosos de carácter seb engendran envidias y celos respecto a quienes tienen más en

fama y honor, es muy útil para esto que los hermanos no adquieran ni honores ni poder de las mismas fuentes sinocada uno de fuentes distintas. Las fieras tienen guerra mutuamente con aquellas que se alimentan de lo mismo, losatletas son enemigos de quienes compiten en la misma categoría. En cambio, los boxeadores son amigos de los pancra-

tiastas y los corredores de fondo son favorables a los luchadores, se ejercitan juntos y cuidan los unos de los otros. Poreso también entre los Tindáridas Polideuces era vencedor enel pugilato y Cástor en la carrera. Homero ha representado

c bien a Teucro como afamado en el arco mientras su hermano sobresalía entre los hoplitas:

Éste le ocultaba con su brillante escudo52.

Y de los que se dedican a la política, los generales no sienten envidia de los caudillos populares, ni en la oratoria los abogados de quienes la enseñan, ni de entre los médicos losdietistas de los cirujanos, sino que también se consultan y serecomiendan. Buscar el ser ilustre o admirado por ias mis

mas artes o facultades entre hermanos en nada se diferenciade dos que están enamorados de una misma y única mujer y quieren obtener ventaja y mejor opinión el uno que el otro.Ciertamente que quienes caminan por distintas vías en nada

d se dan provecho, pero quienes emplean diferentes modos devida despiden a la envidia y colaboran más mutuamente,como Demóstenes y Cares53, asimismo Esquines y Eubulo,

52 El hermano es Áyax Telamonio. El verso corresponde a II. VIII

272.53 Comparación de Demóstenes y Cicerón III (887C). Cf. Vida de

PociónVII (744F).

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 183

Hiperides y Leóstenes; los unos hablaban ante el pueblo y

proponían leyes, los otros eran generales y las ejecutaban.Por eso quienes por naturaleza no comparten sin envidiafama y poder deben alejarse cuanto sea posible de sus hermanos en deseos y ambiciones, para gozarse uno con otroen prosperidad pero no disgustarse.

16. Contra todo eso hay que guardarse de parientes y

familiares y algunas veces de nuestra esposa, que añade anuestra ambición palabras dañinas: «Tu hermano arrambla e

con todo y es además objeto de admiración y cuidado, encambio nadie se junta contigo ni gozas de ningún honor».«Yo tengo», podría decir un hombre sensato, «un hermanoimportante y participo al máximo de su poder». Así Sócra

tes decía preferir más como amigo a Darío que a un dári-co54, y para un hermano con buen sentido no es un bienmenor que la riqueza, la magistratura o la elocuencia unhermano magistrado, o rico o que sobresale en fama por elpoder de su discurso.

Pero aunque de este modo se suavizan muchísimo lasdesigualdades surgen en seguida otras diferencias por la f

edad entre hermanos mal educados. Pues los mayores, generalmente por estimar justo el mandar siempre a los más jóvenes, precederles y tener más en toda clase de fama y depoder, se hacen pesados y enfadosos; los jóvenes a su vez, mostrándose revoltosos y atrevidos, se ejercitan en despreciarlos y empequeñecerlos. Por eso los últimos, en la idea

de ser desdeñados y apartados, huyen sus consejos y losconsideran con desagrado; los otros, aun apegados siempre 487

54 El dárico (dareikos statér) era una moneda persa del valor de unaestátera. Su nombre, dado por los griegos, parece derivar del del rey persaDarío.

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184 MORALIA

a su superioridad, temen el progreso de aquéllos como supropia destrucción. Pues como a propósito de un favor se

estima que quien lo recibe debe juzgarlo mayor y quien loda más pequeño, así cualquiera que aconsejase al mayor noconsiderar grande su edad y al joven no pequeña, apartaría aambos de la arrogancia y de la despreocupación, del serdespreciado y de despreciar. Pero puesto que para un hermano mayor es adecuado preocuparse, guiar y aconsejar a

b un hermano más joven, para éste honrar, emular y seguir almayor, que el cuidado de aquél sea más el de un camaradaque el de un padre, que haya más persuasión que mando,que haya alegría por los aciertos y buenas palabras en elreproche y en la coerción si yerra, que no sólo haya buendeseo sino también humanidad. En la emulación del más

joven, en cambio, que haya imitación, no rivalidad. Pues la

imitación es propia de quien admira, la rivalidad de quienenvidia. Por eso se ama a quienes quieren ser semejantes, seoprime y se daña a quienes quieren ser iguales. Entre losmuchos honores que deben conceder los jóvenes a los ma-

c yores, la obediencia goza del mayor crédito y obra en unióndel respeto un afecto firme y una gratitud que cede a su vezel favor. Así también Catón55, que desde su infancia tratabaa su hermano mayor, Cepión, con muestras de obediencia,mansedumbre y respeto, finalmente, cuando eran los doshombres, tanto se le avino y de tanta confianza hacia sí lo llenó que ni hacía nada sin saberlo él. Se recuerda que, unavez que Cepión había sellado una carta con un testimonio,Catón, llegado después, no quiso sellarla. Cepión, tras pedir

la carta, quitó su propio sello antes de saber por qué sud hermano no confió sino que sospechó del testimonio. Es

55 Cf. Vida de Catón el MenorIII (761B). Q. Servilio Cepión era hermanastro de Catón.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 185

manifiesto también el gran respeto que por Epicuro sentían

sus hermanos56 por su afecto y cuidados, admirados también por otras cosas y en especial por su filosofía. Pues incluso si erraban en su opinión, persuadidos desde la infancia y diciendo que nadie es más sabio que Epicuro, sinembargo son dignos de admiración tanto quien los dispusoasí como ellos así dispuestos. Sin embargo también entre los

filósofos modernos, Apolonio el peripatético57 refutó a

quien le decía que su fama era incompartible, al hacer a suhermano Soción más famoso que él. A mí también, de entrelos muchos favores que agradezco a la fortuna, me haacompañado y me acompaña en todo lo demás el afecto demi hermano Timón58; nadie de quienes tratan algo conmigo e

lo ignora y menos vosotros, mis amigos.

17. Es cierto que deben precaverse otras afeccionesen edades semejantes y cercanas de los hermanos, pequeñas pero continuadas y numerosas, que provocan uncuidado pernicioso de molestarse y excitarse por todoque concluye en odios y animosidades incurables. Comenzando a tener diferencias por niñerías, por la cría y

competición de animales, como la de codornices o gallos59, después por las luchas de muchachos en la pales-

56 Véase Suav. viv. Epic. 1IOOA; E p i c u r o , frag. 178 (U s e n e r , Epicú

rea, pág. 155).57 Este Apolonio no nos es conocido más que por este apunte de Plu

tarco. Soción, su hermano menor, sería el autor de La sucesión de los

filósofos. Pero, como señala la Realencyclopádie, s. v. Apolonios, en elnúmero 92 de este nombre, es difícil dar una mayor precisión temporal,que depende de la respuesta a qué Soción es el mencionado aquí.

58 Timón figura en Quaest. conv.I 2 y II 5.59 Sobre las competiciones de codornices y gallos cf. la nota 65 al

tratado Tranq. an.

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186 MORALIA

tra, en las cacerías de perros y en las rivalidades por caba-f líos, ya no pueden dominar ni hacer cesar en las cosas im

portantes su afán de lucha y honores. Como los griegos máspoderosos de mi tiempo, dividiéndose por su interés enbailarines y citaredos, después enfrentándose constantemente por los baños, los pórticos y las salas de banquete enEdepso60, luchando por terrenos y cortando y desviando

488 conducciones, se volvieron tan salvajes y se corrompieron

de tal modo que, privados de todo por el tirano61, convertidos en desterrados, pobres y, casi se puede decir, en personas diferentes de las anteriores, sólo permanecieron igualesen su odio recíproco. Por ello es por lo que no debe combatirse menos contra la rivalidad y los celos que afloran entrelos hermanos respecto a cosas pequeñas en sus comienzos,ocupándose en ceder, dejarse derrotar y alegrarse más en

favorecerlos que en vencer. Pues los antiguos llamaron victoria Cadmea no a otra sino a la de los hermanos en tomo aTebas, por ser la más vergonzosa y funesta62.

¡Y qué pues! ¿No producen ya los negocios muchosb pretextos de contradicciones y diferencias incluso en quie

nes parecen moderados y benignos? Y mucho. Pero ahítambién hay que vigilar para que los negocios combatan por

sí mismos, sin añadirles, como un anzuelo, ninguna pasiónsurgida de la rivalidad o de la ira, sino que, observando encomún, como sobre el fiel de la balanza, la inclinación de la

60 Baños termales de aguas sulfurosas situados en Eubea. De sus recursos naturales para producir u n a agradable estancia habla P l u t a r c o en

Quaest. cortv.667C-D.61 Con este término se referiría Plutarco al emperador Domiciano según conjetura de Reiske (apud H e l m b o l d , op. cit., pág. 300, n. b.). Encambio C. P. J o n e s , op. cit.,pág. 70, piensa que es Nerón el aludido.

62 Los hermanos son Eteocles y Polinices, hijos de Edipo y Yocasta,que se dieron mutuamente muerte.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 187

justicia y traspasando rápidamente la duda de juicios y arbitrajes, la purifiquemos antes de que revestida como de una

pintura o una mancha se vuelva indeleble e imposible de lavar. Debemos después imitar a los pitagóricos, quienes sinser parientes por su linaje sino participando de una doctrinacomún63, si se enfadaban hasta el ultraje por causa de la ira cse separaban antes de la puesta del sol después de habersedado la mano y haberse saludado mutuamente. Pues como

no es nada importante un absceso con fiebre, pero si éstapermanece tras haber bajado la inflamación, parece una enfermedad que tiene incluso un origen profundo, así la disensión entre hermanos que ha cesado después de un asuntoes propia de este asunto, pero si permanece, este asunto eraun pretexto, por tener una causa maligna y ulcerosa.

18. Es conveniente oír una decisión judicial entre hermanos de raza bárbara, sucedida no sobre el trozo de una d

pequeña finca ni por esclavos o rebaños de ovejas sino sobre el Imperio Persa. Pues cuando murió Darío unos estimaban que debía reinar Ariamenes, que era el mayor de ladescendencia, otros que Jerjes, cuya madre era Atosa, hija

de Ciro, y que había nacido siendo ya rey Darío64. Ariamenes descendió de Media no en son de guerra sino tranquilocomo para un proceso. Jerjes se hallaba allí y hacía lo adecuado a un rey. Después de haber llegado su hermano pusoa un lado la diadema e inclinó la tiara que los reyes llevanrecta, salió a su encuentro y lo saludó y enviando regalosordenó a que los portadores dijeran: «Con éstos te honra tu e

63 La «doctrina común» serán los akroámatade Pitágoras. Véase Jám-

b l i c o , Vida de Pitágoras82 ss.64H e r ó d o t o (VII 2-3) cuenta esta elección de otra manera, como su

cedida en vida de Dado. P l u t a r c o lo relata también en Reg. et. imp.

apophth. 173B-C.

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188 MORALIA

hermano Jerjes. Si es proclamado rey por el juicio y el voto

de los persas, te concede ser el segundo después de él». Y

Ariamenes dijo: «Yo acepto los dones pero considero que elreino de Persia me pertenece por derecho. Guardaré para

mis hermanos el honor después de mí y para Jeijes, que será

el primero de ellos». Cuando llegó el juicio los persas designaron a Artabanes, hermano de Darío, como juez, peroJerjes esquivaba la decisión de éstos, el ser juzgado por

aquél, confiando en el pueblo. Atosa, su madre, le reprochó:«¿Por qué huyes de Artabanes, hijo mío, que es tu tío y el

f mejor de los persas? ¿Por qué temes tanto el proceso en elque también es hermoso el segundo puesto, ser juzgadohermano del rey de Persia?». Persuadido así Jeijes, una vez pronunciados los discursos, Artabanes manifestó que el reino era propio de Jeijes. Ariamenes al punto se puso en pie y

se prosternó ante su hermano y tomándole la diestra hizosentar a su hermano en el trono real. Desde este momento sehizo mayor ante él y se le presentó como favorable, de modo que comportándose con valor en la batalla de Salamina

489 cayó defendiendo la fama de aquél65. Que esto, pues, sea un

modelo puro e irreprochable de buen espíritu y magnanimi

dad.Alguien reprocharía a Antíoco su afán de reinar, peroadmiraría que no se borrase por causa de éste su amor porsu hermano. Combatía, en efecto, por el reino contra Seleu-co, aun siendo su hermano menor, y tenía a su favor a su

madre66. Pero cuando la guerra estaba en su apogeo, Seleu-

co trabó batalla contra los gálatas y fiie vencido; no aparecía

por parte alguna sino que se le creía muerto, al haber que-

05 Cf. Vida de TemístoclesXIV (119D-E).66 La anécdota de la disensión entre Antíoco y Seleuco la narra tam

bién P l u t a r c o en Reg. et imp. apophth. 184A. De la derrota de Seleucovuelve a hablar más adelante en Garr. 508D.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 189

dado destrozado su ejército al mismo tiempo por los bárbaros. Sabiéndolo Antíoco dejó la púrpura y tomó un mantoobscuro y, haciendo cenar el palacio real, hacía duelo por b

su hermano. Poco después, tras oír que se había salvado yque reunía de nuevo otro ejército, salió afuera e hizo sacrificios a los dioses, y a las ciudades que gobernaba ordenó hacer sacrificios y portar coronas.

Los atenienses, que han forjado extrañamente un mito

sobre la discordia entre los dioses, le han agregado una rectificación no insignificante de su rareza67, pues siempre suprimen el segundo día del mes Boedromio68 en la idea deque en aquél ocurrió la disputa entre Posidón y Atenea.Pues bien, ¿qué nos impide, cuando estamos querelladoscon familiares y parientes, poner en el olvido aquel día y c considerarlo uno de los nefastos, pero no olvidamos, por

uno solo, de los muchos y hennosos días en los que noscriamos y vivimos juntos? ¿O es que en vano y para nada lanaturaleza nos dio mansedumbre y resignación, hija de lamoderación, o es que no debemos usar de ellas más con los

parientes y familiares? No menos que conceder el perdón aquienes yerran, muestra benevolencia y afecto el pedirlo y

aceptarlo cuando somos nosotros los ofensores. Por eso nodebemos despreocupamos de quienes están irritados y nocorresponder a sus disculpas, sino incluso prevenir su iracon la súplica, cuando hemos errado nosotros mismos, y de d nuevo su súplica con el perdón cuando somos nosotros los

agraviados.Euclides el socrático es famoso en las escuelas porque al

oír palabras imprudentes y brutales de su hermano, que le

61 Cf. Quaest. conv.740F-741B, cuestión 6, que está incompleta.68 Este día del Boedromio (aproximadamente septiembre) era el que se

suprimió en el calendario de Metón para hacer coincidir el mes lunar conel solar.

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190 MORALIA

decía: «¡Ojalá perezca si no me tomo venganza de ti!», dijo:«Y yo, si no te persuadiera a cesar en tu cólera y amarme

como antes me amabas»69.Respecto al rey Éumenes, es un hecho, no una palabra,

lo de que no ha dejado a nadie una posibilidad de superación en mansedumbre70. Perseo, el rey de Macedonia, que

e era su enemigo, preparó hombres para matarle. Estos le tendieron una emboscada cerca de Delfos, sabiendo que ven

dría a pie desde el mar al santuario del dios. Poniéndosedetrás de él le arrojaron grandes piedras contra la cabeza y el cuello por las que, cegado, cayó a tierra como muerto. Eírumor se expandió por todas partes y algunos amigos y

senadores llegaron a Pérgamo, creyendo haber venido comomensajeros de la desgracia. Átalo, el mayor de sus hermanos, hombre moderado y mejor que todos para Éumenes, no

f sólo fue proclamado rey y recibió la diadema, sino que también desposó a Estratonice, la mujer de su hermano, y tuvorelaciones con ella. Cuando se anunció que Éumenes vivía y estaba de regreso, depositando la diadema y tomando las lanzas como acostumbraba, salió a su encuentro con los demás

lanceros. Éste le estrechó la mano amablemente y saludó a lareina con respeto y amistad. Después de vivir no poco tiempo

sin reproches ni sospechas murió, tras haber comprometido sureino y su esposa a Átalo. ¿Qué hizo éste entonces? Tras morir Éumenes no quiso reconocer ni a uno solo de los muchos

490 hijos que le había dado su mujer, sino que criando y educandoal hijo de aquél le dejó la diadema y lo proclamó rey71.

69 También en Coh. ira.462C.70 Es Éumenes II de Pérgamo. La anécdota también en Reg. et imp.

apophth. 184B. De éi y de sus hermanos también se ha hecho mención

antes en 480C.71 El verbo que hemos traducido por ‘reconocer’ designa realmente la

ceremonia en la que el esposo levanta en brazos al hijo habido y así lo re-

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 191

Sin embargo Cambises, atemorizado por un sueño en laidea de que su hermano reinaría sobre Asia, sin esperar ninguna manifestación ni prueba lo mató72. Por eso cayó elgobierno de la sucesión de Ciro al morir él y reinó el linajede Darío, hombre que sabía dar parte no sólo a sus hermanos sino también a sus amigos en sus asuntos de poder.

19. Todavía debe recordarse aún y guardar, en las renci

llas entre hermanos, aquello de tratar y acercarse entoncesespecialmente a sus amigos, huir en cambio y no recibir alos enemigos, imitando al menos esa costumbre de los cretenses, quienes sublevándose muchas veces y combatiendounos contra otros, se reconciliaban y unían cuando atacabandesde fuera enemigos. Y eso era lo que ellos llamaban‘sincretismo’73. Pues algunos, como el agua, influyendo enquienes se relajan y separan trastornan familiaridad y amistad, odiando a ambos de una parte y de otra atacando en lo

que más cede por debilidad. Con el amante los amigos jóvenes y sin malicia comparten el amor, con quien está encolerizado y en diferencias contra su hermano los enemigospeor dispuestos parecen compartir indignación y cólera.

Así, la gallina de Esopo74 dijo al gato, cuando, pretextandobuena voluntad, se informaba de cómo se encontraba de suenfermedad: «Bien si tú estás lejos». Del mismo modo, a unhombre de tal calaña, que mete cizaña sobre la desavenencia, hace preguntas e intenta desenterrar secretos, hay que

conoce como suyo. Aquí se usa en un sentido no literal si se piensa que loshijos de Atalo no eran recién nacidos. El hijo de Estratonice reinó comoÁtalo ni.

72 Cambises hizo matar a su hermano Esmeráis, según cuenta He r ó d o t o (I II3).

73 Cf. el Etymologicum Magnum, s. v. syncretisai.74 Fábulas16.

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192 MORALIA

decirle: «Yo, por lo menos, no tendré ningún problema con mi hermano, si ni yo ni él prestamos atención a los calum-

d madores». Pero, en realidad, no sé cómo estando mal de losojos creemos que se debe volver la vista a colores y cuerpos que no hieren ni reverberan75, mientras que viviendo entrereproches, iras y sospechas contra hermanos sentimos alegría y nos comunicamos con los perturbadores, cuando estaría bien esquivar y pasar inadvertidos a los enemigos y

convivir, gastar más los días en compañía de sus parientes,familiares y amigos e incluso, visitando a sus mujeres, explicar nuestras razones y franqueamos76. Con todo, según sedice, los hermanos no deben encontrar en medio una piedra

e cuando caminan, algunos se molestan si cruza un perro, eincluso temen otras muchas cosas semejantes de las cualesninguna dividió la concordia de los hermanos, pero trope

zando por medio y golpeándose con personas cínicas y calumniadoras no lo advierten.

20. Por esto, como sugiere la concatenación de mi discurso, bien dijo Teofrasto que «si son comunes los bienesde los amigos, con mayor razón los amigos de los amigosdeben ser comunes»77. Esto no menos podría aconsejarlocualquiera a los hermanos, porque las compañías y relaciones con otros, privadamente y por separado, alejan y apartana los unos de los otros. Pues a el amar a otro sigue inmediatamente el disfrutar con otros, emular a otros y ser atraídospor otros. Las amistades, en efecto, configuran el carácter, y

75 Igual comparación en Tranq. an.469A. Véase allí n. 44.76 Véase infra,cap. 21 (49ID), igual reflexión.77 Frag. 75 W i m m e r , citado por P l u t a r c o también enAdulat. 65 A ,

aunque sin mencionar a Teofrasto. El proverbio koiná tá ton phíldnaparece citado en A r is t . , Ética Nicomáquea VIII 9 (1159b 30); M e n a n d ro ,

Adelphoe, frag. I O K o e r t e .

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 193

no hay señal mayor de la diferencia de caracteres que la

elección de amigos diferentes. Por eso ni el comer y beberf

con un hermano, ni el jugar y pasar los días con él es tan

concluyente para la concordia como el compartir amor y

odio, el disfrutar de la convivencia de las mismas personas

y, a su vez, aborrecer y esquivar a los mismos. Pues lasamistades comunes no soportan siquiera calumnias ni disgustos, por el contrario, incluso si surge algún motivo de ira

o reproche se disuelve entre los amigos, que lo recogen y lodispersan si son íntimos con ambos, y por ambos se inclinan

juntamente en buena voluntad. Así como el estaño junta el 491

bronce roto y lo suelda con el contacto de cada extremo, porser íntimamente afín, así el amigo común y bien adaptado aambos hermanos intensifica su afecto. Los que, por el contrario, son desiguales e incapaces de unión crean, como notas en la escala musical, desacuerdo en lugar de armonía78.Es posible entonces dudar si Hesíodo dijo o no con razón:

Ni tampoco igualar a un compañero con un hermano79.

Pues el amigo común que es prudente, como se ha dicho, bmezclado más bien con ambos, será un lazo de amor frater

no. Pero Hesíodo, al parecer, sintió temor por la mayorparte de amigos vulgares por sus celos y egoísmo.

Atendiendo, pues, a lo que está bien, aunque se concedaigual afecto a un amigo, sin embargo deben guardarse

78 Alude al sistema musical de cuatro notas o tetracordio. La liraprimitiva tenía dos tetracordios. Cuando éstos están separados por un in

tervalo hay ‘disyunción’ o desacuerdo, cuando unidos por una nota común‘ligazón’ o armonía. Sobre estos problemas puede leerse C. S a c h s , Lamúsica en la antigüedad, Barcelona, 1934, págs. 98 ss., y Fr. A. Ge-

v a e r t , Histoire et théorie de la musique de Vantiquité, II, Hildesheim,1965 (repr. 1875), págs. 255 ss.

79 H es íod o , Trabajos y Días707.

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194 MORALIA

siempre los primeros puestos al hermano en magistraturas y

gobierno, en las invitaciones y relaciones de los poderosos,

en cuantas cosas son para la gente sobresalientes y de fama,devolviéndoles la dignidad y estima adecuadas por naturaleza. Pues lo más en estos asuntos no es tan importante parael amigo cuanto lo menos resulta para un hermano vergonzoso y humillante.

Con todo, respecto a ese tema ya han quedado escritas

c en otro lugar mis opiniones con más extensión80. Pero eseverso de Menandro, llenode razón:

Nadie que ame ve con gusto que le desdeñen8I,

nos recuerda y enseña a ocupamos de los hermanos y a notenerlos en menos, confiando en la naturaleza. También elcaballo es por naturaleza amigo del hombre, y el perro de suamo, pero si no alcanzan cuidados y solicitud se vuelven ajenos y sin afecto. También el cuerpo es lo que más congenia con el alma, pero descuidado y despreciado por ellano quiere colaborar sino que la daña y abandona sus actividades.

d 21. La preocupación por los propios hermanos está bien,pero aún es mejor manifestarse siempre benévolo y afectuoso con sus suegros y yernos en toda circunstancia, saludar ycomportarse amistosamente con servidores atentos a susamos, sentir gratitud por los médicos que los cuidan y porlos amigos fíeles que, animosamente, han soportado conellos viajes o campañas. A la esposa del hermano hay que

considerarla y honrarla como lo más santo de las cosas sagradas, hablar bien de ella a su marido si la honra, compa-

80 Véase suprael cap. 5.81 M e n ., frag. 744 Ro e r t e . Cf.Amic. mult. 95D.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 195

decerla si la descuida, suavizarla cuando está irritada. Si

comete alguna pequeña falta debe mediarse y apaciguar a sumarido. Incluso si surge en privado alguna desavenenciacon el hermano, debe uno quejarse ante ella y hacer que se e

borre el motivo del reproche. Debe disgustar sobre todo lasoltería del hermano y su falta de hijos, exhortándole y censurándole de todas formas para que contraiga matrimonio yse comprometa en relaciones legítimas. Una vez que tenga

hijos, más visiblemente ha de tenerse afecto por él y respetopor su mujer. Con sus hijos se ha de ser benévolo como conlos propios y aún más tierno y dulce, para que si cometen los yerros propios de jóvenes no huyan ni se hundan, portemor al padre o la madre, en compañías viles y despreciables, sino que tengan un recurso y refugio que a un tiempoaconseja e intercede con afecto. Así también Platón apartó a f

su sobrino Espeusipo de una gran relajación y desenfreno,ni diciéndole ni haciéndole nada desagradable, sino quemostrándose benévolo y sereno con él cuando huía los regaños y censuras de sus padres, le infundió un gran respeto 492

y afán por él y por la filosofía82. Sin embargo, muchos amigos le acusaban de no amonestar al muchacho. El decía que

incluso le amonestaba mucho al proporcionarle mediante suvida y su comportamiento la comprensión de la diferenciade lo bueno con lo vergonzoso83.

A Alevas, el tesalio, que era insolente y soberbio, su padre le contenía y le trataba con dureza, pero su tío lo aceptaba así y se lo atraía. Cuando los tesalios enviaban habas b

marcadas84 al dios de Delfos para la elección del rey, su tío

82 He!mbo!d señala cómo este modo de educar corresponde a lo que selee en P l a t ó n , Carta VII343e ss.

83 Cf.Adulat. 7 IR84 Hay que sobreentender kyámous con el adjetivo phryktoús. Estas

habas marcadas era lo que se echaba a suertes. Sobre este modo de adivi-

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196 MORA LIA

incluyó una en favor de Alevas a escondidas de su padre. Alelegir a éste la Pitia su padre negó que hubiera incluido la

haba por él y a todos les parecía que se había producido unerror en las transcripciones de los nombres. Por eso enviaron una nueva embajada y volvieron a preguntar al dios. Pero la Pitia, como confirmando su primera respuesta, dijo:

Hablo ciertamente del pelirrojo85, el muchacho que parióArquedique.

De ese modo Alevas fue designado rey por el dios gracias alhermano de su padre y él mismo superó con mucho a todossus predecesores y llevó a su pueblo a un gran poder y gloria.

c Pero, sin duda, complacido y honrado por los éxitos,honores y cargos de los hijos de un hermano se debe acrecentarlos, impulsarlos hacia el bien y alabarlos sin tasa ensus aciertos. Pues si es importuno quizás alabar al propiohijo, al del hermano es noble, y no egoísta sino honesto yverdaderamente divino. Pues yo creo que incluso este nombre86 hace bien de guía hacia el afecto y amor de los sobrinos. Pero es menester emular también a los seres superiores.

Heracles, que engendró sesenta y ocho hijos, no amó menosa su sobrino que a ninguno de ellos y aún ahora Yolao87

nación véase R. F l a c e l i e r e , Adivinos y oráculos griegos[Devins et órneles grecs],Buenos Aires, págs. 54-56.

85 Cf. A r i s t . , frag. 497 R ó s e , de la perdida Constitución de los Tesa-lios,donde dice que este rey, Alevas, ho pyrrhós. esto es, «el pelirrojo»,

organizó su país, dividiéndolo en cuatro distritos. Alevas vivió en el s. via. C.

86 theiossignifica ‘tío’ y ‘divino’.87 Yolao, hijo de Ificles y Automedusa, era el auriga de Heracles. In

tervino con él en casi todos sus trabajos.

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SOBRE EL AMOR FRATERNO 197

comparte en todos los lugares altar con él y le hacen súpli

cas llamándole ayudante de Heracles. Cuando su hermanod

Ifícles88 cayó en la batalla de Lacedemonia, Heracles, llenode aflicción, abandonó el Peloponeso. Y Leucótea89, al morir su hermana, crió a su niño y lo consagró como dios conella. De ahí que las mujeres en las fiestas de Leucótea, a laque llaman Matuta, no tomen en los brazos y honren a suspropios hijos sino a los de sus hermanas.

88 Hijo de Alcmena y Anfitrión y por tanto hermanastro de Heracles.Cf. Quaest. rom. 285F.

89 Leucótea es la diosa marina en la que se transformó Ino después dearrojarse al mar y ser recogida por las Nereidas. Así aparece ya identificada en OdiseaV 333-335, cuando da su velo a Ulises. Ino crió a Dioniso ala muerte de Sémele. Véase también Quaest. rom. 267D-E. La identificación con la diosa romana Matuta se halla asimismo en Vida de CamiloV(131B-C).

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE

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202 SOBRE EL AMOR A LA PROLE

progenie. En el cuarto y quinto, donde se incide con mayor

fuerza en este tema y en la fuerza de la naturaleza en el

amor a los hijos, pensamos que se nos aparece más claramente el autor, con mayor amenidad y gran número de citas,y cuando vamos reconciliándonos con él la obra termina ex

abrupto.

Hay autores como Dohner y Weissenberger que quisieron demostrar la no autenticidad de la autoría de Plutarco2,

otros como Volkmann3piensan que se trata de un epítome;pero a pesar de alguna inobservancia del hiato, el escrito,tanto en pensamiento como en lengua y estilo, es auténticamente plutarqueo, como afirma Ziegler4. Se trataría, pues

de una obra inacabada del período de su juventud y probablemente anterior aDe sollertia animalium y Bruta anima-

lia ratione uti, con los que tiene alguna relación5.

Este opúsculo no figura en el «Catálogo de Lamprías».

2 Quaestiones Plutarcheae III, Misenae, 1862, págs. 26 ss. y Die

Sprache Plutarchs von Chaeronea, Würzburg, 1895, págs. 66 ss.} citados

en la introducción de la edición teubneriana (Moralia III, de Pa t ó n ,

Po h l e n z y S i e v e k i n g ) y recogidos por Z i e g l e r , RE XXI 1, 1951, col.744.

3 R. V o l k m a n n , Leben, Schriften und Philosophie des Píutarch von

Chaeronea,Berlín, 1869, págs. 186 ss.4 R. Z i e g l e r ,Plutarchos von Chaironeia, RE XXI 1, 1951, cois. 743-

744.5 Véase He l m b o l d , op. cit ,pág. 329, sobre la cronología de esta obra

donde disiente de esta posible cronología que ya sustentó A. D y r o f f en

Die Tierpsychologie des Plutarchs von Chaeronea, Programm Würzburg,1897. Si se piensa que de estas dos obras plutarqueas citadas, Ziegler sitúa

la primera de ellas como concebida después del 79 y seguramente escrita

hacia el 80, no resulta demasiado fuera de lugar tal suposición.

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE

1. Juicios de apelación y recursos a tribunales extranjeros fueron concebidos al principio por los griegos en su des- b

confianza recíproca, necesitados de una justicia ajena como

de otro bien necesario no producido entre ellos. ¿No es asícomo también los filósofos por sus desavenencias mutuas

apelan en algunos problemas a la naturaleza de los animales

irracionales como a una ciudad de otro país y remiten su

juicio a las afecciones y costumbres de aquéllos, en la idea

de que son ininfluibles e incorruptibles? ¿O es también esto

una acusación a la humana maldad, el que, dudando noso

tros respecto a los asuntos más necesarios e importantes,busquemos en los caballos, los perros y las aves cómo nos c

vamos a casar nosotros mismos, cómo engendrar y criar los

hijos (como si no existiera entre nosotros ninguna manifestación de la naturaleza) e invocar las costumbres y las afecciones de los animales salvajes y acusar a nuestra vida de un

gran desvío y transgresión de las reglas en contra de la naturaleza, por habernos confundido y perturbado desde elmismo comienzo acerca de los principios? Pues en aquéllos

la naturaleza guarda su singularidad pura, sin mezcla y

simple, pero en los hombres, por obra de la razón y la costumbre, ha experimentado lo que el aceite por los perfumis-

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204 MORALIA

tas, mezclada con muchas opiniones y juicios añadidos, se

ha vuelto suave y variopinta, pero no ha conservado nada

d propio. No nos asombremos de que los animales irracionales sigan más a la naturaleza que los racionales porque más

que los animales lo hacen las plantas, a quienes no se ha

concedido imaginación, ni impulso o deseo de otras cosas

que las sacuda lejos de lo que se ajusta a la naturaleza, sino

que, como encerradas en una cárcel, permanecen domina

das, marchando siempre por el único camino por el queaquélla les guía. En las fieras no existe en demasía la versatilidad, la singularidad y libertad de la razón y, aun teniendo impulsos y deseos irracionales y yendo frecuentemente por caminos errantes y en círculo, no se separan muy

lejos, como sujetas por el ancla de la naturaleza, quien íes

muestra el camino recto como a un asno que marcha bajo

riendas y bocado. En cambio en el hombre la razón, que noe tiene amo y es absoluta, encontrando unas veces unos des

víos y novedades, otras otros, no ha dejado ninguna huella

visible ni evidente de la naturalezal.

2. Mira qué grande es en los animales respecto a sus

uniones lo conforme a naturaleza. En primer lugar no ob

servan leyes contra el celibato o eí matrimonio tardío, como

los ciudadanos de Licurgo y de Solón2. Ni temen la pérdida

de sus derechos civiles por la falta de hijos ni persiguen ho-

1 Este capítulo, especialmente corrupto, ha sido salvado por todo género de conjeturas, de lo que da buena cuenta la longitud del aparato crítico

de la edición teubneriana.2 Cf. Vida de Licurgo XV 1-3 (48C); Vida de Lisandro XXX 7

(451 A). Véase tambiénApophth. lac.227F. En cambio nada se dice sobre

esto en la Vida de Solón.

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE 205

ñores por tener tres \ por lo que muchos romanos se casan y

procrean no para tener herederos sino para poder heredar.Además el macho no se une a la hembra en cualquier época,porque no tienen el placer como finalidad sino la generación y la procreación. Por eso en la estación del año que trae f

vientos fecundos y una temperatura favorable para los apareamientos4 llega para ello al macho la hembra dócil y deseable, adornada con olor suave de la piel y con el arre

glo propio de su cuerpo, llena de rocío y de hierbas5. Perocuando advierte que ha concebido y está preñada se retira

decorosamente y hace previsiones para su preñez y la sal- 494

vación de su criatura. No es posible hablar suficientemente

de sus acciones, excepto que cada uno de ellos es uno solo

en el amor a su prole, en sus previsiones, en sus sacrificios,

en su autodominio. Llamamos nosotros hábil a la abeja y

creemos que

se ocupa de la rubia miel6

adulando la suavidad de su dulzura que nos acaricia el paladar; sin embargo miramos con indiferencia la habilidad y la

industria de los demás respecto a ios partos y las crianzas.Así por ejemplo el alción hembra, después de haber conce

3 P l i n i o , en laEpístolaX 2, agradece a Trajano haberle reconocido elprivilegio concedido a los padres de tres hijos. Había una ley que se remontaba a Augusto que limitaba los derechos y prerrogativas de quienes

tenían menos de tres hijos, latus trium liberorum.

4 En cuanto a los vientos cf. Lu c r e c i o , 1 10-20. Sobre el poder fecundante del Favonio y para la temperatura adecuada cf. A r i s t ó t e l e s ,Inves

tigación sobre los animalesVI 18 (573a 27).

5 EnBruta anim. 990C ss. se refiere Pl u t a r c o con más extensión a

los medios de atracción de la hembra.6 Si m ó n i d e s , frag. 43 D i e h l , 88 (593 Pa g e ). También enAnd. 41F;

Prof. virt. 79C.

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206 MORA LIA

bido, compone el nido reuniendo las espinas de la aguja

marina, entrelazándolas y juntando unas con otras. Lo traba

ja en forma redonda y alargada como la nasa de un pescador

b y, apretando exactamente las espinas en junturas y espesor,lo expone al oleaje de modo que batido suavemente y pegado el fieltro de la superficie se vuelva impermeable. Asíresulta impenetrable para el hierro y la piedra. Pero lo que

es más admirable, la boca del nido está configurada tan

ajustadamente al tamaño y medida del alción que no admiteanimal mayor ni menor y, según se dice, ni siquiera recibe la

menor cantidad de agua marina7,c Sobre todo los gáleos son un buen ejemplo. Son vivípa

ros pero dejan a sus crías salir afuera y pacer, después nuevamente los recogen y los repliegan dormidos en sus entrañas8.

La osa, que es una fiera muy salvaje y sombría, pare suscrías sin forma ni articulaciones, pero moldeando sus membranas con la lengua, como con una herramienta, parece que

no sólo engendra sino también fabrica a su hijo9.El león de Homero,

a quien, cuando lleva sus cachorros, lo encuentran en el

[bosqueunos cazadores, pero él está orgulloso de su fuerza,

y tira hacia abajo el entrecejo que le cubre los ojos10,

7 En Solí anim.983 C-D hace P l u t a r c o una descripción de la fabricación del nido mucho más completa y perfecta; cf. E l i a n o »Historia de

los animalesIX 17.8 Sobre los gáleos o perros marinos (una especie de tiburón), es también más exacta y hermosa la exposición de Pl u t a r c o en Solí. anim.

982A; cf. también E l .,Hist. an.II 55.9 El .,Hist. an.II19; Ar i s t .,Inv. an.579a 24.10IIXVII 134-136.

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE 207

¿acaso se asemeja a alguien que piensa pactar con los cazadores respecto a sus hijos? Pues, en general, el amor por la

prole hace a los cobardes atrevidos, a los indolentes trabajadores, a los glotones ahorrativos. Como el ave que en Homero lleva a sus pajarillos

cuantos bocados coge,pero a ella misma le va m al11,

pues alimenta a sus crías a cargo de su propia hambre, retiene el alimento tomado de su estómago y lo prensa en su

pico, no vaya a tragárselo inadvertidamente.

Como una perra marchando en torno de sus tiernos cacho

rrillos

ladra al hombre que no conoce y se apresta a luchar12,

asumiendo, como un segundo ánimo, el temor por sus crías.Y las perdices13, cuando son perseguidas con sus perdi

gones, Ies dejan volar por delante y escapar mientras ellas,urdiendo el llamar la atención de los cazadores sobre símismas, desde cerca giran y cuando les falta poco para ser

capturadas echan a correr, después se quedan otra vez para

das y se ponen al alcance de la esperanza de aquéllos, hastaque, habiéndose arriesgado a favor de la seguridad de sus

crías, han conducido muy lejos por delante a los cazadores.En cuanto a las gallinas14, tenemos cada día a la vista la

forma en que protegen a sus polluelos, extendiendo sus alas

para cubrir a unos, recibiendo con su cloquear gozoso y ca

11 //. IX 324. Cf.Prof. virt. 80A.12 Od. XX 14-15. Cf. Sobre la vida y poesía de Homero 86

(B e r n a r d a k i s , VII, pág. 375).13 Cf. Solí. anim.971C-D; Plin.,Hist. nat. X 103; Aris t., Inv. an. IX

8 (613b 17); El.,Hist.an. III16.14 A r i s t .,Inv. an.IX 8 (613b 15).

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208 MORALIA

riñoso a otros que se suben a su espalda y acuden corriendo

de todas partes. Huyen de perros y serpientes si temen por

sí mismas, pero si es por sus crías se defienden y combaten

por encima de sus fuerzas.¿Pensamos entonces que la naturaleza ha hecho nacer en

esos animales estos sentimientos mirando por la descendencia de gallinas, perros y osos y no más bien por avergonzamos y herirnos cuando reflexionamos que estos son

modelos para quienes la siguen pero que para los insensibles son reproches por su impasibilidad, por medio de los

cuales se acusa sólo a la naturaleza humana de no tener

afecto gratuitamente ni de saber amar sin beneficio? Pues

en los teatros recibe aplausos el que dice:

¿Qué hombre ama a otro por una paga? 15

Sin embargo, según Epicuro, aman por una paga el padre alhijo, la madre a su niño, los hijos a sus padres l6.Pero si las

fieras comprendiesen las palabras y alguien, congregando

en un teatro común caballos, bueyes, perros y aves, cambiara esa cita y exclamara: «Ni los perros aman a sus cachorrillos por una paga, ni los caballos a sus potros, ni las aves a

sus polluelos, sino gratuitamente y de un modo natural»,reconocerá en la emoción de todos que estaba bien y verdaderamente dicho. Pues es vergonzoso, oh Zeus, que generación, partos, dolores y crianza de la prole en las fieras sean

naturales y gratuitos mientras que los de los hombres sean

préstamos, paga y fianza dados por interés.

3. Pero ni esta exposición es verdadera ni digna de ser

oída. Pues la naturaleza, como en las plantas silvestres, vi

15 K o c k , CAF,III,adesp. 218.16 U se n er ,Epicúrea, frag. 528, pág. 320.

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE 209

ñas, cabrahigos y acebuches, infunde unos principios, aun

inmaduros e irracionales, de ios frutos cultivados, así ha

dado a los irracionales el amor por su prole imperfecto, insuficiente para la justicia y que no va más allá de la utilidad.En cambio al hombre, animal racional y social, introduciéndole en la justicia y la ley, en el culto a los dioses, la fundación de ciudades17 y en la amistad, lo ha dotado como de las

semillas nobles, bellas y fructíferas de estas cosas en la ale

gría y el amor por sus hijos, que acompaña a los primerosprincipios. Y ésas se hallaban en la constitución de los

cuerpos. Ciertamente que la naturaleza es en cada cosa

exacta e industriosa, sin falta ni exceso y «no tiene», como

decía Erasístrato18, «nada de falso valor». Lo referente a la

generación, no obstante, no es posible decirlo dignamente nitampoco es conveniente quizás implicarse con demasiada

exactitud en los nombres y términos de temas prohibidos,sino solamente comprender la buena adaptación para engendrar y parir de aquellas partes reservadas y ocultas. Con

todo, basta la producción y administración de la leche para

mostrar la previsión y el cuidado de aquélla. Pues de la sangre cuanto exceso de uso, por la debilidad y cortedad de

respiración en las mujeres, yendo a la superficie andaerrante y pesa, el resto del tiempo se ha acostumbrado y

ocupado de fluir en períodos mensuales de días, habiendo

abierto la naturaleza pasos y caminos para ella, lo que por

otra parte alivia y purifica el resto del cuerpo, por otra prepara la matriz como tierra fertilizada oportunamente con

17 Se percibe un eco del mito platónico de Prometeo; cf. Protágoras

322a-b.18 Médico que vivió hacia la mitad del ni a. C. Fue probablemente el

cirujano y científico más notable de la época helenística. Su obra nos es

conocida a través de Galeno. Véase la Vida de DemetrioXXXVIII (907A

ss.).

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210 MORALIA

trabajo y semillas. Pero cuando la matriz recibe y envuelve

la semilla que ha caído, formándose una raíz19 («pues el ombligo es lo primero que se produce en el vientre», como

dice Demócrito20, «a guisa de ancla contra el oleaje y elmovimiento, cable y sarmiento» para el fruto engendrado y

futuro), la naturaleza cierra los pasos mensuales y purifica-

dores y apoderándose de la corriente de sangre se sirve de

ella como alimento y riega al feto ya constituido y moldea

do, hasta que habiéndose formado en números convenientesf en su crecimiento interior necesita otro alimento y otro te

rreno. Entonces, pues, la naturaleza, apartando y cambiando la

sangre de un uso a otro con más cuidado que un jardinero

cuando riega, tiene dispuestas como unas fuentes terrenas de

un manantial fluyente, que no la reciben ociosa e impasiblemente sino que pueden, por el suave calor y la blanda feminei-

496 dad de la respiración, digerirla, suavizarla y transformarla.Pues la mama tiene tal disposición y temple interior. No existen manantiales ni fuentes de la leche soltándola continuamente, sino que terminando la mama en carne llena de fuentes y

que filtra tranquilamente en canales ligeros, ofrece un almacén

favorable para la boca del niño y grato de tocar y de rodear.Pero no habría ninguna ventaja en tan gran número de

instrumentos para la generación, en tales arreglos, celo y

previsión si la naturaleza no hubiera infundido el amor y el cuidado de la prole en las madres.

b Pues no existe nada más desdichado que el hombre

de todos cuantos seres respiran y caminan sobre la tierra21.

]9 Arist., Reproducción de los animales II 7 (745b); Inv. an. I 12

(493a 18).20 D i e l s - K r a n z , Die Frag. der Vors., II,p á g . 171, frag. b 128; Fort.

Rom. 317A.21II.XVII 446-447, pero no están referidos a un niño sino al cadáver

de Patrocio; cf.An. corp. affect. 500B.

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE 211

Y en eso no miente el poeta si es que habla sobre el infante

y recién nacido. Pues nada es tan imperfecto, sin recursos,desnudo, informe y manchado como un hombre al ser contemplado en su nacimiento. A éste solamente la naturaleza

ni le dio apenas un camino puro hacia la luz22, sino que empapado de sangre, lleno de inmundicia, más semejante a un

asesinado que a un nacido no es apropiado para tocar, coger,besar ni abrazar por nadie más que por quien le ama por

naturaleza. Por eso las ubres de los demás animales cuelgan

bajo el vientre, pero en las mujeres están arriba en tomo alpecho para besar, rodear y abrazar al infante, como por tener por fin el parir y criar no la necesidad sino el amor.

4. Refiere este discurso a los hombres primitivos a cuyas mujeres les sucedió por vez primera parir, a los varones

ver un niño nacido. Aquéllos no tenían ley que les ordenara

la crianza de los hijos ni expectativas de gratitud o de recompensas por la crianza «prestada a sus hijos en la infancia»23. Yo afirmaría que las madres eran más bien duras y

rencorosas con sus criaturas, por haber sufrido grandes peligros y trabajos:

Como cuando coge a una mujer de parto un dardo agudo,

violento, que lanzan las parteras Ilitias,

hijas de Hera, que causan amargos dolores24.

Estos versos dicen las mujeres que no los escribió Homero

sino una Homérida25 después de parir o mientras paría aún

22Amat. 758A.23 P l a t ó n ,Leyes717c; cf. Fral. am.479F.24// .X I 269-271.25 Aunque el término traducido puede provocar confusión con los

Homéridas o descendientes de Homero, Plutarco ha usado un adjetivo

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212 MORALIA

y tenía en las entrañas la picadura del dolor, a un tiempo

amarga y aguda. Pero el amor por su descendencia la doble

gaba y conducía. Todavía caliente, dolorida y sacudida por

sus sufrimientos no rechaza ni huye a su niño, se vuelve

e hacia él, le sonríe, le toma y le besa, sin recoger para sí nada

dulce ni provechoso sino recibiéndole entre dolores y desdichas, de los pañales

los hampos

calentándolos y alisándolos, y pena sobre penacambiando desde la noche y durante el d ía26.

Y eso ¿por qué pagas o servicios fueron realizados por

aquéllos de antes? Pero ni siquiera por los de ahora, porque

las esperanzas son inseguras y lejanas. El que planta vides

en el equinoccio de primavera cosecha en el de otoño, sisiembra trigo en la puesta de la Pléyade después recoge a su

salida; bueyes, caballos y aves paren crías dispuestas para su

uso. La crianza del ser humano es trabajosa, su crecimiento

es lento, siendo lejana su excelencia los padres en su mayoría mueren antes de verla. No sobrevivió Neocles para ver la

f Salamina de Temístocles, ni Milcíades el Eurimedonte de

Cimón, ni oyó a Pendes hablando al pueblo Jantipo, niAristón a Platón mientras filosofaba, ni los padres de Eurípides y Sófocles conocieron sus victorias. Los escuchaban

balbucear y silabear y contemplaron los cortejos, las borracheras y ios amores en que ellos se excedían como jóvenes.

femenino Homeris (-idos)que aludiría en todo caso a una compositora y

descendiente femenina del poeta.26 N a u c k 2, TGF, adesp. 7. En Quaest. conv. VI 6 (69ID) cita P l u

t a r c o estos versos menos extensamente pero los pone en boca de «la

famosa nodriza de los hijos de Niobe». Se han atribuido a una tragedia

Níobede Sófocles o de Esquilo.

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE 213

De tal suerte que debe alabarse y recordarse de Eveno esto

solo de lo que escribió:O temor o pena es un hijo para su padre toda la vida27.

Sin embargo no cesan de criar hijos, pero sobre todo quienes

menos los necesitan. Pues es risible el que alguien crea que los

ricos hacen sacrificios y se alegran cuando les nacen hijos

porque tendrán quienes los cuiden y los entierren, a no ser que,

por Zeus, críen hijos por falta de herederos, ¡pues no es posible

hallar ni toparse con quien quiera tomar bienes ajenos!

Ni arena ni ceniza o plumas de aves de cantos varios

tan gran número amontonaría1*

cuanto es el de los que buscan heredar.

Dánao el padre de cincuenta hijas29,

pero si hubiera estado sin hijos, hubiera tenido más buscadores de herencia, y no semejantes. Pues los hijos no tienen

gratitud alguna ni por eso los cuidan ni honran, en la idea de

que reciben la herencia como algo debido. En cambio oyes

voces semejantes de los extraños en torno al que no tiene

hijos, como en aquellos famosos versos de la comedia:

Oh Demos, báñate después de haber juzgado siquiera un

caso solo,

come, deglute, traga, toma el tr ióbolo30.

27 Frag. 6 D i e h l .

28 Frag. chor. adesp. 15 D i e h l ; E d m o n d s , Lyra Graeca IH 79, 89(1007 Page). Cf. Comrn. not. 1067D.

29N a u c k 2, TGF, Eur., frag. 228, 1 del Arquelao. Cf. Vit. X orat.

837E.30 A r i s t ó f a n e s , Caballeros50-51. El trióbolo, que valía media drac-

ma, era el sueldo de los jurados o jueces de la Heliea, que había subido

Cleón desde el anterior óbolo para hacerse popular.

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214 MORA LIA

Y las palabras de Eurípides,

Las riquezas encuentran amigos a los humanosy tienen el máximo poder entre los hombres31,

no son simplemente verdad si no es en relación a los hijos.A ésos los ricos banquetean, los poderosos adulan, los oradores sólo a ellos les pleitean gratis.

Poderoso es un rico que tiene un heredero desconocido2,2.

Pues, por lo menos, a muchos con muchos amigos y honores los dejó sin amigos y sin poder el nacimiento de un solo

hijo. Por eso nada de provecho deriva de los hijos para la

posesión de poder, sino que toda la fuerza de la naturaleza

no es menor en los hombres que en las fieras.

5. Pues se oscurecen también éstas y muchas otras cosas

por obra del vicio, como un pasto que brota entre semillas

cultivadas. ¿O vamos a decir que ni siquiera el hombre se

ama a sí mismo por naturaleza porque muchos se degüellan

o se despeñan a sí mismos? Edipo

arañó sus párpados con alfileres; al mismo tiempo san

grientas

sus pupilas humedecían la barba33;

Hegesias34 con su dialéctica persuadió a muchos oyentes a

dejarse morir de hambre.

31Fenicias 439-440, aunque el primer verso pertenece a Só f o c l e s ,

frag. 85,1 N a u c k .32 Ko c k , CAF,III,adesp. 404.

33 Só f o c l e s ,Edipo Rey 1276-1277.34 Hegesias fiie el principal representante de la escuela hedonista hacia

el 290 a. C. Obtuvo ei sobrenombre de Peisithánatos, esto es, ‘Persuasor

de la muerte’, por su recomendación del suicidio como único método

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SOBRE EL AMOR A LA PROLE 215

Muchas son las formas de lo divino35.

Pero éstas son como aquéllas enfermedades y pasiones delalma que sacan al hombre fuera de lo conforme a naturaleza, como ellas mismas testimonian contra sí mismas. Pues siuna cerda destroza a su cochinillo o una perra a su cachorro,los hombres se desaniman y se conturban, sacrifican víctimas propiciatorias a los dioses y lo consideran un prodigio,

como si fuera a todos conveniente por naturaleza amar y

criar a su progenie y no matarla. Sin embargo, como en las e

minas centellea el oro aunque mezclado y cubierto con abundante tierra, así la naturaleza en los propios caracteres y

pasiones errados manifiesta el amor hacia su descendencia.Pues si los pobres no crían hijos es por temor a que, criados

peor de lo debido, se vuelvan serviles, ineducados y priva

dos de todos los bienes36. En efecto, considerando la pobreza el último de los males, no soportan comunicársela a sus

hijos como una enfermedad dura y enorme...

seguro de liberarse de las sensaciones. Véase C i c e r ó n , TusculanasI 83 y

D i ó g e n e s L a e r c i o , IT86 y 93 ss.

35 Versos finales enAlcestis, Andrómaca, Helena y Bacantes de Eu-r í p i d e s . Cf.Adulat. 58A.

36 EnLib. educ. 8E-F P l u t a r c o se manifiesta de otra manera y opina

que los pobres deben recibir también las ventajas de la educación.

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SI EL VICIO PUEDE CAUSAR

INFELICIDAD

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INTRODUCCIÓN

Tras este largo título nos encontramos con un pequeño

tratado, mutilado a su comienzo y final y de texto muy corrupto, que no aparece citado en el «Catálogo de Lamprias»

y cuya autenticidad ha sido puesta en dudal. No obstante, el

tratamiento del tema e incluso su mismo título griego, donde aparece el término autárkés, concuerda con una serie de

obras moralizantes de tono estoico que podría situarse en

una etapa temprana de la producción plutarquea2. De otra

parte la autenticidad parece probada por el tratamiento delhiato, que resulta en Plutarco una verdadera piedra de toque.

El contenido de la obra y su comienzo ex-abrupto, asícomo su falta de final, llevó a U. von Wilamowitz3 a considerar este fragmento como parte de un tratado mayor, delque formaría parte con el tratado siguiente, Si las pasiones

del alma son peores que las del cuerpo, siendo el que ahora

nos ocupa continuación del otro. Por eso también, al ser un

fragmento, no se encontraría citado en la üsta de biblioteca-

1K. Z i e g l e r ,Plutarchos von Chaironeia, Realencyclopadie,col. 93.

2 Cf. págs. 201 ss. de laIntroductionde J. D u m o r t i e r y J. D e f r a d a s

a este tratado en el vol. Vil1de las Oeuvres Morales en la colección de

Les Belles Lettres.

3MermesXL (1905), 161-176 (-Kleine Schriften,IV, págs. 208-212).

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rio conocida como «Catálogo de Lamprías». Esta tesis, que

resulta sumamente atractiva, no ha sido en general aceptada

y ambas obritas se editan por separado.Por último, este opúsculo fue traducido por Diego Gra-

cián4 con el título de: Que la fortuna no es bastante a hacer

a ningún hombre infelice y desventurado sino le ayuda su

maldad propia del

220 SI EL VICIO PUEDE CAUSAR INFELICIDAD

4 Morales de Plutarco. Traduzidos de lengua Griega en Castellana.

Por Diego Gradan. Impresso en Alcalá de Henares por Juan de Brocar.

A.D. MDXLVIll. Con Preuilegio.

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SI EL VICIO PUEDE CAUSAR INFELICIDAD

1. ... no soportará 498

tener su cuerpo vendido por la dote,

como dice Eurípides1pero tiene pocos e inseguros motivos b

de envidia. Para este hombre [hubiera sido mejor]2 caminar

no «a través de un montón de ceniza» sino «de un incendio

real»3 y jadeando, lleno de temor y cubierto de sudor, pere-

1 El comienzo ex-abmptoy la corrupción del texto hacen poco inteligible este pasaje. Algo lo ilumina el argumento del Faetón de Eu r í p i d e s

del que procede la cita. En esta tragedia perdida (cf. N a u c k 2, TGF, frags.771-786) Faetón, hijo de Climene y Mérope, rehúsa el matrimonio, propuesto por su padre, con una diosa. Entonces su madre, Climene, le informa de que su verdadero padre es el dios Helios. Faetón va ante Helios a

que le cumpla la promesa hecha a su madre de concederle una petición y

pide al dios su carro. Éste se lo concede. Faetón cae fulminado por un rayo

de Zeus y su cadáver ardiendo incendia la cámara del tesoro del palacio de

Mérope. Queda oscuro quién era la diosa. Para W i l a m o w i t z (Mermes

XVIII, 396 ss.) es Afrodita, Otros piensan en Selene, pero el nombre concreto permanece sin respuesta.2 Palabras incluidas para facilitar el sentido incompleto del pasaje al

no haber adoptado las, por otra parte, complicadas conjeturas de Defradas-

Dumortier, pág. 204, n. 1.3 Se entienden también mejor gracias al argumento de la tragedia estas

palabras que son quizás una cita. El término «real» se presta en castellano

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222 MORA LIA

cer, aunque le hubiese ofrecido [su madre] riquezas como

las de Tántalo, que no podía disfrutar por falta de tiempo.

Y aquel prudente sicionio, domador de caballos, le dio

como regalo al rey de los aqueos una yegua corredora,

para no seguirle al p ie de la ventosa Ilion

y gozar permaneciendo en su casa 4

entregado a su inmenso bienestar y a un ocio sin penas. En

c cambio, quienes ahora parecen cortesanos y hombres de

negocio, sin que nadie los llame se precipitan en salones,cortejos y penosas antesalas para conseguir un caballo, un

broche u otra muestra de felicidad semejante.

Su esposa, con ambas mejillas ensangrentadas, había que

dado en F ílacey su casa a medio acabar5,

pero se arrastra y anda errante gastándose en esperanzas de

esperanzas y en recibir insultos. Y si logra algo de lo que

desea, extraviado y perdido en el vértigo de la cuerda floja

de su suerte, busca cómo bajar y tiene por dichosos a los

que viven sin fama pero en seguridad. Éstos, a su vez, le

miran con los ojos en alto cuando marcha por encima de sus

cabezas6.

a confusión por su homónimo derivado de res, reí.Aquí está en el sentido

de regio.

4 El prudente sicionio es Equépolo. El rey de los aqueos es Agamenón. Los versos están adaptados deIliadaXXIII297-298.5 Cf.II. II 700-701. Alude a Protesilao y su esposa Polidora, hija de

Meleagro.6 Probablemente alude también al mito de Faetón, cuando iba con el

carro de Helios por el cielo.

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SI EL VICIO PUEDE CAUSAR INFELICIDAD 223

2. De la forma más desdichada dispone el vicio a todos

los hombres, por ser creador absoluto de la infelicidad. End

efecto, no tiene necesidad ni de instrumentos ni de servidores. Pero los tiranos, al cuidarse de hacer desgraciados a los

que castigan, mantienen torturadores y verdugos o imaginan

cauterios y cuñas. El vicio, en cambio, sin tales preparativos, acudiendo al alma la desgasta y la destruye y llena alhombre de tristeza, lamentaciones, irritación y arrepenti

miento. Y esto es una prueba: muchos callan mientras los

mutilan y se revisten de fuerza cuando los azotan y, torturados con cuñas por sus amos o por los tiranos, no exhalan

una queja, porque el alma, silenciosa, como con una mano e

contiene y oprime el sufrimiento por medio de la razón.Pero no podrías ordenar tranquilidad a la ira, ni silencio aldolor, ni persuadirías a estarse quieto a un hombre atemorizado. Tampoco podrías convencer a quien está trastornado

por el arrepentimiento para no gritar, a no mesarse los cabellos o golpearse los muslos.

¡Hasta tal punto es más violento el vicio que el fuego o

el hierro!

3. Las ciudades, sin duda, cuando convocan un concurso público para construir templos o colosos7, escuchan a los

artesanos que discuten sobre la contrata y aportan cuentas y

7 En la época de Plutarco era costumbre levantar estatuas colosales de

los emperadores. Se sabe por E st a c í o , Silvas 1 1-107, y por S u e t o n i o ,

Domiciano 15, 2, de la estatua ecuestre colosal de Domiciano que quizásaquí evoca Plutarco, quien la habría visto en Roma en su estancia durante

el gobierno de este emperador. Plutarco debió de dejar Roma aproximadamente cuando la expulsión de los filósofos por Domiciano en el año 93.Véase C. P. Jones, Plutarch and Rome, págs. 20 ss. Probablemente por

esta época debió de escribirse esta obrita. Sobre la comparación véase P,F u h r m a n n ,Les images de Plutarque,pág. 274.

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224 MORA LIA

modelos. Después eligen a quien hace el mismo trabajo

f mejor y más deprisa por menos dinero. Pues bien, supongamos que se anuncia un concurso público de una vida desgraciada y que después se acercan Fortuna y Vicio, en desacuerdo, a la contrata. La una, llena de instrumentos de todo

género y de una preparación múltiple para la realización de

una vida desgraciada y lamentable, arrastra consigo piraterías tremendas, guerras, sangrientas mancillas de tiranos,

499 tempestades del mar y rayos del cielo. Usa también la cicuta, lleva la espada, recluta delatores, concita fiebres, remacha los grilletes, construye cárceles. Sin embargo, la mayor

parte de estos males son obra más del Vicio que de la Fortuna. Pero concedamos todo a la Fortuna. Que el Vicio en pie,desnudo y sin necesidad de ninguna ayuda exterior contra elhombre, pregunte a la Fortuna cómo lo volverá infeliz y sin

ánimos.

Fortuna,

¿rechazas la pobreza? Metrocles se ríe de t i 8.

Éste, que dormía en invierno entre ovejas y por el verano en los pórticos de los templos, provocó a una discusión

sobre la felicidad al rey de los persas, que pasaba el invierno

b en Babilonia y el verano en la Media9.

8 Probablemente se trata de un verso de comedia. El personaje aludido

es Metrocles de Maronea, filósofo cínico convertido a esta doctrina tras

haber sido discípulo de Teofrasto. Se le considera inventor de las Chriaio

Máximas (literalmente «Cosas útiles»), colección de anécdotas y apotegmas que se aprendían de memoria para fortificarse contra las adversidades

de la vida. También aparece citado en Tranq. an.468A.9 Sobre esta costumbre cf.Exil. 604C y Je n o f o n t e , CiropediaVIII 6,

22. En ambos pasajes se refiere además que la primavera la pasaba en

Susa.

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SI EL VICIO PUEDE CAUSAR INFELICIDAD 225

¿Acaso atacas la esclavitud, las cadenas y la venta? Te

desprecia Diógenes, quien vendido por unos piratas gritaba:

«¿Quién quiere comprar un amo?»í0.¿Mezclas una copa de veneno? ¿No la bebiste a la salud

de Sócrates!í? Él, amable y tranquilo, sin perder en absoluto

el color ni la compostura apuró la bebida serenamente.Cuando murió, le tenían por dichoso los viv os12 «porque no

iba a estar ni siquiera en el Hades sin un destino divino»I3.

Y en cuanto a tu fuego, D ecio14, el general romano, tomó la delantera cuando, después de haber apilado una pira c

en medio del campamento, se sacrificó cumpliendo un voto

en honor de Crono por la soberanía de Roma. Las mujeres

indias prudentes y amantes de sus esposos disputan y luchan entre sí por el fuego y, a la que ha logrado en su victoria arder juntamente con el esposo muerto, las demás la ce

lebran en sus cantos como dichosa15. Allí ningún sabio es

digno de envidia ni feliz, a no ser que, vivo todavía y en

plenitud de juicio y de salud, separe por el fuego el alma deícuerpo y salga puro de la carne tras haber lavado las mancillas de lo mortal.

10 Diógenes de Sínope, filósofo cínico del siglo irr a. C. de quien se

encuentran multitud de anécdotas en los autores antiguos: tanto en Plutarco como en Dión Crisóstomo, Epicteto, Luciano, Diógenes Laercio y otrosmás. Anécdota semejante pero sin cita de los piratas en D i ó g e n e s La e r -

c i o , IV 29.11 P l a t ó n , Fedón 117b-c. El propinein era beber a la salud de al

guien, quien después hacía lo mismo en honor del primero.12 Exil 607F.

13 P l a t ó n ,Fedón58e y Je n o f o n t e ,Apología32.14Par. min.310A-B. Véase también T i t o L i v i o , VII 9; X 28.15 La referencia a esta costumbre hindú es muy curiosa. Probablemen

te Plutarco la había conocido a través de las índicas de M e gás t e n e s , que

fue embajador de Seleuco I en diversas ocasiones entre el 302 y el 291 en

la corte dei rey hindú Sandrocotos.

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226 MORALIA

Pero ¿descenderás de una existencia brillante, de casa,dmesa y dispendios al manto raído, la alforja y a mendigar el

sustento diario? Esto es el principio de felicidad para Dió-

genes, el de la libertad y buena fama para Crates16.Pero ¿te clavarán en una cruz o te empalarán? Y qué le

importa a Teodoro17 pudrirse sobre la tierra o bajo la tierra.Los escitas18 consideran afortunado ese modo de sepultar.Los perros de los hircanos19 y las aves de los bactrianos

comen los cadáveres, según sus costumbres, cuando alcanzan un final dichoso.

4. ¿A quiénes, pues, estas cosas hacen desgraciado? A

los cobardes e irracionales, a los no ejercitados ni entrenados, a los que conservan desde la infancia sus opiniones sin

cambio alguno.e No es, desde luego, la Fortuna cumplidora de infelicidad

si no colabora con ella el Vicio. Como el hilo atraviesa elhueso que se ha bañado en ceniza y vinagre, y los artesanos

doblan y dan figura al marfil que se ha vuelto blando y flexible por la cerveza, pero de otro modo no pueden, así la

Fortuna socava e hiere lo ya dañado por sí y ablandado por

16 Para Diógenes véase n. 10. Crates de Tebas (365-285), que estaba

casado con Hiparquia, hermana de Metrocles, fue como éste convertido alcinismo por Diógenes de Sínope. El tritón era el manto característico de

los filósofos cínicos.17 Teodoro de Cirene, llamado el ateo, filósofo de finales del s. iv a. C.

y comienzos del m. Cf.Exil. 606B.

18 Cf. He r ó d o t o

» IV 71-74, sobre las costumbres funerarias de los

escitas.19 Cf. Po r f i r i o , Sobre la abstinenciaIV 21; Se x t o Em p í r i c o , Esbo

zos pirrónicosÍIÍ 227; C i c e r ó n , Tusculanas I 45, IOS, sobre las costumbres funerarias de los hircanos. Según el primero los hircanos echaban a

las aves de rapiña y a los perros a los ancianos aún vivos.

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SI EL VICIO PUEDE CAUSAR INFELICIDAD 227

el Vicio. Y del mismo modo que el veneno del Parto20 no es

perjudicial para nadie ni daña a quienes lo tocan y transportan, pero si solamente se acerca a los heridos, al momento

mata a los que reciben sus emanaciones por una previa sensibilización, así quien va a ver su alma oprimida por la For- f

tuna debe tener en sí mismo heridas y males propios que

tomen triste y lamentable lo acaecido fuera.

5. Entonces, ¿es de tal naturaleza el Vicio que necesita a

la Fortuna para producir la infelicidad? ¿Cómo es esto? [ElVicio] no levanta los caminos desiertos de las montañas, no

descarga las nubes de granizo sobre los campos llenos de

frutos, no suscita delatores a Méleto, a Ánito21 y a Calíxe-no22, ni quita la riqueza, no priva del mando al general para

hacer hombres desdichados. En cambio golpea a los ricos, a

los prósperos, a los que heredan. En tierra y por el mar penetra, crece, los funde en deseos, los inflama de cólera, los

desgasta con supersticiones, los desgarra con sus miradas...

20 Todo este pasaje es dudoso por lo corrompido del texto. La palabra

«veneno» es un añadido de Pohlenz. El adjetivo Parthikós, que hemostraducido por «del Parto», es una conjetura de Du Soul para elpároikosde

los manuscritos.Son curiosos los símiles de Plutarco por el conocimiento que propor

cionan sobre los procedimientos artesanales en la Antigüedad.21 Méleto y Ánito fueron los acusadores de Sócrates. Véase P l a t ó n ,

Apología30c-d. Cf. Tranq. an.475E.22 Calíxeno fue el acusador de los generales vencedores en la batalla

de las Arginusas (406 a. C.), por no haber recogido éstos a los heridos y

muertos caídos al mar. Véase Je n o f o n t e ,HelénicasI 7, 8 ss.

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SI LAS PASIONES DEL ALMA SON

PEORES QUE LAS DEL CUERPO

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INTRODUCCIÓN

En este opúsculo, como en el anterior, se ha planteado

también la cuestión de autenticidad y pertenencia. Respecto

a lo primero fue solamente Xylander quien, sin dar razones

de ello, dudó de la autoría plutarquiana de la obra. Sobre lo

segundo, al aparecer mutilado en su final, expresó U. von

Wílamowitz su creencia de que formaba parte de otro tratado mayor juntamente con el precedentel.Dudas similares ocurren con su contenido, ya que el

título no coincide con la formulación del tema y sólo en el capítulo 4 se trata realmente si son las pasiones del alma

peores que las enfermedades corporales2.Respecto a la forma se trata de un discurso o diatriba de

carácter popular, pronunciado en alguna ciudad de AsiaMenor, que sería Sardes para Volkmann3, Éfeso para Wila-

1Véase la Introducción al tratado precedente y Hermes XL (1905),161-176 (=Kleine SchriftenIV, págs. 208-212).

2 De esto se trata en realidad y, sí no fuera por razones de brevedad, sería así más exacta la traducción del título. En el fondo hay aquí una

cuestión de índole lingüística. Los griegos no tenían la cómoda repartición

affectio/passiopara indicar respectivamente lo que pasa por el cuerpo y loque pasa por el alma; ambas cosas eran para ellospáthé.

3 R. Vo l k m a n n , Leben, Schriften und Philosophie des Plutarch von

Chaeronea,Berlín, 1869-1873,1, pág. 62.

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mowitz4, con ocasión de la audiencia anual del procónsulpara toda la provincia.

Esta obra es el número 208 del «Catálogo de Lamprías».

232 SI LAS PASIONES DEL ALMA SON PEORES...

4 Op. cit., pág. 211.

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SI LAS PASIONES DEL ALMA SON PEORES QUE LAS

DEL CUERPO

1. Homero, después de contemplar las especies de animales mortales y comparar unos con otros en sus vidas y

hábitos exclamó que nada es

más lamentable que el hombre,de todos cuantos seres respiran y se arrastran sobre la tie-

[rra \

concediendo al hombre, por su exceso de males, una pri- c

macía desafortunada. Comparemos nosotros al hombre con

sigo mismo, reconociéndole ya como vencedor en infelicidad y lo más desdichado de los vivientes. Separemos alma y

cuerpo en una competición de sus particulares m ales— lo

que no será inútil sino incluso muy necesario— para que

sepamos si nuestra vida es infeliz a causa de la fortuna o por

nosotros mismos.En efecto, la enfermedad surge en el cuerpo por la natu

raleza, pero el vicio y la depravación son primero obra delalma, después una pasión suya. Y es una ayuda no pequeña

1 litada XVII 446-447. Cf. Am. pro l 496B, donde aparecen los dos

versos completos.

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234 MORALIA

para la tranquilidad del alma el que sea curable el mal haciéndose a la vez más ligero y moderado.

2. La zorra de Esopo mantenía un proceso con el leopardo a causa de sus respectivos coloridos2. Cuando aquélmostró su cuerpo de aspecto brillante y tachonado de man-

d chas, frente al suyo, de un roji*zo sucio y desagradable a la

vista, dijo la zorra: «Pero si observas mi interior, oh juez,

verás que soy más brillante que éste». Y mostraba así laversatilidad de su carácter que cambiaba en muchas ocasiones según la necesidad3.

Pues bien, digamos en nuestro caso: «Oh hombre, tu

cuerpo origina por naturaleza muchas enfermedades y pasiones desde sí mismo y recibe las que sobrevienen de fuera.Pero si te abres por dentro, encontrarás un almacén variado

y múltiple y un tesoro, como dice Demócrito, de males que

e no afluyen desde fuera y cuyas fuentes subterráneas y autóctonas son originadas por el vicio, desbordante y generoso

con las pasiones. Y si las enfermedades de la carne se advierten en las palpitaciones y el color bilioso4, y la temperatura y los dolores repentinos las confirman, en cambio los

males del alma pasan inadvertidos a la mayor parte de la

gente. Por esto son peores, ya que privan al que los sufre de

su conocimiento. Pues la razón, aun debilitada, percibe las

2 B a b r i o , fábula 180, ed. Cr u s i u s . También citada en Sept. sap. conv.I55B. Cf. P. Fu h r m a n n ,Les images de Plutarque,pág. 122, n. 2: «Cette

fable aussi nous parait mal choisie, parce qu’elle n’offre qu’un rapport

tout exterieur avec l’idée».3 Adaptación de un poeta coliámbico desconocido; cf. D i e h l , Antho-

logia Lyrica Graeca, III, frag. choliamb. adesp. 7. Sobre esto véase Wi-

l a m o w i t z ,HermesXL, 165 ss.4 Pasaje corrupto, ochranunca aparece atestiguado en plural. Propia

mente significa «tierra ocre», de ahí color amarillento o bilioso.

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SI LAS PASIONES DEL ALMA SON PEORES. 235

enfermedades del cuerpo. En cambio, si enferma con las delalma, ella misma no puede juzgar que padece, porque padece de aquello con lo que juzga. Y debemos contar como f

primero y .principal de los males psíquicos la ignorancia,por la cual el vicio, haciéndose incurable, cohabita, convive

y muere con la mayoría de los hombres. Porque el comienzo

de la curación es el conocimiento que conduce a la parte

enferma a usar lo que le ayuda. Pero quien no se cree en

fermo no conoce lo que necesita y se niega a ser curado aunestando a la mano el remedio. En efecto, las enfermedades

peores del cuerpo son las que se producen con pérdida de la 501

conciencia: letargos, jaquecas, epilepsias, apoplejías e incluso aquellas fiebres que, excitando la inflamación hasta eldelirio y perturbando la percepción, como en un instrumento,

mueven las cuerdas inamovibles de la mente5.

3. Por esta razón los médicos6 quieren que el hombre no

enferme, pero que, si enferma, no desconozca su estado

como ocurre en todas las enfermedades psíquicas7. Pues los

hombres no creen equivocarse al obrar insensata o licenciosamente ni al cometer injusticias, sino que incluso algunos

piensan tener razón. Sin embargo nadie ha llamado a la fiebre salud, ni a la tisis estado saludable, ni a la gota agilidad

en los pies, ni a la palidez buen color, pero muchos llaman

5 N a u c k 2, TGF, 907, adesp. 361. También aparece citado en Aud.

43D; Coh. ira456C; Garr. 502D; Quaest. conv. 657C.6 La expresiónpaides iatrónes una imitación del estilo homérico, cf.

¡liadaX X I151, en donde ésta aparece antes de Plutarco; así He r ó d o t o , I27 y Pl a t ó n ,Leyes769b. pero parece preferible traducir simplemente por

médicos.7 Cons. adApoU. 102D. Cf. C i c e r ó n , TusculanasIII 6, 12.

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236 MORALIA

valor a la cólera, amistad al amor, emulación a la envidia y

precaución a la cobardía8. Además los primeros llaman a

los médicos, al darse cuenta de que los necesitan en sus enfermedades, pero los otros huyen de los filósofos porque

creen tener razón en donde yerran. Por este razonamiento

afirmamos que una oftalmía es más leve que una locura, y

la gota que la demencia. Pero uno lo percibe y llama al médico a gritos y se presta a que, cuando ha venido, le cure

con ungüento el ojo o le corte la vena, pero oyes decir a la c enloquecida Agave, sin reconocer por su pasión a lo más

querido:

Traemos del monteuna guirnalda recién cortada para e l palacio,

presa afortunada de la caza9.

Sucede que el enfermo del cuerpo, cediendo enseguida

y acostándose en la cama, se tranquiliza al ser curado. Y, sial atacarle la fiebre, se agita un poco y da saltos, en cuanto

alguien de los que están sentados a su lado suavemente le

dice:

Mantente, infeliz,sin moverte d el lecho™,

se para y se contiene. En cambio, los que padecen males

psíquicos unas veces tienen más actividad, otras están me-

d nos tranquilos. Pues los impulsos son el principio de la ac-

8 Cf. Virt. mor. 449A-B, Coh. ira456F y 462F. La costumbre de de

signar los vicios o las enfermedades con términos más suaves aparece

como tópica de los estoicos a juicio de Plutarco. Véase sobre su forma de

referirse a estos filósofos D. B a b u t ,Plutarque et le Stoicisme,pág. 50.9 E u r í p i d e s ,Bacantes 1 1 6 9 - U 7 1 . Ágave lleva ensartada la cabeza de

su hijo Penteo en el tirso.10 Eu r í p i d e s , Orestes258. Tranq. an.465C.

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SI LAS PASIONES DEL ALMA SON PEORES.. 237

ción y las pasiones son impulsos violentos11. Por eso no

permiten descansar al alma, sino que, cuando el hombre

más necesita la soledad, el silencio y el alejamiento, le

arrastran entonces a la intemperie y le dejan al descubierto

las irritaciones coléricas, las rivalidades, las pasiones amorosas, las tristezas, obligado a actuar en contra de la ley y a

hablar de forma inadecuada a las circunstancias.

4. Pues bien, como una tormenta es más peligrosa cuando impide llegar a puerto que aquella otra que impide zarpar, del mismo modo las tormentas del alma son más duras

porque no dejan al hombre contenerse ni sujetar su razón

turbada. Sin piloto y sin lastre, confuso y errante, tras derrotar con la nave escorada y sin rumbo, precipitándose en un

terrible naufragio cae y arruina su propia vida12. Por eso es e

incluso peor enfermar del alma que del cuerpo, porque sucede

a unos sufrir solamente, a los otros sufrir y obrar mal13.¿Y para qué vamos a enumerar las pasiones? Esta mis

ma ocasión es un motivo de recuerdo. ¡Ved esta multitud

numerosa y promiscua, que se agita aquí y se mezcla en

tomo a la tribuna y la plaza!

No han acudido éstos a hacer sacrificios en honor de losdioses patrios ni a participar juntamente en los ritos familiares; tampoco traen las primicias de los frutos lidios14 a Zeus f

11 Esta definición de las pasiones es de corte estoico. Véase D i ó g e n e s

La e r c i o , VII 110, y E s t o b e o , Égloga 7, 1, 39 5W, donde se dan defini

ciones similares.12 Sobre las metáforas marinas y la incongruencia de ésta cf. Fu h r -

m a n n ,op. cit.,pág. 274.13 Cf. C i c e r ó n , Tusculanas III 5, 10.14 Probable cita de un poeta. Cf. W i l a m o w i t z , Hermes XL, 163 y

164 n. 1.

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238 MORALIA

Ascreo15 ni vienen a celebrar las orgías báquicas en honor

de Dioniso en noches sagradas y públicos cortejos. Es comouna enfermedad en fase aguda que exacerba periódicamentecada año al Asia, que se presenta aquí para actuar en proce-

502 sos y pleitos fijados en un plazo. Y una multitud, como de

corrientes reunidas, afluye a una única plaza, se inflama y

estalla «en un tumulto de matadores y muertos»16. ¿Qué

fiebres, qué calenturas lo han originado? ¿Es un encharca-miento o un flujo de sangret7, intemperancia en el calor o

exceso de humores? Si a cada proceso se le examina como a

un hombre, dónde ha nacido, de dónde viene18, descubriremos que a uno lo ha engendrado una cólera presuntuosa, a

otro una ambición enloquecida, a otro un injusto deseo...

15 Para el culto de Zeus Ascreo en Halicamaso cf. A po l o n i o ,Historia

Mirabilium 13 (Ke l l e r , Rerum naturalium Scríptores Graeci minores, I

47).16IlíadaIV 451.17 Tuend. san. 129D.18 OdiseaIII 71 y IX 252.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA

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INTRODUCCIÓN

De «encantador ensayo» (charming essay) califica

Helmbold1este tratado De garrulitate, que nosotros hemos

vertido por Sobre la charlatanería entre otras posibles traducciones. Desde luego, y a pesar de su considerable extensión que nos tienta a tildar también a Plutarco como culpá-

ble del vicio que pretende desterrar, hemos de reconocer

que la lectura de esta obra no resulta trabajosa y que finalmente deja una impresión placentera en el lector. El resultado, a nuestro ver, depende más del abundante número de

anécdotas e historias, que de la parte puramente teórica,bastante magra en comparación. Efectivamente, de los 23

capítulos de que consta este tratado solamente se ocupan de

ella los 10 primeros y los 8 últimos, y esto sin que tampoco

en ellos falten citas o breves narraciones para corroborar sus

propuestas. El cuerpo central está compuesto por una serie

de relatos con los que se ilustran las funestas consecuencias

de este vicio. Los primeros capítulos plantean el problema:cómo convencer al charlatán para corregir su vicio si ni siquiera oye y, ahí, Plutarco remacha que la naturaleza ya se

había ocupado de ello al dar al hombre dos oídos pero una

1 W. C. He l mbo l d , Plutarch's Moralia, VI, Cambridge (Mas-sachusetts), 1962, pág. 395.

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242 SOBRE LA CHARLATANERÍA

sola boca. En los capítulos finales el autor, como buen moralista, se ocupa de la curación dando una serie de consejos

prácticos para evitar incurrir en los defectos de la locuacidad, tal como no adelantarse nunca a contestar antes que

otros, adaptarse a las preguntas, reflexionar antes de responder. Muy curioso resulta el que nuestro autor mantenga

una cierta indulgencia con los excesos de verborrea en temas literarios, en los que, según nos dice, sería un mal me

nor. Pero finalmente viene a concluir con la cita de Simóni-des, quien se arrepentía muchas veces de haber hablado y

nunca de su silencio.Respecto a la fecha de composición sí hay un dato in

terno que lleva a dar, si no una datación segura, al menos un

punto de partida. Como hace notar Jones2, en el párrafo

505C ss. hay una base para situar este ensayo después de la

muerte de Nerón, por consiguiente después del año 68.Efectivamente se cuenta ahí cómo la garrulería de un conjurado destruyó el éxito de la conjuración contra este emperador. Dumortier-Defradas3 conjugan una serie de obras plu-

tarqueas que ofrecen paralelos con nuestro tratado. Los más

numerosos se hallan en Quaestiones convivales, De curiosi-

tate, De audiendo, De tuenda sanitate pmecepta , Regum et

imperatorum apophthegmata, De cohibenda ira, pero en

muchísimos otros que mencionan seguidamente se encuentran asimismo coincidencias. Dado que la datación de muchos de ellos es poco segura, pensamos que por ese camino

tampoco se pueden obtener mejores resultados. También

intentan la datación por la diversidad de atribución de un

dicho célebre, así cón uno de Bías (503F) atribuido a Dema-

2 C. P. Jo n e s , «Towards a chronology of Plutarch’s Works»,Journalo f Román StudiesLVI (1966), 70.

3 J. Du mo r t ie r -J. De f r a d a s , Plutarque, Oeuvres morales, Vil, 1.aparte, París, 1975, págs. 223-225.

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INTRODUCCIÓN 243

rato enApophthegmata Lacónica (220A-B) o con otros diversos como el de Pitaco (506C) a Bias y así sucesivamente. La argumentación es que los tratados que presentan a Bias

son contemporáneos yDe garrulitate es anterior o posterior,aunque verosímilmente sea posterior, y de época de Trajano.Helmbold4 afirma, después de combinar las conclusiones

de Pohlenz, Brokate y Hein, que esta obra fue escrita después del De curiositate y antes que De tranquillitate, De

capienda ex inimicis utilitate y De laude ipsius. Si esto esasí y combinamos tales datos relativos con las fechas que

Jones asigna a estas obras, nuestro tratado se hallaría entre

una fecha posterior al 96 (muerte de Domiciano) — que esla de la primera mencionada— y anterior al 114, terminus

post quemparaDe cap. ex inim. ut.Por tanto se habría escrito, de cualquier manera, durante el gobierno de Trajano,pero los márgenes, como puede verse, son muy amplios.

Esta obra es el número 92 del «Catálogo de Lamprías».

4 Op. cit.,pág. 395.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA

1. Penosa y difícil es para la filosofía la curación de la b

charlatanería. Pues su remedio, la palabra, es propio dequienes escuchan, pero los charlatanes no escuchan a nadie

porque siempre están parloteando. La falta de silencio lleva c

consigo este primer mal, la imposibilidad de escuchar. Pues

es una sordera voluntaria de personas, a mi ver, que reprochan a la naturaleza por tener una sola lengua y dos oídos l.Pues bien, si Eurípides dijo con razón al oyente torpe:

Yo no podría llenar a quien no retiene,vertiendo mis sabias palabras en un varón insipiente2,

con mayor justicia se podría decir a un charlatán, más bienrespecto a un charlatán:

Yo no po dría llenar a quien no recibe,vertiendo mis sabias palabras en un varón insipiente,

o más bien inundando en palabras a un hombre que parlotea d

a quienes no le escuchan y que no escucha a quienes parlo-

1 VéaseAud. 39B; Vo n Ar n i m , SVF,1 ,68, Ze n ó n , frag. 310.2 N a u c k 2, TGF,Eu r í p i d e s , frag. 899.

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246 MORALIA

tean. Pues incluso si escucha por un momento, la charlatanería como si se encontrara en la bajamar, lo devuelve in

mediatamente multiplicado.Al pórtico de Olimpia, que con una sola voz repercute

muchas veces, lo llaman el de las Siete Voces3. Si la menor

palabra alcanza a la charlatanería, en seguida devuelve eleco:

Conmoviendo las cuerdas inamovibles de la mente*,

pues en ellos la audición no ha penetrado nunca a través delalma sino a través de la lengua. Por eso en los demás permanecen las palabras pero fluyen a través de los charlatanes.Después, como vasijas, vacíos de inteligencia pero llenos de

e eco, van dando vueltas.

2. Con todo, si te parece no dejar nada por probar, digamos al charlatán:

Hijo, calla. El silencio tiene muchas cosas bellas5,

y dos son las primeras y principales, el oír y el ser oído, de

las cuales a los charlatanes les ocurre no tomar parte en

ninguna de las dos, sino que incluso sienten disgusto por el propio deseo. Ciertamente, en las otras enfermedades delalma6, como la avaricia, el amor a la gloria, el amor al placer, es posible, con todo, alcanzar lo que se desea, pero para

los charlatanes sucede que esto es dificilísimo: deseando

3 Estaba situado al este del Altis. Cf. Pa u s a n i a s , V 21; Pu n j o , Hist.nat. XXXVI23, 100.4 Nauck2, TGF, adesp. 361. Citado también en Aud. 43E, co*k ira

456C,An. corp. affect. 501 A, Quaest. conv. 657D.5 N a u c k 2, TGF, Só f o c l e s , frag. 78, procedente de losAliadas.6 Cf. Curios. 519D.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 247

oyentes no los consiguen, todos les huyen en tropel. Si sen- f

tados en el hemiciclo o si paseándose en el pórtico contemplan a uno que se acerca, rápidamente se ordenan unos a

otros levantar el campo y, como cuando en una reunión se

produce un silencio, se dice que ha entrado Hermes7. Asícuando en un banquete o en un grupo de conocidos entra un

parlanchín, todos se callan no queriendo ofrecerle asidero. 503

Pero si comienza por sí mismo a abrir la boca,

como cuando antes de una tempestad contra un promontorio marino sopla el bóreas8,

sospechando del oleaje y del mareo se levantan. Por eso les

sucede no encontrar compañeros de mesa en una cena nicompañeros de tienda voluntarios, sino obligados, cuando

van de camino o cuando navegan. Pues se encuentran en todas partes cogiéndote por el manto, tocándote la barba,hundiéndote las costillas con la mano.

Allí los pies son lo más preciado9

según Arquíloco y, por Zeus, según el sabio Aristóteles.

Pues también este mismo, importunado por un charlatán yfatigado por unas extrañas historias, cuando aquél le decía b

repetidamente: «¿No es asombroso, Aristóteles?», le replicó: «No es eso lo asombroso, sino que alguien sobre dos

pies te soporte». A otro parecido que le dijo tras muchas

palabras: «Te he cansado con mi charla, filósofo», «No, por

Zeus», le dijo, «porque no te prestaba atención». Pues in-

7Recuérdese en igual caso nuestro dicho «Ha pasado un ángel».8De autor desconocido; frag. chor. adesp. 20 Di e h l ; 82 (1000 Pa g e ).

Citado también en Tuend. san. 129A y Coh. ira455A.9 A r q u í lo c o , en Edmonds, Elegy and Iambus, II, pág. 182, frag.

132; frag. 233 We s t .

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248 MORALIA

cluso si los charlatanes hacen violencia con su parloteo, elalma les permite inundar desde fuera los oídos, pero ella

misma por dentro despliega otras ocupaciones y las siguepara sí misma. Por eso no abundan en oyentes atentos niconfiados. Se dice, en efecto, que el esperma de los muy

dados a los comercios camales es estéril, y así la palabra de

c los charlatanes es ineficaz e infructuosa10.

3. Sin embargo la naturaleza no ha rodeado con tan buena cerca ninguna parte nuestra como la lengua, tendiendo

ante ella como vigilancia a los dientes, para que, si por dentro no obedece a la razón ni se refrena cuando tensa «las

brillantes riendas»11, contengamos su intemperancia haciéndole sangre con nuestros mordiscos. Pues Eurípides

afirma que «la desgracia es el fin» no de despensas ni de

habitaciones sin cerrojos sino de «bocas sin freno»12. Puesquienes creen que ningún provecho hay para sus dueños en

habitaciones sin puerta y bolsas sin ataduras, pero usan bocas sin cerrojos y sin puertas que afluyen constantemente

d afuera como la del Ponto, parecen considerar su palabra

como la cosa más deshonrosa de todas. Por eso no poseen

siquiera credibilidad13, a la que aspira todo discurso; pues

ése es su propio fin, suscitar credibilidad en los oyentes.Pero de ios parlanchines se desconfía aunque digan la verdad. Pues como el trigo encerrado en una vasija se encuentra aumentado en medida pero inferior para su uso, así una

10Véase Vida de LicurgoXIX (51E-F).

1 1II. V 226. Hay probablemente un juego de palabras, como señalaHelmbold, op. c it, pág. 403, pues sigalóenta significa «brillante» pero

puede relacionarse con sigé, «silencio». De este modo se entendería un

«riendas del silencio».12Tomado de lasBacantes386-388.13Cf. más adelante Curios. 519D.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 249

historia que recae en un charlatán provoca un enorme aumento de mentira, con lo que destruye su credibilidad.

4. Aún más, todo hombre respetable y ordenado se

guardaría, según pienso, del embriagarse, porque si, según

algunos, la ira vive pared con pared de la locura14, la embriaguez es vecina de su casa, o más bien es una locura menor en duración pero mayor en su causa, porque se le añade

su voluntariedad15. Por nada acusan tanto a la embriaguezcuanto por la intemperancia e infinitud en las palabras.«Pues el vino», dice el poeta

impulsa a cantar incluso a un hombre muy prudente,y le deja reírse suavemente y también bailar16.

¿Y qué es lo más terrible? ¿El canto, la risa y la danza? Nada hasta ese punto,

pero también suelta alguna palabra, que está mejor sin de-* Í7

cir \

y esto ya es terrible y peligroso. Y tal vez eí poeta, resolviendo lo investigado por los filósofosI8, ha expresado la

diferencia entre cierta ebriedad y la embriaguez, llamando ala ebriedad relajación y a la embriaguez tontería. Pues lo

que está en el corazón del sobrio está sobre la lengua del

14 A n t í f a n e s , frag. 295 Ko c k ,apudHe l m b o l d ; pero en este poeta se

habla de lypé,no deorgé. 415 Sé n e c a ,Epístolas morales LXXX1II 18.16 Od.XIV 463-466. También en Quaest. conv. 645A.17Sobre la vida y poesía de Homero149 (vol. VIII de Be r n a r d a k i s ).

18 V o n A r n i m , SVF, III, págs. 163 y 179; Cr i s i po , frag. mor, 644,

712.

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250 MORALIA

borracho, como dicen los que son dados a los refranes19.Por eso Bias estaba silencioso en un convite y, al ser cen

surado de necedad por un charlatán, le dijo: «¿Y qué necio

504 podría guardar silencio en medio del vino?»20. En Atenas

alguien que banqueteaba a unos embajadores reales se

esforzó, por deseo de ellos, en reunir a los filósofos para

lo mismo. Mientras los demás participaban en la conversación común y así aportaban su contribución pero Zenón

se mantenía en silencio, los extranjeros, después de tratarle cortésmente y beber a su salud, dijeron: «¿Y de tu parte

qué debemos decir al rey, Zenón?». Y aquél dijo: «No otra

cosa, excepto que un anciano de Atenas puede callar durante la bebida»21.

Así el silencio es un algo profundo, misterioso y sobrio;la embriaguez es, en cambio, parlanchína. Pues es insensata

b y corta de mente y por ello también locuaz. Los filósofos,definiendo también la embriaguez, dicen que es una palabrería influida por el vino22. De este modo no se censura el beber, si el beber se acompañara del silencio. Pero el necio

hablar trasforma la ebriedad en borrachera. En verdad elborracho parlotea durante el vino, pero el charlatán parlotea

en todo sitio: en la plaza, en el teatro, en el paseo, en la borrachera, estando sobrio, de día, de noche. Es un médico

más pesado que la enfermedad, un compañero de navega-

19 Le u t s c h -Sc h n e i d e w i n , Paroemiographi graeci, If pág. 313, y II,págs. 219 y 689.

20 EnApophth. Lac.220A-B se atribuye esta misma anécdota a Dema-

rato, y E s t o b e o (III, págs. 685-686 He n s e ) la asigna a Solón.21 El rey podría ser Ptolomeo Soter, según D i ó g e n e s La e r c i o , VII24,

o Antígono (E s t ., III, pág. 680 He n s e ). La respuesta de Zenón en Von

Arnim, SVF,I, pág. 64, ftag. 284.22 Cf. Quaest. conv. 716F; V o n A r n i m , SVF, III, pág. 163; Cr i s ip o ,

frag. 643.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 251

ción más desagradable que el mareo, un hombre elogioso

más agobiante que el reproche. Ciertamente tratamos con

más gusto a malvados inteligentes que a charlatanes bondadosos. El Néstor de Sófocles, cuando intenta suavizar a

Áyax que usa un áspero lenguaje, le dice esto de un modo

significativo:

No te reprocho, pues obrando bien, hablas mal2\ c

Respecto al charlatán no nos sentimos dispuestos de estemodo. La importunidad de sus palabras destruye y desbarata

cualquier gratitud por sus acciones.

5. Lisias redactó un discurso para uno que tenía un proceso y se lo dio. Éste, después de leerlo muchas veces, se

presentó a Lisias desanimado y le decía que el discurso lepareció admirable la primera vez que lo leyó, pero que, repitiéndolo, a la segunda y la tercera le pareció flojo e ineficaz. Lisias se rió y le dijo: «¿Y qué? ¿No vas a decirlo una

sola vez a los jueces?». Y considera la persuasión y el agrado de Lisias. Pues de aquél yo

afirmo que participa cumplidamente de las Musas de trenzas de viole ta24.

Y de lo que se ha dicho acerca del poeta esto es lo más ver- d

dadero, que solamente Homero ha superado la enojosidad

de los hombres, siendo siempre nuevo y floreciente en agrado. Pero con todo, dijo y proclamó sobre sí mismo aquello

famoso:

23 Na u c k 2, TGF, Só f o c l e s , frag. 771. Citado también enPraec. ger.

reip.810B.24 Versos atribuidos por Bergk a S a f o y por Diehl a B a q u í l i d e s ,

Pa g e enPoetae Melici Graecilos ha situado en losadespota,83 (=1001).

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252 MORALÍA

me es odioso

narrar de nuevo lo ya dicho claramente25.

Huye y teme la saciedad que acecha a toda narración, conduciendo a sus oyentes de unos relatos a otros y atenuando

su exceso con la novedad. Los otros verdaderamente nos

raspan los oídos con sus repeticiones como si estuvieran

borrando palimpsestos26.

6. Recordémosles, pues, en primer lugar esto, que como

E los que fuerzan a algunos a beber el vino27 — hallado parael placer y la buena amistad— en gran cantidad y puro, los

encaminan al desagrado y a los excesos de los bebidos, asíquienes abusan temerariamente de la palabra, que es el modo de relación más agradable y humano, la hacen inhumana

e insociable, disgustando a los que quieren agradar, siendoobjeto de burla de quienes creen ser admirados y de molestia para quienes piensan ser amados. Pues como el que rechaza y aparta con el cinturón de Afrodita28 a quienes frecuenta no participa de ella, así el que causa molestias y

aborrecimiento con sus palabras no tiene parte ni en las

FMusas ni en las artes.

7. De entre las demás pasiones y enfermedades, unas

son peligrosas, otras odiosas, otras risibles, pero a la charla-

25 Od.XII452-453. Citado sumariamente enÁmat. 764A.26 Pl u t a r c o parece aludir en su comparación a la técnica de raspar el

pergamino para reutilizarlo. Usa asimismo esta comparación en Curtí

princ. philos. 779C. Cf. Cicerón, Ep. CLXVII (A losfam. VII 18,2).27 Probablemente el symposiarchos, que debía marcar la proporción

debida de agua y vino para hacer la mezcla de la bebida. Cf. Pl a t ó n ,

Banquete176e; Quaest conv.620A ss.28Es el cinturón bordado que Afrodita entrega a Hera para seducir a

Zeus en lliadaXIV 214 ss.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 253

tañería le conciernen todas: los charlatanes son motivo de

burla en sus relatos vulgares, son objeto de odio por sus

predicciones de males, de peligro si no dominan lo que no

deben decir. De ahí que Anacarsis, quien había sido agasa- 505

jado en casa de Solón, fue visto, cuando iba a dormirse, con

la mano izquierda puesta sobre sus partes y con la derecha

sobre la boca29. Creía, pues, que la lengua necesita un freno

más poderoso y lo creía con razón. Pues no podría enume

rarse fácilmente cuán gran número de hombres ha caído porla incontinencia de placeres amorosos, cuántas ciudades e

imperios hizo que se destruyeran el descubrimiento de un

secreto. Sila30 sitiaba Atenas sin tener mucho tiempo para

gastar

porque otro trabajo le presionaba31;

Mitrídates le había arrebatado Asia, los partidarios de Mario

dominaban nuevamente en Roma. Pero cuando unos ancianos decían en la barbería que el Heptacalco32 no estaba vigi- b

lado y la ciudad corría peligro de ser tomada en aquella

parte, lo oyeron los espías y se lo contaron a Sila. Este, conduciendo inmediatamente sus fuerzas, a media noche intro

dujo su ejército y le faltó poco para arrasar la ciudad, perola llenó de muerte y cadáveres, de suerte que por el Cerámi-

29Anacarsis fue un príncipe escita que viajó por Grecia y visitó Atenas. Plutarco lo presenta como*uno de los Siete Sabios en el Septem sa~

pientium conviviumy como huésped de Solón en la Vida de SolónV (80E-8 IB).

30Cf. Vida de SilaXIV (460C ss.). La toma de Atenas ocurrió en el ano 80 a. C.

31 O dXI 53.32Esta conversación se narra también en la Vida de Sila XIX 1, pero

como ocurrida en el Cerámico. El Heptacalco parece ser que estaba cerca

de la puerta del Pireo.

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254 M O R A U A

co corría la sangre. Sila estaba irritado contra los atenienses

por sus palabras más que por sus acciones. En efecto, le

insultaban a él y a Metela33, saltando sobre la muralla y diciendo con burlas:

Sila es una mora rebozada en harina34,

c y diciendo muchas naderías tales se atrajeron, como dice

Platón, «un durísimo castigo por la cosa más leve, las pala

bras»35.La garrulería de un solo hombre impidió que se hiciera

libre Roma, salvándose de Nerón36. Quedaba, en efecto, una

sola noche después de la cual debía morir el tirano, pues

todo estaba ya dispuesto. El que iba a ejecutarle, cuando se

encaminaba al teatro, vio a uno de los prisioneros a las

puertas del palacio a punto de ser conducido ante Nerón y

quejándose de su suerte. Se aproximó muy cerca de él y

d susurrándole le dijo: «Suplica solamente, hombre, que pase

el día de hoy y mañana me darás las gracias». Pues bien,aquel hombre, captando el acertijo y pensando, según creo,lo de:

Insensato, quien dejando lo seguro persigue lo inseguro37,

prefirió la salvación más segura por delante de la más justa,pues delató a Nerón lo dicho por el hombre. Aquél fue

33Metela era la mujer de Sila. Esto mismo lo cuenta P l u t a r c o en la

Vida de SilaXllí 1(459F-460A).34 Cf. Vida de SilaII1-2 (451F-452A), donde se dice que la piel de su

rostro asustaba porque la tenía roja con manchas blancas y se repite elverso.

35Combinación deLeyes935a y 717d; cf. nota 33 a Coh. ira.36 Tá c i t o , Anales XV 54 ss. Aunque se trata de la conspiración de

Pisón, ambos relatos difieren totalmente.37 He s í o d o , frag. 61 M e r k e l b a c h -W e s t .

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 255

prendido inmediatamente y le fueron aplicados tormentos,

fuego y látigos cuando negaba ante la necesidad lo que reveló sin necesidad.

8 . Zenón38 el filósofo, para no dejar escapar contra su

voluntad ningún secreto si violentaban su cuerpo con tormentos, cortó su lengua de un mordisco y se la escupió altirano39. También Leena obtuvo un hermoso galardón por su

dominio de sí. Era una cortesana40 del grupo de Harmodio y e

Aristogitón y participaba en la conjuración contra los tiranos con sus esperanzas, en su condición de mujer. Pues

también ella había sentido transportes en torno a la hermosa

crátera de Eros41 y se había iniciado en sus secretos por

medio del dios. Una vez que ellos fracasaron y fueron hechos prisioneros, siendo interrogada y conminada a denunciar a los que aún estaban ocultos, no los denunció, sino que

se revistió de fuerzas, demostrando que esos varones no

habían hecho nada indigno de sí mismos si habían amado a

una mujer de tal índole. Los atenienses, tras haber mandado

hacer una leona42 de bronce sin lengua, la dedicaron en las

puertas de la Acrópolis, mostrando lo invencible de su per-

38 Es Zenón de Elea. Cf. Stoic. rep. 105IC y Col. 1126D; también

C i c e r ó n , TusculanasII22, 52.39 Según Plutarco en los textos citados en nota precedente el tirano

sería Démilo de Carísto,40 Leena era la amante dewAristogitón. Cf. P a u s a n i a s , I 23, 1; A t e

n e o , XH596F.Los tiranos a los que se alude a continuación eran Hipias e

Hiparco, si bien el que ejercía realmente la tiranía por ser el mayor era

Hipias. Cf. T u c í d i d e s , Vi 54-59; A r i s t ó t e l e s , Constitución de los ateniensesXVIII 2.

41El amor une a todos los personajes del drama: Tésalo, el menor de

los Pisistrátidas, y la hermana de Harmodio; Aristogitón y Harmodio, y

Leena y Aristogitón.42Leena, esto es,Léaina,que en griego significa ‘leona’.

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256 MORALIA

f sona por el coraje del animal, y su silencio y su modo de

guardar un secreto en la carencia de lengua.

Ninguna palabra pronunciada ha aprovechado tanto como muchas calladas43. Siempre es posible decir en alguna

ocasión lo silenciado, sin embargo no se puede callar lo dicho, porque se ha difundido y se ha escapado. Por eso, a mimodo de pensar, tenemos a los hombres como maestros de

hablar, a los dioses de callar, recibiendo la lección de su

506 silencio en iniciaciones y misterios. El poeta44 ha hecho alelocuentísimo Ulises el más reservado y lo mismo a su hijo,a su mujer y a su nodriza, porque la oyes decir:

me mantendré como una fuerte encina o como el hierro45,

y él mismo sentado junto a Penélope

se compadecía en su ánimo de su esposa que sollozabapero sus ojos quedaron fijos como el cuerno o el hierro

sin pestañear en sus párpados46.

Así su cuerpo estaba lleno por todas partes de dominio de

sí, y la razón, que tenía todo dócil en su poder, ordenaba a

b sus ojos no llorar, a su lengua no hablar, a su corazón no

temblar ni aullar.

Su corazón permanecía aguantando con obediencia41,

43 Ci. Lib. educ. 10E-F; Tuend. san. 125D y poco después en 515A.También el refrán castellano: «Pésame de haber hablado y nunca de haber

callado».44 Cf. Virt. mor. 442D; Tranq. an. 475A.45 Od.XIX 494, pero muy trasformado por Plutarco. Euriclea, la no

driza de Ulises, le reconoce al lavarlo por una antigua cicatriz.46Od.XIX 210-212, citado más ampliamente en Virt. mor.442D-E.

41 Od. XX 23 y alusión previa a los w . 13-16. Cf. Coh. ira453D.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 257

mientras su razón alcanzaba hasta los movimientos irracionales y hacía a la respiración y la sangre obedientes y sumisas. Semejantes eran también la mayoría de sus compañeros.Pues no nombrar a Ulises mientras eran arrastrados y

aplastados sobre el suelo por el Cíclope48 ni mostrar que se

preparaba aquel instrumento agudizado en el fuego contra

su ojo, sino dejarse comer crudos antes que pronunciar un

secreto no ha dejado posibilidad de superación en dominio

de sí y fidelidad. De ahí que Pitaco49 no hizo mal cuando,habiéndole enviado e! rey de Egipto una víctima y habién- c

dolé ordenado cortar la carne mejor y la peor, cortó y envió

la lengua, en la idea de que era un instrumento de bienes

pero también de los mayores males.

9. La Ino de Eurípides50 hablando con franqueza de símisma afirma saber

callar cuando es preciso y hablar donde es seguro,

pues quienes consiguieron una educación verdaderamente

noble y real aprenden primero a callar, después a hablar. Asíel famoso rey Antígono51, cuando le preguntó su hijo cuán

do iban a levantar el campo, le dijo: «¿Qué temes? ¿Acasotú solamente no vas a oír la trompeta?». ¿Era acaso que no

confiaba un secreto a quien iba a dejar su reino? En verdad d

es que le enseñaba a tener dominio de sí y a ser cuidadoso

48 Od.IX 289 ss.49 Cf. Commentarium in HesiodUm, 719-721, frag. 89 Sa n d b a c h .

Esta anécdota de Pitaco es atribuida a Bias enAud.38B y Sept. sap. conv.146F.

50 N a u c k 2, TGF, Eu r í p i d e s , frag. 413, v, 2; citado también en Exil.606A.

51 Antígono Monóphtalmos, esto es, «el de un solo ojo». También en

Reg. et imp. apophth. 182B y Vida de DemetrioXXVIII10 (902B-C).

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258 MORALIA

en asuntos de tal envergadura. Metelo el viejo52, cuando se

le preguntó otra cosa similar respecto a su campaña, dijo:«Si pensara que mi túnica conoce como yo este secreto,quitándomela la pondría sobre el fuego». Éumenes53, al oír

que Crátero venía contra él, no se lo dijo a ninguno de sus

amigos sino que mintió diciendo que era Neoptólemo. Pues

sus soldados despreciaban a éste pero admiraban la fama de

aquél y apreciaban su valor. Ningún otro lo supo sino que,

tras haber trabado batalla, lo vencieron y mataron sin cono- e cerle y sólo después lo reconocieron por su cadáver. Así la

estrategia del silencio actuó en la contienda y ocultó a talantagonista. De este modo sus amigos lo admiraban más

que lo censuraban por no haberlos prevenido. Pero, aunque

alguien haga reproches, es mejor ser acusado después de

salvarse por desconfianza que acusar después de ser des

truidos por confiar.

10. ¿Quién, en breve, se ha permitido hablar con franqueza respecto a uno que no se ha callado? Pues si debía

ignorarse la historia, hizo mal en decírsela a otro. Pero sidejando salir de ti mismo el secreto lo has depositado en

otro, has huido a una fidelidad ajena abandonando la tuya

f propia. Si aquél se asemeja a ti, estás con justicia arruinado.Si, por el contrario, es mejor, te salvas contra toda lógica

por haber encontrado a otro más digno de confianza que tú

a tu propio interés. «¡Pero ése es amigo mío!». Y algún otro

es su amigo en quien confía también ése como yo en él. Y

aquél a su vez de otro. Entonces así la historia toma incre

mento y multiplicación, al repetirse la incontinencia. Pues

52 Cf.Reg. et imp. apophth. 202A.53 Vida de ÉumenesVI y VII (586B ss.).

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 259

como la unidad54 no excede de su propio límite sino que lo

uno permanece una sola vez y por eso se llama unidad; perola dualidad es el origen indefinido de ía diferencia pues inmediatamente se excede a sí misma tendiendo a la pluralidad al duplicarse, así una historia que se queda en el primero es verdaderamente secreta, pero si sale hacia otro obtiene

la categoría de rumor. Pues «las palabras» son «aladas»,como dice el poeta55. En efecto, no es fácil coger a un vo

látil que se ha escapado de las manos ni retenerlo nuevamente56, ni es posible detener y dominar una palabra escapada de la boca, sino que se va

girando sus veloces alas57

difundiéndose de unos a otros. Cuando una nave es arreba

tada por el viento la atrapan frenándola con cables y anclas.De una palabra que ha escapado como de puerto no hay

fondeadero ni anclaje, sino que llevada con mucho ruido y

eco rompe y hunde en un peligro grande y terrible al que la

pronunció.

Cualquiera podría prender la roca del Ida

con una pequeña antorcha. También hablando a un solo[hombre,lo sabrían todos los ciudadanos5*.

54 Sobre la unidad o mónada véase Def. orna 429A y An. pvocv.1012D-F. Sobre la dualidad o diada véase Ar i s t ó t e l e s, Metafísica 987b

26 y 1081a 14.55 Ho m e r o ,passim.56 Inspirado en Eu r í p i d e s ; véase N a u c k 2, TGF,Eu r ., frag. 1044.57 Cf.Amat. 750B, donde se cita de forma más completa. Probable

mente de un epodo de Ar q u í l o c o , firag. 92b D i e h l .

5g N a u c k 2, TGF,Eu r ., frag. 411, 2-4 de laIno.

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260 MORALIA

11. El senado romano59 deliberaba a puerta cerrada un

consejo secreto durante muchos días. Como el asunto producía gran incertidumbre y sospechas, una mujer, prudente

por lo demás, pero mujer al fin y al cabo, perseguía insisten-

c temente a su marido pidiéndole conocer el secreto. Juramentos e imprecaciones salían de ella sobre su silencio y también lágrimas mientras ponía a las diosas por testigo, en la

idea de que no era objeto de confianza. El romano, querien

do probar su necedad, le dijo: «Has vencido, mujer. Escucha, pues, un hecho temible y prodigioso. Nos han anunciado los sacerdotes que ha sido vista una alondra volando con

un casco de oro y una lanza. Examinamos el prodigio por

ver si es favorable o pernicioso y estamos consultando con

los adivinos. Pero calla». Después de decir esto se marchó alforo. Ésta, arrastrando al momento a la primera de las escla

vas que entró, se golpeaba el pecho y se arrancaba los cabe-d líos diciendo: «¡Ay de mi marido y de mi patria! ¿Qué nos

sucederá?», queriendo y enseñando a decir a la esclava

«¿pues qué ha sucedido?». Cuando lo contó, después de

haberle preguntado ésta, y añadió también el común refrán

de toda charlatanería, el «No se lo digas a nadie y calla», le

faltó tiempo a la muchachita para separarse de ella y vertió

inmediatamente la historia a la compañera que vio más desocupada. Ésta se lo contó a su enamorado en cuanto se presentó. Así rodó el relato hasta el foro hasta el extremo de

e que se adelantó el rumor a quien lo forjó, pues abordándole

uno de sus conocidos le dijo: «¿Llegas ahora mismo desde

casa al foro?». «Ahora mismo», dijo aquél. «Entonces

¿nada has oído?». «¿Pues ha sucedido algo nuevo?». «Unaalondra ha sido vista volando con un casco de oro y una

59 En A u l o Ge l i o , 1 23, se encuentra esta historia de Papirio Pretexta-to.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 261

lanza y van a tener los magistrados una sesión del senado

sobre esto». Aquél, riéndose, dijo: «¡Bien por tu rapidez,mujer! ¡La historia ha llegado antes que yo al foro!». Después de encontrarse con los magistrados los libró de su

preocupación. Pero, para castigar a su mujer, cuando entró

en su casa le dijo: «Me has perdido, mujer. Pues se ha descubierto que el secreto se ha hecho público desde mi casa.Así he de huir de mi patria por la incontinencia de tus pala- f

bras». Cuando ella negaba y decía: «¿No oíste eso en compañía de trescientos?», le dijo: «¿Cuáles trescientos? Forzándome tú inventé la historia para probarte». Pues bien, ése

con mucha seguridad y con precaución probó a su mujer,como si vertiera en un cacharro cascado no vino ni aceitesino agua60.

Fulvio61, el amigo de César Augusto, oyó a éste, que ya 508

era viejo, lamentar el vacío de su casa y que, habiendo

muerto sus dos nietos62 y estando en el destierro por una

calumnia Postumio63, el que todavía le quedaba, se veía

obligado a introducir en la sucesión del imperio al hijo de su

mujer64, aunque se compadecía de su nieto y dudaba en

llamarle del extranjero. Tras oír esto Fulvio se lo trasmitió a

su mujer y ésta a Livia. Livia reprochó con amargura a César el que habiendo decidido esto desde antiguo no mandara

a buscar a su nieto, sino que la colocaba a ella en el odio y b

la guerra con el heredero del poder. Cuando llegó al alba,

60Wilamowitz ha visto en la comparación una probable citade unos

versos, segúnHe l m b o l d ,

op. cit., pág. 429, n. a, quien no da una referencia más explícita sobre ello.61 Cf. Tá c i t o ,AnalesI 5, donde cuenta esta historia de modo diferen

te y llama al personaje Fabio Máximo.62Cayo y Lucio César.63Postumo Agripa. Véase TÁc.,An. I 3.64Tiberio.

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262 MORALIA

como acostumbraba, Fulvio ante el emperador y le dijo:«Salud, César», le dijo éste: «Adiós, Fulvio». Él, dándose

cuenta, salió en seguida y marchó a su casa y, mandando

llamar a su mujer, le dijo: «César ha sabido que no guardé

su secreto y por esto voy a darme muerte». Su mujer le dijo:«Con justicia, porque viviendo conmigo tanto tiempo no

supiste ni vigilaste mis excesos en el habla. Pero déjame a

mí en primer lugar». Y tomando la espada se mató antes que

su marido.

c 12. Filípides, el autor de comedias, cuando el rey Lisí-maco tratándole amablemente le dijo: «¿De cuál de mis bienes te voy a dar parte?», contestó correctamente: «De lo que

quieras, excepto de los secretos»65. Pero a ía charlatanería

se le añade un mal no menor, la intromisión66; pues muchos

quieren oír para poder decir más cosas. Dando rodeos inquieren e investigan conversaciones secretas y ocultas como

si dispusieran una carga de leña antigua para su cotilleo y

después, como niños sobre el hielo67, no pueden sujetarse niquieren dejarlo. Quizá más bien, guardando en su seno y

ocultando los secretos como reptiles, no los dominan sinod

que son devorados por ellos. Se cuenta que las agujas de

mar68 y las víboras revientan cuando han parido; los secre-

65Filípides era ateniense del demo de Céfale. Incluyó todavía conceptos políticos en sus comedias, como cuenta Pl u t a r c o en Vida de Deme

trioXII 6-9 (984D), criticando a los que adulaban a Demetrio Poliorcetes.Lisímaco fue general de Alejandro y más tarde rey de Tracia. Esta misma

anécdota con pequeñas variantes se encuentra en Reg. et imp. apophth.183E y Curios. 517B.

66Se trata de nuevo de Curios. 519C.67 Cf. Le u t s c h -S c h n e i d e w i n , Paroemiographi graeci, I, pág. 324;

N a u c k 2, TGF, Só f o c l e s , frag. 153, v. 4.68 Ar i s t .,Inv. an.VI 13 (567b 23);Rep?', an.III 4 (755a 33).

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 263

tos, cuando se deslizan, matan y destruyen a quienes no los

sujetan.Seleuco69 el Victorioso, cuando perdió todo su .ejército y

su poder en la batalla contra los gálatas, después de arrancarse él mismo su diadema huyó a caballo con tres o cuatro.Tras una larga carrera por caminos intransitables y apartados, sucumbiendo a la necesidad se acercó a un caserío y

encontrando por suerte al propio amo le pidió pan y agua.

Éste, después de darle generosamente y con amabilidad eso e

y cuantas demás cosas tenía en el campo, reconoció el rostro del rey y, muy alegre por la suerte de haberle prestado

un servicio, no se contuvo ni fingió con él, que deseaba pasar inadvertido, sino que escoltándole hasta el camino le

despidió diciendo: «Adiós, rey Seleuco». Éste le tendió su

diestra y se acercó como si fuera a besarle pero hizo una

señal a uno de sus compañeros para que con la espada cortara el cuello del hombre:

Mientras hablaba su cabeza se mezcló con la ceniza10.

Si hubiera callado entonces y se hubiera moderado durante

poco tiempo, cuando después triunfó el rey y se hizo más

poderoso, habría conseguido, a mí parecer, mayores mués- f

tras de gratitud por su silencio que por su hospitalidad.Éste, sin duda, tuvo una excusa de su incontinencia en

sus esperanzas y amabilidad.

13. Pero la mayoría de los charlatanes se arruina sin te

ner siquiera un motivo. Así, por ejemplo, en una barbería seconversaba sobre cómo la tiranía de Dionisio era dé la dure-

69 Cf.Frat. am. 489A.70IIX 457.

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264 MORALIA

za del diamante71 e irrompible, y echándose a reír ei barbero

dijo: «¡Decir vosotros eso acerca de Dionisio sobre cuyo

cuello tengo yo casi todos los días la navaja!». Cuando oyó509 esto Dionisio lo mandó crucificar.

La raza de barberos es suficientemente parlanchína porque los más charlatanes acuden y ocupan sus asientos, de talmodo que ellos están llenos de esta costumbre. Con una

respuesta graciosa el rey Arquelao72, al ponerle un barbero

charlatán la toalla alrededor y preguntarle «¿Cómo te voy acortar?», le contestó: «En silencio». También un barbero73fue el primero que anunció el gran desastre de los atenienses en Sicilia, al haberlo oído en el Pireo a un esclavo de los

que se habían escapado de allí. Entonces dejó la tienda y en

una carrera se apresuró hasta la ciudad.

b No fuera alguien a arrebatarle la gloria

de difundir el relato en la ciudad

y él llegase el segundo74.

Se produjo confusión, como es natural, y el pueblo reunido

en asamblea quería llegar al origen del rumor. Así pues se

trajo al barbero y fue interrogado. Él no sabía siquiera elnombre del informante y remontaba el origen a una persona

sin nombre y desconocida. Se produjo la cólera del público

71 En la Vida de Dión(V II961 A) Pl u t a r c o refiere como éste quería

que Dionisio el Joven relajara las «ligaduras diamantinas», terror y vio

lencia, según su padre, que atarían por siempre la tiranía a su hijo. Hay en ambos personajes una trasposición delPrometeode E s q u i l o (v. 6), comohacen notar D u m o r t i e r -D e f r a d a s , op. cit,pág. 243.

72 Cf.Reg. e t imp. apophth. 177A.73 Vida de NiciasXXX (542D-E).7411 XXII207.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 265

y el griterío de «¡Que se le torture! ¡Dad tormento al maldito! Pues ha fabricado y compuesto esa noticia. ¿Quién más

lo oyó? ¿Quién lo ha creído?». Se trajo la rueda y el hombre

fue extendido. En eso se presentaron los que anunciaban la

desgracia, que habían escapado de la misma acción. Se dis- c

persaron, pues, cada uno a sus propios duelos, dejando atado en la rueda al infeliz. Y cuando ya tarde fue desatado,hacia la noche, preguntó al verdugo si había oído de qué

modo había perecido el general Nicias. Mal tan incombati-ble e incorregible hace la costumbre con la charlatanería.

14. Y de seguro, como quienes beben medicamentos

amargos y malolientes sienten disgusto incluso de las copas,así quienes anuncian desgracias causan disgusto y son objeto de odio por sus oyentes. De donde Sófocles75 lo ha plan

teado con sutileza:

— ¿En tus oídos o en el alma te sientes herido?— ¿Por qué insistes en dónde está mi pena? d

—El autor aflige tu alma, yo tus oídos.

Pues causan pena tanto los que hablan como los que actúan,

pero sin embargo no existe posibilidad de contener o castigar una lengua suelta.

En Lacedemonia se descubrió saqueado el templo de

Atenea Calcieco y dentro, sobre el suelo, una botella vacía.Era grande el desconcierto de los muchos que habían acudido, y uno de los presentes dijo: «Si queréis, yo os explicaré

lo que se me ocurre acerca de la botella. Pues creo que los

sacrilegos se atrevieron a tal riesgo después de beber cicuta

y trayendo vino, para salir en seguridad extinguiendo y di- e

solviendo el veneno con la bebida pura, si les sucedía pasar

75Antígona317-319. Hablan el guardián y Creonte.

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266 MORALIA

inadvertidos. Pero si les cogían podrían morir fácilmente y

sin dolores en lugar de sufrir torturas». Al contar esto se

mostró que el asunto tenía una complicación y sutileza tangrande como no propia de quien sospechaba sino de quien

sabía. Rodeándole le preguntaron cada uno de una parte:«¿Quién eres?» y «¿Quién te conoce?» y «¿De dónde sabes

esto?». Al final, convencido así, reconoció ser uno de los

ladrones sacrilegos.

¿No fueron capturados del mismo modo los asesinos def íbico?76. Estaban sentados en el teatro, y cuando aparecie

ron unas grullas se murmuraban los unos a los otros entre

risas que se habían presentado los vengadores de íbico. Pues

bien, al escucharles los que estaban sentados cerca, porque

íbico había desaparecido hacía ya mucho y era buscado,cogieron lo dicho y se lo comunicaron a los magistrados.

Convictos así, fueron llevados a prisión, castigados no porlas grullas sino obligados a confesar su delito por la debili-

510 dad de sus lenguas, como si ésta fuera una Erinia o un Castigo. Pues como en el cuerpo se produce porte y atracción

de las partes vecinas a las que sufren y están enfermas, asíla lengua de los charlatanes, que siempre está inflamada y

palpitando, arrastra y convoca sobre sí misma lo secreto y

oculto. Por eso es menester poner barreras y que la razón,puesta constantemente como un obstáculo defensivo de la

lengua, reprima su fluir y resbalar, para que no parezcamos

76 íbico de Regio, en el sur de Italia, vivió primero en Sicilia, donde

visitó Catania, Hímera y Siracusa. Posteriormente fue invitado a ir a Sa

nios por el hijo del tirano Polícrates hacia el 540 a. C. Su poesía se reparteentre los temas heroicos, con semejanza de metro, dialecto y vocabulario

con Estesícoro, y los temas amorosos, probablemente dentro de la lírica

monódica. La tradición habla de su invento de un tipo de lira y de su

muerte a manos de unos ladrones, a quienes les traicionó la aparición de

unas grullas.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 267

más insensatos que los gansos77, de quienes se dice que

cuando cruzan desde Cilicia al Tauro, que está lleno de

águilas, cogen una piedra de gran tamaño en el pico, a guisa b

de cerrojo o freno para sus gritos, y de este modo pasan de

noche sin ser advertidos.

15. Pues bien, si alguien preguntara:

¿Quién es el hombre más cobarde y pernicioso?78,

nadie nombraría a otro y dejaría pasar al traidor. Ciertamente Eutícrates «techó su casa con las maderas traídas de

Macedonia», como dice Demóstenes79. Filócrates80 recibió

mucho oro y «compró en la plaza prostitutas y peces». A

Euforbo y a Filagro, los que traicionaron a Eretria, el rey81les dio tierra. En cambio el charlatán es un traidor sin sueldo y que acude sin ser llamado, no para entregar caballos nimurallas sino divulgando secretos en procesos, en levanta- c

mientos, en disensiones políticas. Nadie se lo agradece y

solamente él mismo, si logra hacerse oír, debe dar las gracias. De esta suerte el verso dedicado al que malgasta y regala al azar y sin juicio sus bienes:

77 Solí. anim.967B; El ia n o ,Historia de los animalesV 29.78 Ko c k , CAF, frag. 774adesp.79EnFort. 97D Pl u t a r c o menciona juntamente a Lástenes y Eutícra

tes como quienes arruinaron a Olinto. D e m ó s t e n e s , en el discurso Sobre

la embajada infiel265, atribuye a Lástenes la construcción de su casa y a

Eutícrates el criar muchas vacas. En cambio, en el Sobre los asuntos delQuersoneso40 los cita a ambos como causantes de la ruina de Olinto. Éste

sería la fuente delDe fortuna.80Dem., Sobre ¡a emb. inf. 229; Pl u t ., Fort. 97D y Quaest. conv.

668A.81Darío I. Cf. He r ó d o t o , V I 101; Pa u s a n i a s , V II10, 2.

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268 MORALIA

No eres generoso. Tienes una enfermedad; te complace dar82,

se ajusta también al parlanchín: «Tú no eres ni un amigo niuna buena persona al revelar eso: tienes una enfermedad; te

complace charlar y parlotear»,

16. Pero esto no debe juzgarse como una acusación sino

como un tratamiento contra la charlatanería, pues vencemos

las pasiones con juicio y ejercicio, pero el juicio está enprimer lugar. Nadie, en efecto, acostumbra evitar y borrar de

d su alma lo que no le molesta, pero nos molestan las pasiones cuando comprendemos, gracias a la razón, los daños y

vergüenzas que nos vienen de ellas. Así por ejemplo, ahora

comprendemos respecto a los charlatanes que, queriendo ser

amados, son odiados; queriendo hacer favores, importu

nan83; creyendo ser admirados, son objeto de burla; sin ganar nada gastan, ofenden a sus amigos, aprovechan a susenemigos, se arruinan a sí mismos. De tal suerte esto es elprimer remedio y medicina de su pasión: la reflexión sobre

las vergüenzas y dolores que nacen de ella.

17. Es menester usar una segunda reflexión, la del com-Eportamiento contrario, escuchando constantemente, recordando y teniendo a mano encomios de la discreción, lo venerable, sagrado y misterioso del silencio84, que son más

admirados y amados, que parecen más sabios que los desbocados y sueltos los precisos y parcos y aquellos cuya mucha inteligencia está reducida en un breve discurso. Y en

efecto Platón alaba a los tales, diciendo que se asemejan a

82 Epi c a r m o , frag. 274 Ka i b e l .

83 Garr. 504E.84 Garr.504Ay505F.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 269

hábiles lanzadores de jabalina, por hablar de manera densa,

sólida y concisa85. Licurgo coaccionando con el silencio alos ciudadanos desde su infancia para adquirir esta habilidad los hacía más agudos y concisos86. Pues como los celtíberos87 hacen el temple del hierro, cuando después de me- f

terlo en el suelo lo purifican de la masa terrosa, así el discurso de los laconios no tiene escoria sino que se templa

con vistas a su eficacia gobernado por la eliminación de lo

superfluo. Esa lengua suya sentenciosa y la agudeza acompañada de flexibilidad para las respuestas proviene de su 511

mucho silencio.Debemos presentar sobre todo a ios charlatanes cuánta

gracia y fuerza tienen expresiones tales como, por ejemplo,la de «Los lacedemonios a Filipo: Dionisio en Corinto»88. Y

a lo que les escribió a su vez Filipo: «Si invado Laconia os

arruinaré totalmente», le contestaron por escrito: «Si». Y

cuando el rey Demetrio se enfadó y gritó: «¿Los lacedemonios me han enviado un solo embajador?», eí embajador,imperturbable, dijo: «Uno a uno»89.

También entre los antiguos son admirados ios hombres

parcos en hablar, y en el templo de Apolo Pitio no inscribie- b

ron los Anfictiones la Ilíada y la Odisea ni los peanes dePíndaro, sino el «Conócete a tí mismo», el «Nada en dema-

85Protágoras342e.86 Vida de LicurgoXIX 1 (51D-E).87 Di o d o r o , V 33, 4.88 Citado por Qu in t í l i a n o , Inst. or, VIII 6, 52; Dionisio el Joven, al

ser expulsado de Siracusa, abrió una escuela en Corinto como cuenta

P l u t a r c o enAn seni resp. 783D.89 Vida de DemetrioXLII (909C);Apophth. Lac. 233F, pero en 216B

se cuenta de Agis con Filipo.

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270 MORALIA

sía»90 y el «Fianza, desgracia presente»91, por admirar la

rotundidad y sencillez de su expresión que contenía en po

cas palabras un pensamiento esculpido. ¿Y el mismo diosno es amigo de la concisión y de la brevedad en sus oráculos y es llamado Loxias92 por huir de la garrulería más que

de la obscuridad? ¿No son elogiados y admirados con diferencia quienes expresan lo que deben con signos y sin una

palabra?93. Como Herácl*to94 cuando le pidieron sus con-

c ciudadanos dar una opinión sobre la concordia, subió a una

tribuna, cogió una copa de agua fría, esparció encima harina

de cebada, la removió con una ramita de menta y se marchó

después de bebería, manifestándoles que el contentarse con

lo que se tiene a mano y no pedir cosas lujosas mantiene las

ciudades en paz y concordia. Esciluro95, el rey de los escitas, que había tenido ochenta hijos, cuando se estaba mu

riendo, pidió un haz de lanzas y ordenó que, después decogerlo atado y reunido, lo rompieran y destrozaran. Cuando se dieron por vencidos, él mismo, sacando una a una,

d rompió todas fácilmente, demostrando que el concierto y la

concordia de sus hijos era algo fuerte e inseparable, pero

que su desavenencia les haría débiles y sin firmeza.

18. Si continuamente se revisaran y retomaran estosejemplos y otros semejantes se cesaría probablemente de

98E ap. Delph. 385D yPyth. or. 408E las dos primeras sentencias; y

las tres en Sept. sap. conv. 164B; P l a t ó n , Cármides 164e-165a; Pa u s a -

n í a s , X 24, 1.91 Ésta sola en Vitios.pud 530B.92Relacionado en su etimología por los antiguos con loxós: ‘oscuro’ o

‘ambiguo’.93 Di ó g e n e s La e r c i o , VII 66.94 D i e l s -R r a n z ,Die Frag. der Vors.tI, pág. 144, A 3b.95Reg. et imp. apophih, 174F.

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SOBRE LA. CHARLATANERÍA 271

complacerse en hablar de naderías. En cuanto a mí, aquelfamoso esclavo me provoca confusión cuando reflexiono de

cuán gran importancia es prestar atención y ser dueño de

nuestros principios. El orador Pupio Pisón, no queriendo ser

importunado, ordenó a sus esclavos responder a las preguntas y nada más. Entonces, como quería mostrarse cortés con

Clodio, que era magistrado, dio órdenes de que fuera invitado e hizo disponer, como es natural, un espléndido banque

te. Cuando era la hora, estaban presentes los demás pero e

Clodio era esperado. Por muchas veces envió al esclavo

acostumbrado a ver si se presentaba Clodio. Cuando era de

noche y ya desesperaba dijo al esclavo: «¿Y qué? ¿Le invitaste?»; «Desde luego», contestó. «¿Por qué no ha venido

entonces?». Y aquél respondió: «Porque se negó». «¿Cómo,pues, no me lo explicaste en seguida?». «Porque no me lo

preguntaste». Así es un esclavo romano, pero el ático mientras cava dirá a su amo:

Bajo qué condiciones se ha hecho la p a z96;

tan grande es, respecto a todo, la costumbre; y de esto hablemos ya.

19. No es posible, desde luego, contener al charlatán

haciéndole tascar el bocado, sino que se debe dominar su

enfermedad con eí hábito. En primer lugar, en las preguntas

de los vecinos que se acostumbre a guardar silencio hasta f

que todos renuncien a contestar:

Pues el fin de un consejo y el de una carrera no es el mismo,

96 K o c k , CAF,IIIadesp. 347; cf. Curios. 519A.

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272 MORALIA

como dice Sófocles97, ni tampoco el de la palabra y el de la

respuesta. Pues en lo último la victoria es de quien se adelanta, pero allí, si otro responde adecuadamente, está bien

dar muestras de aprobación y asentimiento para adquirir512 fama de persona amable. Si no sucede así, entonces no pro

voca envidias ni es inoportuno enseñar lo que es ignorado y

llenar la falta. Sobre todo debemos guardarnos del adelantarse a quitar la respuesta cuando se pregunta a algún

otro. Pues quizá ni siquiera en otras ocasiones está bien,al ser interrogado otro, ofrecerse uno mismo apartando a

aquél. Pareceremos censurar a éste como por no poder proveer a lo que se le pregunta y a aquél por no saber pedir a

aquellos de quienes puede recibir. Y particularmente es

vehículo de insolencia tal precipitación y atrevimiento en

las respuestas. Pues quien se adelanta en responder al que es

b interrogado hace adivinar: «¿Qué necesidad hay de ése?» y

«¿Qué sabe ése?» y «Estando yo no se debe preguntar a

ningún otro sobre esos asuntos». Sin embargo, muchas veces preguntamos a algunos no por necesitar su discurso sino

por suscitar de ellos palabras y amistad y queriendo atraerlos a nuestra compañía, como Sócrates a Teeteto y a Cármi-

des98. Pues anticiparse a las respuestas, cambiar de dirección los oídos, distraer la atención y volverla hacia sí mismo

es semejante al apresurarse a besar a quien quiere ser besa-

c do por otro o atraer a sí a quien mira a otro. Porque, incluso

si el preguntado renuncia a hablar, está bien afrontarlo respetuosamente y con decoro, conteniéndose y adaptándose a

la voluntad de quien pregunta, como ante una invitación

ajena. Pues quienes reciben la pregunta, si fallan al responder, obtienen una disculpa justa, pero el que la toma a su

97 Na u c k 2, TGF, frag. 772 Só f o c l e s .

98 Pl a t ó n , Teeteto 143d; Cármides 154e.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 273

cargo espontáneamente y se adelanta en la respuesta resulta

desagradable incluso si acierta, y si se equivoca es totalmente objeto de regocijo y de burla.

20. Una segunda ejercitación es la tocante a nuestras

propias respuestas, a las que el charlatán debe prestar no

menos atención. En primer lugar, para no responder inadvertidamente con seriedad a quienes le invitan a hablar por

burla e insolencia". Pues algunos, sin necesidad alguna, Ddespués de componer algunas preguntas se las lanzan a los

que son así y les mueven al parloteo. De esto debe uno precaverse y no saltar rápidamente con su discurso como si le

hicieran un favor, sino examinar primero las maneras y la

necesidad del que pregunta. Cuando éste parece querer

aprender realmente, debe acostumbrar a detenerse y hacer

una pausa entre pregunta y respuesta, en la cual el que pregunta, si quiere, puede añadir algo, y él mismo hacer una

reflexión sobre lo que va a contestar, y no correr ni cubrir

confusamente la pregunta, dando muchas veces por precipi- Etación unas respuestas por otras a los que todavía están preguntando. Ciertamente la Pitia está acostumbrada a emitir

algunos oráculos inmediatamente, incluso antes de recibir la

pregunta, pues eí dios a quien sirve,

comprende al mudo y oye al que no habla10°,

pero quien quiere contestar convenientemente debe aguardar a conocer con exactitud el pensamiento y la intención

del que interroga, no vaya a suceder lo del refrán101:

99 Cf.Laúd. ips. 547C.100 Cf. He r ó d o t o , I 47, pero la respuesta del oráculo a Creso dice

phóneüntosen lugar de ¡aléoníos.101 Cf. Le u t s c h -S c h n e i d e w i n , Par. graec., 1, pág. 28; Ko c k , CAF,

frag. 454adesp.

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274 MORALIA

Pedían cubos, pero les negaban barreños.

De cualquier modo hay que refrenar este ímpetu y hambre

aguda por las palabras para que no parezca evacuar a gusto,Fpor obra de la pregunta, como una corriente detenida de

tiempo atrás en la lengua. Sócrates, en efecto, contenía asíla sed, no permitiéndose beber después de los ejercicios delgimnasio, si no había sacado y vertido eí primer jarro, para

que su elemento irracional aguardara el tiempo de la razón.

513 21 . Hay además tres géneros de respuestas a las preguntas: la necesaria, la cortés, la excesiva. Por ejemplo, cuando

alguien pregunta si Sócrates está en casa, uno como contra

su voluntad y sin ganas podrá responder: «No está en casa».Si quiere ser lacónico quitando incluso el «en casa», res

ponderá la sola y mera negación, como aquellos espartanos,cuando Filipo les escribió si le recibirían en su ciudad, le

devolvieron el papel después de haber escrito en él «No» en

letras grandes. Otro responderá de forma más cortés: «No

está en casa sino en las mesas de los cambistas». Incluso siquiere ir más allá de la medida, añadirá: «Esperando allí a

unos huéspedes». Pero el charlatán y excesivo, sobre todo sib ha leído a Antímaco de Colofón102, dice: «No está en casa,

sino en las mesas de los cambistas, aguardando a unos

huéspedes jonios, sobre los que le ha escrito Alcibíades, que

está cerca de Mileto pasando unos días con Tisafemes103, elsátrapa del gran rey, que antes ayudaba a los lacedemonios,pero ahora está de parte de los atenienses gracia a Alcibía

des. Pues Alcibíades desea regresar a su patria y ha hecho

102 Poeta y erudito del s. v-iv a. C. Fue el primer editor de Homero y

él mismo compuso un poema épico, la Tebaida, y otro en dísticos, Lide,ambos de gran extensión.

103 Cf. Vida de AlcibíadesXXIV (204B-C).

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276 MORALIA

lencia, la de recordar y contar infinitas veces de qué manera

se introdujeron, fueron presentados, compitieron, conversaron, refutaron a unos adversarios o a unos acusadores, cómo

fueron elogiados. Pues su alegría es, con mucho, más parlanchína que la de aquel famoso insomnio109 de la comedia,se reanima frecuentemente y se renueva con sus relatos. Por

eso se deslizan en tales discursos con cualquier pretexto.Pues no sólo

donde a uno le duele, allí pone la manon0,

sino que también lo placentero arrastra la voz hacia sí mismo y lleva la lengua a que por su voluntad se apoye siempre

en el recuerdo. Así también en los asuntos de amor el entretenimiento principal es sobre conversaciones que traen al-

f gún recuerdo de sus enamorados. Éstos, si no pueden conversar con personas, al menos en relación con ellos se

dirigen a seres inanimados:

¡Oh queridísimo lecho!

y ■■■Baquis te consideró un dios, dichoso resplandor111,y el mayor de los dioses s i a ella se lo pareces.

Pues realmente, en lo tocante a temas de conversación, el514 charlatán no hace distingos112. No obstante, quien esté más

109Inspirado en M e n a n d r o , frag. 152 Ko e r t e .

110 Es un proverbio usual según E s t o b e o , V, pág. 860 He n s e : Ubidolor ibi digitus.

111 K o c k , CAF, adesp. 151 y 152.112 Literalmente dice «La cuerda blanca», esto es, sin señales para

medir. La expresión se encuentra en Cármides154b y de ahí piensan Du-m o r t i e r -D e f r a d a s , pág. 225, n. 3, que la habrá tomado Plutarco; pero

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 277

inclinado a unos temas que a otros debe precaverse de ésos, apartarse de ellos y retroceder, en el pensamiento de que

pueden siempre hacer mayores avances y alargarse por placer. Esto mismo se experimenta también en aquellos discursos en los que se cree aventajar a algún otro por experiencia

o por hábito. Tal persona, con amor propio y vanagloria,

administra la mayor parte del día en eso,donde él precisamente puede superarse a sí mismo113:

el lector contando historias, el gramático en disquisiciones b

técnicas, el que ha viajado por muchos países en relatos delextranjero. Con todo, debemos también guardarnos de esto.En efecto, !a charlatanería, atraída por ellos con tal cebo,avanza como un animal hacia sus pastos acostumbrados.Ciro fue admirable porque mantenía rivalidades con los de

su edad, no en lo que era superior, sino más inexperto que

aquéllos, retándoles en esas cosas para no molestarles aisuperarlos en fama y sacar provecho aprendiendo114. Elcharlatán hace lo contrario. Si se presenta una conversación

de la que puede aprender algo e informarse de lo que ignora, ia rechaza y la aparta, sin poder dar una paga tan corta c

como el silencio. Da vueltas hasta que introduce la conversación en sus cantos marchitos y trillados. Así uno de nuestra ciudad, que había leído por casualidad dos o tres libros

de Éforo, machacaba a todo el mundo y arruinaba cualquier

H elm bo ld , pág . 461 , n.b, señala también el frag. 307 Na u c k 2 de Só f o

c l e s yPar. gm ec., I, págs. 109 y 327.

113 Na u c k 2, TGF, frag. 183, w . 2-3 Eu r í pi d e s ; cf. Aud. 43B, donde

sólo es una breve adaptación, y Quaest. conv. 622Ay 630B, el segundo

verso solamente.114 Je n o f o n t e , Ciropedia14, 4; Quaest. conv. 632C.

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278 MORALIA

banquete, recitando continuamente la batalla de Leuctra y

sus consecuencias. Por éso obtuvo de mote Epaminondas.

23. Sin embargo es ése el menor de los males y se debe

cambiar la charlatanería hacia ese lado, porque será menos

d molesta la locuacidad excesiva en temas literarios. Hay que

acostumbrar a estas personas a escribir algo y a conversar

para sí. Antípatro el estoico115, no pudiendo ni queriendo, al

parecer, encontrarse con Caméades116, que se dejaba llevarpor una gran corriente de palabras contra el Pórtico, escribió y completó los libros de las refutaciones contra él. Asírecibió el nombre de «Cálamo gritador». Al charlatán, quizás el grito y la lucha en la sombra contra la pluma117, alapartarle de la muchedumbre, le haría más llevadero cada

día en la convivencia, como los perros que descargan su

rabia contra piedras y palos son menos molestos con laspersonas. Les convendrá mucho también el trato con supe-

e riores y mayores en edad, pues sintiendo vergüenza ante su

opinión tomarán por costumbre callar.Con esta clase de hábitos hay que entremezclar y entra

mar aquel cuidado y reflexión, cuando vamos a hablar y laspalabras se adelantan corriendo en la boca: «¿Cuál es esta

palabra tan apremiante y forzosa? ¿Sobre qué se debate milengua? ¿Qué bien me ocurrirá si hablo o qué mal si ca-

ns Antípatro de Tarso fue escolarca de la Estoa hacia el 140 a. C.Tuvo que defenderla de los ataques de Caméades. Era, contrariamente a su

escuela, partidario del matrimonio y escribió unPerl gámou.Su discípulo

más conocido fue Panecio. Cf. V o n Arnim, SVF, III, pág. 224, frag. 5.116 Caméades (c. 213-129 a. C.) desarrolló como director de la Academia en Atenas un moderado escepticismo. Nunca escribió nada, pero

gran parte de su filosofía ha sido conservada por Cicerón. Véase A u l o

Ge l i o , XVII15,1.117 Pl a t ó n ,Leyes830a-c.

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SOBRE LA CHARLATANERÍA 279

lio?». Pues no es preciso depositar la palabra como un peso

opresivo porque permanece igualmente al lado incluso después de dicha. Pero los hombres hablan o bien para sí mismos por necesidad de algo o dando provecho a sus oyentes

procurándose mutuamente algún favor, como si endulzaran

con palabras a guisa de sal eí ocio y la acción en la que se f

hallan. Pero si ni es útil a quien había ni necesario a quienes

escuchan lo que se dice, si no se añade placer ni favor, ¿por

qué se habla? Pues lo vacuo y vano no es menor en las palabras que en los hechos.

Pero sobre todo, además de todo eso, se debe tener a

mano y recordar el dicho de Simónides118, que con íre-515

cuencia se arrepintió de hablar, pero nunca de callar, y

también que la práctica domina todo y es muy poderosa.

Porque los hombres forzando con su atención el hipo y la

tos los apartan con trabajo y dolor. Pero el silencio no sólo

carece de sed, como dice Hipócrates119, sino también de

penas y dolores.

118 Cf. n. 43.119 Cap. ex inim. ut. 90D.

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SOBRE EL ENTROMETIMIENTO

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INTRODUCCIÓN

El término griegopolypragmosyne, que da título a estetratado y que ha sido traducido al latín como curiositas,

presenta cierta dificultad para su versión, como ya hizo no-tar Aulo Gelio en susNoches Áticas(X I16). Efectivamente,

hay mayor riqueza de contenido en aquella palabra que, to-mada en su sentido negativo, como una pasión del alma,

puede, no sin algún reparo, ser vertida por ‘entremeti-miento’, aunque en algunos casos pueda cuadrar tambiéncon ‘curiosidad’ y en otros haya sido substituida por el pro-

pio autor por ‘indiscreción’. Precisamente Plutarco escribió

también un ensayo sobre este vicio, el Perl periergías, núm.151 del «Catálogo de Lamprías», obra perdida.Nuestro tratado, distribuido en 16 capítulos, dedica los

primeros a la exposición de los males que procura esta pa-sión del alma, y los últimos, a partir del décimo, a los re-medios para curarla, aun cuando la áskesis también se in-troduce en algunos pasajes de los primeros capítulos. En

cierto modo hay bastante paralelismo entre este esquema yel del anterior tratado, el De garrulitate, paralelismo quetambién se manifiesta en el tono ameno de la exposición,salpicada, como de costumbre, de anécdotas, si bien en un

balance nos inclinaríamos por el primero de ellos que, alparecer, es posterior en composición. Ambos habrían sido

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284 SOBRE EL ENTROMETIMIENTO

leídos ante un público de admiradores o convocado por un

príncipe en alguna pequeña ciudad griega, al decir de E.Pettine ¡, in aliquo Beotiae oppido, al decir de J. J. Hartmann2, precisando más. Después habría venido la publica-ción. Como decíamos, el tratado que nos ocupa parece ha-

ber sido compuesto algo antes. En cualquier caso despuésdel 96, año de la muerte de Domiciano, como se desprendedel pasaje en que se narra la anécdota de Rústico (522D)3.

Entra, pues, en ese amplio marco un tanto impreciso queencuadra esta obra junto con las precedentes en el reinadode Trajano4.

En cuanto a sus fuentes, O. Hense5 las ha perseguidoexhaustivamente partiendo de la cita de Aristón (516F), aquien él identifica con el estoico Aristón de Quíos y no el

de Ceos, como pensó Rohde. Rasgos de aquel autor y de ladiatriba de Bión («das Geprage BioneischAristoneischDiatribenstil», pág. 544) estarían presentes en pasajes comoel cap. 14 y a Aristón habría que remontar también comofuente delDe tranquillitatey delDe exilio. Su interrogaciónfinal es si ese influjo fue directo o indirecto, apuntando aMusonio, que ha sido utilizado por Plutarco en obras como

De tuenda sanitate praeceptaoDe amore prolis.La articu-lación del razonar de Hense es perfecta e implacable, pues

1E. P e t t i n e ,La curíositá,Salemo, 1977, pág. 7.2 J. J. H a r t m a n n , De Plutarcho scríptore et philosopho, Leiden,

1916, pág. 283: «orationem hanc habitam censeo in aliquo Beotiae oppido, quod tune sibi careretphilosophovel quo Plutarchus ab oppidanorumprincipibus esset invitatus ut vitium, quod late serpere ibi incipere, suafacundia suaque gravitate tollere tándem conaretur».

3 Cf. C. P. J o n e s , «Towards a chronology of Plutarch’s Works»,Journal ofRomán StudiesLVI (1966), 72.

4 Véase R. F l a c e l i é r e , Sagesse de Plutarque,París, 1964, pág. 28.5 O. H e n s e , «Aristón bei Píutarch», Rheinisches Museum XLV

(1890), 541-554.

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INTRODUCCIÓN 285

no ha dejado lugar alguno a una posible participación per-sonal del propio autor, que no obstante, a nuestro ver, puede

percibirse en toda la lectura de la obra en estilo como encontenido.

Este tratado es el número 97 del «Catálogo de Lam-prías».

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SOBRE EL ENTROMETIMIENTO

1. Quizás es lo mejor evitar una casa sin ventilación, b

sombría, o fría en invierno o insalubre. Pero si uno sientecariño por el lugar debido a la costumbre, es posible tam-

bién, cambiando la iluminación, transformando la escalera,abriendo unas puertas y cerrando otras, lograr que sea más

luminosa, mejor aireada, más sana. Incluso ciudades saca-ron ventaja por cambios semejantes. Por ejemplo, se dice cque mi patria, orientada al oeste y recibiendo por la tarde unsol implacable desde el Parnaso, fue vuelta hacia el naciente

por Querón'. Empédocles, el filósofo de la naturaleza, alobstruir un desfiladero de la montaña por donde soplaba unviento del sur, pesado e insano, contra las llanuras, parece

que cerró su país a la peste2.Pues bien, puesto que existen algunas pasiones insanas ydañinas que procuran al alma tempestad y sombra, es mejorexpulsarlas y destruirlas hasta los cimientos3, dándonos aire d

1Hijo de Apolo y de Tero (o Turo según P l u t a r c o , Vida de Sila 17),fundador de la ciudad de Queronea. Plutarco le dio ese nombre a uno de sus hijos muerto en la infancia (Cons. ad ux. 609D).

2 D i e l s -Kr a n z , Die Frag. der Vors., I, pág. 284, A 14; cf. Col.1126B.

3 Semejante es la terapéutica enDe vitioso pudore 529B, aunque allíel símil procede de la agricultura.

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288 MORALIA

puro, luz y viento limpio. Si no es posible, en algún mododeben transformarse y adaptarse haciéndolas girar o cam-

biar. Así es, sin más dilación, el entremetimiento, un ciertodeseo de saber los males ajenos, enfermedad que no pareceestar libre de envidia ni de malicia:

¿Por qué, hombre perverso, observas con fijezael mal ajeno pero miras de reojo el propio? 4.

Cambia ese entremetimiento desde el exterior y vuélvelohacia dentro. Si te alegras por manejar historias de desgra-cias, tienes en casa mucho entretenimiento:

Cuanta agua mana Alizón abajo u hojas en torno a una enverna5,

e tanta multitud de errores hallarás en tu vida, de pasiones entu alma y de descuidos en tus deberes.

Pues como Jenofonte dice que los buenos administrado-res de su casa tienen un lugar asignado a los vasos para lossacrificios, otro para los de las comidas, en otra parte estáncolocados los instrumentos agrícolas, separadamente las

armas de guerra6, así también tú tienes colocados unos ma-les provenientes de la envidia, otros de los celos, otros de lacobardía, otros de la mezquindad. ¡Ataca éstos, contemplaésos! Obstruye las ventanas y los pasos laterales del entrometimiento que dan a tus vecinos, abre otros que conduz-can a tus habitaciones de hombres, a las de las mujeres, al

4 Ko c k , CAF, 359 adesp. Cf. Tranq. an. 469B, donde se citan también estos versos y el evangélico «Ver la paja en el ojo ajeno, pero no ver la viga en el propio» (Mt. 7,3).

5 Verso de origen desconocido. Eí Alizón sólo aparece citado aquí.6EconómicoVIII 19, 20, aunque el autor no se refiere a esos mismos

enseres.

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SOBRE EL ENTROMETIMIENTO 289

eiojamiento de los servidores. Allí tiene entretenimientos no f

inútiles ni maliciosos, sino provechosos y saludables, esa

curiosidad y afán de intriga si cada uno dice para sí:

¿A dónde me volví? ¿Qué hice? ¿Qué deber no he cumplí{do?1.

2. Pero en realidad, ,como se dice que la Lamia8 delcuento dormía, ciega, en su casa, con los ojos depositados 516

en un cuenco, pero que, al salir afuera, se los ponía y mira-ba, así cada uno de nosotros se pone fuera y para otros, co-mo un ojo, la indiscreción en su malevolencia, pero nosgolpeamos contra nuestros errores y males propios frecuen-temente por ignorancia, al no buscar para ellos vista y luz.Por eso incluso para sus enemigos es bastante útil el entro-metido9, porque refuta y enuncia sus faltas y les muestra ío

que deben evitar y corregir, en cambio descuida la mayoríade las de su casa por esa pasión por lo de fuera. Pues cier-tamente Ulises10 ni siquiera soportó conversar con su madreantes de haberse informado por el adivino de aquellas cosas b

por las que fue al Hades. Después de saber esto se dirigió aella y preguntó por las demás mujeres n, interesándose por

7 P i t á g o r a s , Carmina aurea 42; cf. Superst. 168B, con la varianteparébénen lugar de írapómén.

8 La Lamia era originariamente un vampiro femenino que chupaba lasangre y destruía el corazón de los humanos. Se la utilizaba como un coco para asustar a los niños. Según la leyenda vivía en Libia en una caverna y

era hija de Belo y Libia.9 Cf. Cap. exinim. ut. 87B-C.10 Od.XI 88 ss. El adivino referido a continuación es Tiresias.

11 Od.XI 229 ss. Tiro era hija de Salmoneo y Alcídice, que murió al darla a luz. Su madrastra Sidero la trató cruelmente. Tuvo relaciones amorosas con Posidón de las que nacieron los gemelos Pelias y Neleo. Clorisfue hija de Anfión y Níobe. Fue con Amidas superviviente de la matanzainfligida a sus hermanos por Apolo y Ártemis. El horror la dejó pálida

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290 MORAUA

quién era Tiro, quién la bella Cloris y por qué murió Epicasta

atándose un lazo suspendido desde lo alto de su elevado[techo.

Pero nosotros, poniendo nuestros propios asuntos con grannegligencia e ignorancia y despreocupándonos, hacemos lasgenealogías de otros: el abuelo de nuestro vecino era sirio y

su abuela tracia!2, fulano debe tres talentos y no ha pagadolos intereses. Investigamos cosas así: de dónde ha regresado

c la mujer de mengano, de qué hablaban ése y aquél en la es-quina. En cambio Sócrates deambulaba inquiriendo quédecía Pitágoras para provocar persuasión. Aristipo13, cuandose encontró con Iscómaco en las Olimpíadas, le preguntócon qué clase de conversaciones atraía Sócrates de tal modoa los jóvenes. Al recibir algunas pequeñas semillas y mues-tras de sus palabras se emocionó hasta tal extremo que su-frió un desvanecimiento y se puso totalmente pálido y débil.Hasta que, sediento y ardiendo, después de navegar a Ate-nas, bebió de la fuente, se informó del hombre, de sus pala-

bras y de su filosofía, cuyo fin era reconocer los vicios

propios y desterrarlos.

3. Pero algunos no soportan mirar su propia vida, comod si fuera un espectáculo muy desagradable, ni que la razón,

para siempre, de donde su nombre que significa ‘verde’. Casó con Neleo yfue madre de Néstor. Epicasta es el nombre dado por el poema a la madre

de Edipo, más conocida por Yocasta. El verso, citado después, que alude a su suicidio es el 278.12 Alusión al hecho de que habrían sido esclavos.13 Hubo dos filósofos de Cirene en el s. iv a. C. con este nombre. El

más antiguo de ellos viajó a Atenas y se convirtió en seguidor de Sócrates.Se le considera fundador del Hedonismo.

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SOBRE EL ENTROMETIMIENTO 291

como una luz, se refleje sobre nosotros mismos y vaya enderredor, sino que el alma, llena de males de toda clase,estremecida y temerosa de su interior, salta afuera y andaerrante en pos de lo ajeno, nutriendo y engordando su ma-licia. Pues como una gallina en la casa muchas veces, con el

pienso puesto a su disposición, se mete en un rincón y es-carba

allí donde aparece entre el estiércol un solo grano de ceba-[da14,

de manera cercana los entrometidos, pasando por encima derelatos e historias que están a la vista y de cosas que nadieimpide preguntar ni se molesta de que pregunten, seleccio e

nan los males ocultos y olvidados de cada casa. Sin embar-

go, era una respuesta ingeniosa la del egipcio a quien lepreguntaron qué llevaba envuelto: «Por eso está envuelto».Y tú entonces ¿por qué curioseas en lo oculto? Si no fueraun mal, no estaría oculto. Sin duda no es costumbre entraren casa ajena sin llamar a la puerta. Ahora además existen

porteros, antiguamente llamadores que, golpeados en laspuertas, procuraban advertencia para que el extraño no se

topase en medio con la señora de la casa, o con la hija don-cella, o con el esclavo castigado o con las criadas chillando.Pero el entrometido se introduce para eso mismo. Uno así f

no es espectador con placer de una casa seria y bien mante-nida, ni aun invitado. Pero aquello por lo que hay llave, ce-rrojo y puerta está él para descubrirlo y presentarlo en me-

dió a otros. Desde luego que, como dice Aristón15, «nos

14 Verso atribuido a C a l i m a c o (frag. anón. 374 Sc h n e i d e r ) segúnH e l m b o l d y D u m o r t i e r -D e f r a d a s (op. cit, págs. 481 y 269 respectivamente).

!5 V o n A r n i m , SVF, I , págs . 89-90, frag. 401.

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292 MORALIA

desagradan sobre todo los vientos que arrebatan nuestrosvestidos». El entrometido no desviste los mantos ni las túni-

cas de quienes tiene cerca, sino las paredes, abre las puertas517 del todo y se introduce y repta, como el viento «a través de

la doncella de tierna piel» 16, investigando con afán delatorfiestas báquicas, danzas y fiestas nocturnas.

4. Y como Cleón en la comedia:

Sus manos en los etolios, su mente en los clópidas11,

así la mente del entrometido está, a un tiempo, en las man-siones de los ricos, en las casitas de los pobres, en las cortesde los reyes, en la habitación nupcial de los recién casados.Busca en todos los asuntos, los de los extranjeros, los de losgobernadores, investigando en éstos no sin peligro. Pero es,

por poner un ejemplo, como si alguien, por curiosidad desus cualidades, hiciera probar acónito18, aniquilaría a quienlo gustara antes de percibir la sensación. Así los que buscanlos vicios de los poderosos se destruyen antes de su cono

b cimiento. Pues también quienes desprecian esos rayos delsol19, abundantes y emitidos para todos, violentándose y

atreviéndose a examinar imprudentemente el propio círculoy a hendir hasta dentro su luz, quedan ciegos. Por eso conrazón Filípides20, el poeta cómico, cuando le dijo en una

16 H e s í o d o , Trabajos y Días 519; cf. Tranq. an.465D con cita completa.

17 A r i s t ó f a n e s , Caballeros 79.Hay un juego de palabras intraducibieentre «etolios», relacionado semánticamente por el poeta con aiíéó,«pedir»,y «clópidas» — de la raíz deklóps,«ladrón»-—, habitantes de un demo imaginario construido sobre el de los «crópidas», que existía realmente.

18 Cf.Adulat.49E.19 Je n o f o n t e ,MemorablesIV 3, 14.20 Véase n. 65 a Gatr.508C.

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SOBRE EL ENTROMETIMEENTO 293

ocasión el rey Lisímaco: «¿De cuál de mis bienes te'daré

parte?», le contestó: «De cualquiera, rey, excepto de tus se-cretos». Pues lo más grato y bello de la realeza está situadoafuera: los banquetes, las riquezas, las fiestas, los favores,

pero si hay algo secreto, no te acerques ni lo remuevas. La calegría de un rey afortunado no se oculta, ni la risa, si estáde broma, ni la disposición de su generosidad y favor. Looculto es temible, sombrío, no provoca risa, es inaccesible,

es un depósito de ira ulcerada o un cálculo de meditadavenganza, celos de una mujer, sospechas de un hijo o des-confianza de un amigo. Huye de esa nube que se amontonanegra; no te pasará inadvertida tronando y relampagueandocuando estalle lo que ahora está oculto.

5. ¿Qué manera hay, pues, de huir de ello? Mediante unaconversión y transformación del entremetimiento, como seha dicho21, al volver el alma hacia cosas mejores y másgratas. Vuelve tu curiosidad a las cosas del cielo, de la tie-rra, del aire, del mar. ¿Te agrada por naturaleza contemplarcosas pequeñas o grandes? Si grandes, dirige tu curiosidad a ddónde se pone el sol y de dónde nace. Investiga las fases de

la luna como si estuvieran en el hombre, dónde gastó tantaluz, de dónde la adquirió nuevamente, cómo:

De lo invisible surge primero nueva,embelleciendo y llenando su rostro;

y precisamente cuando aparece más radiantede nuevo decrece y llega a nada22.

21 Antes en 515D.22 N a u c k 2, TGF, Só f o c l e s , frag. 787, w . 5-8. La cita completa se

halla en Vida de Demetrio XLV (911C-D). Véase también Quaest. rom.

282B.

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294 MORALIA

Y éstos son secretos de la naturaleza, pero ésta no se moles-ta con quienes los descubren. Pero ¿has renunciado a gran

e des cosas? Vuelve tu curiosidad a las pequeñas, cómo entrelas plantas unas continuamente florecen, reverdecen y ale-gran en cualquier estación, manifestando su riqueza, mien-tras otras ahora son semejantes a ésas, ahora como un hom-

bre pródigo, derrochando de una vez su abundancia, sequedan pobres y desnudas. Y por qué unas producen frutos

oblongos, otras angulosos, otras, en fin, redondos y esféricos.Quizás no te vas a entrometer en eso porque en eso no

hay mal. Pero si tu indiscreción debe absolutamente buscarsu pasto y entretenimiento en cosas viles, como un gusanoentre maderas muertas, llevémosla hacia la historia y pre-sentémosle una abundancia copiosa de males. Pues allí es-tán:

las caídas de varones, la derrota de sus vidas23,

f seducciones de mujeres, ataques de esclavos, calumnias deamigos, preparación de venenos, envidias, celos, naufragiode familias, caídas de imperios. Llénate y goza, sin per-turbar ni entristecer a tus cercanos.

6. Pero parece que el entrometimiento no se alegra conmales marchitos sino con los calientes y recientes; contem-

pla con placer nuevas tragedias, no se mezcla muy a gustosis con asuntos cómicos e hilarantes. Por eso el entrometido es

un oyente descuidado e indolente si alguien cuenta una bo-

da, un sacrificio o una procesión, afirma que ha oído pre-viamente la mayor parte y exhorta a resumir y pasar de ladola narración. Pero si alguien sentado cerca relata la séduc

23 E s q u i l o , Suplicantes937, c o n u n p e q u e ñ o c a m b i o; t a m b i é n e nFac.lun. 937F.

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296 MORALÍA

de adquirido, cuando incluso se finge lo que no se posee. Elentrometido, al desear relatos de desgracias, está poseído

por la pasión de la alegría por el mal ajeno, hermana de laenvidia y de la denigración. Pues la envidia es tristeza porlos bienes ajenos, la alegría maliciosa es un placer en losmales de los demás29. Pero ambas han nacido de una pasiónsalvaje y feroz, la malignidad.

d 1. Tan penoso es para cada uno la revelación de suspropios males, que muchos mueren antes que manifestar alos médicos alguna enfermedad secreta. Supongamos queHerófilo30, Erasístrato31 o el propio Asclepio, cuando erahombre32, con sus medicamentos e instrumentos se presen-tara de casa en casa y buscara información de si alguientiene una fístula en el ano o una mujer un cáncer en la ma-

triz. Y, sin embargo, la curiosidad en esta profesión es sal-vadora. Pero cualquiera, a mi parecer, habría expulsado aalguien tal, porque sin aguardar un requerimiento había ve-nido, no invitado, a observar males ajenos. Pero los entro-metidos investigan estas mismas cosas y las que aún son

29 Cf. Stoic. rep. 1046B. Cf. Vo n Ar n i m , SVF,III, frag. 672.30 Era de Calcedón y vivió a principios del s. iii a. C. Aprendió la

medicina en Cos y ejerció en Alejandría, donde los Ptolomeos seguramente favorecieron sus investigaciones. Hizo grandes avances en laanatomía. El conocimiento de su obra procede fundamentalmente deGaleno.

31 De Ceos y más joven que el anterior (segunda mitad del s. ni a. C.). Probablemente estudió filosofía-en Atenas antes que medicina en Cos.Trabajó asimismo en Alejandría, donde perfeccionó los descubrimientosde Herófilo en anatomía. Fue el cirujano y médico más sobresaliente del periodo helenístico.

32 Hijo de Apolo y de una mortal» Corónide. Fue educado por el centauro Quirón, de quien aprendió el arte de curar. Recibió la categoría dedios de la medicina después de su muerte.

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298 MORALIA

encontrado con los que han llegado de Italia?». Por eso losmagistrados locrios hacían bien, pues cuando alguien quevenía de viaje se les acercaba y preguntaba: «¿No hay nadade nuevo?», le multaban. Pues como los cocineros deseanuna buena producción de animales34, los pescadores abun-dancia de peces, así los entrometidos desean abundancia demales y multitud de asuntos, novedades y cambios, para

poder constantemente pescar o degollar algo.

También hizo bien el legislador de Turios35, porqueprohibió que se hiciera burla en el teatro de los ciudadanos,con la excepción de adúlteros y entrometidos. En efecto, eladulterio parece ser como un entremetimiento en el placer

c ajeno, búsqueda e investigación de cosas guardadas y ocul-tas a la mayoría y, a su vez, el entremetimiento es un fisgo-

neo, destrucción y despojamiento de cosas secretas.

9. Pues bien, al mucho aprender resulta seguir el muchohablar (por eso también Pitágoras ordenó a los jóvenes unsilencio de cinco años, al que llamó «retención de pala-

bras»36), pero a la indiscreción37 es forzoso que acompañela maledicencia. Pues lo que se escucha con placer, se

cuenta con placer; y lo que se recolecta con cuidado deunos, se transmite con alegría a otros. Por eso para ellos,

junto con los demás males, su enfermedad es además un

34 Los cocineros desempeñaban asimismo el oficio de carniceros.

35 Carandas, de Catania en Sicilia, hizo leyes para varias ciudadesgriegas de Occidente en el s. vi a. C.

36 También en la Vida de Niima (65B) y en Quaest. conv. 728E-F sehabla de la echemythia como de un precepto pitagórico. Véase asimismo

Sobre la vida y poesía de Homero 149 (VII, pág. 420 B e r n a r d a k i s );

L u c i a n o , Subasta de vidas3.

37 Cf. Garr. 508C.

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SOBRE EL ENTROMETIMIENTO 299

obstáculo para sus deseos38. Pues todos se precaven de ellos d

y se ocultan. Ni pueden hacer nada a la vista de un entro-

metido ni decirlo a gusto si les escucha, sino que demoranconsultas y difieren exámenes de asuntos hasta que el taldesaparece. Y si, cuando se presenta una discusión secreta ose concluye un negocio de cuidado, aparece un entrometido,lo quitan de enmedio y lo ocultan, como si una comadrejaacudiera a la comida, de tal modo que, muchas veces, lo quese dice y se contempla por los demás se vuelve secreto einvisible para ésos solos.

Por eso el entrometido carece de cualquier confianza39:confiamos más a servidores y extranjeros cartas, papeles y e

sellos que a amigos y familiares curiosos. Aquel noble Belerofonte40 no desplegó la carta que llevaba contra sí mismo,sino que por su continencia se liberó de la carta del rey co-

mo lo hizo de la esposa de aquél. Pues el entrometerse espropio de la incontinencia como también el cometer adulte-rio y, además de la incontinencia, da muestra de una terrible f

insensatez y necedad. Pues el lanzarse, después de haberrecorrido tan gran número de mujeres comunes y públicas,sobre la encerrada y rica — que muchas veces es, como seda el caso, incluso bastante fea— es un exceso de locura y

demencia. Pero esto mismo hacen los entrometidos: dejandode lado muchas cosas dignas de contemplar y de oír, ocios yentretenimientos, excavan en las cartas ajenas, pegan laoreja a las paredes de los vecinos y susurran a criados ymujerzuelas, frecuentemente no sin riesgo, pero siemprecon deshonor.

38 Cf. Gair. 502E-F.39 Cf. Garr. 503C-D.40IlíadaV I 168.

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300 MORALIA

10. Por eso un método sobre todo útil, en cuanto es po520 sible, para apartar a los entrometidos de su mal es el recuer-

do de lo que han conocido previamente41. Pues como Simónides decía que, al abrir sus cofres al cabo del tiempo,encontraba siempre lleno el de los dineros, pero vacío el dela gratitud42, así si se abre la despensa de la curiosidad alcabo de un tiempo y se rebusca en ella, llena de muchascosas inútiles, vanas y desagradables, quizás al entrometido

le ofendería su actividad, ai aparecérsele totalmente' ingratay superflua. Supongamos, pues, a alguien que recorriera losescritos de los antiguos, seleccionara los peores pasajes deellos y hubiera compuesto un libro, por ejemplo, con losversos acéfalos de Homero43, los solecismos de los trágicos

b y las frases inconvenientes y licenciosas que Arquíloco44 di-rigió contra las mujeres, haciendo de sí mismo un triste mode-

lo; ¿acaso no es digno de la maldición del autor trágico,

Ojalá perezcas, compilador de las desgracias de los morta[les?45.

E incluso sin la maldición, su atesoramiento de faltas ajenases inoportuno y carente de provecho. Es como la ciudad que

fundó Filipo con los seres peores y más groseros y que lla-mó Villapeor46.

41 Este capítulo es comparable al 19 y final del De vitioso pudore(536C-D), donde se invoca la experiencia para enderezar este vicio.

42 Comparación similar en Ser. num. vind. 555F, donde el cofre contiene plata.

43 Los hexámetros acéfalos carecen de la sílaba inicial larga. De versos

anómalos por defecto habla también P l u t a r c o en Pyth. or. 397D enrelación a las profetisas que componían mal los hexámetros. En Cons. adux.61 IB se hace una comparación semejante a la de nuestro texto.

44 Cf.Aud.45A.45N a u c k 2, TGF,388 adesp.

46 J a c o b y ,Frag. d. gr. Hist.,II B, pág. 561, T e o p o m p o , ftag. 110.

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302 MORALÍA

muros, sugiriéndonos a nosotros mismos que nada útil niplacentero está escrito en ellos, sino «Recuerda» fulano a

mengano «para su bien» o alguno aquí es «el mejor de losamigos», y muchas cosas llenas de semejantes naderías?Estas cosas parece que no dañan al ser leídas, pero dañan al

pasamos inadvertido que nos sugieren la práctica de inves-tigar lo que no nos concierne. Y como los cazadores no

permiten a los cachorros volverse yperseguir cualquier olor,

sino que los arrastran por las correas y los sujetan, guardan-do puros y sin mezcla sus sentidos para su propia tarea, paraque se encuentren sobre las huellas con más fuerza

f olfateando tras los pasos de las fieras49>

así es menester suprimir las carreras y paseos del entrometi-do sobre cualquier vista o audición y, vigilantes, tenderlos

en cambio hacia cosas de provecho. Como las águilas50 y

los leones en su marcha contraen las garras hacia dentropara no gastar la agudeza de sus extremos, así, al considerar

521 que la curiosidad de quien quiere saber posee cierta punta y

filo, no los desperdiciemos ni los embotemos en cosas inúti-les.

12. En segundo lugar, acostumbrémonos, al pasar delan-te de una puerta, a no mirar dentro ni a prender con la mira-da de la indiscreción, como con una mano, en los que estánen su interior, sino tengamos disponible el dicho de Jenócrates51, quien decía que en nada difiere poner los pies o los

49 De un poeta desconocido.50 Cf. Solí anim.966C-D, donde sólo se habla del león. Lo poco ade

cuado del paso para un águila ha hecho que Pohlenz sugiera una corrupción del pasaje, debiendo leerseaílouroi,‘gatos’, en lugar deaetoí.

51 Jenócrates de Calcedonia, discípulo de Platón, fue escolarca de laAcademia (399-314) a continuación de Espeusipo. Aunque se le atribuyen

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304 MORA LIA

adelante y arrastrando consigo la inteligencia la arrojan confrecuencia donde no se debe. Por eso es una falsedad aque

d lia historia de Demócrito55: que voluntariamente extinguiósu vista fijándose en un espejo ardiente y recibiendo de élsu reflejo, para no proporcionar turbación a su inteligenciallamándola desde fuera muchas veces, sino permitir queviviera retirada y se ocupase de lo inteligible, como si unasventanas que dan a la calle estuviesen cerradas. Es, sin em-

bargo, esto otro más verdad que cualquier cosa: muevenmenos sus sentidos quienes más usan su inteligencia56. Así,en efecto, se construyeron los museos57 lo más lejos posiblede las ciudades y a la noche se la llamó Éufrone58, por pen-sar que su sosiego y continuidad era una cosa grande para elexamen y descubrimiento de lo investigado.

e 13. Sin embargo, tampoco es esto59 cosa dura y difícil:no acercarse en la plaza cuando hay personas que se repro-chan e insultan unos a otros o permanecer sentado cuandose produce una carrera de mucha gente por algún motivo, y,si no puede uno contenerse, levantarse e irse. Mezclarte conentrometidos no te hará gozar de nada provechoso, pero teayudarás grandemente al apartarte con fuerza de la curiosi-

dad y, al disminuirla, acostumbrarte a obedecer a la razón.A partir de ahí está bien intensificar la ejercitación y

pasar de largo ante el teatro cuando se está realizando una

55 D i e l s -Kr a n z ,Die Frag. der Vors.,II, pág. 89, A 27.56 Plutarco piensa quizás en.un pasaje delFedónplatónico, el 66a.

57 Museo es todo lugar dedicado al cultivo de las artes y las ciencias,como el de Alejandría, aunque otras ciudades tuvieron esa institución, aimitación del que fue fundado por Ptolomeo Soter.

58 Éufrone significa ‘benevolente'. Para su uso en el sentido de nochecf. E s q u i l o ,Agamenón 265.

59Remedios semejantes a los impartidos en el cap. 11 (520D).

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SOBRE EL ENTROMETIMIENTO 305

audición de éxito, rechazar a unos amigos que te toman para f

ir a una representación de baile o de comedia y no volversecuando se produce un griterío en el estadio o en el hipó-dromo. Pues como Sócrates aconsejaba abstenerse decuantos alimentos nos incitan a comer sin tener hambre y decuantas bebidas nos animan a beber sin tener sed60, así te-nemos que abstenemos nosotros también de espectáculos y

audiciones y huir de cuanto nos domina y atrae sin necesi-

dad alguna. Así Ciro no quería ver a Pantea61 y, cuando 522

Araspes le decía que la belleza de esta mujer era digna decontemplar, le dijo: «Pues bien, por eso he de. evitarla más,

porque si, persuadido por ti, llegara ante ella, quizás ésta meconvencería de nuevo y sin descanso la frecuentaría y lacomplacería y, sentado a su lado, descuidaría muchos asun-

tos dignos de atención». De modo semejante Alejandro nisiquiera llegó a ver a la esposa de Darío, de quien se decíaser bellísima, pero frecuentaba a su madre, que era una an-ciana, y no se atrevió a ver a la hija joven y hermosa62. Nos-otros, en cambio, lanzamos miradas en las literas de lasmujeres y nos suspendemos de sus ventanas y, sin pesar encometer falta alguna, hacemos nuestro entrometimiento así b

de resbaladizo y deslizante ante cualquier cosa.

14. Pues bien, es posible incluso por la práctica de lajusticia omitir alguna vez una ganancia justa para acostum-brarte a ti mismo a estar lejos de las injusticias y, del mismomodo, por la templanza abstenerse en alguna ocasión de la

mujer propia para no ser nunca atraído por una ajena. Apli-cando esta costumbre a tu entrometimiento prueba también

60 Cf. Garr. 513D.61 Cf. J e n o f o n t e , CiropediaV 1,8;And.31C.62 Cf. Vida de AlejandroXXII 5 (677A-B); Fort. 97D;Alex.fort. virt.

338E.

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306 MORALIA

a no escuchar ni ver en ocasiones algunas de tus cosas y, si

alguien quiere anunciarte algo sucedido en tu casa, a recha-zarle y renunciar a oír palabras que parecen haber sido di-chas sobre ti. En efecto, a Edipo también la indiscreción lesumió en los mayores maíes. Investigándose a sí mismo en

c la idea de no ser corintio, sino extranjero, se encontró conLayo y, después que lo mató y tomó a su madre como espo-sa junto con el reino, investigaba de nuevo sobre sí mismo,

aún creyendo ser dichoso. Cuando su mujer no se lo permi-tía, aún más ponía a prueba al anciano que era sabedor,empleando todo género de violencia. Finalmente, cuando elasunto ya le rodeaba de sospecha y el viejo gritó:

¡Ay de mí! Estoy ante lo más terrible de decir63,

sin embargo, encendido y agitado por su pasión, le respon-de:

Y yo de oír. Sin embargo he de oírlo64.

Así el cosquilleo de la curiosidad es dulceamargo e incond tenible, como una herida que sangra cuando se rasca. Pero

quien se aparta de esta enfermedad y es benigno por natura-leza, ignorante de cualquier desagrado podría decir:

¡Oh venerable olvido de los males, cuán sabio eres!6S

15. Por eso debemos también acostumbramos a estascosas: no abrir rápidamente ni a toda prisa una carta que nos

han entregado, como hace la mayoría, si las manos son

63 S ó f o c l e s , Edipo Rey1169. Habla el pastor que le salvó en el Cite-rón.

64Ibid., 1170.65 E u r í p i d e s , Orestes213.

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308 MORALIA

siracusanos69. En efecto, la raza de los delatores procede dela hermandad y de la familia de los entrometidos. Pero losdelatores buscan si alguien ha decidido o cometido un mal.En cambio los entrometidos rebuscando incluso en las des-gracias involuntarias de sus vecinos las sacan al medio. Sedice incluso que el llamado aliterio10ha sido por vez prime

b ra nombrado así por su amor al entrometimiento. Puescuando hubo en Atenas, según parece, una gran hambruna y

quienes tenían trigo no lo sacaban, sino que lo molíanocultamente por la noche en sus casas, yendo algunos alre-dedor acechaban el mido de las muelas y de ahí fueron lla-mados aliterios. De forma semejante nació el nombre desicofante71. Cuando se prohibió exportar higos, quienes de-lataban y mostraban a los que los sacaban fueron llamadossicofantes. Y no es inútil que reflexionen sobre esto los en-

trometidos, para que se avergüencen de la semejanza y pa-rentesco de su ocupación con los que son más odiados yaborrecidos.

69 Cf. Vida de DiónXXVIII (970B-C).70 Este término, que significa propiamente ‘criminal’, está derivado

aquí por P l u t a r c o del verboalein, ‘moler’, como puede verse de la ex

plicación que sigue. En Quaest. graec. 297A propone otra etimología,relacionándolo conaleúasthai, ‘evitar’.

71 Este nombre es de un origen poco claro. Tal como se expone aquíprocedería desykon, ‘higo’, y -phántés(dephaind, ‘revelar’). Cf. Vida deSolónXXIV 2 (91E) y A t e n e o , 74E-F.

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ÍNDICES

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ÍNDICE DE NOMBRES

Academia, 467E.Acrópolis, 505E.Adi manto, 484F.

Afrodita, 445F, 472B, 504E.Agamenón, 455A, 460E, 466E,

482F.Agatocles, 45 8E.Ágave, 501C.Agesilao, 482D.ágora, 471F.

Alalá, hija de la Guerra, 483D.Alcibíades, 467F, 513B.Alejandro, 449E, 454D, 454E,

458B, 459E, 466D, 471E,472D, 472E.

Alevas, 492A, 492B.Alizón, 515D.

Amebeo, 443A.Anacarsis, 504F.Anaxágoras, 463D, 474D, 478E.Anaxarco, 466B, 449E, 466D.Anfictiones, 51 IB.Ánito, 475E, 499F.Anticira, 462B.

Antifonte, 484F.Antígono (general de Alejan-

dro, llamado Monóphthal-

mos), 457E, 458F,506C.Antígono (II Gonatas), 486A.Antímaco de Colofón, 513B.Antíoco (hijo de Antíoco II, rey

de Siria), 486A, 489A.Antíoco de Opunte, 483E.Antípatro (general de Alejandro),

472E.Antípatro de Tarso (filósofo es-

toico), 469D, 514D.Apeles, 472A.Apolo Pítio, 51 IB.Apolónide*de Cícico, 480C.Apolonio el’Peripátetico, 487D.

aqueos, 471F, 475D, 485E, 498B.Aquiles, 455A, 465E, 471F.Araspes, 521F.Arcadión, 475E.Arcesilao, 46ID, 470A.Ariamenes, 488D, 488E, 488F.Aristarco, 478B.

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312 MORALIA

Arisíides, 458C, 463E.Aristipo, 439E, 462D,469C, 516C.

Aristófanes, 439E.Aristogitón, 505E.Aristón (padre de Platón), 496EAristón de Quíos, 440E, 516EAristóteles, 442B, 448A, 454D,

458F, 460C, 472E, 503A,503B.

Arquedique, 492B.Arquelao, 509A.Arquiloco, 503A, 520B.Artabanes, 488E, 488F.Asafia, 474C.Asclepíades, 476A.Asclepio, 453E, 518D.Asia, 486A, 490A, 505A.Átalo, 480C, 489E, 489F.

Áte,ver Ofuscación.Atenas, 469E, 504A, 505A, 516C,

523B.Atenea, 456B, 489B; A. Calcie

co, 509D.Ateneo, 480C.

atenienses, 489B, 505B, 505E.Atenodoro, 484A.Atos, 455E, 470E.Atosa, 488D, 488E.Atreo, 481B.Atrida, 466E, 471C.Áyax, 499D, 504B.

Babilonia, 499B.bactrianos, 499D.Baquis, 513E.Belerofonte, 519E.

Bías, 503F.Boedromio, 489B.

Bóreas, 465D, 503A.Briareo, 470E.Briseida, 460E.

Cabrias, 440B.Cadmea, 488A.Calístenes, 454D, 458B.

Ca listo, 474B.Calíxeno, 499F.Cambises, 490A.Camilo, 458C.Cares, 486D.Caribdis, 476B.Carióles, 483E.

Cármides, 51 IB.Carnéades, 474F, 477B, 513C,514D.

Casandro, 486A.Castor, 486B.Catón, 463E, 487C.Cayo Graco, 456A.Cepión, 487C.Cerámico, 505B.César Augusto, 508A, 508B.Ciciceno, 486A.Cícico, 480C.Cíclope, 506B.Cilicia, 469E, 510A.Cimón, 496F.

Ciro (el Grande), 488D, 490A,514B, 521F.

Ciro (el Joven, probablemente),458E.

Cleón, 517A.

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ÍNDICE DE NOMBRES 313

cl*to, 449E, 458B.Clodio, 511E.Cloris, 516B.

Corinto, 511A.Crátero (general de Alejandro),

506D.Crátero (hijo del anterior y her-

manastro de Antígono Gonatas), 486A.

Crates, 466E, 499D.cretenses, 490B.Crisipo (filósofo estoico de So-

los), 44 IB, 448A, 449C, 450C,45 OD.

Crisón,471E.Crono, 471C, 477D, 480E, 499C.

Ctesifonte, 457A.Ctonia, 474B.

Dánao, 497A.Darío 1 (el grande, rey de Per

sia), 488D, 488E, 490A.Darío II, rey de Persia, 486E.

Darío III (el Bastardo, rey dePersía), 522A, 522E

Decio, 499B.Delfos, 467E, 489E, 492B.Demetrio (Poliorcetes, rey de

Macedonia), 475C, 511 A.Demócrito (de Abdera, filóso-

fo), 448A, 472D, 495E, 500D,52 ID.

Demos, 497B.Demóstenes (orador ateniense),

486D, 510B.Denea, 474B.

Deris, 474B.Diké,ver Justicia.Diógenes (de Sínope, filósofo

cínico), 439D, 460E, 466E,467C, 477C, 499B, 499D,52 IB.

Dionisio el Viejo (tirano de Siracusa), 471E.

Dionisio (el Joven), 467E, 508F,

509A, 511A.Dionisios (los), 522EDioniso, 501EDioscuros, 478B, 483C.Dioxipo, 52IB.Dolón, 449D.Domiciano, 522E.

Edepso, 487E.Edipo, 497D, 522B.Éforo (historiador), 514C.Egina, 471E.Egipto, 506C.Electra, 454D.

Emilio (Paulo), 475A.Empédocles, 464B, 472D, 474B,

515C.eníane, 521C.Epaminondas, 467E, 472D, 514C.Epicasta, 516B.Epicuro, 465F, 474C, 487D,

495A.Erasístrato, 495C, 518D.Eretria, 510B.Erinia, 510A.Erinias, 458C.Eros (dios del amor), 505E.

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314 MORALIA

Eros (amigo de Plutarco), 453B,453D, 464E.

Esciluro, 511C.Escipión (Emiliano Africano),

485D.escitas, 499D.Es era, 474B.Esopo, 490C, 500C.Esparta, 472D.

Espeusipo, 491F.Esquilo, 454E.Esquines, 462D, 462E, 486D.Estilpón, 467F, 475C.Estoa, 485A.Estratón, 472E.Estratonice, 489E

Eteocles, 481 A.Eubulo, 486D.Euclides (de Mégara, filósofo

socrático), 462C, 489D.Euforbo, 51OB.Euforión, 472D.Éufrone, 52 ID.

Éumenes (uno de los Diadocos), 506D.Éumenes (II, rey de Pérgamo),

480C, 489D, 489E, 499F.Eurimedonte, 496F.Eurípides, 464A, 474A, 475C,

480D, 497D, 498B, 503C,

506C.Eurípilo, 458D.Eutícrates, 510B.Eutidemo, 46 ID.Eveno, 497A.

Fabricio, 467E.

Faetón, 466F.Fanias, 466B.

Fílace, 498C.Filagro, 510B.Filetero, 480C.Filemón, 449E, 449F, 458A.Filípides, 508C, 517B.Filipo, 457E, 457F, 458C, 511A,

513A, 520B.

Filócrates, 510B.Filotas, 449E.Filóxeno, 471E.Foción, 459E.Fortuna (Tyché), 467D, 476C,

498F, 499A, 499E, 499F.Fulvio, 508A, 508B.

Fundano,452F,453C, 453D, 464F.

Giges, 470C.Glaucón, 484F.Grecia, 484B.Gripo, 486A.Guerra (Pólemos),483D.

Hades, 473C, 499B, 516B.Harmodio, 505E.Harmonía, 474B.Hegesias, 497D.Helena, 454D.Helesponto, 470E.

Helicón, 463C.Helíope, 474B.Heptacalco, 505B.

Heptáphónon,ver Siete Voces.Heracles, 470E, 492C, 492D.Heráclíto, 439D, 457D, 511B.

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ÍNDICE DE NOMBRES 315

Hermes, 502F.Heródoto, 440A,479B.

Herófilo, 518D.Hesíodo, 465D, 473A, 480E,

491 A, 491B.Hiperides, 486D.Hipócrates, 455E, 515A.hircanos, 499D.Homérida, 496D.

Homero, 443B, 452A, 452C,454D, 455A, 480E, 486B,494C, 494D, 496D, 500B,504D, 520A.

íbico, 510E, 510F.Ida, 507B.Ificles, 492D.

Ifícrates, 440B.Igualdad (Isótés),481 A.litada,51 IB.ílión, 498B.Ilitias, 496D.ilotas, 455E.Ino, 506C.

Ión (de Quíos), 466D.Iscómaco, 516C.Ismenias, 472D.

Isótés, ver Igualdad.

Jantipa, 46ID.Jantipo, 496F.Jenócrates, 446E, 521 A.Jenofonte, 465B, 515E.Jenón, 484A.Jerjes, 455A, 470E, 480D, 488D,

488E, 488F.

Jerónimo (de Rodas, filósofoperipatético), 454F, 460D.

Justicia (Díké),483 D.

Kakia,ver Vicio.Lacedemonia, 477C, 492D, 509C.lacedemonios, 454C, 455E, 458E.Laconia, 511 A.Laertes, 465D.

Lago, 458B, 522C.Lamia, 515F.Latomías, 471E.Leena, 505D.Leóstenes, 486D.Leucótea, 492D.Leuctra, 514C.Licurgo (mítico rey de Tracia,

enemigo de Dioniso), 451C.Licurgo (legislador de Esparta),

493E, 510E.Lidia, 484C.lidios, 501F.Lisias, 504C.Lisfmaco, 508C, 517B.

Livia, 508A.Loxias, 51 IB.Lúculo, 484D.

Macedonia, 457E, 474F, 475A,489D, 510B.

Magas, 449E, 458A;Maimactes, 458C.Mario, 461E, 505A.Marsias, 456B.Mataescarabajos (Kantharole-

thron),473E.

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316 MORALIA

Matuta, 492D.Media, 488D, 499B.

Medio, 472D.Megabizo, 472A.Mégara, 475C.Meiliquio, 45 8B.Melando, 453E.Méleto, 475E, 499F.Menandro, 45 OC, 466A, 474B,

475B, 476E, 479C, 491C.Menedemo de Eretría, 440E,472E.

Mérope, 465A.Metela, 585B.Metelo el Viejo (Quinto Ceci-

lio), 458C, 485D, 506D.Metrocles, 468A, 499A.

Milcíades, 496F.Mileto, 513B.Mitrídates, 505A.Molione, 478C.Mucio (Escévola), 458A.Musa, 518C.Musas, 452B, 458E, 467E, 480E,

480F, 504C, 504E.Musonio, 453D.

Nemertes, 474C.Neocles, 496F.Neoptólemo, 458D, 506D.Nerón, 461F, 462A, 505C,

505D.Néstor, 504B, 513D.Nicias, 509C.Nicocreonte, 449E.Nigrino, Avidio, 478B.

Oco, 480D.Odisea, 51 IB.

Ofuscación (Áte),460D.Olimpia, 457F, 470D, 502D.Olimpíadas, 516C.Olímpicos, 458C.Olinto, 458C, 473E.Opunte, 483E.

Pació, 464E, 468E.Panateneas, 477D.Pándaro, 455D.Panecio, 463D.Pantea, 522A.Paretonio, 458A.Parménides(diálogo de Platón),

484F.Parmenión, 449E.Parnaso, 515C.Parto, 499E.Peleo, 458A, 465E.Pelópidas, 458E.Peloponeso, 492D.Penélope, 506A.Pérgamo, 489E.Pericles, 496F.Perilao, 486A.Persas, 488F, 499A.Perseo, 474F, 489D.Persia, 488E, 488F.Píndaro, 45 ID, 457B, 467D,

477B, 51 IB.Píreo, 509A.Pisístiato, 457F, 480D.Pitaco, 471B, 484C, 506C.Pitágoras, 44IE, 516C, 519C.

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ÍNDICE DE NOMBRES 317

Pitia (sacerdotisa de Apolo),492B, 512E.

Píticos (juegos), 477D.Platón, 439C, 441B, 441E, 442A,

445C, 449E, 449F, 450D, 452B,456D, 463E, 463E, 467A, 467D,471E, 472D, 474E, 477C, 483D,484B, 484C, 484D, 491F, 505C,510E.

Pléyades, 496E.Polemón, 462D.Potemos,ver Guerra.Ponerópolis,ver Villapeor.Ponto, 503D.Poro, 458B.Por sena, 458A.

Pórtico, 467D, 504D.Posidón, 489B.Postumio, 508A.Príamo, 462C.Ptoíomeo, 458A, 458B.Pupio Pisón, 511D.

Querón, 515C.Quieto, Avidio, 478B.Quíos, 469B, 470C, 470F.

República (diálogo de Platón),484F.

Roma, 453A, 464E, 467E, 470C,479E, 499C, 505A, 505C, 520C,522D.

romanos, 485D.Rústico, 522E.

Safo, 456E.Salamina, 488F, 496F.

Sátiro, 459A.Seleuco, 486A, 489A, 508D, 508E.Séneca, 461F, 462A.Sicilia, 509A.Sicionio, 498B.Sila, 452F, 453C, 453D, 505A,

505B.Siete Voces (Pórtico de las),

(Heptáphónon),502D.Simónides, 445E, 515A, 520A.Sirena, 518C.Soción, 487D.Sócrates, 449E, 455A, 458C,

46ID, 466E, 470F, 475E,486E, 499B, 512B, 512F,513A, 513C, 516C, 52IF.

Sófocles, 458D, 460D, 468B,481F, 483B, 496F, 504B,509C, 511F, 521C.

Solón, 472D, 484B, 493E, 505A.

Tamíris, 455D.

Tántalo, 498B.Tarso, 469D.Tasos, 470C.Tauro, 510A.tebanos, 454C.Tebas, 488A.Teeteto (discípulo de Sócrates),

512B.Telémaco, 480E.telquines, 439D.Temístocles, 496F.Teodectes, 478B.Teodoro (de Cirene, filósofo),

467B, 499D.

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318 MORALIA

Teofrasto, 482B, 490E.Teucro, 486B.Timea, 467F.Timeo(diálogo de Platón), 464E.Timón (filósofo), 446B.Timón (hermano de Plutarco),

487E.Tindáridas, 486B.Tiro, 516B.Tirrenia, 460C.Tisafemes, 513B.Toosa, 474B.Trasibulo, 458A.troyanos, 485E.Tucídides, 513B.Tunos, 519B.

Tyche,ver Fortuna.

Ulises, 442D, 475A, 476B, 506A,506B, 516A.

Vicio (Kafda),498F, 499A, 499E,499F.

Villapeor (Ponerópolis),520B.

Yolao, 492C.

Zenón de Citio, 441 A, 44IB,43A, 462F, 467D, 504A.

Zenón de Elea, 505D.Zeus, 444D, 447D, 454D, 455D,

459C, 466E, 471C, 472B,473B, 477D, 495B, 497A,503A, 503B, 520C; Z. As

creo, 501F.

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